Visita privada: “Los obreros jugaban al fútbol en mi casa”
Entramos en casa de José Manuel Ballester, Premio Nacional de Fotografía en 2010, un espacio singular de vida y trabajo.
Traspasado el umbral de la puerta de acceso, el ruido del tráfico se detiene. Los 14 metros de largo del pasillo de entrada, repleto de plantas, son el mejor aislante posible contra el constante ir y venir de coches. “Es como si estuviera en un pueblo. Aquí puedo concentrarme en mi trabajo. Aunque estoy colindando con otras casas, vivo aislado. Solo oigo pequeños rituales, como el ruido de la persiana que un vecino baja siempre a la misma hora”, cuenta José Manuel Ballester (Madrid, 1960), dueño de esta vivienda-estudio en el barrio de la Concepción, Madrid.
“Compré este piso con el cambio del euro –continúa. Vivía en un apartamento de 90 metros y para mí lo más importante era disponer de luz, altura y un espacio diáfano”.
Después de siete años buscando, la suerte quiso que un día, conduciendo por la zona [el barrio de la Concepción de Madrid, junto a Las Ventas], “apareciese un señor subido a una escalera colocando un cartel de ‘Se vende’. Paré y me contó que él y sus hermanos querían poner el local en venta. Creo que me notó que lo quería”, ríe.
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Después de siete años buscando, la suerte quiso que un día, conduciendo por la zona [el barrio de la Concepción de Madrid, junto a Las Ventas], “apareciese un señor subido a una escalera colocando un cartel de ‘Se vende’. Paré y me contó que él y sus hermanos querían poner el local en venta. Creo que me notó que lo quería”, ríe.
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La obra se prolongó durante 18 meses y se tiró todo. “Llegó un momento en el que pensé que había comprado un solar. Era un espacio vacío. De hecho, primero estuve medio año desalojando cosas. Compré la nave con restos de materiales del negocio –era un antigua carpintería– y en esos 6 meses la usé para acabar algunas de mis obras, concretamente una serie de pinturas sobre Las Tablas de Daimiel. Después, contraté una empresa. Entraron y se hicieron los dueños del espacio. Los obreros incluso jugaban al fútbol”, dice.
Tras el pasillo se abre esta gran zona central donde se acumulan las obras. “Yo quería conservar lo que fuera posible, pero era muy complicado. La cubierta, por ejemplo, era de cañizo y estaba que se caía. Se retiró y se sustituyó, pero manteniendo la estructura. El aislamiento térmico es bueno porque el tejado tiene tres capas. Las cerchas, que estaban oxidadas, se renovaron y se pintaron de color gris. Además, se restauraron la luminarias. Hay dos modelos: unos son tipo fluorescente y los otros, más redondeados”.
Visita privada: Arte y diseño en un piso en el centro de Madrid
Tras el pasillo se abre esta gran zona central donde se acumulan las obras. “Yo quería conservar lo que fuera posible, pero era muy complicado. La cubierta, por ejemplo, era de cañizo y estaba que se caía. Se retiró y se sustituyó, pero manteniendo la estructura. El aislamiento térmico es bueno porque el tejado tiene tres capas. Las cerchas, que estaban oxidadas, se renovaron y se pintaron de color gris. Además, se restauraron la luminarias. Hay dos modelos: unos son tipo fluorescente y los otros, más redondeados”.
Visita privada: Arte y diseño en un piso en el centro de Madrid
“Cambié muchísimas cosas y creo que me gasté alrededor de 150.000 €, pero hay que pensar que se levantó todo el suelo y se metió una malla metálica para aguantar el peso de las pinturas y las fotografías [la mayoría, como se ve en la foto, de gran tamaño]”, explica.
Además de la cubierta, también se reformaron las conducciones, drenajes, canalización, electricidad… “Los ‘veluxes’ también están hechos a medida. Creo que lo más caro fue la cubierta y el suelo, pero la verdad es que nunca me paré a echar cuentas”, continúa.
Además de la cubierta, también se reformaron las conducciones, drenajes, canalización, electricidad… “Los ‘veluxes’ también están hechos a medida. Creo que lo más caro fue la cubierta y el suelo, pero la verdad es que nunca me paré a echar cuentas”, continúa.
Esta habitación aparte, según se accede al gran espacio principal, hace las veces de despacho. Aquí se rematan los proyectos con ayuda del ordenador. La gran foto del fondo es de Ballester y corresponde a Torre Espacio, de Ieoh Ming Pei, uno de los cuatro rascacielos del complejo de oficinas Cuatro Torres de la Castellana.
Ballester se sienta a veces al piano. Los mirlos que acuden a la entrada de la casa a comer y anidar responden con sus trinos al oírle tocar.
Tras las máscaras, la fotografía digital de colores vivos lleva por título Composicion 8 (2005). Tiene unas dimensiones de 110,6 x 299,2 cm.
Tras las máscaras, la fotografía digital de colores vivos lleva por título Composicion 8 (2005). Tiene unas dimensiones de 110,6 x 299,2 cm.
Cuando compró la antigua carpintería había un montón de máquinas y otros cachivaches.
“Conservé algunos muebles y bancos de trabajo. Casi todas las estanterías estaban desmontadas. Cogí los planos que había y las volvía a montar yo mismo. Luego, las he combinado con el modelo Billy, de Ikea, pero yo he preferido colocarlo en horizontal en vez de en vertical”.
“Conservé algunos muebles y bancos de trabajo. Casi todas las estanterías estaban desmontadas. Cogí los planos que había y las volvía a montar yo mismo. Luego, las he combinado con el modelo Billy, de Ikea, pero yo he preferido colocarlo en horizontal en vez de en vertical”.
Esta pequeña cocina se encuentra justo antes del acceso a la caseta de madera del patio central (ver penúltima imagen del reportaje) que alberga el cuarto de estar, que enseñamos a continuación.
La caseta que alberga esta zona de estar ya estaba cuando Ballester compró la casa. “Lo único que hice fue aumentar la ventana para tener más luz”. La silla balancín y la chaise longe de los Eames las encontró en muy mal estado y las restauró él mismo con mucha paciencia.
Visita privada: Arte y diseño en un piso en el centro de Madrid
Visita privada: Arte y diseño en un piso en el centro de Madrid
Una puerta en la mitad del gran espacio central da acceso a este patio al que nos referíamos más arriba. Aquí, Ballester tiene más plantas. Entre todas, destacan las grandes matas de bambú.
Francia, Holanda, Brasil, China –especialmente China, país del que está enamorado–, Ballester viaja constantemente y aquí, en el barrio de La Concepción, tiene su refugio. Solo la luz, “fundamental para mi trabajo”, marca los ciclos de las horas con su presencia o con su ausencia.
Y casi como un mantra…, Ballester hace hincapié en que lo que más le gusta de su casa “es la tranquilidad. Solo oigo los ruidos de la caldera y el frigorífico al conectarse”.
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¿Conocías la obra de José Manuel Ballester? ¿Qué es lo que más te gusta de su casa-estudio?
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Aquí trabaja y vive: José Manuel Ballester. Artista, fotógrafo y viajero empedernido. Enamorado de China, recibió el Premio Nacional de Fotografía en 2010 por su capacidad para interpretar en sus imágenes la arquitectura y el espacio
Situación: Barrio de La Concepción, Madrid
Fotografía: Alfredo Arias
Los mirlos que anidan en algunas de las plantas de esta larga entrada son los únicos que hacen algo de ruido. “El año pasado secaron una yuca con un nido enorme que montaron. Además, se ‘ponen las botas’ con el fruto de la Aralia. También viene un pajarito que es una monada, como un petirrojo. Cuando oyen el sonido del piano, trinan en respuesta. Vienen al caer la tarde; sobre todo en primavera”, cuenta Ballester.
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