Jardín de la semana: Una enorme finca de castaños y frutales

La Lobera de Gredos, en Ávila, cuenta hasta con 'camas' de piedra natural para mirar las estrellas.

Covadonga Gala Miranda 16 de septiembre de 2017

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Estamos junto al Parque Regional de La Sierra de Gredos y a solo una hora y media de Madrid. Aquí reinan las encinas, castaños, robles, la umbría fresca, los colchones de hojarasca y las grandes rocas de granito con musgo en su cara norte. La Lobera de Gredos, además de una enorme finca, es un paraíso con zonas ajardinadas y otras aún por colonizar. Luz y Enrique viven aquí desde el año 1999, cuando decidieron, como quien dice, cambiar de vida.

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De un vistazo
Quién vive aquí: Luz Domínguez y Enrique Repiso, psicólogos y responsables de la iniciativa A Cielo Abierto Gredos; su hijo, Daniel y la perra Lobi
Situación: Arenas de San Pedro, Ávila
Superficie: 140.000 metros cuadrados

“Vendimos nuestra casa, de 450 metros cuadrados y perfectamente equipada y confortable, para dar el salto al campo”, cuenta Luz. Desde hace poco, alternan temporadas entre esta casa y la que tienen en Arenas de San Pedro para que su hijo Daniel, de 18 años, pueda relacionarse con chicos de su edad. La pareja tiene otros dos hijos mayores que también pasan largas temporadas en la finca.

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Cuando llegaron, Luz y Enrique, comenzaron por construir su casa. Luego, poco a poco, fueron levantando otras de menor tamaño donde alojar a los asistentes a sus cursos de Ecopsicología: una rama de la psicología que busca fomentar nuestra conexión con la naturaleza.

En la finca hay cinco casas pequeñas –Cerezo, Castaño, Roble, Olivo y Madroño– y dos viviendas grandes: la Central y la casa rural de alquiler El Hogar de Gredos, donde pueden dormir hasta 18 personas.

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Así pues, La Lobera es una finca enorme –140.000 metros cuadrados– con numerosos endemismos, autóctonos y naturalizados. Entre ellos, destaca la perenne –y tóxica– dedalera o digital (Digitalis purpurea), con bonitas flores en forma de dedales.

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Desde el balcón preferido de Luz, con verja de un herrero de la zona, se ven la sierra de Gredos, Los Galayos y un Robinia pseudoacacia carnea con las flores en rosa intenso. “Es uno de mis árboles favoritos de la finca”, confiesa la dueña.

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Todas las casas de la finca tienen un estilo arquitectónico similar, con la piedra como protagonista. Esta, de hecho, y con una celinda en flor (Philadelphus coronarius) cubriendo la fachada, fue bautizada como Cerezo y construida por los propios dueños. Obviamente, a su alrededor vemos cerezos (Prunus avium), albaricoqueros (Prunus armeniaca) y un enorme limonero (Citrus limon).

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La piscina, con una cascada para oxigenar el agua, cuenta con un sistema de depuración natural a base de sal marina. Es de uso de todo el complejo y está situada en una zona común.

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En las rocallas del jardín han aparecido cantuesos de flor blanca, rara avis dentro de las aromáticas españolas. Lavanda y salvia son otras dos de las aromáticas que están más presentes.

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Uno de los mayores atractivos de La Lobera son las tres charcas comunicadas en distintos niveles, nacidas del manantial que hay dentro de la propiedad. Están situadas entre dos casas, Cerezo y Madroño, junto al camino que lleva a la zona de los frutales.

En el estanque hay nenúfares blancos, rosas y amarillos, calas y cañas. Entre las aves que merodean esta zona de la finca están las garzas reales, cigüeñas negras, águilas reales, milanos y buitres que vienen a comer las ranas del estanque. También, corzos, tejones, jabalíes y zorros. ¡Ah!, y no olvidemos a la pareja de patos salvajes que han pasado el verano.

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Luz y Enrique ponen nombre no solo a las casas, sino también a muchos de los rincones de su finca. En la imagen, un detalle del Jardín de los Sentidos: el más grande de La Lobera y donde hay especies comestibles como el Lupinus albus o altramuz, con las flores en espigas rosas y azules (en la imagen)

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Uno de los rincones más particulares de la finca es este enclave lleno de enormes piedras con cuarzo y feldestato, que acumulan calor durante el día –de noche, se convierten en improvisadas camas templadas donde tumbarse a mirar las estrellas.

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La Lobera de Gredos casi se autoabastece en energía gracias a unas placas fotovoltáicas.

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La poda de los frutales es baja, para recoger el mayor número de frutos –granados, cerezos, ciruelos y cítricos. En la imagen, la casa rural El Hogar de Gredos.

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Otra de las protagonistas de este paisaje de Gredos es la jara con manchas rojas (Cistus ladanifer). El nombre de ladanifer alude a la producción de ládano, utilizado en la fijación de perfumes y que le da ese aspecto pegajoso.

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La mejor manera de despedirse de La Lobera de Gredos es dando un paseo a media tarde hasta el río Ricuevas en compañía de la perra de la casa, Lobi, y rodeados de pinos, robles y castaños.

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