Antes y después: En Valencia, una casa de aires tokiotas

Tras la reforma, esta casa de evidente inspiración japonesa aprovecha mejor, tanto la superficie como la luz natural.

Pepa Casado D'Amato 24 de septiembre de 2015

Fundadora de future-A y miembro de Color Marketing Group, me dedico a la investigación de tendencias en hábitat, diseño e interiorismo.

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La vivienda se encuentra en una pequeña población cercana a Valencia, rodeada por pequeñas casas de pueblo y edificios residenciales propios del boom inmobiliario de los 60 y 70. Sus patios abiertos al cielo, que emergen como un oasis de paz en medio de Benimamet, son su seña de identidad. No sólo recogen la casa y la aíslan de un paisaje anodino, sino que inundan las estancias con luz natural. “Parece casi una casita japonesa por su geometría y su color”, cuenta Miguel Martínez Castillejo, arquitecto de emac-arquitectura, estudio autor del proyecto.

emac-arquitectura

De un vistazo
Quién vive aquí: Carla, su pareja y su hijo
Localización: Benimamet, Valencia
Superficie: 160 metros cuadrados + patios

El punto de partida era una casa de pueblo familiar en estado ruinoso en la que Carla decidió levantar su nuevo hogar. Para empezar, la vivienda contaba con una mala orientación y un paisaje propio del boom inmobiliario: edificios anodinos y grises en una calle estrecha.
La idea era crear una vivienda que se cerrara sobre sí misma al estilo de las casas típicas de Benimamet. “En esta zona son muy tradicionales las casas cueva, viviendas excavadas en la roca, semienterradas y con poca luz. En el patio de acceso, llamado ‘clot’ en valenciano, se plantaba un árbol y funcionaba como recibidor”, explica Miguel, que investigó sobre los orígenes de la arquitectura de la zona en busca de inspiración. La idea fue crear un claustro para ventilar la casa y traer al interior la luz exterior. “Así se conseguía sacar dos patios y crear ventilación cruzada, además de que se aprovechaba todo el largo de la fachada”. El resultado es una casa de aspecto amplio, aunque el terreno sea reducido.

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Aunque la vivienda se cierra sobre sí misma y la fachada que da a la calle es bastante hermética, a través de una gran abertura en el piso superior se deja entrever la gran copa del árbol, un cerezo en flor. La luz natural impacta en los ventanales de la planta superior, pero también se proyecta en las zonas comunes gracias a las enormes paredes acristaladas del salón.
Aquí también se ha construido una espectacular gárgola de cemento a modo desagüe que vuela un metro sobre la cornisa.

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Una de las cosas que la propietaria tenía claras es que “quería una vivienda con espacios exteriores”, dice Miguel. Aunque en un primer momento estuvieron valorando la posibilidad de convertir la primera parte del terreno en una plaza de garaje para el coche, finalmente se decantaron por un espacio abierto. Se ha proyectado un primer patio que funciona como zona de bienvenida; con un banco que sirve para sentarse al aire libre y charlar.
El suelo exterior es un hormigón blanco desactivado. La grava es del mismo color. Los muros son de ladrillo pintado.“Es una casa muy económica en lo que se refiere a los materiales utilizados”, afirma Miguel. La elección de elementos constructivos sencillos, honestos y en tonos neutros, y las geometrías de líneas depuradas, confiere al espacio ese aire propio de las casas urbanas de ciudades densamente pobladas como Tokio, en las que se tiene que aprovechar el espacio y la luz al máximo.

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El banco del claustro se prolonga en el interior y se convierte en mueble de salón para televisor, cadena de música y todo lo necesario. Éste se remata con el hogar: una chimenea integrada y un leñero cerrado. El techo del salón está compuesto por diferentes “losas de hormigón pero los nervios no llegan a apoyar en la pared. Es una losa muy fina para aportar rigidez, pero a la vez da una sensación de ligereza, como si flotara”, explica Miguel.
Los ventanales de los dos patios van desde el suelo hasta una altura de 210 cm, creando una pared transparente que proporciona mucha luz al salón. El pavimento de las zonas comunes es un microcemento.

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La cocina es un espacio cerrado con acceso directo al patio secundario. Se han instalado unas enormes puertas acristaladas que se abren completamente convirtiendo esta estancia en un espacio exterior. Así se puede disfrutar más de ella durante los días soleados y comer dentro cuando hace más frío.
El mobiliario de cocina continua con el estilo de la casa: minimalista y esencial. Se proyectó una gran bancada con mucho espacio de almacenamiento, de modo que el frontal queda libre y visualmente el resultado es limpio y más ligero.

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El segundo patio cuenta con uno de los elementos más tradicionales de las casas valencianas: un fuego para hacer paellas. Para evitar las manchas sobre la pared blanca y los malos olores éste se escondió detrás de un muro, de modo que es ‘invisible’, pero comunica directamente con la zona de comida.

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A la planta de arriba se accede por una escalera de madera en tonos rojizos.

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Se trata de un material más cálido que el hormigón elegido en la planta baja y que se prolonga en los pavimentos de la planta superior. De esta manera, los arquitectos buscaban aportar calidez al espacio.

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El distribuidor de la primera planta se aprovechó para instalar un gran armario empotrado. Aquí también se ubicó el cuarto de lavado y plancha: lejos de la cocina para evitar olores en la ropa y cerca a los dormitorios, donde se encuentran los baños y los vestidores.
En la planta superior se encuentran los espacios privados de la casa: dos dormitorios y sendos baños. Para esta planta los dueños buscaban un ambiente más íntimo y confortable. Ambas habitaciones cuentan con vestidor propio. Uno de ellos es tipo suite con el baño integrado.

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Como detalle, en esta parte de la casa las ventanas están protegidas en el exterior con mallorquinas, ya que es la zona de mayor intimidad. El resultado es una luz más difusa y tenue en los dormitorios.

Foto del 'Antes'

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Foto del 'Antes'

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ANTES: La casa estaba abandonada y se encontraba en un estado ruinoso. La cubierta estaba derrumbada.

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Como ya se han mencionado, en la distribución de la casa la planta baja alberga todos los espacios comunes –comedor, cocina, despacho–, mientras el piso superior acoge los dormitorios. En todo caso, en la planta de abajo también hay un estudio, pero se ha incluido un vestidor para que pueda convertirse fácilmente en un dormitorio en caso de que en algún momento llegue a ser necesario.
Como se puede apreciar en este plano, en los laterales se sitúan los dos patios: el de bienvenida, junto a la puerta de acceso, y el que comunica con la cocina, justo en frente.

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