Arquitectura
Arquitectura: La guarida ‘infernal’ de Fernando Higueras
El mítico arquitecto excavó, en los años 70, este 'rascacielos' subterráneo –y sostenible– en pleno Madrid.
“Vivir en una casa así te cambia la vida”, cuenta Lola Botia, viuda del arquitecto Fernando Higueras, de cuya muerte se cumplen ahora 9 años. Uniendo naturaleza, geometría y lo aprendido de la arquitectura popular anónima (las cuevas de Andalucía, por ejemplo), Higueras construyó en el centro de Madrid esta guarida de 8 metros de profundidad, completamente bajo tierra y sin ventanas. A pesar de sus características, la singular y vanguardista casa es un espacio lleno de luz, silencio… y magia.
Con motivo de la exposición ‘Fernando Higueras. Desde el origen’, que se puede ver en el Museo ICO hasta el 19 de mayo de 2019, recuperamos este reportaje publicado en Houzz en 2017.
Con motivo de la exposición ‘Fernando Higueras. Desde el origen’, que se puede ver en el Museo ICO hasta el 19 de mayo de 2019, recuperamos este reportaje publicado en Houzz en 2017.
Más allá de mito, ¿es cómodo vivir bajo tierra?
Cuenta Botia, que ‘La Cueva’ [así es como Fernando llamaba familiarmente a su estudio-vivienda] es de una privacidad extraordinaria. “No tienes que pensar en protegerte y todo el tiempo estás viendo los árboles”, dice, para, acto seguido, desvelar que no hay mejor lugar para leer que la hamaca de la imagen, bajo cuatro enormes claraboyas.
No es difícil imaginarse al arquitecto, grande y barbudo –Higueras era todo un personaje, conocido por su mal humor y ácidos comentarios sobre muchos arquitectos–, debatiendo sobre Mies Van der Rohe, los Beatles o el hedonismo en las Canarias. “Tenía un temperamento desbordante, excesivo y contradictorio, lo que le abocó a un cierto malditismo. Esto en arquitectura significa que muchos proyectos quedaran sobre el papel, pero también que su figura se haya mitificado”, cuenta el arquitecto Miguel Barahona.
En la actualidad, grandes paneles con todos esos proyectos llenan las paredes de ‘La Cueva’: las viviendas de militares en San Bernardo, en Madrid; el Centro de Restauraciones, también conocido como “La corona de espinas”; o el plan para la Playa Blanca de Lanzarote, que se exhibe en el MoMA de Nueva York.
Cuenta Botia, que ‘La Cueva’ [así es como Fernando llamaba familiarmente a su estudio-vivienda] es de una privacidad extraordinaria. “No tienes que pensar en protegerte y todo el tiempo estás viendo los árboles”, dice, para, acto seguido, desvelar que no hay mejor lugar para leer que la hamaca de la imagen, bajo cuatro enormes claraboyas.
No es difícil imaginarse al arquitecto, grande y barbudo –Higueras era todo un personaje, conocido por su mal humor y ácidos comentarios sobre muchos arquitectos–, debatiendo sobre Mies Van der Rohe, los Beatles o el hedonismo en las Canarias. “Tenía un temperamento desbordante, excesivo y contradictorio, lo que le abocó a un cierto malditismo. Esto en arquitectura significa que muchos proyectos quedaran sobre el papel, pero también que su figura se haya mitificado”, cuenta el arquitecto Miguel Barahona.
En la actualidad, grandes paneles con todos esos proyectos llenan las paredes de ‘La Cueva’: las viviendas de militares en San Bernardo, en Madrid; el Centro de Restauraciones, también conocido como “La corona de espinas”; o el plan para la Playa Blanca de Lanzarote, que se exhibe en el MoMA de Nueva York.
Un gran patio a doble altura con un enorme lucernario es el punto de ventilación e iluminación de todas las estancias, que proporciona al interior una luz tamizada y constante.
Fernando decía que este lugar fue su primer ‘Rascainfiernos’, nombre de la propuesta que presentó, muchos años después, para la zona cero de Nueva York, tras el derrumbe de las Torres Gemelas.
“Esta pasión por construir bajo tierra le venía desde sus años de estudiante”, desvela Botia. De hecho, una de sus primeras viviendas en Canarias, en el año 62, ya estaba semienterrada. Y en el 73, justo cuando arrancaba la construcción de su casa en Madrid, publicó un trabajo en la revista japonesa GA sobre las cuevas del sur de España, entendidas como arquitectura popular.
Arquitectura: Historias de casas tradicionales rehabilitadas (I)
Fernando decía que este lugar fue su primer ‘Rascainfiernos’, nombre de la propuesta que presentó, muchos años después, para la zona cero de Nueva York, tras el derrumbe de las Torres Gemelas.
“Esta pasión por construir bajo tierra le venía desde sus años de estudiante”, desvela Botia. De hecho, una de sus primeras viviendas en Canarias, en el año 62, ya estaba semienterrada. Y en el 73, justo cuando arrancaba la construcción de su casa en Madrid, publicó un trabajo en la revista japonesa GA sobre las cuevas del sur de España, entendidas como arquitectura popular.
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Gracias a sus características estructurales, la vivienda logra mantener una temperatura constante en el interior, entre 20 y 25ºC. Sobre la cubierta, hay 1,50 metros de tierra, más cinco claraboyas dobles (de 2 x 2 x 5= 20 metros cuadrados), que aíslan de temperaturas molestas, ahorrando el 65% de energía innecesaria. Los cuatro muros son de hormigón.
“La temperatura dentro tiene una oscilación de 9 grados de invierno a verano. Estes espacio pasará a la historia como una de las primeras viviendas sostenibles”, dice Lola.
Arquitectura: Técnicas del pasado que nos hacen más sostenibles hoy
“La temperatura dentro tiene una oscilación de 9 grados de invierno a verano. Estes espacio pasará a la historia como una de las primeras viviendas sostenibles”, dice Lola.
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En el espacio, todo está pensado y proyectado de manera horizontal. Puertas y ventanas se han sustituido por estanterías en L, para libros, revistas, obras y esculturas, y que dan unidad al conjunto. Cada planta tiene 2,10 metros de altura.
Buscaba alejarse de modas y estilos. De ahí que la geometría, la simetría y los sistemas artesanales fueran su base constructiva.
Buscaba alejarse de modas y estilos. De ahí que la geometría, la simetría y los sistemas artesanales fueran su base constructiva.
En su apogeo, la casa estaba llena de cuadros y esculturas de los amigos de Fernando. Pinturas de Antonio López y Sorolla, y bocetos de Chillida, se mezclaban aquí y allá con recuerdos de Gloria Fuertes, César Manrique, Saura o Soledad Lorenzo.
Otra de las características de las obras de Fernando Higueras es el uso del hormigón. Él es uno de los referentes españoles del ahora tan reivindicado brutalismo.
‘En un edificio, como en un niño, se desarrolla todo a la vez, la cabeza, las extremidades, el tronco’, solía decir Fernando.
Cada mueble y detalle de esta casa están diseñados por él. Las sillas y asientos, por ejemplo, son más bajos de lo normal, para situar el punto de vista a la altura de la luz cenital y tener conciencia plena del espacio.
Hormigón: El material estrella de las viviendas contemporáneas
‘En un edificio, como en un niño, se desarrolla todo a la vez, la cabeza, las extremidades, el tronco’, solía decir Fernando.
Cada mueble y detalle de esta casa están diseñados por él. Las sillas y asientos, por ejemplo, son más bajos de lo normal, para situar el punto de vista a la altura de la luz cenital y tener conciencia plena del espacio.
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El arquitecto Jeff Brock, de Moneo Brock Studio, es capaz de hilvanar la personalidad de Fernando, a su obra y a una vida bajo tierra:
“Se suele decir que los arquitectos, a veces, sufren de una endogamia, y que deben salir de sus talleres y meterse en el mundo. La vida y trabajo de Fernando Higueras queda como refutación estrella de ese argumento. La suya es una arquitectura única, fruto, precisamente, de largas y obsesas horas en el estudio, que, por un lado, no tiene nada que ver con el mundo y, por el otro, todo que ver con ello”, cuenta Brock
“Se suele decir que los arquitectos, a veces, sufren de una endogamia, y que deben salir de sus talleres y meterse en el mundo. La vida y trabajo de Fernando Higueras queda como refutación estrella de ese argumento. La suya es una arquitectura única, fruto, precisamente, de largas y obsesas horas en el estudio, que, por un lado, no tiene nada que ver con el mundo y, por el otro, todo que ver con ello”, cuenta Brock
“Mi espacio favorito de la casa –además de la hamaca–, es esta planta baja donde antes se encontraba un dormitorio. Aquí, se trabaja muy bien”, cuenta Botia, a quien vemos en la imagen, recordando los momentos en los que Fernando pintaba (recibió dos Premios Nacionales de Bellas Artes), tocaba la guitarra (el maestro de Linares Andrés Segovia le dijo: “España ganará un gran arquitecto y pierde a un gran guitarrista”), o escuchaba algún disco de Grateful Dead.
En el año 2000, Higueras cerró su estudio de la Avenida de América y trasladó su espacio de trabajo a ‘La Cueva’, donde ya vivía con Botia.
Las hiedras, al llegar la primavera, se adueñan de la casa, bajando desde el jardín hasta el salón. “Por su carácter y escala domésticos, esta casa huye de la grandilocuencia de otras de sus obras. Es al mismo tiempo moderna y arcaizante, colosal y humana”, dice Miguel Barahona. Una de esas casas que, sin duda, te cambian la vida.
CUÉNTANOS…
¿Qué te ha parecido esta singular casa? ¿Te imaginas viviendo en ella? Participa en los comentarios
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Quién vive aquí: Vivienda durante 30 años, hoy es la sede de la Fundación Fernando Higueras. Se puede visitar con cita previa
Situación: Madrid
Proyecto: Fernando Higueras
Fotografías: EstudioHUMO
Lola Botia y Fernando Higueras vivieron juntos 20 años en esta increíble cueva en el jardín de la casa familiar del arquitecto:
“En la parcela había ya una vivienda, que no se podía demoler porque estaba protegida. Por los laterales no cabían las excavadoras de la época (finales de los años 70), que eran muy grandes, así que, el cubo [de 8 metros de altura y totalmente subterráneo] se cavó a pico y pala”, cuenta Botia, responsable de la Fundación Fernando Higueras Díaz, cuya sede se encuentra en esta increíble vivienda de dos plantas, unidas por la magnífica escalera de madera maciza que ves en la imagen. Tardaron 2 años en terminarse las obras.