Decoración
Viviendas compartidas: Una nueva manera de vivir y decorar
En grandes ciudades falta espacio y sobran ceros a los precios; el 'co-living' propone nuevas reglas y retos para todos.
Si a finales de 2008 los menores de 30 años debían destinar el 55,7 % de su sueldo para poder vivir solos, hoy esa cantidad supera el 94 %, según el Observatorio de Emancipación presentado en diciembre de 2019 por el Consejo de la Juventud de España. En consecuencia, asistimos en nuestro país al auge de los espacios de co-living: complejos en los que cada inquilino posee una pequeña zona privada, quedando la cocina, sala de estar, salón de juegos, terraza, etc. como áreas comunes.
Estos espacios triunfan en otras grandes ciudades del mundo debido a las dificultades de muchos a la hora de alquilar o comprar una vivienda, problemas acuciantes en España. Además, dentro de las actividades de la reciente edición del Madrid Design Festival se ha podido ver la exposición Nuevas formas de mobiliario para un co-living, donde estudiantes de diseño presentaron propuestas de muebles para una vida compartida.
Estos espacios triunfan en otras grandes ciudades del mundo debido a las dificultades de muchos a la hora de alquilar o comprar una vivienda, problemas acuciantes en España. Además, dentro de las actividades de la reciente edición del Madrid Design Festival se ha podido ver la exposición Nuevas formas de mobiliario para un co-living, donde estudiantes de diseño presentaron propuestas de muebles para una vida compartida.
Foto: zonas comunes en el co-living de Urban Campus Mellado, Madrid
El espacio que vemos en la imagen, de estilo ecléctico y relajado, pertenece a Urban Campus Mellado, uno de los primeros co-living en llegar a Madrid, en 2018. Los inquilinos pagan a partir de 745 € al mes por uno de los 77 estudios con baño y 300 m² de zonas comunes con terraza con barbacoa, sala de cine y un gimnasio. Además, viven en un barrio céntrico como Chamberí, una de las zonas de Madrid más demandadas.
“Urban Campus nació a raíz de ciertos cambios sociales. Cada vez más gente vive en ciudades y también hay cambios en la manera de afrontar el trabajo y la vida, con la aparición de los nómadas digitales, autónomos que cambian de residencia cada poco… En general, el mercado no se adapta a esa flexibilidad que demandan”, afirma Marta Torres, marketing manager en España.
El espacio que vemos en la imagen, de estilo ecléctico y relajado, pertenece a Urban Campus Mellado, uno de los primeros co-living en llegar a Madrid, en 2018. Los inquilinos pagan a partir de 745 € al mes por uno de los 77 estudios con baño y 300 m² de zonas comunes con terraza con barbacoa, sala de cine y un gimnasio. Además, viven en un barrio céntrico como Chamberí, una de las zonas de Madrid más demandadas.
“Urban Campus nació a raíz de ciertos cambios sociales. Cada vez más gente vive en ciudades y también hay cambios en la manera de afrontar el trabajo y la vida, con la aparición de los nómadas digitales, autónomos que cambian de residencia cada poco… En general, el mercado no se adapta a esa flexibilidad que demandan”, afirma Marta Torres, marketing manager en España.
Parece claro que la tendencia a la cohabitación es imparable, aunque también es una realidad que, por ahora, solo está enfocada a una franja de edad y a un tipo muy concreto de personas. Se trata por tanto de un nicho de mercado y de una demanda en grandes ciudades que algunas empresas y profesionales están sabiendo ver y explotar.
Por ejemplo, en el caso de Urban Campus, la mayoría los inquilinos son emprendedores y creativos –la media de edad, según cuentan desde Urban Campus, es de 31 años. En los espacios de Madrid, el 50 % son españoles y el resto americanos, italianos, portugueses, brasileños, colombianos y franceses, entre otros. “Algunos son emprendedores o expatriados cuyo perfil no cumple con los criterios requeridos por la oferta inmobiliaria clásica”, añade Marta Torres. Solo un 4 % de los usuarios tiene más de 40 años.
Piso Piloto: Reflexión sobre el problema de la vivienda en las ciudades
Por ejemplo, en el caso de Urban Campus, la mayoría los inquilinos son emprendedores y creativos –la media de edad, según cuentan desde Urban Campus, es de 31 años. En los espacios de Madrid, el 50 % son españoles y el resto americanos, italianos, portugueses, brasileños, colombianos y franceses, entre otros. “Algunos son emprendedores o expatriados cuyo perfil no cumple con los criterios requeridos por la oferta inmobiliaria clásica”, añade Marta Torres. Solo un 4 % de los usuarios tiene más de 40 años.
Piso Piloto: Reflexión sobre el problema de la vivienda en las ciudades
Foto: Imagen promocional de ‘Crashing’, serie de Netflix que se desarrolla en un hospital reconvertido en espacio de co-living
Co-living: una nueva manera de vivir y relacionarnos
El auge de las viviendas compartidas no es solo una solución al problema de acceso a la vivienda, sino también un estilo de vida en sí mismo.
En ciudades como Berlín hay más de 500 comunidades de este tipo, según contaba Elle Decoration UK a finales de 2019 en un artículo titulado The rise of co-living [El auge del co-living], sugiriendo que este tipo de vida doméstica compartida es más que una solución a un problema socioeconómico. No sorprende que el escenario de la serie Crashing que ha escrito y dirigido la mujer de moda en la televisión, Phoebe Waller-Bridge, esté ambientada en un antiguo hospital de Londres reconvertido temporalmente en espacio de co-living.
Co-living: una nueva manera de vivir y relacionarnos
El auge de las viviendas compartidas no es solo una solución al problema de acceso a la vivienda, sino también un estilo de vida en sí mismo.
En ciudades como Berlín hay más de 500 comunidades de este tipo, según contaba Elle Decoration UK a finales de 2019 en un artículo titulado The rise of co-living [El auge del co-living], sugiriendo que este tipo de vida doméstica compartida es más que una solución a un problema socioeconómico. No sorprende que el escenario de la serie Crashing que ha escrito y dirigido la mujer de moda en la televisión, Phoebe Waller-Bridge, esté ambientada en un antiguo hospital de Londres reconvertido temporalmente en espacio de co-living.
Porque además de usos, experiencias e ideas, estos inquilinos se hacen compañía.
La soledad es un grave problema de salud pública, titulaba The Economist en septiembre de 2018 en un informe sobre cómo la gente, paradójicamente, se siente cada vez más desconectada en la vida real en la sociedad digital –el gobierno en Reino Unido llegó a crear en 2018 un Ministerio de la Soledad para concienciar sobre este problema.
En este contexto, muchas personas se sienten cómodas en un hogar que potencia los espacios abiertos para generar encuentros y colaboración entre las personas.
► Encuentra interioristas y decoradores para tu reforma en Houzz
La soledad es un grave problema de salud pública, titulaba The Economist en septiembre de 2018 en un informe sobre cómo la gente, paradójicamente, se siente cada vez más desconectada en la vida real en la sociedad digital –el gobierno en Reino Unido llegó a crear en 2018 un Ministerio de la Soledad para concienciar sobre este problema.
En este contexto, muchas personas se sienten cómodas en un hogar que potencia los espacios abiertos para generar encuentros y colaboración entre las personas.
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Co-living: Sobre diseñar y decorar casas compartidas
Diseñar espacios colaborativos es también una manera de impulsar la sostenibilidad, ofreciendo nuevos retos para arquitectos, diseñadores e interioristas. Muchos profesionales creen que, lejos de ser excepciones, este tipo de viviendas serán habituales en el futuro. Cathrin Walczyk, directora de Diseño de Greystar Europe Holdings, contaba durante la charla ‘Creating Homes of the future’ [Creando casas del futuro] organizada por la Clerkenwell Design Week en 2019, que en la próxima década habrá 43 nuevas megaciudades y el 70 % de la población vivirá en grandes urbes.
“Estas viviendas son como cualquier casa, pero con la diferencia de que la parte más cara de la vivienda, donde está la cocina, electrodomésticos, el lavadero y las instalaciones se comparte”, describe Liliana Millán que firma el proyecto para una vivienda compartida de 90 m² en un piso antiguo en el barrio de Salamanca de Madrid que vemos en la imagen.
Leyenda del plano de la imagen: (1) Acceso con armario trastero para bicis, patinetes, cascos, etc.; (2) Cocina comedor con varios centros de cocción; (3) Estar con salida a terraza; (4) Terraza; (5) Unidad individual con baño privado y entrepiso, aprovechando los 4 m de altura de techos; (6) Lavadero; (7) Baño con lavabo y ducha; (8) Cabina inodoro bidé con lavamanos; (9) Unidad privada para dos; (10) Unidad para una persona
Diseñar espacios colaborativos es también una manera de impulsar la sostenibilidad, ofreciendo nuevos retos para arquitectos, diseñadores e interioristas. Muchos profesionales creen que, lejos de ser excepciones, este tipo de viviendas serán habituales en el futuro. Cathrin Walczyk, directora de Diseño de Greystar Europe Holdings, contaba durante la charla ‘Creating Homes of the future’ [Creando casas del futuro] organizada por la Clerkenwell Design Week en 2019, que en la próxima década habrá 43 nuevas megaciudades y el 70 % de la población vivirá en grandes urbes.
“Estas viviendas son como cualquier casa, pero con la diferencia de que la parte más cara de la vivienda, donde está la cocina, electrodomésticos, el lavadero y las instalaciones se comparte”, describe Liliana Millán que firma el proyecto para una vivienda compartida de 90 m² en un piso antiguo en el barrio de Salamanca de Madrid que vemos en la imagen.
Leyenda del plano de la imagen: (1) Acceso con armario trastero para bicis, patinetes, cascos, etc.; (2) Cocina comedor con varios centros de cocción; (3) Estar con salida a terraza; (4) Terraza; (5) Unidad individual con baño privado y entrepiso, aprovechando los 4 m de altura de techos; (6) Lavadero; (7) Baño con lavabo y ducha; (8) Cabina inodoro bidé con lavamanos; (9) Unidad privada para dos; (10) Unidad para una persona
Foto: zonas comunes en el co-living de Urban Campus Malasaña, Madrid
Ludovic Theroude es Space Project Manager de Urban Campus. Su labor y la de su equipo es que las personas se sientan en casa en estos espacios de co-living. “Las áreas comunes han de ser percibidas como el lugar más atractivo del edificio para que la comunidad pase la mayor parte del tiempo allí. Necesitamos anticipar las necesidades y usos del espacio”, cuenta Theroude.
Bancos cómodos, sofás modulares, cojines, hamacas, pizarras, instrumentos musicales, utensilios de cocina, jardín vertical, plantas… Estos son los elementos que definirán un espacio común de calidad. En todo caso, intentar satisfacer a diferentes personas no implica caer en la atonía al diseñar espacios. “Usamos materiales naturales y cálidos como la madera o la piedra, y muchos textiles. El objetivo es ofrecer espacios singulares conectados con el entorno y la ciudad”, detalla Theroude.
Ludovic Theroude es Space Project Manager de Urban Campus. Su labor y la de su equipo es que las personas se sientan en casa en estos espacios de co-living. “Las áreas comunes han de ser percibidas como el lugar más atractivo del edificio para que la comunidad pase la mayor parte del tiempo allí. Necesitamos anticipar las necesidades y usos del espacio”, cuenta Theroude.
Bancos cómodos, sofás modulares, cojines, hamacas, pizarras, instrumentos musicales, utensilios de cocina, jardín vertical, plantas… Estos son los elementos que definirán un espacio común de calidad. En todo caso, intentar satisfacer a diferentes personas no implica caer en la atonía al diseñar espacios. “Usamos materiales naturales y cálidos como la madera o la piedra, y muchos textiles. El objetivo es ofrecer espacios singulares conectados con el entorno y la ciudad”, detalla Theroude.
La sostenibilidad también es la respuesta
Hay quienes defienden que este tipo de vida en comunidad es más sostenible porque es una oportunidad para optimizar recursos y promover la rehabilitación y la reconversión de edificios industriales, talleres, etc. “Además, al concentrar los servicios en un núcleo central, reduces equipamiento, revestimientos, iluminación e instalaciones, y es más sencillo pensar en un apoyo mediante energías renovables”, confirma Millán.
Hay quienes defienden que este tipo de vida en comunidad es más sostenible porque es una oportunidad para optimizar recursos y promover la rehabilitación y la reconversión de edificios industriales, talleres, etc. “Además, al concentrar los servicios en un núcleo central, reduces equipamiento, revestimientos, iluminación e instalaciones, y es más sencillo pensar en un apoyo mediante energías renovables”, confirma Millán.
La arquitecta Izaskun Chinchilla, que participó en el Madrid Design Festival en una charla sobre sostenibilidad y a la que hemos preguntado sobre el auge de co-living, asegura que “es una solución que sí tendría una incidencia positiva en la sostenibilidad general dentro del mercado inmobiliario. Redundaría en una menor tenencia a la propiedad, en menos pisos desocupados, menos segundas residencias inútiles o menos infraestructuras redundantes. Es una solución valiosa pero también enmascara una serie de preguntas que como ciudadanos tenemos que hacernos: si el acceso a la vivienda es un derecho fundamental, hay que asegurarlo”, cuenta la autora de varios proyectos de co-working.
Más secciones de la Revista Houzz España…
Casas Houzz | Visita privada | Baño | Exterior | Casas singulares | Arquitectura | Reformas| Diseño | Decoración
CUÉNTANOS…
¿Conocías la existencia de espacios de co-living? ¿Qué te parece esta solución de viviendas compartidas? Esperamos tus comentarios
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El precio medio de una habitación de alquiler en Madrid asciende a 402 € al mes, según un estudio de la plataforma Badi.com –la web más importante de España en este sector, con una oferta de 50.000 habitaciones solo en la capital– al que hacía referencia recientemente el diario El País. Lo cierto es que una habitación es una buena solución para quienes quieren vivir en el centro y no pueden alquilar un piso entero –el precio medio de la vivienda en alquiler en Madrid es de 1.768 € mensuales a diciembre de 2019, según el portal inmobiliario Enalquiler.
El problema es que no hay oferta que satisfaga la demanda: la gente quiere vivir en el centro, cerca de los centros de negocio y culturales. Por eso, los expertos coinciden en señalar que se necesitan opciones alternativas. Aquí aparece el co-living. “La casa colectiva o multipersonal está más cerca de resolver los problemas de acceso a la vivienda, pero también de satisfacer a la gente que no está interesada en hipotecarse, ya sea por convicción o por llevar una forma de vida itinerante”, confirma Liliana Millán, arquitecta y colaboradora de Houzz.