La casa árbol de Clara en el jardín de su abuela
Clara y su padre, que es arquitecto, han diseñado esta casa inspirándose en Marsupilami: un personaje de dibujos.
Clara tenía un deseo: una pequeña casa árbol en el jardín de su abuela, en Solingen, donde pudiera escribir, jugar y dormir. Quería flotara entre los siete viejos abedules en la propiedad sobre una colina de su abuela; y quería una como una que vio en la serie de los Marsupilamis, los divertidos personajes de cómic que viven en la jungla, creados por el belga André Franquin.
El padre de Clara es arquitecto y la idea no le pareció descabellada. Los primeros diseños se hicieron en una servilleta de papel mientras comían en un restaurante de sushi, y unas semanas más tarde la pequeña construcción de madera con paneles de vidrio acrílico curvados y un techo hecho de lona ya colgaba entre los árboles. Clara ya no quiere salir de su mundo de aventuras. Y debido a que muchos niños sueñan con eso, la casa árbol ahora también está disponible en un kit.
El padre de Clara es arquitecto y la idea no le pareció descabellada. Los primeros diseños se hicieron en una servilleta de papel mientras comían en un restaurante de sushi, y unas semanas más tarde la pequeña construcción de madera con paneles de vidrio acrílico curvados y un techo hecho de lona ya colgaba entre los árboles. Clara ya no quiere salir de su mundo de aventuras. Y debido a que muchos niños sueñan con eso, la casa árbol ahora también está disponible en un kit.
Antes incluso de que el postre saliera por la cinta que transporta los platos del restaurante japonés, el boceto ya estaba casi listo. “Directo y efectivo: así es como debería ser siempre la relación cliente-arquitecto”, sonríe Schumacher. Edwin, ayudante en el estudio, les ayudó con los detalles. Finalmente, el carpintero Volker Hein llevó a cabo el kit completo (se puede pedir online y vale 8.500 euros).
El equipo lo ha completado Helen, la madre de Clara, que se ha encargado de pensar todo el interiorismo; Andreas, un vecino, encargado de la parte más pensada y dura y el manejo de los materiales; y, finalmente, la abuela, de 85 años, que fortaleció al equipo durante toda la construcción con sus deliciosas comidas.
El equipo lo ha completado Helen, la madre de Clara, que se ha encargado de pensar todo el interiorismo; Andreas, un vecino, encargado de la parte más pensada y dura y el manejo de los materiales; y, finalmente, la abuela, de 85 años, que fortaleció al equipo durante toda la construcción con sus deliciosas comidas.
Gracias a la cooperación perfecta entre las tres generaciones, la casa árbol estuvo acoplada entre los viejos abedules tras solo unos pocos días. ”Solo una vez, colgado de las ramas y mientras buscaba un destornillador en mi bolsillo, lo pasé algo mal”, ríe Schumacher.
El material de construcción básico utilizado fue WISA-Spruce: paneles de contrachapado de abeto. “Es un material sólido y económico, pero muy estético también”, dice. Tres hojas curvadas de vidrio acrílico forman las paredes. “Esto ahorra peso y hace que la casa del árbol sea casi transparente. Las grandes superficies de vidrio acrílico permiten una vista hermosa de los alrededores”, continúa el arquitecto. La casa árbol está cubierta por una lona verde y, por lo tanto, se mimetiza con el entorno natural.
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El material de construcción básico utilizado fue WISA-Spruce: paneles de contrachapado de abeto. “Es un material sólido y económico, pero muy estético también”, dice. Tres hojas curvadas de vidrio acrílico forman las paredes. “Esto ahorra peso y hace que la casa del árbol sea casi transparente. Las grandes superficies de vidrio acrílico permiten una vista hermosa de los alrededores”, continúa el arquitecto. La casa árbol está cubierta por una lona verde y, por lo tanto, se mimetiza con el entorno natural.
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Para que la casa no dañe los troncos apenas se ha anclado con unas fuertes cuerdas de acero.
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La casa tiene unos 12 metros cuadrados y es de planta cuadrada. “La superficie de la casa se basa en de un colchón de 2 x 2 metros, que se ha girado 45 º y, de ese modo, permite que quepa un banco pequeño a su alrededor –dice Schumacher. El colchón fue, desde el principio, la medida de la casa, como en la casa tradicional japonesa lo es el tatami”, afirma.
“Siempre hay alguien en la casa. A veces, incluso pasamos la noche allí. Cuando las estrellas centellean a través de las hojas, las ramas crujen y el sol y los pájaros te despiertan por la mañana; entonces te das cuenta de que esta casa es tan encantadora como la de los Marsupilamis”, dice Schumacher.
“Para nosotros, la casa árbol de Clara no es solo eso. Es, además, una pequeña pieza arquitectónica para el jardín, donde tanto niños como adultos disfrutan”, concluye Schumacher.
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Quien juega aquí: Clara con amigos y familiares
Superficie: 12 metros cuadrados
Situación: Solingen, Renania del Norte-Westfalia, Alemania
Proyecto: Schneider + Schumacher
Fotografía: Helen Schiffer
“Queríamos pasar dos semanas con mi madre en Solingen”, dice Michael Schumacher. “Así que tuvimos exactamente 14 días para construir la casa del árbol”. Los planos, diseños y secciones, así como el aprovisionamiento de materiales, se hizo antes del viaje.
Las primeras ideas tangibles para la casa árbol de Clara se crearon cuando padre e hija se sentaron a comer en un restaurante de sushi. “Como el peluche favorito de Clara es un Marsupilami, nos inspiramos en las casas en los árboles de estos divertidos personajes de dibujos animados –dice Schumacher–. También debería ajustarse de forma natural entre los árboles”.