Jardín de la semana: Un verano entre naranjos en Castellón
Recuerdos familiares y un jardín espectacular se entremezclan en la casa cerca de Castellón de esta profesora jubilada.
Covadonga Gala Miranda
14 de julio de 2018
Genoveva Boix es la dueña de este maset, que su padre compró a mediados de los 50. Un maset es una pequeña construcción típica del levante español, donde huir del calor del largo verano, que suele contar con un gran huerto, generalmente lleno de naranjos. En este, pegado a Castellón y al Mediterráneo, Genoveva reconoce haber sido, y seguir siendo, “completamente feliz”.
De un vistazo
Quién vive aquí: Genoveva Boix Salvador: profesora jubilada de literatura del Instituto Francisco Ribalta de Castellón, y sus tres perras: Kira, Nit y Sami
Situación: Castellón de la Plana
Superfice: Unos 2.000 metros cuadrados
“Mi padre compró el maset en 1955: cincuenta años después de su construcción. Estuvimos veraneando aquí desde 1955 hasta 1985, año en el que nos fuimos a un apartamento en Benicàssim, según la moda del momento. Mi padre fue el que plantó muchos de los naranjos que todavía se conservan; el resto los planté yo hace ya años”, cuenta Genoveva.
Deshabitada durante muchos años, la casa se fue deteriorando. “Hice una pequeña reforma en 1997 para hacerla más cómoda. Cuando falleció mi padre, me vine a vivir aquí y no me arrepiento porque soy feliz con mi huerto, mis plantas y mis tres perritas”, continúa.
Quién vive aquí: Genoveva Boix Salvador: profesora jubilada de literatura del Instituto Francisco Ribalta de Castellón, y sus tres perras: Kira, Nit y Sami
Situación: Castellón de la Plana
Superfice: Unos 2.000 metros cuadrados
“Mi padre compró el maset en 1955: cincuenta años después de su construcción. Estuvimos veraneando aquí desde 1955 hasta 1985, año en el que nos fuimos a un apartamento en Benicàssim, según la moda del momento. Mi padre fue el que plantó muchos de los naranjos que todavía se conservan; el resto los planté yo hace ya años”, cuenta Genoveva.
Deshabitada durante muchos años, la casa se fue deteriorando. “Hice una pequeña reforma en 1997 para hacerla más cómoda. Cuando falleció mi padre, me vine a vivir aquí y no me arrepiento porque soy feliz con mi huerto, mis plantas y mis tres perritas”, continúa.
La mayor parte del jardín está en la parte de delante. Detrás, al menos la mitad del terreno lo ocupan naranjos y algún otro árbol frutal; la otra mitad es para el jardín y la casa, además de un pequeño huerto.
Desde el portón de acceso, este es el camino que conduce a la casa. Unas frondosas moreras de hoja de plátano (Morus kagayamae) aportan sombra. Al fondo, el porche de entrada a la casa es el lugar idóneo para disfrutar de largas tardes al fresco.
Desde el portón de acceso, este es el camino que conduce a la casa. Unas frondosas moreras de hoja de plátano (Morus kagayamae) aportan sombra. Al fondo, el porche de entrada a la casa es el lugar idóneo para disfrutar de largas tardes al fresco.
El maset fue construido en 1905, en pleno modernismo. Lo mejor de la casa es la cerámica valenciana del porche y los suelos, que son de pavimento hidráulico. También destacan las maderas usadas en toda la casa: cerezo y ambero (ámbar procedente de la orilla del Mediterráneo levantino).
“Hace 60 años el jardín tenía rosales, margaritas y zinnias y una mimosa enorme, preciosa. El limonero que tengo todavía y al que tanto quiero también lo plantó mi padre hace casi 60 años. De los rosales sólo conservo unos pocos. Recuerdo también dos cerezos, debajo de los cuales estudiaba en mi época de bachillerato y que ya no están. He plantado uno nuevo en recuerdo suyo”, dice Genoveva.
Descubre la sección ‘Exterior’ de la Revista Houzz España
“Hace 60 años el jardín tenía rosales, margaritas y zinnias y una mimosa enorme, preciosa. El limonero que tengo todavía y al que tanto quiero también lo plantó mi padre hace casi 60 años. De los rosales sólo conservo unos pocos. Recuerdo también dos cerezos, debajo de los cuales estudiaba en mi época de bachillerato y que ya no están. He plantado uno nuevo en recuerdo suyo”, dice Genoveva.
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Desde este año, cuenta con este estanque con nenúfares blancos y amarillos (Nymphaea alba), que son su pasión, y muchos peces, en su mayoría carpas doradas y rojas (Carassius auratus).
También desde este año ha puesto césped, que por cierto ha sufrido lo indecible por el calor y por la ausencia de la dueña, que ha recorrido Argentina de cabo a rabo visitando a algunos amigos.
También desde este año ha puesto césped, que por cierto ha sufrido lo indecible por el calor y por la ausencia de la dueña, que ha recorrido Argentina de cabo a rabo visitando a algunos amigos.
Genoveva reconoce que su jardín no es un jardín ordenado, que nadie lo ha diseñado. Ella misma ha ido colocando las distintas especies según le ha ido gustando.
Como decíamos, la mitad de los 2.000 metros cuadrados de terreno lo ocupan naranjos y algún otro árbol frutal. “Tengo un cerezo, dos perales muy antiguos, pero que siguen dando frutos. Este año he plantado un ciruelo que ya ha dado algún fruto”, dice.
Reconoce que la época que más le gusta es cuando los naranjos están en flor y el aroma del azahar se extiende por todas partes. En la finca hay una alberca en la que recuerda que se ella, su hermano y los vecinos se bañaban de niños.
Encuentra información útil e inspiración en la sección ‘Flores y plantas’ de la Revista Houzz España
Reconoce que la época que más le gusta es cuando los naranjos están en flor y el aroma del azahar se extiende por todas partes. En la finca hay una alberca en la que recuerda que se ella, su hermano y los vecinos se bañaban de niños.
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En el jardín posterior, encontramos un soberbio caqui o palosanto (Dyospiros kaki) y un laurel (Laurus nobilis) que Genoveva y su padre plantaron juntos. Más reciente es el platanero (Musa paradisiaca) y el magnolio (Magnolia grandiflora), que la dueña ha plantado este año y que ya ha dado flores. “Me encantan las flores rosadas del prunus que también tengo en la zona posterior, así como un tipo especial de hibiscus. También tengo una parra muy antigua que me da sombra al saloncito”, cuenta Genoveva.
En este jardín se recurre a un sistema de riego antiguo, que consiste en echar el agua ‘a manta’; es decir, anegar el terreno. Una vez al mes, el agua extraída de los pozos fluye por las acequias. Ya dentro de la finca se distribuye por regueros.
A Genoveva le encanta sentarse a leer en este banco de teca a la sombra de un caqui o palosanto de madera de ébano (Dyospiros). “Me gusta toda la literatura clásica; la novela del siglo XIX y XX y la novela hispanoamericana. Mis autores preferidos son Valle-Inclán, Antonio Machado y Gabriel García Márquez”, cuenta. A Genoveva le pedimos que nos diga qué libros ha leído últimamente. “La mujer en la ventana, de A J Finn; Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, de Stefano Mancuso; y Patria, de Fernando Aramburu.
Esta flor tan atractiva es la bandera española o lantana (Lantana camara): una especie aromática y muy resistente.
La gran mayoría de las plantas del jardín las ha plantado la dueña informándose aquí y allá sobre cómo hacerlo. Casi todas son de clima Mediterráneo, ya que apenas llueve en esta zona costera. “Tengo una celinda, una de mis favoritas; daturas rosada y morada doble; una mimosa; rosales de varios colores; helechos; cicas; margaritas; aves del paraíso; geranios; lantanas y la pasiflora roja del arco de entrada”, cuenta.
La gran mayoría de las plantas del jardín las ha plantado la dueña informándose aquí y allá sobre cómo hacerlo. Casi todas son de clima Mediterráneo, ya que apenas llueve en esta zona costera. “Tengo una celinda, una de mis favoritas; daturas rosada y morada doble; una mimosa; rosales de varios colores; helechos; cicas; margaritas; aves del paraíso; geranios; lantanas y la pasiflora roja del arco de entrada”, cuenta.
A Genoveva le encanta viajar. La jaula se la trajo de Túnez.
También nos habla de su madre, que falleció hace tiempo, y que bordaba muy bien y le inculcó el gusto por las labores: el punto de cruz, el ganchillo y bordar tul, “que es lo que más me relaja ahora”, dice. También restaura muebles, pinta sobre tela y madera… “Mi padre –que también fue maestro– era un manitas. Creo que tengo cierta vena artística heredada de los dos”, asegura.
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¿Qué es lo que más te gusta del jardín de Veva Boix en Castellón? ¿Cuáles son tus recuerdos más bonitos de verano? Esperamos tus comentarios
También nos habla de su madre, que falleció hace tiempo, y que bordaba muy bien y le inculcó el gusto por las labores: el punto de cruz, el ganchillo y bordar tul, “que es lo que más me relaja ahora”, dice. También restaura muebles, pinta sobre tela y madera… “Mi padre –que también fue maestro– era un manitas. Creo que tengo cierta vena artística heredada de los dos”, asegura.
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Precioso! Soy de Castellón y me recuerda a la alquería de mis abuelos y a tantas edificaciones que hay por la zona. Muy bien rehabilitado ha sabido guardar la esencia que en otras casas se ha perdido. Enhorabuena!
Susana Rius, estar en el Maset de Veva te transporta en el tiempo.
Hermosa casa … me recuerda la casa de mi abuelito en el campo..Amo el campo y lucho también por mantener mis raíces..con una pequeña casa en medio de un cacaotal.. cómo él tenía lo suya.. Mil bendiciones por mantener firme su esencia..