Pregunta al experto: El porqué de los lánguidos colores del otoño
A medida que la clorofila va desapareciendo, se despliega el milagro del otoño. Conoce la explicación científica de este fenómeno.
A pesar de que el otoño llega con acusados descensos de la duración de la luz diurna y de la temperatura, también lo hace con un despliegue de colores extraordinario. El año en que octubre y noviembre vienen tranquilos, sin fríos duros y bruscos que quemen las hojas con rapidez, los árboles de hoja caduca van cambiando poco a poco de color hacia sorprendentes rojos y amarillos. Y es que, en caso de que estos gigantes de la naturaleza continúen con su verdor en invierno, en cuanto llegan los hielos tiene los días contados.
Con la savia movilizándose por sus vasos, los cristales causados por la congelación desgarrarán sus membranas celulares. ¿Solución? Desprenderse de ellas y entrar en reposo, letargo o parada. Así, matan varios pájaros de un tiro: la leña se aprieta con el frío dando consistencia al árbol, el suelo se protege con la capa de hojas que se produce con la caída y el poco sol que hay penetra mejor en el bosque. Pero, ¿por qué cambian de color las hojas de los árboles antes de caer? Te lo explicamos a continuación y, además, te contamos cuáles son los mejores árboles para disfrutar de esta colorista época del año.
Houzz TV: Descubre a vista de dron el otoño en Nueva Inglaterra, Estados Unidos
Con la savia movilizándose por sus vasos, los cristales causados por la congelación desgarrarán sus membranas celulares. ¿Solución? Desprenderse de ellas y entrar en reposo, letargo o parada. Así, matan varios pájaros de un tiro: la leña se aprieta con el frío dando consistencia al árbol, el suelo se protege con la capa de hojas que se produce con la caída y el poco sol que hay penetra mejor en el bosque. Pero, ¿por qué cambian de color las hojas de los árboles antes de caer? Te lo explicamos a continuación y, además, te contamos cuáles son los mejores árboles para disfrutar de esta colorista época del año.
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Sentir el otoño. ¿Qué sucede en los árboles para que se produzca este incendio otoñal? Las palabras clave aquí son fotoperiodismo y termoperiodismo, es decir, la influencia de la cantidad de luz y calor en el desarrollo de las plantas. Algunas, como la rosa, florecen cuando llegan los días largos estivales y hasta agradecen las claras noches de luna llena para incrementar su producción floral. En cambio, el crisantemo por ejemplo funciona a la inversa: a menos luz, antes florece. El calor consigue rosas más grandes y olorosas, mientras los crisantemos prefieren días nublados y frescos para alcanzar esas corolas dobles gigantes. Las plantas, por tanto, también sienten el otoño igual que nosotros.
Un grifo en cada hoja. Los árboles perciben ambos parámetros –temperaturas bajas y días cortos– y saben con certeza que llega el frío. ¿Por qué cambia de color el follaje?
Las hojas son fábricas transformadoras de luz y nutrientes. La luz, en presencia de dióxido de carbono, se transforma en materia orgánica gracias a la clorofila y la fotosíntesis, mientras que los nutrientes se fijan gracias a otras sustancias que no son verdes, sino de otros colores muy llamativos, por la influencia del hierro, el cobre y el manganeso.
Para producir la caída de sus hojas, los árboles estrangulan el paso de savia a las hojas de modo que la verde clorofila se extingue. Pero el resto de sustancias se mantienen y los colores que quedan son los dominantes en ellas: todas las gamas de rojo, desde el púrpura y caldero al rosa intenso, y de amarillo, desde el oro blanco al cobrizo.
Las hojas son fábricas transformadoras de luz y nutrientes. La luz, en presencia de dióxido de carbono, se transforma en materia orgánica gracias a la clorofila y la fotosíntesis, mientras que los nutrientes se fijan gracias a otras sustancias que no son verdes, sino de otros colores muy llamativos, por la influencia del hierro, el cobre y el manganeso.
Para producir la caída de sus hojas, los árboles estrangulan el paso de savia a las hojas de modo que la verde clorofila se extingue. Pero el resto de sustancias se mantienen y los colores que quedan son los dominantes en ellas: todas las gamas de rojo, desde el púrpura y caldero al rosa intenso, y de amarillo, desde el oro blanco al cobrizo.
Clorofila, carotenoides y antocianina. Estas son las tres sustancias básicas presentes en las vacuolas celulares de las hojas de las plantas. Son tres componentes que les permiten acometer todas sus funciones vitales y, de paso, aportar los más bellos otoños.
Paisajismo: Jardín en otoño, un estallido de colores
Paisajismo: Jardín en otoño, un estallido de colores
La clorofila es verde y a ella se debe la función clorofílica que transforma la luz y el dióxido de carbono en sustancia orgánica. Los carotenoides son amarillos y logran impedir las quemaduras foliares cuando el sol pega de lleno y sus rayos resultan más peligrosos. La antocianina es roja y tóxica, y a ella se debe la resistencia de las plantas a los parásitos. A medida que llega el frío, se cierra el paso de savia a las hojas y la verde clorofila desaparece, dando paso a los otros dos pigmentos que son responsables de los cambios y combinaciones de colores más sorprendentes y bellos.
La vida se recicla en otoño. Con la ingente cantidad de hojas que caen, podría alfombrarse todo el planeta, pero eso no sucede porque éstas se transforman. Los hongos saprófitos (comedores de sustancia muerta), se encargan de devorar hojas y ramillas caídas y transformarlas en rico suelo humífero que, a su vez, pasa a formar parte de la materia seca de las plantas del año siguiente. Así que las bellas capas de hojas otoñales, como las de este abedul (Betula pendula) de la fotografía, no son más que el germen de vida nueva.
Estampas increíbles. En un exterior bien pensado, el otoño representa un papel importantísimo. Cuando se crea un jardín, se da vida a un universo donde todo tiene cabida. Es conveniente diseñarlo de manera que puedas disfrutar de su espectáculo durante todo el año. En este, un banco de teca se encuentra medio sumergido entre hiedra (Hedera helix) y moreras blancas (Morus alba), que han creado a su alrededor una frondosa alfombra de oro.
Rhus, naranja luminoso. Conocido como zumaque de Virginia, el rhus (Rhus typhina) consigue desde el otoño más temprano un color rojo anaranjado eléctrico, que se ve desde muy lejos, iluminando el jardín. Y si tiene plantados cerca árboles de follaje amarillo, el contraste es espectacular. Se trata de un árbol duro que solo tiene problemas en zonas con otoños bruscos y fríos (clima continental), porque sus hojas se queman y caen antes del cambio de color.
Adora el pleno sol y sol-sombra, nunca la sombra total. Un rhus o un grupo de tres colocados en el jardín aquí y allá pasarán desapercibidos durante el año, pero en otoño brillarán causando sensación.
Crisantemo: Una flor de colores intensos típica del otoño
Adora el pleno sol y sol-sombra, nunca la sombra total. Un rhus o un grupo de tres colocados en el jardín aquí y allá pasarán desapercibidos durante el año, pero en otoño brillarán causando sensación.
Crisantemo: Una flor de colores intensos típica del otoño
Liquidámbar policromático. El porte piramidal del liquidámbar (Liquidambar styraciflua), sus hojas palmadas y sus frutos, parecidos a piñas de pinchos, son sus principales características. En otoño, sus hojas muestran diferentes colores, desde el crema hasta el rojo intenso. Es una especie muy adaptable, plantándose cada vez en enclaves más diversos (tal vez incluso abusándose de él), ya sea desde el borde del mar a la media montaña de cualquier zona climática.
No teme el pleno sol, pero es más feliz a media sombra. El mejor lugar en el jardín son los bosquetes de varios ejemplares, presentando gran atractivo incluso tras la caída de la hoja, dejando el follaje en el suelo un par de semanas. Se adapta a la perfección a todos los terrenos, siempre que no carezcan de hierro. No teme a las heladas, pero tampoco le gustan los fríos más duros.
Taxodium, el cobre es así. Cuando los jardineros decimos que una especie cuenta con otoños cobrizos, solemos pensar en este “ciprés calvo” (Taxodium distichum), que llega a sobrepasar el límite de los tonos normales de los follajes otoñales. La causa se encuentra en que, a diferencia de su compañeros, todos ellos especies frondosas o de sombra, el taxodium es una conífera de hoja caduca y, claro, sus tonos son distintos ya que corre resina por sus venas.
Especie pantanosa, que puede vivir con sus pies sumergidos, el ciprés calvo estará bien en tu jardín a pleno sol y sobre césped, no lo plantes en suelo árido. Como ejemplar aislado, resulta despampanante, igual que como árbol de alineación en el camino de acceso a la casa.
Cómo cuidar (y disfrutar) el jardín en octubre
Especie pantanosa, que puede vivir con sus pies sumergidos, el ciprés calvo estará bien en tu jardín a pleno sol y sobre césped, no lo plantes en suelo árido. Como ejemplar aislado, resulta despampanante, igual que como árbol de alineación en el camino de acceso a la casa.
Cómo cuidar (y disfrutar) el jardín en octubre
Arce, rojo y dulce. Su savia es azucarada y forma parte del desayuno de medio mundo. Algunas especies de arces (Acer sps., en la imagen la especie palmatum) cuentan siempre con hojas rojas o incluso negruzcas. Otras, se encienden sólo en otoño. Resulta ideal en todo el atlántico y las comarcas mediterráneas frescas y altas.
Los arces japoneses deben estar a la sombra, los americanos en sol-sombra y los ibéricos al sol. Su lugar ideal en el jardín es en macetones en porches y terrazas, en concreto los japoneses. El resto, en grupos de 3 ó 5. Les gustan los suelos ligeramente ácidos, la humedad y no precisan poda.
CUÉNTANOS…
¿Cuál de estas especies te gusta más por su colorido? Comparte tu opinión en los comentarios.
Los arces japoneses deben estar a la sombra, los americanos en sol-sombra y los ibéricos al sol. Su lugar ideal en el jardín es en macetones en porches y terrazas, en concreto los japoneses. El resto, en grupos de 3 ó 5. Les gustan los suelos ligeramente ácidos, la humedad y no precisan poda.
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