Visita privada: 40 m² llenos de color para conquistar Nueva York
Con vistas al Empire State Building, la casa en Williamsburg de esta periodista sueca está llena de detalles 'chic'.
La sueca Sofia Hedströms conoce Nueva York como la palma de su mano: lleva viviendo en la ciudad más de 13 años. Lo curioso es que, a diferencia de muchos otros neoyorquinos de adopción, ella no ha estado cambiando de casa cada dos por tres. “Solo he vivido en tres diferentes y no es lo habitual”, cuenta. Periodista, redactora y corredora de maratones, tras una temporada en el East Village, Manhattan, hace una década decidió cruzar el río para instalarse en Williamsburg, Brooklyn, el barrio bohemio que se hizo popular gracias a la serie Girls. Su piso, renovado totalmente, está lleno de recuerdos familiares, souvenires de exóticos viajes y muebles de diseño.
Situado en la última planta del edificio, el piso de Sofia tiene los techos muy altos, paredes de ladrillo y vistas al skyline de Manhattan: un sueño made in New York hecho realidad:
“Lo encontré con la ayuda de amigos. De hecho, una de mis amigas más cercanas lleva viviendo en el edificio el mismo tiempo que yo. Todo el mundo se conoce más o menos”, cuenta Sofia: “Corro todas las mañanas por el puente de Williamsburg. Ver el skyline y saber que vives en Nueva York es una sensación increíble”, añade.
“Lo encontré con la ayuda de amigos. De hecho, una de mis amigas más cercanas lleva viviendo en el edificio el mismo tiempo que yo. Todo el mundo se conoce más o menos”, cuenta Sofia: “Corro todas las mañanas por el puente de Williamsburg. Ver el skyline y saber que vives en Nueva York es una sensación increíble”, añade.
“Mi piso está lleno de color, recuerdos… ¡y animales! Siempre me han fascinado los animales. Cuando era pequeña, tenía tantos peluches que mi padre llamaba a mi cuarto ‘el zoológico’. Creo que todavía soy bastante infantil. De hecho, tengo animales por todos lados”, cuenta Sofia.
El cuadro del conejo fue un regalo del arquitecto de interiores japonés Takao Yoshiaki: “Siempre me ha gustado su trabajo” dice.
El cuadro del conejo fue un regalo del arquitecto de interiores japonés Takao Yoshiaki: “Siempre me ha gustado su trabajo” dice.
Sofia reformó la cocina para hacerla a su gusto, con los muebles en color amarillo, pero no la usa demasiado: como buena neoyorquina, lo que más le gusta es comer fuera.
“La vida en Williamsburg es una mezcla entre lo local de toda la vida y la zona trendy, con bares y restaurantes de todo tipo: un italiano familiar, otro con estrella Michelin, y así. Me gusta que Williamsburg sea como una pequeña ciudad, porque puedo ir en bicicleta o andando a todas partes”, cuenta Sofia.
Qué colores y texturas usar para conseguir un look industrial
“La vida en Williamsburg es una mezcla entre lo local de toda la vida y la zona trendy, con bares y restaurantes de todo tipo: un italiano familiar, otro con estrella Michelin, y así. Me gusta que Williamsburg sea como una pequeña ciudad, porque puedo ir en bicicleta o andando a todas partes”, cuenta Sofia.
Qué colores y texturas usar para conseguir un look industrial
Sobre la chimenea vemos conchas y caracolas traídas de Jamaica, Bahamas y las Seychelles. “Fui a las Seychelles el pasado febrero y es un lugar mágico. Compré muchas conchas, traje la maleta llena”, cuenta riéndose.
Cuadro ‘Nudist on a Lake’ de Kirkland Bray
Cuadro ‘Nudist on a Lake’ de Kirkland Bray
“He aprovechado al máximo el tamaño del piso, la distribución está muy pensada para potenciar la luz natural… y las vistas. Me encanta poder ver el Empire State Building desde aquí”. Sofia se describe a sí misma como “maximalista”; su piso, dice, representa la persona que es y la que ha sido: “Mi casa es donde guardo y colecciono recuerdos de mi vida y de mis viajes”.
Un buen ejemplo es la lámpara azul que vemos sobre la mesa de centro del salón, un modelo industrial que Sofia compró en Budapest: “Intento ser abierta y hacer caso a mi intuición cuando viajo. En Budapest solo estuve 48 horas. De camino al aeropuerto, al taxista le dio por llevarme a un mercadillo de anticuarios. Allí encontré la lámpara azul”, cuenta, sonriendo.
Un buen ejemplo es la lámpara azul que vemos sobre la mesa de centro del salón, un modelo industrial que Sofia compró en Budapest: “Intento ser abierta y hacer caso a mi intuición cuando viajo. En Budapest solo estuve 48 horas. De camino al aeropuerto, al taxista le dio por llevarme a un mercadillo de anticuarios. Allí encontré la lámpara azul”, cuenta, sonriendo.
Las sillas de la cocina son las clásicas Plastic chair de los Eames. En cuanto a la mesa, es el modelo Tulip, de Eero Saarinen para Knoll. Cuando se trata de muebles, Sofia prefiere invertir en piezas de calidad que duren muchos años. “Nuestro estilo se define con los años; cuando tienes claro tus gustos, creo que es importante ir a por lo que realmente quieres. Si sabes que es la mesa de tus sueños y que la vas a disfrutar el resto de tu vida, ¡cómprala!”, dice Sofia.
Vivir en el último piso del edificio tiene, también, algún inconveniente: “Fue difícil subir la mesa. Cuatro personas tuvieron que cargarla; en la tienda llegaron a decirme que no sabían si iban a poder entregarla”, recuerda Sofia.
La clásica mesa redonda vuelve a tener protagonismo en el comedor
Vivir en el último piso del edificio tiene, también, algún inconveniente: “Fue difícil subir la mesa. Cuatro personas tuvieron que cargarla; en la tienda llegaron a decirme que no sabían si iban a poder entregarla”, recuerda Sofia.
La clásica mesa redonda vuelve a tener protagonismo en el comedor
Sofia mandó hacer la lámpara del techo de la cocina a una tienda de Nueva York. “Es una de las ventajas de esta ciudad: es fácil que te hagan mobiliario y accesorios a tu gusto”. Otro ejemplo es el neón del salón Light My Fire: “En el instituto era una gran fan del grupo The Doors y, como no quería tatuarme la frase, decidí tenerla siempre conmigo en forma de neón”, dice, riéndose.
Por toda la casa vemos jarrones con flores. En el baño, gracias a los azulejos en tonos claros, lucen especialmente. Para decorar este espacio, Sofia se inspiró en los baños de los hoteles.
Autora del libro The Fashion Manifesto: The Style-Smart Handbook (2013) [El manifiesto de la moda: Manual de estilo inteligente], su experiencia y pasión por la moda se ve reflejado en su armario, claro, pero también en su hogar.
El suelo del baño es de México y llegó a Nueva York justo el día de una tormenta de nieve. “Tuve que pagar a unos chicos que pasaban por la calle para que me ayudarán a subirlo”, cuenta.
El suelo del baño es de México y llegó a Nueva York justo el día de una tormenta de nieve. “Tuve que pagar a unos chicos que pasaban por la calle para que me ayudarán a subirlo”, cuenta.
Además de su trabajo como editora de moda, Sofia escribe en la revista Runner’s World. La periodista ha corrido 18 maratones. “Tener a la vista mis medallas es otra manera de mostrar quién y cómo soy a los amigos y visitas”, dice. Para exponerlas, compró la cabeza de caballo en uno de sus últimos cumpleaños. “Me encanta celebrar ese día desde por la mañana. Esa vez fuimos temprano a un spa y, antes de entrar, nos metimos en un anticuario en Union Square. Había estado buscando algo parecido durante bastante tiempo y tuve un –buen– presentimiento. Dentro encontré la cabeza. Me la llevé al spa y me acompañó todo el día: el caballo celebró el cumpleaños con nosotros”, dice, entre risas.
El cuadro de la piscina del dormitorio lo trajo de un viaje a Los Ángeles. “Me enamoré de él al instante, pero era demasiado grande y caro. Como no podía dejar de pensar en él, le envié un mensaje al artista en Nochevieja. Le di buenas sensaciones, así que bajó el precio. A la hora de comprar arte, sigue tu intuición”, aconseja. El pintor del cuadro es Brian Lotti, un expatinador profesional. El cuadro de Sofia es lo primero que sale en su web.
La cama era del amigo de un amigo: “Es tamaño King Size, el más grande del mercado”, cuenta.
A lo lejos, en la pared de la cocina, vemos un reloj de oro, el objeto con más valor sentimental para Sofia. “Estuvo colgado en el salón de mis abuelos paternos durante toda mi infancia, es de los años 40. Mis abuelos eran nuestros vecinos, así que ese reloj estuvo presente durante toda mi niñez. Mis padres me lo trajeron a Nueva York, funciona perfectamente y me recuerda de dónde vengo”, explica.
A lo lejos, en la pared de la cocina, vemos un reloj de oro, el objeto con más valor sentimental para Sofia. “Estuvo colgado en el salón de mis abuelos paternos durante toda mi infancia, es de los años 40. Mis abuelos eran nuestros vecinos, así que ese reloj estuvo presente durante toda mi niñez. Mis padres me lo trajeron a Nueva York, funciona perfectamente y me recuerda de dónde vengo”, explica.
Ha viajado por todo el mundo, pero para Sofia ningún lugar supera a Nueva York: “Me encanta poder tomar mi café de la mañana disfrutando de estas vistas al Empire State Building”, remata.
CUÉNTANOS…
¿Qué es lo que más te ha gustado de la casa de Sofia? Queremos saber tu opinión: súmate a nuestra comunidad en la sección de comentarios
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Quién vive aquí: Sofia Hedströms, redactora de moda en Icon y Womens Health; de viajes en el periódico sueco Svenska Dagbladet; y de deportes en Runners World. También presenta un programa en la radio sueca P1.
Situación: Willamsburg, Brooklyn, Nueva York
Superficie: Aproximadamente 40 metros cuadrados con techos de 4 metros de altura
Fotografía: Viktor Nilsson
Sofia trabajaba en la SVT, canal de televisión estatal sueco, pero decidió irse un tiempo a Nueva York para estudiar periodismo de moda. Desde allí, siguió vinculada a la tele, entrevistando a estrellas de la NHL –liga de hockey sobre hielo– para los deportes de SVT. “No habían pasado ni seis meses desde que volví a Suecia y ya me estaba yendo de nuevo a Nueva York. Esta ciudad me ha conquistado”, dice.
Sofá de Design Whiting Reachs, de la colección ‘Blue Dot’