Decoración
Antiguo, 'vintage' o usado: Cómo reconocer el estado de un mueble
Cuatro expertos restauradores nos enseñan a valorar e identificar problemáticas a la hora de comprar un mueble antiguo.
Los ambientes eclécticos son tendencia y, si incluyen muebles antiguos, vintage o reciclados, mucho más. Basta con saberlos integrar, ya sea en su estado natural o tras haberlos sometido a una transformación. Tanto si eres de los que disfruta perdiéndose en mercadillos y rastros a la caza de objetos singulares como si, simplemente, quieres darle una oportunidad a ese sillón de herencia que, además, tiene un valor sentimental, estos consejos de expertos restauradores te enseñarán a reconocer y a examinar piezas de calidad y a entender en qué estado se encuentran. Te ayudarán a acertar en tus compras y a valorar si necesitarán una restauración posterior.
Expertos consultados:
Chus Cano, restauradora y responsable de El sabor de lo antiguo
Cristina Fradejas, cofundadora de Bubare
Lola Martínez y Guzmán García, creadores de Sillas Descarriadas
Expertos consultados:
Chus Cano, restauradora y responsable de El sabor de lo antiguo
Cristina Fradejas, cofundadora de Bubare
Lola Martínez y Guzmán García, creadores de Sillas Descarriadas
Chus Cano, restauradora de El sabor de lo antiguo y con una larga experiencia divulgativa en este campo, pone sin embargo ésta última cuestión como prioritaria: “Lo primero en lo que debemos fijarnos cuando un mueble llama nuestra atención es el estado en el que se encuentra: si la estructura está bien, no tiene golpes ni le faltan piezas o está afectado por la carcoma. Hay que prestar también atención al material con el que está hecho y su fabricación, si es a mano o más moderno… Son pequeños detalles que nos hablarán de la pieza y nos ayudarán a valorarla y decidirnos”, aconseja.
Antiguo, vintage o usado, ¿en qué se diferencian? Cristina Fradejas, cofundadora de Bubare, hace una interesante reflexión sobre el nivel de exigencia de partida que hay que tener en función de si se trata de un mueble antiguo, vintage o simplemente usado. Y es que no son (ni cuestan) lo mismo, por lo que conviene saber identificarlos.
Para saber si se trata de un mueble antiguo (es decir, de más de 100 años) habría que examinar lo siguiente:
Para saber si se trata de un mueble antiguo (es decir, de más de 100 años) habría que examinar lo siguiente:
- Buscar el sello o la firma del artesano. Por ejemplo, las sillas Thonet llevan el sello debajo, en el asiento.
- Observar la madera y comprobar si las piezas de los interiores (de cajones y armarios) son macizas. Si son de aglomerado, se trata de una imitación.
- Si las juntas de los cajones están hechas con cola de milano se trataría de un mueble antiguo, sin encolados ni espigas y, por supuesto, sin clavos ni tornillos.
- Los bordes y contornos deberían ser algo irregulares, puesto que se hicieron con herramientas artesanales.
- Los clavos deben estar hechos a mano y presentar una cabeza gruesa, cuadrada y en disminución.
- Los adornos tienen que ser viejos de verdad; no deben haber sido envejecidos mediante veladuras ni barnices.
- Los tiradores no deben presentar ni tornillos ni tuercas, ya que en un mueble antiguo van remachados.
“En el caso de un mueble vintage, lo primero que hay que ver es que encaje con su definición: ‘Estilo que mezcla apariencia antigua y desgastada con colores y tonalidades modernas’. Proviene de los términos Vingt (veinte) y Age (años), objetos de origen francés e industrial datados entre el 1920 y 1940, generalmente”, continúa Cristina Fradejas, quien nos detalla también la forma de identificarlos:
- Buscar una firma de autor o alguna numeración que indique que pertenece a una serie limitada.
- Identificar signos de uso, aspecto desgastado… Aunque hay muy buenos acabados que lo imitan, los auténticos se pueden reconocer fácilmente.
- Observar si hay indicios de que está hecho a mano, es fácil diferenciarlo de los fabricados en serie.
- Que esté hecho con maderas macizas, no chapas.
- Que el precio sea elevado.
Y, por último, en cuanto a los muebles usados que no entran en las categorías de los anteriores, Cristina aconseja fijarse en que “sea un diseño con cierta elegancia dentro de su estilo –ya sea rústico, clásico, retro o actual. Que tenga buena apariencia, que cierren bien los cajones y las puertas, que la madera sea lo más robusta posible y que tenga un buen precio”.
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Cómo comprobar la estructura. Son varios los controles que puedes hacer para asegurarte de la solidez de un mueble con historia. “Lo primero es contrastar su estabilidad. Si se mueven las patas, puede que necesite un encolado y un refuerzo de la estructura”, dice Cristina Fradejas, quien añade otras cuestiones como “asegurarse de que las puertas y cajones abren y cierran con suavidad, que los herrajes están en buen estado y que las bisagras funcionan y soportan bien el peso de las puertas. Si en el interior hubiera diferentes tipos de madera, eso podría significar que el mueble ha sufrido algún problema, por lo que conviene preguntarlo”, añade.
“Hay que examinar a fondo todos aquellos elementos sobre los que se mantiene el peso del mueble. En las sillas y los sillones, los puntos clave son las patas y los respaldos; en las mesas, las patas; en muebles con cajones, las guías interiores y los fondos de los cajones”, apunta Chus Cano. A lo que desde Sillas Descarriadas añaden que “cuando la calidad de la madera es buena, siempre es posible repararla aunque esté desencolada”.
Qué hay que mirar por fuera. El aspecto del mueble es también una cuestión que hay que valorar aunque, como matizan Lola Martínez y Guzmán García, “su importancia dependerá de si es un mueble que queremos personalizar después o si lo que se quiere es una restauración clásica”.
Coincide con ellos Cristina Fradejas y puntualiza que, “si la intención es mantener el estado original del mueble, el acabado tiene que estar en el mejor estado posible. Hay veces que con una limpieza con alcohol y cera es suficiente mientras que, si se busca transformarlo mediante pintura, lo más importante es que la superficie no presente muchos desperfectos o desconchados que obliguen a unificarla”, aconseja.
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Coincide con ellos Cristina Fradejas y puntualiza que, “si la intención es mantener el estado original del mueble, el acabado tiene que estar en el mejor estado posible. Hay veces que con una limpieza con alcohol y cera es suficiente mientras que, si se busca transformarlo mediante pintura, lo más importante es que la superficie no presente muchos desperfectos o desconchados que obliguen a unificarla”, aconseja.
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Las comprobaciones que Cristina propone para verificar estos aspectos son “que la madera no presente remiendos –los desperfectos normalmente se disimulan con masillas y enchapados; que la pintura o el barniz sean lisos y de color uniforme –propone tocar suavemente la superficie para comprobar que no hay ningún desconchado; mirar si la madera se ha abierto debido a cambios de temperatura bruscos o el paso del tiempo, sobre todo en los laterales y la trasera; y, en caso de chapados, comprobar que la chapa está firme, porque es muy costoso volver a chapear una superficie y, con el tiempo, se sigue levantando la dañada”.
Cómo identificar la carcoma y otras problemáticas de la madera. Es la gran protagonista de los muebles antiguos y vintage. Material noble, resistente y que envejece con gran elegancia, no es menos cierto que puede verse afectada por diferentes problemas que conviene ser capaz de reconocer y evaluar. “El que más puede preocupar es el ataque de los insectos xilófagos, de los que el más habitual es la carcoma. Se puede ver por los orificios que dejan al salir de la madera y porque, si está activa, caerá polvo de la madera”, afirma Chus Cano. “Hay veces que, aunque haya orificios, estos pueden ser de antiguos ataques de carcoma que ya no está activa. En este caso, los agujeros tienen un color más oscuro, aunque conviene someter el mueble a un tratamiento por prevención igualmente”, aconseja.
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Otro problema común es que “la madera tenga humedad, debido al lugar en el que el mueble haya estado colocado anteriormente o almacenado. En ese caso, desprende un olor característico y tiene un color oscuro, además de apreciarse al tacto” apunta Cristina Fradejas. Otras cuestiones que apuntan los expertos a la hora de examinar el estado de la madera es que el barniz o goma laca originales no estén oxidados y la madera se vea blanquecina –con la consiguiente necesidad de decapar la pieza y volver a aplicar la protección. También hay que vigilar que la chapa no esté levantada, algo fácil de comprobar porque aparecen pompas y, si damos golpes con la uña, sonará hueco.
¿Cuándo es aconsejable restaurar? A la hora de adquirir una pieza, hay que sopesar si la podremos usar tal cual o si necesitará una restauración. También, si ésta es recomendable. “En principio, cualquier mueble usado puede ser restaurado aunque hay que tener presente que, cuanto menos valor tenga el mueble, peor será la calidad de sus elementos y menos merecerá la pena realizar trabajos de restauración”, asegura Cristina Fradejas, para quien es aconsejable la restauración cuando se trate de un mueble antiguo, de calidad y valor económico, con estructura sólida y de buena madera que se pueda limpiar y revitalizar”.
Lola Martínez lo explica de este otro modo: “Aparte de la carga afectiva que pueda tener, si una silla, sillón o mueble ha durado generaciones es porque es de buena calidad, por lo que merece la pena cuidarlo y conservarlo”. Sin embargo, aconseja asimismo que el aspecto sentimental no interfiera con la realidad. “Una vez nos llegó al taller un sillón orejero heredado que, al destapizarlo, descubrimos que estaba hecho con aglomerados grapados. Inmediatamente notificamos al cliente que no merecía la pena gastar esfuerzo y dinero, dada la mala calidad de la estructura”, recuerda.
"En cuanto a si vale la pena, eso es algo que depende de cada uno. Yo, a los clientes que me preguntan esto les hago siempre la pregunta a la inversa, es decir: ¿Te merece a ti la pena recuperarlo y mantenerlo en tu casa? Bien por la utilidad de la pieza o por el valor sentimental que tenga, cada persona da un valor concreto a ciertas cosas que otro, quizá, no se lo daría”, opina Chus Cano.
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"En cuanto a si vale la pena, eso es algo que depende de cada uno. Yo, a los clientes que me preguntan esto les hago siempre la pregunta a la inversa, es decir: ¿Te merece a ti la pena recuperarlo y mantenerlo en tu casa? Bien por la utilidad de la pieza o por el valor sentimental que tenga, cada persona da un valor concreto a ciertas cosas que otro, quizá, no se lo daría”, opina Chus Cano.
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¿Cuánto cuesta una restauración profesional? La propia singularidad de cada pieza hace prácticamente imposible ofrecer un precio orientativo de lo que nos puede costar la restauración de un mueble concreto. “Para calcular el precio de restauración de un mueble usado o antiguo hay que tener en cuenta que se hace por horas y que depende mucho del trabajo que vaya a necesitar… Por poner un ejemplo, en el caso de un mueble antiguo tipo escritorio buró de no más de 80 años en un estado de conservación medio –que se suele adquirir por unos 150 euros– restaurarlo incluyendo limpieza, decapado, reteñido, refuerzo de algunas zonas (como patas y bisagras) y barnizado a muñequilla con goma laca, serían unos 350 euros”, apunta Cristina Fradejas.
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“En Sillas Descarriadas, los sillones y butacas los rehacemos desde el esqueleto de madera, instalando por completo todos los rellenos y tapicerías tras, en caso de necesitarse, arreglar con carpintería y reformado la estructura. El precio de este trabajo oscila entre 300 y 500 euros, dependiendo de la complejidad del proyecto”, añaden, por su parte, Lola Martínez y Guzmán García.
“Cada presupuesto es siempre diferente. Todo depende de lo que cada pieza necesite y también de cómo se quiera restaurar. A veces tú propones una restauración completa de una pieza pero los dueños deciden optar por restaurar solo una zona, bien para reducir el presupuesto o porque les gusta así”, concluye Chus Cano.
¿Y TÚ?
¿Te gustan los muebles antiguos y de mercadillo? ¿Cuál de estas recomendaciones te ha parecido más útil? Cuéntanoslo en los comentarios
“Cada presupuesto es siempre diferente. Todo depende de lo que cada pieza necesite y también de cómo se quiera restaurar. A veces tú propones una restauración completa de una pieza pero los dueños deciden optar por restaurar solo una zona, bien para reducir el presupuesto o porque les gusta así”, concluye Chus Cano.
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El punto de partida es “que tenga interés estético”. Lola Martínez y Guzmán García, creadores de Sillas Descarriadas, lo tienen claro y, de hecho, esto es una máxima en su taller de restauración, aunque no por ello dejan de aconsejar que “la pieza esté lo mejor conservada posible”.