Jardín de la semana: Paraíso verde a orillas del Mar Cantábrico
Las alineaciones de coníferas palian el viento “nordés” en esta casa con jardín de abedules y rododendros en Asturias.
Covadonga Gala Miranda
4 de junio de 2016
La casa con jardín de nuestra protagonista, Joaquina Ovalle Garrido, es al tiempo un coqueto hotel rural. Está situada en el Cabo Busto, en Asturias, donde sopla el más fuerte de todos los vientos del Cantábrico: el Noroeste. Sin embargo, su jardín de casi 3.000 metros cuadrados es un paraíso en el que, gracias a los setos y arbustos que lo cercan, se encuentra refugio. ¿Los protagonistas? Además de los tres enormes abedules (Betula pendula), los rododrendos blancos (Rhododendron yunannense), buganvillas y las hortensias (Hydrangea macrophylla), una garza que, últimamente, se pasea por el estanque… para comerse los peces.
De un vistazo
Quién vive aquí: Joaquina Ovalle Garrido –dueña del Hotel Rural Cabo Busto– y su marido Francisco, marino mercante jubilado con dos aficiones: las motos y su jardín.
Situación: Cabo Busto, entre Luarca y Cudillero, Asturias.
Superficie del jardín: 2.700 metros cuadrados.
Dato curioso: Los tres abedules –Joaquina posa en la imagen en uno de ellos– tienen ya 30 años. Fueron recogidos por el matrimonio cuando no llegaban ni al medio metro. Estaban junto a la estación de ferrocarril, en Busto. “Transportamos los tres ejemplares sobre una pequeña moto que conducía mi marido. Yo los llevaba en brazos”, cuenta. Hoy, el blanco de su inconfundible corteza combina a la perfección con el verde césped norteño.
Hasta hace no tanto, mientras Francisco viajaba durante seis meses por alta mar, Joaquina era quien se ocupaba de podar setos, segar el césped y demás tareas del jardín. Ahora, con algo de artritis, le ha dejado a su hijo Fran, un apasionado del paisajismo y la jardinería, que se encargue de todo. La hotelera recibe a los visitantes junto a las especies acuáticas del estanque, cuyas raíces se confunden con los peces de colores. Detrás, un rododendro blanco, y a su izquierda una enorme camelia, un clásico de los jardines del Norte de España.
Descubre aquí miles de imágenes de jardines y patios
Quién vive aquí: Joaquina Ovalle Garrido –dueña del Hotel Rural Cabo Busto– y su marido Francisco, marino mercante jubilado con dos aficiones: las motos y su jardín.
Situación: Cabo Busto, entre Luarca y Cudillero, Asturias.
Superficie del jardín: 2.700 metros cuadrados.
Dato curioso: Los tres abedules –Joaquina posa en la imagen en uno de ellos– tienen ya 30 años. Fueron recogidos por el matrimonio cuando no llegaban ni al medio metro. Estaban junto a la estación de ferrocarril, en Busto. “Transportamos los tres ejemplares sobre una pequeña moto que conducía mi marido. Yo los llevaba en brazos”, cuenta. Hoy, el blanco de su inconfundible corteza combina a la perfección con el verde césped norteño.
Hasta hace no tanto, mientras Francisco viajaba durante seis meses por alta mar, Joaquina era quien se ocupaba de podar setos, segar el césped y demás tareas del jardín. Ahora, con algo de artritis, le ha dejado a su hijo Fran, un apasionado del paisajismo y la jardinería, que se encargue de todo. La hotelera recibe a los visitantes junto a las especies acuáticas del estanque, cuyas raíces se confunden con los peces de colores. Detrás, un rododendro blanco, y a su izquierda una enorme camelia, un clásico de los jardines del Norte de España.
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Bajo los abedules se toma el café por las mañanas. Joaquina sólo prepara desayunos para los huéspedes: prefiere tener más tiempo para poder atender mejor a su clientela y… para el jardín. Los momentos de calma en la casa sólo se ven interrumpidos cuando sopla el fortísimo viento “nordés” dominante del Cabo Busto. Los setos, altos y gruesos, permiten intimidad y crean un microclima.
Para llegar hasta la casa, uno camina sobre el pavimento que marca el “camino de Pío”, instalado por Rosendo Pío, tío de Joaquina. Está hecho a base de pizarra cortada negra; muy abundante en la zona.
Para llegar hasta la casa, uno camina sobre el pavimento que marca el “camino de Pío”, instalado por Rosendo Pío, tío de Joaquina. Está hecho a base de pizarra cortada negra; muy abundante en la zona.
Mirlos, la garza enemiga de los peces y hasta alguna nutria se suelen dejar ver. Los arbustos acidófilos –brezos (Erica), pieris (Pieris) y los arces (Acer), en la imagen–, junto a los cipreses del fondo, confieren a este paraje asturiano cierto aire toscano.
El estanque es una de las joyas del jardín. Lo ha diseñado Fran. El puente de madera esconde los peces japoneses cometa (naranjas) y koi: “Hemos tenido que colocar una red sobre el agua para evitar que una garza se los coma”, cuenta Joaquina. Áloes, juncos, árboles del amor… de todo un poco en este enclave-joya del jardín.
Joaquina confiesa que no tiene rosas en el jardín porque no le gustan demasiado. “Mi flor y planta favorita es la buganvilla. La tierra no me permite tener hortensias de color rosa, después de dos años se vuelven azules”, dice.
Buganvilla: Una trepadora que adora el mar
Buganvilla: Una trepadora que adora el mar
Este rododendro blanco (Rhododendron yunannense) es el protagonista del jardín. Se encuentra junto al estanque y da cobijo de varias colonias de mariposas.
Rododendro: El árbol de las rosas
Rododendro: El árbol de las rosas
El porche es uno de los espacios más agradables de la casa. Los clientes disfrutan cada mañana de las vistas del jardín siempre verde –aquí no hay sequías ni temperaturas extremas.
Desde aquí se puede disfrutar de los soberbios ejemplares de pieris (Pieris japonica, con brotada primaveral en rojo y flores blancas acampanadas péndulas) y fénix o palmeras datileras (Phoenix dactylifera).
Desde aquí se puede disfrutar de los soberbios ejemplares de pieris (Pieris japonica, con brotada primaveral en rojo y flores blancas acampanadas péndulas) y fénix o palmeras datileras (Phoenix dactylifera).
El verde follaje del naranjo americano (Pittosporum tobira) resalta desde cualquier punto.
Perennifolio y rústico, este gran arbusto o pequeño árbol se ha adaptado a esta jardinería atlántica.
Perennifolio y rústico, este gran arbusto o pequeño árbol se ha adaptado a esta jardinería atlántica.
Fran, hijo del matrimonio, comenzó la colección de casas de pájaros que se puede ver en el jardín confeccionando artesanalmente algunas de ellas. Hoy, las aves de la zona las usan de nido.
Decora con casitas de pájaros y crea un bucólico jardín de interior
Decora con casitas de pájaros y crea un bucólico jardín de interior
Elsa y Carmen, amigas de la familia, posan bajo una de las casas-nido de la colección. Detrás, la gran protección que brinda los setos altos y anchos de cipreses de Leyland. Como resume la propia Joaquina, los setos de coníferas contribuyen a que se pueda estar en los jardines. La villa de Busto está llena de estos árboles enormes de hojas escamosas perennes que protegen del viento y hacen la vida más agradable.
CUÉNTANOS…
¿Te ha gustado el jardín de Joaquina? Comparte tus opiniones y fotografías en nuestra sección de comentarios.
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...y para los que no temos la suerte de tener un jardín...plantas en vertical con autorriego es una buena solución http://www.citysens.com/es/
Fran, el hijo de Joaquina también esté practicando en la realización de jardines verticales.