Casas del mundo
Visita privada: Una casa de campo con 100 años de historia
Tres generaciones de una misma familia han cumplido su sueño de mudarse a una casa en las colinas al norte de Auckland, Nueva Zelanda.
Muchos de los que vivimos a diario el bullicio de la ciudad soñamos a menudo con hacer las maletas y mudarnos a un lugar tranquilo en el campo. Esto era lo que anhelaba la pareja formada por Paul y Lee Smith. Ambos crecieron en una zona residencial de North Shore (Auckland, Nueva Zelanda). Ya de adultos, soñaban con mudarse al campo, en particular, a una antigua casa con un terreno de 10 hectáreas. Aunque tuvieron que ahorrar durante seis años para poder pagar la entrada, finalmente hicieron su sueño realidad. “Entonces comenzó el verdadero trabajo”, asegura Lee.
Paul y Lee trabajaron intensamente para crear el hogar que siempre habían soñado. “Esta casa es nuestro refugio, donde huimos del bullicio del trabajo o el colegio y del ajetreo diario. Además, no está lejos de la ciudad, por lo que podemos acercarnos enseguida para comprar cualquier cosa. Eso sí, se encuentra lo suficientemente metida dentro de una zona rural como para sentir la paz del entorno”, comenta Lee. “Nos fascinan todos los sonidos y los olores, así como la tranquilidad que nos transmiten”.
La pareja optó en su decoración por una paleta de colores grisáceos neutros para el salón principal. Lee dice que, aunque ella no se decanta por un estilo decorativo en particular, sí quería que el espacio presentara una atmósfera acogedora, donde sus hijos vivieran de la manera más cómoda posible. Ella misma se encargó de comprar los muebles, ya fuese en tiendas de segunda mano o sitios web como Trade Me.
Delante del sofá se encuentra esta preciosa chimenea tradicional. Antes de la reforma, un tono marrón oscuro imperaba en las paredes del salón, así que Lee decidió cambiar el color con pintura a la tiza de Annie Sloan.
Todas las claves para reformar una casa de campo
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La mesa del comedor, de French Country, y el sofá, de The Design Store, son algunos de los muebles que más le gustan a Lee de toda la casa. “Son las únicas dos piezas totalmente nuevas que he comprado”, puntualiza.
La mecedora del salón es, por otro lado, una de las adquisiciones de segunda mano preferidas de la pareja, pues fue el resultado de una broma entre ambos. Como mucha gente se burlaba de Paul por haberse mudado al campo, Lee le compró esta típica silla de granjero para que se sentara en el porche. Después, le regalaron también una pipa. Antes de mudarse, Paul y Lee quitaron toda la moqueta vieja que había en la casa y restauraron el suelo con kauri original. Asimismo, pintaron todo el interior. “No es nada fácil cuando el techo está a tres metros de altura”, comenta Lee. También han pintado hace poco la parte exterior de la casa.
La cocina conecta con la sala de estar a través de una gran abertura panorámica. Esta estancia es lo próximo que querrían renovar.
Durante los meses fríos del año, a la familia le gusta pasar el tiempo delante de la chimenea de la segunda sala de estar. Aquí, reemplazaron las ventanas originales por puertas francesas que dan a un porche cubierto, fruto de un meticuloso trabajo llevado a cabo por Paul, que dedicó durante un año todas las tardes y fines de semana a su construcción.
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Cerca de la segunda sala de estar, se encuentra el dormitorio de Paul y Lee, una luminosa estancia que también conecta con el porche a través de puertas francesas.
En verano, la zona de la veranda es la preferida de Lee, donde le gusta pasar el rato leyendo un buen libro.
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Los niños también tienen su propio espacio. En el dormitorio de Ruby predomina el rosa, su color preferido.
A Riley le gusta retirarse a su dormitorio después de haber ayudado a sus padres con las tareas del campo, algo que le encanta.
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La pareja suele reunir a la familia y a sus amigos en la parte exterior de la casa, donde se sientan alrededor de esta mesa de comedor que ha construido el propio Paul. “Quería que fuese lo suficientemente amplia como para poder sentar a diez personas. Así, en verano podemos estar en el porche con nuestros amigos y familiares, al tiempo que disfrutamos de las excelentes vistas del campo”, comenta Lee.
Cuando se mudaron, el jardín estaba imposible, por lo que Paul y Lee tuvieron que trabajar mucho en él para hacer que volviese a cobrar vida. “Estaba repleto de maleza, neumáticos, cables, cadáveres de animales, herramientas y basura. Cuando creíamos que ya lo habíamos visto todo, aparecía algo mucho más sorprendente que lo anterior”, comenta Lee.
La familia saca, además, el máximo partido al terreno que rodea la casa, donde crían animales y cultivan un huerto. Diecisiete ovejas, doce corderos y dos vacas pastan alrededor de la casa. Todos los años, incluso, la familia cría corderos huérfanos procedentes de una granja vecina. “Los corderos del año pasado se llamaban Turbo y Skittle”, dice Lee.
La familia saca, además, el máximo partido al terreno que rodea la casa, donde crían animales y cultivan un huerto. Diecisiete ovejas, doce corderos y dos vacas pastan alrededor de la casa. Todos los años, incluso, la familia cría corderos huérfanos procedentes de una granja vecina. “Los corderos del año pasado se llamaban Turbo y Skittle”, dice Lee.
Lee se encarga de cultivar el huerto, así que la familia disfruta de ensaladas y vegetales propios. También esperan poder criar algún día gallinas y tener huevos frescos. Además, dependiendo de la época del año, cuentan con entre 20 y 25 colmenas que producen miel.
Los Smith valoran mucho el tiempo en familia. Por eso, la madre de Lee, Meimmie Prins, vive con ellos en otro apartamento de dos dormitorios que se encuentra en el mismo terreno. Esta casa fue diseñada por 1880 Cottage Company y construida por Sumner Construction. “Siempre quisimos que mi madre viviera con nosotros, especialmente, mientras los niños estuvieran creciendo”, comenta Lee.
Meimmie ha decorado su casa con su estilo personal. El color beige es el gran protagonista del salón, desde el cual disfruta de la belleza del paisaje rural que la rodea. Riley y Ruby suelen acercarse a casa de la abuela muy a menudo para estar con ella, pasan el día juntos y Ruby incluso se queda los viernes a dormir con ella.
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La vivienda se adapta perfectamente a las necesidades de la abuela, que trabaja media jornada en una clínica oftalmológica. Así, aunque vive muy cerca de su familia, tener un espacio propio le permite disfrutar de su propia independencia.
Eso sí, una vez a la semana, organizan una noche de cine en la casa principal, donde se reúne toda la familia, incluida la abuela.
“Nos encanta que, a medida que crecen, nuestros hijos puedan jugar al aire libre, aprender cosas sobre los animales, cultivar verduras y montar en bicicleta libremente”, comenta Lee respecto a la vida en el campo.
Cumplir su sueño ha supuesto mucho esfuerzo por parte de Paul y Lee, pero al final han sido capaces de crear un hogar perfecto para ellos. “Muchos vecinos nos han felicitado por la reforma. Nos dicen que hemos hecho que la casa haya vuelto a cobrar vida, además de haber recuperado también el terreno”, comenta Lee.
CUÉNTANOS…
¿Qué es lo que más te ha gustado de esta casa en el campo en Nueva Zelanda? Comparte tu opinión en los comentarios.
Cumplir su sueño ha supuesto mucho esfuerzo por parte de Paul y Lee, pero al final han sido capaces de crear un hogar perfecto para ellos. “Muchos vecinos nos han felicitado por la reforma. Nos dicen que hemos hecho que la casa haya vuelto a cobrar vida, además de haber recuperado también el terreno”, comenta Lee.
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Quién vive aquí: Paul y Lee Smith con sus hijos, Riley (6) y Ruby (2), además de su Fox Terrier y la madre de Lee, Meimmie Prins, que vive en un apartamento separado dentro de la misma finca
Situación: Wainui, Nueva Zelanda
Superficie: Tres dormitorios y un baño
Esta vivienda con un siglo de antigüedad fue en su día una granja y después estuvo varios años en alquiler, razón por la cual se hallaba en un estado bastante deteriorado. De hecho, durante el año que dedicaron a su restauración, tuvieron que lidiar con un obstáculo importante: la estructura no se encontraba nivelada. Además, la casa había ido sumando capas y elementos a lo largo de los años que había estado alquilada. Según explica Lee, “esto llegaba a sacar un poco de quicio a Paul”, ya que es ingeniero mecánico y le gusta que todo esté perfectamente definido.
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