Orden en casa
Cómo organizar las camisas para que no se arruguen en el armario
Una profesional del orden explica cómo ordenar las camisas en el armario y cómo tener las camisas sin arrugas.
*Este artículo se publicó por primera vez en la Revista Houzz España en septiembre de 2016
Es difícil encontrar un armario en el que no haya camisas. Hay quien las usa solo entre semana para ir al trabajo o personas para las que constituye su prenda fetiche. Los hay que las llevan impolutas y hay quienes, sin ninguna duda, les sentaría mejor una camiseta de algodón. Sea como sea tu estilo, aprender cómo tener camisas sin arrugas y perfectas.
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Es difícil encontrar un armario en el que no haya camisas. Hay quien las usa solo entre semana para ir al trabajo o personas para las que constituye su prenda fetiche. Los hay que las llevan impolutas y hay quienes, sin ninguna duda, les sentaría mejor una camiseta de algodón. Sea como sea tu estilo, aprender cómo tener camisas sin arrugas y perfectas.
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Las camisas son una de esas prendas que siempre tienen que lucir perfectas o resultan desastrosas. Si quieres vestir informalmente, te pones una camiseta o un polo, pero si necesitas dar buena impresión en un contexto más formal es imprescindible lucir una camisa en perfecto estado.
Se podría hablar largo y tendido sobre si las camisas deben de ir colgadas o pulcramente dobladas en cajones. Todo dependerá de tu estilo de vida y de tus gustos personales. Pero en aras de la practicidad, lo más aconsejable es colgar las camisas.
Uno de los elementos estratégicos en el cuidado de las camisas es el colgador. Tienes que emplear perchas adecuadas en función de la prenda que vayan a sujetar. En el caso de las camisas, las perchas de madera son ideales porque su ancho es idóneo para estas prendas y, normalmente, el largo suele coincidir con los hombros. Si escoges perchas muy finas, muy cortas o demasiado largas, la camisa puede acabar con esas marcas que tanto afean alrededor de los hombros y tendrás que volver a plancharla.
Para mantener un vestidor tan impoluto como el de la imagen deberás dedicarle mucho tiempo, algo de maña o, simplemente, empleados que te ayuden a mantener la ropa. Pero si tu espacio es mínimo y quieres guardar tus camisas dobladas, aprende a hacerlo bien. Lo primero es plancharla y luego abotonarla. Seguidamente la colocas con el cuello hacia abajo, doblas los extremos hacia el centro y las mangas respectivas estiradas a lo largo de cada lado. El rectángulo que queda hay que doblarlo desde el final de la camisa hacia el centro, pero no hasta la mitad, sino más abajo, y finalmente repetir el pliegue hasta el cuello de la camisa. También puedes emplear cartones o plásticos a modo de guía que, colocados en el interior, a la altura de la espalda, sirven para darles forma y evitar mejor aún las arrugas.
Las camisas, por su tamaño, te permiten utilizar el armario en toda su extensión en vertical, añadiendo barras a dos alturas. Si es ropa de niño o simplemente tienes muchas camisas, será recomendable que añadas dos líneas de barras o incluso más, de modo que puedas aprovechar todo el espacio que tu armario te ofrece.
Unos mecanismos como el de este armario que vemos en la imagen, resultan muy útiles cuando tienes que emplear todo un modulo en vertical. Son unos sistemas que se adaptan al interior del armario y permiten bascular la barra superior acercándola hacia abajo para que el acceso a las prendas sea más cómodo.
Antes de escoger uno de estos dispositivos, asegúrate de que el mecanismo fluye y es capaz de aguantar peso. Si lo vas a usar diariamente debe ser fuerte y que los hidráulicos resistan. Aún así, sé práctico y deja al alcance de la mano aquellas prendas que más utilizas.
Antes de escoger uno de estos dispositivos, asegúrate de que el mecanismo fluye y es capaz de aguantar peso. Si lo vas a usar diariamente debe ser fuerte y que los hidráulicos resistan. Aún así, sé práctico y deja al alcance de la mano aquellas prendas que más utilizas.
A la hora de distribuirlas en el armario, si te lo permite el espacio sepáralas por usos más que por tejidos, aunque lo uno suele estar en relación con lo otro. Por un lado guarda juntas todas las camisas formales, normalmente asociadas al trabajo o a eventos y, por otro, las que uses de manera informal. De este modo, si están en cuerpos de armario separados, encontrarás más rápido la que te quieres poner. Esa misma lógica suele llevar a colocar las camisas en la parte superior del armario y los pantalones o faldas en la inferior, siguiendo el orden en que vas vestido.
Y por último, pero no por ello menos importante: deja que respiren. Huye del exceso y del amontonamiento. No intentes meter el mayor número posible de camisas en el mismo sitio, ni te empeñes en que con un poco de esfuerzo caben. Se acabarán arrugando y, además, harán tediosa la búsqueda diaria. Y, sobre todo, nunca pongas dos camisas en una misma percha porque todo aquello que no veas bien, no te lo vas a poner nunca.
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