Jardín de la semana: Tertulias y flores azules en la Sierra de Madrid

Visitamos un vergel donde no faltan el aire fresco serrano ni las reuniones entre amigos... e incluso una magnífica colección de cactus.

Covadonga Gala Miranda 14 de agosto de 2016

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Eugenio Montero compró en 1990 en Torrelodones, un pueblo a las afueras de Madrid a un paso de la Sierra, una casa en una parcela que se encontraba llena de malas hierbas, cascotes, trozos de ladrillos y hasta pegotes de cemento. Él visualizaba ahí, sin embargo, un hermoso jardín. Tras una reorganización del terreno, y con la ayuda del paisajista Luis Miguel Robles, hoy tiene un jardín repleto de atractivos escondidos, incluido Kuhn: un gato gigante de la raza Maine Coon que aparece y desaparece saltando por la valla del jardín contiguo casi cada día. Disfruta de un paseo por este fabuloso jardín del que resulta difícil imaginar tan decrépito pasado.

Covadonga Gala

De un vistazo
Quién vive aquí: Eugenio Montero, licenciado en Derecho y funcionario en el Servicio de Información y Comunicación del Imserso. También, poeta
Situación: Torrelodones, Colonia de la Estación, Madrid
Superficie del jardín: 200 metros cuadrados
Dato curioso: Eugenio colecciona minerales: desde columnas gigantescas de cuarzo rosa a ágatas perfectas, pasando por níqueles simétricos

En este jardín pasaban largas temporadas los padres de Eugenio. Tanto, que hoy le parece que el cabeza de familia se encuentra presente entre las flores, “como una brisa”. Era él quien le ayudaba con el mantenimiento del jardín. Ahora, cuenta con la ayuda de su amigo Santi. Eugenio tiene una moderna instalación de riego por difusión, además de cortacésped de última generación. Sin embargo, a él lo que le va es el cuidado personal del jardín. Lo comprobamos in situ mientras, tijeras en mano, le da un toque a las adelfas (Nerium oleander), en este momento del año en plena floración.

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Lo primero que hizo Eugenio para sacar de su decadencia a la parcela fue encargar a una empresa un movimiento de tierras a dos niveles para el terreno. Tras el relleno de tierra vegetal pertinente, habló con el paisajista Luis Miguel Robles para la elección de especies y el diseño. En la imagen, un gran cedro del Himalaya (Cedrus deodara).

Para ganar en habitabilidad y conseguir un relieve más atractivo, el propietario creó dos niveles de pendiente suave, casi llanos, unidos por una original escalera de césped. De este modo, en el jardín de Eugenio no se divisa el final y la sensación de amplitud es manifiesta.

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En este rincón, el azul intenso de las hortensias (Hydrangea macrophylla) contrasta con, en segundo plano, el tono algo más claro de los agapantos o flor del amor (Agapanthus africanus). La idea de plantar flores en estos tonos en las inmediaciones de una Conífera azul –Picea pungens, abajo a la izquierda–, llama al relax contemplativo.

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El agapanto (Agapanthus africanus) es, de hecho, uno de los protagonistas del jardín: “Una planta de las importantes”, en palabras del Eugenio. Posee largas varas florales que pueden alcanzar el metro o metro y medio de altura. En la imagen vemos sus corimbos llenos de flores tubulares y acampanadas. Las hojas son largas, con un follaje intenso y compacto, y las raíces tuberosas. Fáciles de dividir, el agapanto tiene hojas todo el año y son perfectos para cubrir el suelo, siempre y cuando no haya caracoles, el azote de esta planta.

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El ascenso hacia la casa desde la base de la piscina está presidido por esta asociación de higuera (Ficus carica), glicinia (Wisteria sinensis) y picea gris azulada (Picea pungens Kosteriana Glauca). Sombra y protección quedan aseguradas gracia a la pareja que forman el gran cedro del Himalaya (Cedrus deodara) y un tilo de hoja dorada (Tilia platyphyllos), abundante en esta zona de Madrid.

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“Por su belleza, tengo especial admiración por las rosas y las dalias grandes (en la imagen); también me gustan las gerberas”, nos cuenta Eugenio. “Sin embargo, siento un gran agradecimiento por los pensamientos –sufridores de heladas–, por las petunias y las sencillas alegrías de la casa. He descubierto que flores muy pequeñas, reunidas en grandes grupos, pueden ser más espectaculares que las flores mastodónticas”, reflexiona Eugenio.

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Ahora llega el turno de esta preciosa clemátide azul (Clematis jackmanni). “Necesita mantener sus pies frescos (raíces) y las flores al sol (copas)”, cuenta su dueño. En efecto, conviene sombrear los cuellos de estas trepadoras de flores estrelladas que, en el vergel de Eugenio, cubren el acceso a la terraza desde la piscina.

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La piscina se depura con un método natural y ecológico: sal común. A principios de temporada, Eugenio le añade sal en sacos al agua (10-12 sacos de 25 kg). Un filtro especial provoca la electrólisis del mineral, pasando el cloro al cátodo y evaporándose el sodio. El cloro natural, así obtenido, vuelve al vaso de la piscina para desinfectar el agua de forma suave, efectiva y económica.

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La depuradora de la piscina vierte el agua al vaso a través de una cascada. Esto facilita la oxigenación del agua y genera un relajante murmullo. Completan el escenario una palmera datilera (Phoenix dactylifera), petunia (Petunia hybrida), verónica (Hebe andersonii), vinca pervinca (Vinca major), y una yuca (Yucca filamentosa). Todas, abriendo camino a la fastuosa y olorosa madreselva (Lonicera japonica).

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Junto a una hortensia por fin conocemos a Kuhn, el gato del vecino y compañero habitual de Eugenio durante sus ratos en el jardín.

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Además de minerales, Eugenio Montero colecciona cactus. Los mantiene y cuida junto a una ventana orientada a mediodía y sobre una plataforma específica. Entre la familia Cactáceas, vemos buenos ejemplares de Cereus peruvianus “Monstrosus”, Carnegia gigantea, además de Opuntias varias. Entre la familia Crasuláceas, Sedum morganianum, Echeveria glauca o Agave attenuata, entre otros.

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De los árboles cuelgan cajas-nido que favorecen la presencia –y reproducción– de autillos, carboneros, verdecillos y un largo etcétera de aves. Eugenio rellena cada casita con paja o espuma, además de granos y pienso para comer. Aquí vemos una en un tilo dorado o común (Tilia platyphyllos).

Este agradable jardín es el escenario perfecto para las reuniones gastronómicas y literarias que organiza su dueño. El hermano de Camilo José Cela, el antiguo embajador de Ghana, quien fuera corresponsal de El País en Berlín cuando la caída del Muro o el Conservador del Museo de Ciencias Naturales, entre otros muchos, son algunos de sus invitados habituales.

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PRO

Covadonga Gala

Hay jardines cuyos reportajes salen solos. El de Eugenio Montero es uno de ellos por su belleza y por la hospitalidad de su dueño. Entrar en el espacio de este hombre entrañable, ha sido un maravilloso placer, en un sábado de verano.

1 me gusta 4 de septiembre de 2016 a las 11:24 h