Decora tu dormitorio como en la serie ‘Carlos, rey emperador’
Tomando como inspiración la serie de televisión, te damos ideas sobre cómo diseñar una estancia de aires clásicos con toques actuales.
Series de reciente de éxito como Isabel o Carlos, rey emperador nos han servido de inspiración para recuperar elementos de corte clásico que encajen en una habitación contemporánea. Si te gusta el estilo clásico, con las siguientes propuestas tu alcoba se tornará lujosa a la par que acogedora. Te invitamos a realizar un viaje en el tiempo, reinterpretando el pasado para generar un presente sofisticado.
Una serie histórica. Un día de verano descubrí la serie Isabel, que no había visto cuando la emitieron. Me enganché enseguida, fundamentalmente por su guión histórico y lo apasionado de la trama. Como una adicta, vi las tres temporadas del tirón; un maratón de verano que, una vez finalizado, me dejó con ganas de más. Al llegar el otoño se estrenó Carlos, rey emperador, donde la saga familiar continúa en una nueva ficción histórica sobre el siglo XVI.
Como interiorista, me llamó la atención la ambientación de la serie, en la que un equipo técnico de más de 100 personas han trabajado en la recreación de dos épocas: medieval y moderna. Además, la Alhambra y el Cuarto Real de Santo Domingo, en Granada; la catedral de Toledo y el Monasterio de Yuste han sido algunos de los escenarios elegidos. Todo ello, como probablemente les habrá sucedido a muchos, despertó en mí un interés por este capítulo de la historia y me ha inspirado también para escribir este artículo.
El dormitorio, centro de la casa. La serie sumerge al espectador en una época de una rígida estructura social, donde la nobleza y el clero son los estamentos privilegiados. La alcoba era el centro de la actividad, funcionando no sólo como dormitorio y zona en la que sirvientes de confianza lavaban y vestían a sus señores, sino también como espacio de lectura y hasta lugar donde se recibía invitados.
En consecuencia, resultaba común tener un lavabo, una jarra, un espejo y una cómoda para llevar a cabo actividades hoy reservadas para el baño. Así que, para dar un toque de este estilo al domitorio, una manera de hacerlo es recuperando algunos de estos elementos de nuevo para la alcoba.
Más imágenes de dormitorios clásicos aquí
En consecuencia, resultaba común tener un lavabo, una jarra, un espejo y una cómoda para llevar a cabo actividades hoy reservadas para el baño. Así que, para dar un toque de este estilo al domitorio, una manera de hacerlo es recuperando algunos de estos elementos de nuevo para la alcoba.
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El espacio más cálido del hogar. Acogedor y atractivo, el dormitorio era en aquellos tiempos un sitio de recepción y anfitrión de todos los acontecimientos. Muestra de esta importancia, en las largas campañas militares, era que hasta la tienda real lucía alfombras y tapices lujosos y una decoración sofisticada. Por eso, dale mucha importancia a los textiles en suelos, paredes, ropa de cama y cortinas, para recrear la calidez y opulencia de esta época.
La cama. Como en aquellos tiempos, apuesta por una con dosel. Los maestros artesanos los construían para que fueran de fácil desmontaje. El conjunto se completaba con un cabecero y cortinas. Éstas últimas tenían sobre todo la finalidad de aportar privacidad y confort. Además, estaban pensadas para mantener las enfermedades dentro, en una época en la que la transmisión de infecciones era un problema de vida o muerte. Los cortinajes eran extraordinariamente largos, formados por tapices extravagantes o telas decoradas con costuras y bordeados de oro y encajes de plata.
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El dosel. Aparte de su gran opulencia y distinción, el dosel ofrecía una gran funcionalidad: protección contra ramas y plumas que a menudo caían desde la construcción del techo. Una aportación estética, decorada con textiles importados como tela de plata u oro, terciopelo, tafetán, seda o flecos de oro de Venecia. Actualmente, los doseles tienen únicamente una función decorativa, así que se pueden usar piezas más ligeras y semitransparentes, para no recargar el ambiente.
La ropa de cama. Los médicos de la época creían que el agua, por su presión y calor, abría los poros y ablandaba el cuerpo exponiendo los órganos a enfermedades. Debido a este concepto de higiene, el rechazo al agua llegó a los más altos estratos sociales. En general, se lavaban en seco, frotando la piel con telas para luego rociarla con algún perfume. Así pues, la ropa de cama se usaba cuanto más blanca mejor, en especial las sabanas y la primera almohada al tener contacto con la piel, que se hacían de lino o algodón blanco y con bordes de encaje.
La vestimenta de la cama era otra cosa. Se caracterizaba por múltiples capas de mantas en tejidos refinados, como la seda o el terciopelo, con ricos bordados de hilo de oro y abundantes almohadas decorativas.
La vestimenta de la cama era otra cosa. Se caracterizaba por múltiples capas de mantas en tejidos refinados, como la seda o el terciopelo, con ricos bordados de hilo de oro y abundantes almohadas decorativas.
La preparación de la cama, una ceremonia. La ropa de cama era tanto un alarde de riqueza como las mismas camas, tan adornadas de la época. La cama se vestía por capas: sábana inferior y superior, mil mantas y un edredón formal. Cuantas más capas, más tiempo tardaba el sirviente en prepararla, que era sinónimo de mayor estatus. Rituales nocturnos, como la aspersión de hierbas sobre el colchón para combatir chinches o la colocación de piedras calientes entre las sabanas estaban a la orden del día.
Cómo tener nuestra cama lista para no pasar frío
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Símbolo de alta alcurnia. Tan valiosas eran las camas, que la nobleza invertía hasta un tercio de la riqueza familiar en su elaboración. Por esta razón, estas piezas se transmitían de generación en generación, formando un prestigioso patrimonio. Incluso viajaban con ellas. Una cama con un laborioso trabajo en madera es, por tanto, fundamental para recrear este tipo de ambientaciones.
Evolución natural. El dormitorio de hoy enfatiza mucho más en la intimidad, incluso de nuestra propia familia. Camas y alcobas han evolucionado a lo largo de los siglos, siendo el dormitorio contemporáneo mucho menos social y más dedicado al descanso. Aunque, curiosamente, por muy actual que sea, todavía en ciertos casos mantiene un poso histórico en cuanto a diseño, como el de la imagen, que personalmente me encanta.
¿Y TÚ?
¿Te gusta una nota de clasicismo en el dormitorio? ¿En qué tipo de detalles? Cuéntanoslo en la sección de comentarios.
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