Arquitectura
Cohousing: Una forma más sociable, eficiente y sostenible de vivir
Integrar la intimidad de cada casa con espacios de uso comunitario más una actitud participativa son las claves de este estilo de vida.
El cohousing nació a finales de los años 60, en Dinamarca, con la intención de crear un nuevo modelo de habitar que permitiera a sus residentes vivir en un entorno común en colaboración con sus vecinos. Concebido como una forma activa de crear comunidad y compartir servicios, el concepto se basa en la coexistencia de casas privadas y zonas comunes, pero especialmente en la implicación de sus residentes para lograr un armonioso funcionamiento a todos los niveles, comenzando por el diseño de la comunidad y finalizando con la gestión del día a día para lograr desterrar esa situación, tan habitual hoy, en la que casi nadie conoce a sus vecinos.
Espacios más eficientes. El espíritu colaborativo del cohousing se refleja también en el diseño de las casas individuales, que cuentan con cocina, dormitorios, estudio, baño, salón y otras estancias habituales en cualquier vivienda tradicional. En cualquier caso, el uso de los espacios es más eficiente, lo que se traduce en unas dimensiones algo menores que permiten, con frecuencia, incorporar a la estructura porches que favorezcan la interacción entre los vecinos de la comunidad.
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Zonas compartidas. El eje sobre el que se asienta el concepto del cohousing es el espacio común, que suele incluir cocina y comedor, zonas de recreo, espacios infantiles, jardines, habitaciones para invitados o servicios compartidos como la lavandería o la sala de televisión. Para gestionar adecuadamente las labores de gestión y mantenimiento, los residentes acostumbran a organizarse en grupos de trabajo autónomos que actúan en función de las decisiones generales de la asamblea de vecinos.
La casa común. Estos servicios compartidos suelen reunirse en la denominada casa común: el conjunto de espacios que permite a los residentes de una comunidad de cohousing interactuar y convertirse en una especie de centro social a disposición de todos ellos. Suele ser más grande que las casas individuales e incluye muchos de los servicios que no están presentes en estas, como ludoteca, biblioteca, sala de música, piscina, oficinas y, naturalmente, una cocina y un comedor en el que se pueden realizar fiestas y reuniones.
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Entorno flexible. Para facilitar el sentimiento de comunidad, las casas de las comunidades de cohousing se construyen habitualmente alrededor de una zona verde o, si no la hay, de una peatonal. En consecuencia, sus calles se diseñan para evitar el tráfico de los coches, que suelen estacionarse fuera de sus límites, lo que redunda en un máximo aprovechamiento de los espacios abiertos, en una reducción de la contaminación y en una mayor seguridad para que los niños puedan jugar al aire libre sin peligro.
Dado que este tipo de construcciones pueden realizarse en entornos urbanos o rurales, la puesta en común del diseño entre los residentes es fundamental para lograr una configuración adecuada que responda a sus necesidades.
Dado que este tipo de construcciones pueden realizarse en entornos urbanos o rurales, la puesta en común del diseño entre los residentes es fundamental para lograr una configuración adecuada que responda a sus necesidades.
Sostenibilidad. La filosofía del cohousing tiene muy arraigados conceptos como la eficiencia energética, que busca no solo el ahorro en consumos, sino también lograr el máximo respeto por el medio ambiente. Por esa razón acostumbran a emplear materiales de construcción sostenibles y fuentes de energías renovables.
La presencia de cubiertas verdes y el fomento del reciclaje son también algo habitual en el cohousing, que incide de este modo en su búsqueda de la optimización de recursos igual que hace al compartir espacios y servicios.
La presencia de cubiertas verdes y el fomento del reciclaje son también algo habitual en el cohousing, que incide de este modo en su búsqueda de la optimización de recursos igual que hace al compartir espacios y servicios.
Sentimiento de comunidad. En los años que lleva funcionando, el cohousing ha demostrado que la participación de sus miembros en cada proyecto ayuda a crear un sentimiento de comunidad. En un entorno donde la deshumanización de las comunidades de vecinos está a la orden del día, el cohousing plantea una visión totalmente opuesta que se basa en la participación activa y voluntaria.
Esa interacción continuada cobra una importancia mayor en el caso de generaciones diferentes, puesto que el sentimiento de pertenencia a un grupo ayuda a evitar la soledad de los residentes de mayor edad, que siempre tienen el apoyo de sus vecinos.
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Ideal para los niños. Pero si hay un colectivo que se beneficia especialmente de este modo de vida es el de los niños. Los más pequeños viven y crecen en entornos seguros, libres de coches y con la tranquilidad que aporta la presencia continua de sus vecinos. Además, los servicios comunes de un entorno cohousing acostumbran a incluir no solo zonas de juego, sino también guardería infantil para que los padres puedan ir a trabajar con la máxima tranquilidad.
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¿Qué te parece este participativo y sostenible estilo de vida? Lo conocías? Comparte tu opinión en la sección de comentarios.
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El denominador común de todos ellos es la presencia de varios espacios comunes que permiten fomentar el sentido de comunidad, sin renunciar a la intimidad de la vivienda privada. En este sentido, el hecho de que suelan constituirse como cooperativas con cesión de uso –aunque haya otras fórmulas minoritarias– permite a sus residentes participar en el diseño de los espacios para dar una respuesta adecuada a sus necesidades. Este régimen hace que la propiedad recaiga en la cooperativa, que cede a sus socios un derecho de uso indefinido que puede venderse o transmitirse por herencia, lo que facilita la movilidad entre los residentes.