Arquitectura
Arquitectura: ¿Cómo debería ser la casa perfecta?
Un hogar que nos enriquece es más que algo que poseemos; es un espacio donde vivir experiencias que nos marcarán.
Leí un artículo hace tiempo, concretamente en octubre de 2014, en The Atlantic sobre cómo valoramos las experiencias por encima de las cosas, de lo material…, y me dio mucho qué pensar. El artículo citaba investigaciones que aseguran que ‘las experiencias brindan a las personas más felicidad que las cosas, que los objetos que poseemos físicamente’. Aparentemente, lo que poseemos solo da forma a un contexto, mientras que las experiencias, como por ejemplo unas vacaciones, se convierten en algo que podemos revivir y contar a los demás. Y, así, me puse a reflexionar sobre cómo vivimos nuestros hogares y cómo los usamos.
Si encontramos que las experiencias son más gratificantes, tenderemos a pensar en nuestras casas menos como meras posesiones y más como lugares que espacios que nos enriquecen. He querido resumir en nueve puntos lo que significa para mí la palabra hogar.
Si encontramos que las experiencias son más gratificantes, tenderemos a pensar en nuestras casas menos como meras posesiones y más como lugares que espacios que nos enriquecen. He querido resumir en nueve puntos lo que significa para mí la palabra hogar.
2. Se comporta como un buen vecino
El buen hogar debe ser amable con su entorno. En otras palabras: una casa que no se adapta a su tiempo y al lugar en el que está puede ser un desastre. Piensa en una fiesta. Quizá lo más agradable, y lo que proporciona la mejor experiencia, es una velada donde hay algunas risas, chistes, conversaciones interesantes, y buena comida y bebida.
Así debería ser una casa. Debería encajar en su entorno, pero sin renunciar a sobresalir de alguna forma. Es decir, debe contar una broma –o quizá dos–, pero también debe ser seria, refinada y calmada cuando sea necesario. Ademas, debería ofrecer un buen sustento, es decir respuestas prácticas, de modo que no nos falte nada.
El buen hogar debe ser amable con su entorno. En otras palabras: una casa que no se adapta a su tiempo y al lugar en el que está puede ser un desastre. Piensa en una fiesta. Quizá lo más agradable, y lo que proporciona la mejor experiencia, es una velada donde hay algunas risas, chistes, conversaciones interesantes, y buena comida y bebida.
Así debería ser una casa. Debería encajar en su entorno, pero sin renunciar a sobresalir de alguna forma. Es decir, debe contar una broma –o quizá dos–, pero también debe ser seria, refinada y calmada cuando sea necesario. Ademas, debería ofrecer un buen sustento, es decir respuestas prácticas, de modo que no nos falte nada.
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3. Encaja con el entorno
El buen hogar debería permitir que conectemos con lo que nos rodea. Un hogar no es solo un volumen que se coloca sobre un terreno, sino que debería ser algo conectado al lugar en el que se encuentra. Deberíamos poder experimentar lo que nos rodea cuando estamos dentro y fuera. Y tampoco debemos olvidarnos de que nuestra casa debería ser capaz de mejorar el lugar en el que se encuentra.
El buen hogar debería permitir que conectemos con lo que nos rodea. Un hogar no es solo un volumen que se coloca sobre un terreno, sino que debería ser algo conectado al lugar en el que se encuentra. Deberíamos poder experimentar lo que nos rodea cuando estamos dentro y fuera. Y tampoco debemos olvidarnos de que nuestra casa debería ser capaz de mejorar el lugar en el que se encuentra.
4. Nos abre la mente más allá de nuestras cuatro paredes
El buen hogar debe ser expansivo. Nuestra experiencia de hogar debería permitirnos llegar más allá de los límites físicos de sus cuatro paredes. Por ejemplo, y aún siendo consciente de que no siempre es posible, un hogar desde el que podemos ver el cielo también puede incitarnos a pensar sobre nosotros mismos y todo lo que nos rodea.
► Descubre la sección ‘Arquitectura’ de la Revista Houzz España
El buen hogar debe ser expansivo. Nuestra experiencia de hogar debería permitirnos llegar más allá de los límites físicos de sus cuatro paredes. Por ejemplo, y aún siendo consciente de que no siempre es posible, un hogar desde el que podemos ver el cielo también puede incitarnos a pensar sobre nosotros mismos y todo lo que nos rodea.
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5. Es auténtica
Un buen hogar es auténtico. Y cuando hablo de auténtico, de real, me refiero a cuestiones tan pragmáticas como que un hogar no debe implicar un mantenimiento difícil ni costoso. Una casa que necesita reparaciones constantemente puede acabar con nuestra paciencia y buen humor. Así, lo mejor es apostar por materiales cuyo precio, mantenimiento y atractivo a largo plazo sea equilibrado. En todo caso, un hogar, como cualquier cosa con algo de significado en nuestra vida, siempre demandará un poco de atención de vez en cuando.
Un buen hogar es auténtico. Y cuando hablo de auténtico, de real, me refiero a cuestiones tan pragmáticas como que un hogar no debe implicar un mantenimiento difícil ni costoso. Una casa que necesita reparaciones constantemente puede acabar con nuestra paciencia y buen humor. Así, lo mejor es apostar por materiales cuyo precio, mantenimiento y atractivo a largo plazo sea equilibrado. En todo caso, un hogar, como cualquier cosa con algo de significado en nuestra vida, siempre demandará un poco de atención de vez en cuando.
6. Da la bienvenida a mayores y jóvenes
Todo el mundo, desde niños hasta padres o abuelos, deben poder disfrutar del hogar. Lo que esto implica es que deberíamos pasar el mismo tiempo pensando en el diseño del baño de invitados como en el de la habitación principal; e idéntico esfuerzo decorando los cuartos de los niños que el dormitorio principal. Por mucho que se diga que la cocina y el dormitorio principal son los espacios más valiosos de una casa, lo que hará de ella un verdadero hogar es el tiempo que le dediquemos a las habitaciones menos importantes.
Todo el mundo, desde niños hasta padres o abuelos, deben poder disfrutar del hogar. Lo que esto implica es que deberíamos pasar el mismo tiempo pensando en el diseño del baño de invitados como en el de la habitación principal; e idéntico esfuerzo decorando los cuartos de los niños que el dormitorio principal. Por mucho que se diga que la cocina y el dormitorio principal son los espacios más valiosos de una casa, lo que hará de ella un verdadero hogar es el tiempo que le dediquemos a las habitaciones menos importantes.
7. Nos deja ver cómo transcurre el tiempo
En un hogar ideal no es necesario un calendario para mostrarnos la estación en la que estamos ni un reloj para decirnos la hora del día. Lo ideal es experimentar cómo la luz entra en casa y nos aporta toda esta información. Se trata, entonces, de cómo experimentamos la luz del sol durante el invierno, justo en el momento y el lugar en el que la necesitamos, y también de cómo no entra en verano cuando el calor aprieta. También se trata de cómo la luz se filtra débilmente por la mañana, más brillante y más intensa cuando el día avanza, y, finalmente, como ese brillo se desvanece cuando llega la tarde.
En un hogar ideal no es necesario un calendario para mostrarnos la estación en la que estamos ni un reloj para decirnos la hora del día. Lo ideal es experimentar cómo la luz entra en casa y nos aporta toda esta información. Se trata, entonces, de cómo experimentamos la luz del sol durante el invierno, justo en el momento y el lugar en el que la necesitamos, y también de cómo no entra en verano cuando el calor aprieta. También se trata de cómo la luz se filtra débilmente por la mañana, más brillante y más intensa cuando el día avanza, y, finalmente, como ese brillo se desvanece cuando llega la tarde.
8. Tiene las proporciones justas
El buen hogar debe tener el tamaño correcto. No debe ser demasiado grande ni muy pequeño. Pero, ¿cuál es el tamaño justo? Ni más ni menos que tener una casa donde todas las habitaciones tienen un propósito, donde no hay desperdicio ni confinamiento. Este ejercicio implica entender cómo vives y cómo te gustaría vivir para que tu hogar sea verdaderamente cómodo…, como ese traje o vestido que te queda tan bien.
El buen hogar debe tener el tamaño correcto. No debe ser demasiado grande ni muy pequeño. Pero, ¿cuál es el tamaño justo? Ni más ni menos que tener una casa donde todas las habitaciones tienen un propósito, donde no hay desperdicio ni confinamiento. Este ejercicio implica entender cómo vives y cómo te gustaría vivir para que tu hogar sea verdaderamente cómodo…, como ese traje o vestido que te queda tan bien.
9. Tiene diferentes texturas
El buen hogar apuesta por ofrecer distintas texturas. De hecho, una forma estupenda de experimentar nuestro hogar es a través de sus materiales; desde el frío brillo del acero inoxidable a suave rudeza del ladrillo, respondemos a las texturas de muchas maneras diferentes. Una casa sin texturas, por ejemplo una con suelo de madera y paredes y techos pintados en algún color mate, creará una experiencia monótona. Desde luego, tampoco se trata de buscar una cacofonía de materiales y emociones, pero respondemos y comprendemos los espacios mucho mejor cuando reconocemos (y disfrutamos) un par de materiales diferentes.
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CUÉNTANOS… ¿Cómo ves tú la casa perfecta? Esperamos tus comentarios
El buen hogar apuesta por ofrecer distintas texturas. De hecho, una forma estupenda de experimentar nuestro hogar es a través de sus materiales; desde el frío brillo del acero inoxidable a suave rudeza del ladrillo, respondemos a las texturas de muchas maneras diferentes. Una casa sin texturas, por ejemplo una con suelo de madera y paredes y techos pintados en algún color mate, creará una experiencia monótona. Desde luego, tampoco se trata de buscar una cacofonía de materiales y emociones, pero respondemos y comprendemos los espacios mucho mejor cuando reconocemos (y disfrutamos) un par de materiales diferentes.
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Un buen hogar debería tener una historia (o historias) a la espalda. Cuando pienso en la historia, me viene a la mente la obra de Walt Whitman Crossing Brooklyn Ferry (A bordo del Ferry de Brooklyn). Se trata de una visión dinámica de la vida, que conecta pasado y futuro al mismo tiempo. A lo que me refiero concretamente es que un hogar que ya tiene unos años, por el que ha pasado otra gente, otros dueños, que ha sido reformado –incluso varias veces–, estará lleno no solo de las experiencias propias sino también de las de aquellos que ya pasaron por allí.