Paisajismo: Jardín en otoño, un estallido de colores
Una explosión de color tan breve como intensa hay que saber aprovecharla. Se trata de un precioso regalo a la labor creativa del paisajista.
Llega el frío y, con él, también las primeras lluvias. Los días se acortan y el paisaje se tiñe de ocres, tonos parduzcos, naranjas y rojos. El otoño se anuncia con una explosión de color que no deja indiferente a ningún amante de la naturaleza y de la vida al aire libre. Para saber llevar todo esto a nuestro jardín hay que tener en cuenta algunas cuestiones. La paisajista Marta Byrne reflexiona sobre lo que significa el otoño y cómo saber aprovecharlo e integrarlo en nuestro jardín.
Como defienden las antiguas filosofías orientales, la única condición inherente a cualquier forma de vida es la mutación. No hace falta entrar en detalle en esta afirmación, ni en lo que sostienen estas filosofías, para entender que se trata de un dato objetivo: la vida es un ciclo que tiene un principio, un desarrollo y un final. Nada es permanente. Y es esta sucesión de ciclos, o etapas, lo que permite a los seres humanos desarrollar su potencial a lo largo de la vida. La maravillosa forma en la que el paisaje revela esta sencilla verdad nos ayuda a conectar con esa parte de nuestro yo, a menudo descuidada por el ajetreo diario.
Precisamente por este motivo, el arte de expresar el paso del tiempo a través de los jardines, que los maestros japoneses tan magistralmente dominan y que la cultura occidental puede también asumir gracias a la generosidad de su vegetación, es un recurso que el paisajista debe aprender –y dominar a ser posible– en el ejercicio de su profesión para que su labor vaya más allá de una bonita foto, como de portada de revista.
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Efectivamente, el objetivo último debe ser siempre crear un ambiente donde el ser humano se sienta acogido y con el que se identifique, aparte de que le resulte inspirador y creativo. Al introducir el concepto del tiempo en sus creaciones, el trabajo de un paisajista será entonces facilitar esa interacción entre la naturaleza y la persona, asegurando la funcionalidad del jardín y la satisfacción del usuario.
Y no hay mejor forma de celebrar y disfrutar el fin de un ciclo que con un jardín bien diseñado. Después llega el merecido periodo de descanso y recogimiento invernal que va a permitir a las plantas regenerarse y recuperar la energía necesaria para la primavera.
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El otoño es un momento de transición, donde las plantas se preparan para las inclemencias del invierno. Su metabolismo se ralentiza debido a la disminución de las horas de luz, el decrecimiento de las temperaturas y el aumento de las lluvias. En adaptación a estos cambios, las hojas de las especies caducifolias cambian a colores vivos, anunciando su inminente caída, que permitirá a la planta reducir su volumen durante el proceso de recogimiento invernal. Es importante reflejar esa idea en el diseño del espacio. Pero, ¿cómo hacerlo?
Es fundamental tener en cuenta la diversificación escénica del ambiente a lo largo de todo el año, sacando el máximo potencial de la vegetación en cada momento. Aquí es donde las especies caducifolias adquieren una importancia singular a la hora de elaborar un plano de plantación que va a definir el ambiente de nuestro futuro jardín. En ellas tenemos la percepción del otoño, como en ninguna otra. La variación cromática en estas especies es en general tan intensa que permite sacar, aunque por un corto periodo, el máximo potencial al jardín en un momento en que nos preparamos anímicamente para afrontar el tiempo frío y gris.
En este sentido, el objetivo es conseguir una composición equilibrada de especies caducifolias y perennifolias, previendo de antemano que las primeras van a tener un papel protagonista durante el otoño, en un breve pero intenso periodo.
Se trata de especies como: Liquidambar, Cottinus coggygria, Parthenocissus, Nandina domestica más algunas variedades de Acer, con sus tonos rojo intenso, así como variedades de Prunus, Malus y Pyrus, de tonos naranjas cobrizos. Y tampoco hay que olvidarse de los granados, fresnos, olmos, chopos y abedules, de amarillos brillantes. Todos ellos son herramientas muy socorridas a la hora de diseñar un jardín, y muy eficientes en la creación de los ambientes otoñales.
Cómo conseguir un jardín sostenible y fácil de mantener
Se trata de especies como: Liquidambar, Cottinus coggygria, Parthenocissus, Nandina domestica más algunas variedades de Acer, con sus tonos rojo intenso, así como variedades de Prunus, Malus y Pyrus, de tonos naranjas cobrizos. Y tampoco hay que olvidarse de los granados, fresnos, olmos, chopos y abedules, de amarillos brillantes. Todos ellos son herramientas muy socorridas a la hora de diseñar un jardín, y muy eficientes en la creación de los ambientes otoñales.
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Con estas plantas se pueden trabajar efectos difuminados, puntos de enfoque e incluso planos uniformes de gran impacto, dependiendo de la emoción que queramos despertar en el interlocutor del espacio. Una gran variedad de opciones para que el otoño sea bienvenido y esperado en nuestro jardín.
CUÉNTANOS…
¿Cómo es tu jardín? Enséñanos fotos ahora que el otoño ha llegado.
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