Jardín de la semana: Dalias y arte en el norte de Madrid
En esta casa vivieron Lucio Muñoz y Amalia Avia, dos destacados pintores del siglo XX. Hoy vive su hijo con su familia.
La vivienda, un gran rectángulo blanco con ventanas alargadas y cubierta plana (ver penúltima foto de este reportaje), es sencilla y moderna pese a los años que ya tiene. Un mandarino enano cuenta con un lugar destacado en la entrada, junto con tiestos con rosales, crasas, acebos, etc.
La colorida vaca de resina sobre la repisa de la puerta de entrada es del hijo mayor de Lucio Muñoz, cuyo nombre también es Lucio y que es el único que ha seguido los pasos de sus padres.
La colorida vaca de resina sobre la repisa de la puerta de entrada es del hijo mayor de Lucio Muñoz, cuyo nombre también es Lucio y que es el único que ha seguido los pasos de sus padres.
Un cuadro de Lucio Muñoz (padre de Diego) preside el salón. La casa está llena de obras de Lucio –“uno de los más notables pintores informalistas españoles”, en palabras del crítico de arte Francisco Calvo Serraller– y Amalia, cuya interesante biografía: De puertas adentro (Taurus), aborda una infancia difícil tras la Guerra Civil española.
Sin duda, el aficionado al arte conocerá las figuras de Lucio Muñoz y Amalia Avia, pero para el neófito no hay duda de que merece la pena detenerse en la vida y obra de ambos. Su hijo, Diego, se encarga de mantener viva la memoria de sus padres, que contaban entre sus amigos a pintores como Antonio López o Rafael Canogar, y junto a sus tres hermanos ha puesto en marcha una web que, a modo de museo digital, cuenta la historia y la obra de sus padres.
Sin duda, el aficionado al arte conocerá las figuras de Lucio Muñoz y Amalia Avia, pero para el neófito no hay duda de que merece la pena detenerse en la vida y obra de ambos. Su hijo, Diego, se encarga de mantener viva la memoria de sus padres, que contaban entre sus amigos a pintores como Antonio López o Rafael Canogar, y junto a sus tres hermanos ha puesto en marcha una web que, a modo de museo digital, cuenta la historia y la obra de sus padres.
“Hace cinco años reformamos la casa y nos trasladamos aquí con nuestra familia. La reforma fue importante y ha cambiado mucho por dentro. Ahora hay más espacios abiertos y grandes ventanales que incorporan el jardín al interior de la casa”, cuenta Montse.
Los cambios más grandes se han hecho en las zonas comunes, cocina, salón, cuatro de estar donde se han tirado los muros para conseguir espacios muy grandes y luminosos conectados con el jardín mediante grandes puertas correderas de cristal. Los fines de semana la casa se llena de amigos; muchos de ellos artistas.
Los cambios más grandes se han hecho en las zonas comunes, cocina, salón, cuatro de estar donde se han tirado los muros para conseguir espacios muy grandes y luminosos conectados con el jardín mediante grandes puertas correderas de cristal. Los fines de semana la casa se llena de amigos; muchos de ellos artistas.
A Montse le gusta especialmente este rincón de la casa, donde destaca una buganvilla de color anaranjado. “Es mi sitio favorito, donde siempre tengo alguna sombra y un lugar fresco”, dice.
Montse cuida el jardín y el huerto con la ayuda esporádica de un jardinero que se ocupa de cortar el césped, incorporar nuevas plantas y “recoger decenas de sacos de hojas en otoño”.
Montse cuida el jardín y el huerto con la ayuda esporádica de un jardinero que se ocupa de cortar el césped, incorporar nuevas plantas y “recoger decenas de sacos de hojas en otoño”.
“La zona del jardín que más me gusta es la que está delante del salón, donde tenemos la sombra de los enormes álamos y un parterre lleno de flores y un ginko”, cuenta Montse. Allí se encuentra el seto de pasionaria y el cenador solado con un mosaico que diseñó un amigo ceramista: Luis Salaberría.
En muchas zonas del jardín se mezcla sin orden lechugas, acelgas con flores y arbustos. “No es un jardín muy ordenado, me gusta la apariencia natural y silvestre donde parece que han crecido las plantas donde ellas han querido, como en el campo”, continúa Montse.
Sigue contando la dueña que el jardín tiene partes que se conservan tal cual estaban cuando se construyó la vivienda. Hay grandes árboles que plantaron Amalia y Lucio y una extensión grande de césped que rodea toda la casa. “Amalia era la que se ocupaba de plantar cada año muchas flores de temporada en varios parterres. Ahora soy yo la que lo cuida y he introducido algunos cambios, como un pequeño huerto y más parterres de flores”.
En muchas zonas del jardín se mezcla sin orden lechugas, acelgas con flores y arbustos. “No es un jardín muy ordenado, me gusta la apariencia natural y silvestre donde parece que han crecido las plantas donde ellas han querido, como en el campo”, continúa Montse.
Sigue contando la dueña que el jardín tiene partes que se conservan tal cual estaban cuando se construyó la vivienda. Hay grandes árboles que plantaron Amalia y Lucio y una extensión grande de césped que rodea toda la casa. “Amalia era la que se ocupaba de plantar cada año muchas flores de temporada en varios parterres. Ahora soy yo la que lo cuida y he introducido algunos cambios, como un pequeño huerto y más parterres de flores”.
“Me gusta la jardinería por la misma razón que la pintura, es una actividad muy física y a la vez mental en la que me olvido del resto del mundo y tengo un espacio solo para mí”, dice. De las flores del jardín, a Montse le gustan especialmente las dalias.
La familia al completo. Montse, Diego y sus tres hijos Diego, Martin y Lucio (subido en un albaricoquero).
En un principio, la casa tenía una planta principal con vivienda y un sótano con patio inglés donde se encontraban los estudios de Lucio y Amalia. “En los años ochenta, Lucio se construyó un nuevo estudio sobre la vivienda, mucho más amplio y luminoso, que hoy es mi estudio”, cuenta Montse, que comenzó su carrera profesional a principios de los noventa con una gran exposición individual en en la Galería Egam de Madrid (con ellos sigue trabajando desde entonces).
“Lucio siempre me ayudó y enseñó todo sobre pintura. Trabajé con él en varios de sus murales junto con otros jóvenes artistas. El último fue el Mural de la Asamblea de Madrid, en el que durante nueve meses trabajamos en total cuatro artistas. Esa fue la última obra de Lucio, que murió –en mayo de 1998– a los pocos meses de terminarlo”.
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“Lucio siempre me ayudó y enseñó todo sobre pintura. Trabajé con él en varios de sus murales junto con otros jóvenes artistas. El último fue el Mural de la Asamblea de Madrid, en el que durante nueve meses trabajamos en total cuatro artistas. Esa fue la última obra de Lucio, que murió –en mayo de 1998– a los pocos meses de terminarlo”.
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¿Quién vive aquí?: Montserrat Gómez (pintora); su marido, Diego Muñoz Avia; y sus tres hijos: Diego, Martín y Lucio
Situación: Conde de Orgaz, norte de Madrid
Superficie: 1.200 metros cuadrados (la casa y el estudio tienen unos 400 metros)
“Esta casa la construyeron mis suegros, Amalia Avia y Lucio Muñoz, hace ya más de 40 años. Los dos eran pintores –ella, realista; y Lucio, abstracto– y diseñaron una casa con dos estudios y suficiente espacio para ellos y sus cuatro hijos. El arquitecto Antonio Fernandez Alba realizó el proyecto”, cuenta Montse.
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