'Haus am Horn': Aquí nació el diseño y la arquitectura moderna
La casa 'Haus Am Horn' fue el primer edificio de la Bauhaus: la famosa escuela de arquitectura, arte y diseño.
Eva Zimmermann
6 de mayo de 2018
Corre el año 1922. La I Guerra Mundial ha finalizado, pero los automóviles todavía parecen a carruajes y aún no se ha llevado a cabo el primer vuelo trasatlántico. El mundo burgués de la industrialización se va apagando y empiezan a surgir movimientos que impulsan la socialdemocracia y que van acompañados de nuevas corrientes estéticas, sobre todo en el campo de las artes, que se abren hacia la modernidad. En Alemania, en Weimar, un grupo de artistas de diversas disciplinas lleva tres años diseñando proyectos de vanguardia. Hablamos de la Bauhaus: una corriente de arquitectura, arte y diseño cuyo objetivo era reformar las artes para lograr una transformación de la sociedad hacia un modelo de vida más racional y minimalista. En pocos unos años, aquella forma de pensar y entender el arte empapó la sociedad.
Pero no todo era de color rosa. La Bauhaus nació en tiempos convulsos y desde el gobierno regional se la miraba con recelo por sus ideas progresistas y su inclinación a las vanguardias. Al ser un centro que se sostenía con recursos públicos, la escuela tenía que justificar sus resultados ante el gobierno. En 1923, el director, el arquitecto Walter Gropius, organizó una exposición que culminó con un proyecto estrella: la construcción de una casa “modelo” donde todos los estudiantes participaron en la arquitectura y el interiorismo. Así fue cómo se creó la casa ‘Haus am Horn’, así llamada por el lugar donde está ubicada: el pequeño monte Horn en la ciudad de Weimar.
Poco después, la Bauhaus se trasladó a la ciudad de Dessau por razones políticas y financieras. La casa ‘Haus am Horn’ pasó a ser de propiedad privada, pero sobrevivió al nacionalsocialismo, la II Guerra Mundial y la antigua RDA. Hoy en día, forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO, por ser el lugar en el que surgió el germen de la arquitectura moderna.
Pero no todo era de color rosa. La Bauhaus nació en tiempos convulsos y desde el gobierno regional se la miraba con recelo por sus ideas progresistas y su inclinación a las vanguardias. Al ser un centro que se sostenía con recursos públicos, la escuela tenía que justificar sus resultados ante el gobierno. En 1923, el director, el arquitecto Walter Gropius, organizó una exposición que culminó con un proyecto estrella: la construcción de una casa “modelo” donde todos los estudiantes participaron en la arquitectura y el interiorismo. Así fue cómo se creó la casa ‘Haus am Horn’, así llamada por el lugar donde está ubicada: el pequeño monte Horn en la ciudad de Weimar.
Poco después, la Bauhaus se trasladó a la ciudad de Dessau por razones políticas y financieras. La casa ‘Haus am Horn’ pasó a ser de propiedad privada, pero sobrevivió al nacionalsocialismo, la II Guerra Mundial y la antigua RDA. Hoy en día, forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO, por ser el lugar en el que surgió el germen de la arquitectura moderna.
De un vistazo
Aquí se puede ver: el primer edificio construido por la Bauhaus
Situación: Weimar, Turingia, Alemania
Superficie: 120 metros cuadrados
Arquitecto: Georg Muche
Interiorismo: estudiantes de la propia escuela, como Marcel Breuer, Gunta Stölzl y Alma Buscher
Hoy en día, suele asociarse de forma generalizada la palabra Bauhaus con arquitectura. Son conocidos los edificios de estilo Bauhaus en todo el mundo de algunos de sus arquitectos de más renombre, como Walter Gropius o Mies van der Rohe.
En sus comienzos, el fundador y director de la escuela, Walter Gropius, se propuso dotar a los estudiantes de una formación multidisciplinar. Así nos lo ha contado durante esta visita Michael Siebenbrodt, director de esta casa-museo y también del Museo Bauhaus, en Weimar: “La idea principal de la escuela era trabajar todas las disciplinas artísticas para llegar a ser un artista completo. Se trabajaba en equipo”, dice Siebenbrodt.
Aquí se puede ver: el primer edificio construido por la Bauhaus
Situación: Weimar, Turingia, Alemania
Superficie: 120 metros cuadrados
Arquitecto: Georg Muche
Interiorismo: estudiantes de la propia escuela, como Marcel Breuer, Gunta Stölzl y Alma Buscher
Hoy en día, suele asociarse de forma generalizada la palabra Bauhaus con arquitectura. Son conocidos los edificios de estilo Bauhaus en todo el mundo de algunos de sus arquitectos de más renombre, como Walter Gropius o Mies van der Rohe.
En sus comienzos, el fundador y director de la escuela, Walter Gropius, se propuso dotar a los estudiantes de una formación multidisciplinar. Así nos lo ha contado durante esta visita Michael Siebenbrodt, director de esta casa-museo y también del Museo Bauhaus, en Weimar: “La idea principal de la escuela era trabajar todas las disciplinas artísticas para llegar a ser un artista completo. Se trabajaba en equipo”, dice Siebenbrodt.
Tanta creatividad e innovación se reflejó en el proyecto ‘Haus am Horn’, que culminó la exposición de 1923. En su diseño y construcción, que se prolongó cuatro meses, estuvieron involucrados todos los estudiantes de la Bauhaus.
Estaba pensada como una casa “experimental”, donde plasmar todas las ideas de arquitectura y arte que se iban fraguando en los talleres de la escuela. La casa estaba planteada para albergar la sede principal de la escuela de la Bauhaus. Sin embargo, el resultado de las elecciones en el estado de Turingia, culminó con un gobierno conservador que redujo el presupuesto de la escuela en un 50 %. En 1925, la escuela trasladó su sede a la ciudad de Dessau, abandonando Weimar para siempre.
Estaba pensada como una casa “experimental”, donde plasmar todas las ideas de arquitectura y arte que se iban fraguando en los talleres de la escuela. La casa estaba planteada para albergar la sede principal de la escuela de la Bauhaus. Sin embargo, el resultado de las elecciones en el estado de Turingia, culminó con un gobierno conservador que redujo el presupuesto de la escuela en un 50 %. En 1925, la escuela trasladó su sede a la ciudad de Dessau, abandonando Weimar para siempre.
El diseño de la casa es obra del pintor y artista gráfico Georg Muche, profesor del taller textil en la escuela. El hecho de que no fuese un arquitecto el que diseñara la casa, refleja la vasta formación de los miembros del grupo. Muchos de los estudiantes de la escuela que tuvieron un papel importante en el proyecto de la casa, se convirtieron años más tarde en artistas de renombre, como Marcel Breuer, que diseñó los muebles del salón y de la habitación de la mujer (en aquella época era usual que un matrimonio tuviera habitaciones separadas); Marta Erps, que fabricó las alfombras; o Lálszó Moholy-Nagy, que diseñó las lámparas de la habitación masculina.
En la casa se utilizaron algunos de los materiales de construcción más innovadores de la época. En el jardín se diseñó un huerto experimental para los estudiantes. Las paredes y los techos están construidos en bloques ligeros de hormigón y grava con mampostería de doble capa. En el interior se instaló un aislante de un material llamado Torfoleum. Esta forma de construir los muros de la casa permitió que la estructura fuera más ligera, ahorró costes de transporte e hizo que la casa fuera eficiente energéticamente. “Estamos ante una de las primeras casas ecológicas de la historia. Esta forma de construcción redujo los costes de calefacción en un 50 % en comparación con otras casas de la época”, asegura el director del museo.
En la casa se utilizaron algunos de los materiales de construcción más innovadores de la época. En el jardín se diseñó un huerto experimental para los estudiantes. Las paredes y los techos están construidos en bloques ligeros de hormigón y grava con mampostería de doble capa. En el interior se instaló un aislante de un material llamado Torfoleum. Esta forma de construir los muros de la casa permitió que la estructura fuera más ligera, ahorró costes de transporte e hizo que la casa fuera eficiente energéticamente. “Estamos ante una de las primeras casas ecológicas de la historia. Esta forma de construcción redujo los costes de calefacción en un 50 % en comparación con otras casas de la época”, asegura el director del museo.
Cuando se visita la casa, uno se da cuenta de que tiene una percepción equivocada de lo que realmente supuso la Bauhaus: “La Bauhaus nunca fue un estilo arquitectónico basado en el color blanco, como hoy en día se piensa de forma generalizada. Lo que sucedía es que las revistas especializadas en arquitectura de la época publicaban los proyectos en blanco y negro hasta bien entrados los años setenta del s. XX, tal vez por eso se asocia a la Bauhaus con el color blanco, pero en realidad se apostaba profundamente por el color, como se puede ver en la casa”, asegura el director.
La distribución de los espacios en la casa recuerda a una domus romana. La vivienda se organiza en base a un núcleo central (en este caso el salón) desde el que salen las demás habitaciones. Este espacio principal ocupa la mayor parte de la vivienda (concretamente un tercio del total) y está iluminado por un ventanal tipo claraboya. Desde el salón parten todas las habitaciones de la vivienda: despacho, habitación del hombre, baño e inodoro, habitación de los niños, cocina, salón de juegos, habitación de la mujer y comedor.
En la imagen, cuadros de Paul Kother: pintor expresionista al que se le dedicó una exposición en la casa en 2016
La distribución de los espacios en la casa recuerda a una domus romana. La vivienda se organiza en base a un núcleo central (en este caso el salón) desde el que salen las demás habitaciones. Este espacio principal ocupa la mayor parte de la vivienda (concretamente un tercio del total) y está iluminado por un ventanal tipo claraboya. Desde el salón parten todas las habitaciones de la vivienda: despacho, habitación del hombre, baño e inodoro, habitación de los niños, cocina, salón de juegos, habitación de la mujer y comedor.
En la imagen, cuadros de Paul Kother: pintor expresionista al que se le dedicó una exposición en la casa en 2016
Michael Siebenbrodt (en la imagen) es presidente del Círculo de Amigos ‘Haus am Horn’ y conservador del Museo Bauhaus de Weimar. Desde pequeño convivió de cerca con el movimiento Bauhaus: “La pintora Hedwig Huschke, que participaba activamente en la escuela, fue mi primera profesora de dibujo. Cuando era pequeño siempre iba a casa de la tía Huschke, como así la llamaba. Su casa estaba llena de objetos de estilo Bauhaus que se podían usar y tocar, como las sillas o los platos”, recuerda.
Cuando era un niño, Siebenbrodt se mudó a Berlín y vivió en el barrio de Adlershof, en un complejo residencial diseñado por el arquitecto Ludwig Hilberseimer, que participaba activamente del movimiento Bauhaus. Más tarde, ya estudiando en la Universidad Martin Luther, de Halle-Wittenberg, se hizo muy amigo del pintor Conrad Felixmüller. Durante nuestra visita a la casa una de las cosas que nos llamó la atención fue su entusiasmo y pasión por esta corriente artística. En la imagen, aparece sentado en una réplica de una silla de Marcel Breuer.
La exposición que mencionábamos al principio tuvo lugar entre el 15 de agosto y el 30 de septiembre de 1923. Más tarde, la casa se vendió y tuvo varios propietarios a lo largo de los años, por lo que el mobiliario original no ha podido conservarse.
Cuando era un niño, Siebenbrodt se mudó a Berlín y vivió en el barrio de Adlershof, en un complejo residencial diseñado por el arquitecto Ludwig Hilberseimer, que participaba activamente del movimiento Bauhaus. Más tarde, ya estudiando en la Universidad Martin Luther, de Halle-Wittenberg, se hizo muy amigo del pintor Conrad Felixmüller. Durante nuestra visita a la casa una de las cosas que nos llamó la atención fue su entusiasmo y pasión por esta corriente artística. En la imagen, aparece sentado en una réplica de una silla de Marcel Breuer.
La exposición que mencionábamos al principio tuvo lugar entre el 15 de agosto y el 30 de septiembre de 1923. Más tarde, la casa se vendió y tuvo varios propietarios a lo largo de los años, por lo que el mobiliario original no ha podido conservarse.
En la imagen, el salón de la casa tal y como se presentó para la exposición. Las sillas y la mesa fueron diseñadas por Marcel Breuer.
La cocina de la casa fue diseñada por Benita Koch-Otte. La que se expone actualmente es una reproducción de la original, basada en fotografías de la época. Sin duda, la cocina supuso un auténtico hito para la época y fue precursora de las cocinas en serie. Está construida a base de módulos de armarios bajos y de pared y una encimera continua, que facilitaba un trabajo eficiente.
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Tres años después (1926), la arquitecta Margarete Schütte-Lihotzky, diseñó la famosa Cocina de Frankfurt, que supuso el comienzo de lo que hoy conocemos como cocina moderna, construida en serie, a medida y por un coste bajo. Es muy probable que se inspirase en la cocina de la casa, al verla in situ o través de fotos. La Asociación de Arquitectos Alemanes, a la que ella pertenecía, trasladó en 1923 su congreso anual a Weimar para visitar la casa ‘Haus am Horn’. Además, Adolf Meyer, que fue director de las obras en la casa, y socio de Gropius, se incorporó al proyecto Neues Frankfurt (Nuevo Frankfurt): un plan urbanístico planeado para la modernizar la ciudad de Frankfurt que se llevó a cabo entre 1925 y 1930. La participación de Meyer supuso que muchos arquitectos tuvieran una gran influencia de la Bauhaus en el proyecto de Frankfurt, como quedó plasmado en el diseño de la cocina.
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Tres años después (1926), la arquitecta Margarete Schütte-Lihotzky, diseñó la famosa Cocina de Frankfurt, que supuso el comienzo de lo que hoy conocemos como cocina moderna, construida en serie, a medida y por un coste bajo. Es muy probable que se inspirase en la cocina de la casa, al verla in situ o través de fotos. La Asociación de Arquitectos Alemanes, a la que ella pertenecía, trasladó en 1923 su congreso anual a Weimar para visitar la casa ‘Haus am Horn’. Además, Adolf Meyer, que fue director de las obras en la casa, y socio de Gropius, se incorporó al proyecto Neues Frankfurt (Nuevo Frankfurt): un plan urbanístico planeado para la modernizar la ciudad de Frankfurt que se llevó a cabo entre 1925 y 1930. La participación de Meyer supuso que muchos arquitectos tuvieran una gran influencia de la Bauhaus en el proyecto de Frankfurt, como quedó plasmado en el diseño de la cocina.
El revestimiento de las paredes de la cocina y baño no es de baldosas cerámicas, sino que se trata de placas de cristal opaco de color blanco, negro y rojo.
En la imagen, se ve al fondo la cocina, precedida por el comedor. Los suelos de la casa están fabricados en caucho. En el caso del comedor, con un sustituto del linóleo llamado Triolin. Tras la I Guerra Mundial, los recursos naturales escaseaban en Alemania y el linóleo tenía un coste muy alto, por lo que se recurrió a esta alternativa.
“Durante la exposición de 1923, se expusieron las obras de los estudiantes en la casa con una mención personal a cada uno de ellos. Una idea innovadora, pues hasta entonces lo que los estudiantes creaban era propiedad intelectual de las escuelas y universidades”, asegura el director de la casa y el museo.
La habitación de los niños fue diseñada como un espacio multifuncional. La artista Alma Siedhoff-Buscher, que en la escuela dirigía el taller de madera, creó el armario modular y también la lámpara, con una manivela incorporada que permitía subirla y bajarla. En su gran superficie de vidrio, los niños podían guardar papeles, tijeras y otros materiales. “Poco después de que Buscher diseñara la lámpara para la casa, el fotógrafo Moholy-Nagy inventó su famoso modulador de espacio y luz. Tal vez, la creación de Buscher le sirvió de inspiración, al igual que a muchos otros artistas que pasaron por aquí”, reflexiona el director de la casa-museo.
La habitación de los niños fue diseñada como un espacio multifuncional. La artista Alma Siedhoff-Buscher, que en la escuela dirigía el taller de madera, creó el armario modular y también la lámpara, con una manivela incorporada que permitía subirla y bajarla. En su gran superficie de vidrio, los niños podían guardar papeles, tijeras y otros materiales. “Poco después de que Buscher diseñara la lámpara para la casa, el fotógrafo Moholy-Nagy inventó su famoso modulador de espacio y luz. Tal vez, la creación de Buscher le sirvió de inspiración, al igual que a muchos otros artistas que pasaron por aquí”, reflexiona el director de la casa-museo.
El armario tiene un sistema de módulos a modo de juego de construcción. Este sistema modular precede al conocido Modulor de Le Corbusier. Las cajas tienen múltiples funciones: se pueden usar como silla, como pupitre o como mesa. La caja más pequeña funciona como silla para niños; en la grande se puede sentar perfectamente un adulto. El armario con ventana (a la derecha) se convierte en un teatro de marionetas. Las posibilidades de este mueble son infinitas. “Lo mejor es que no hay que explicar nada a los niños. Ellos juegan con los módulos de una manera intuitiva”, asegura el director.
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En la imagen, la sala de juegos multifuncional en la exposición de 1923. Es una obra de Alma Siedhoff-Buscher.
Michael Siebenbrodt sentado en uno de los módulos de la habitación de los niños. Como se puede ver, los módulos grandes son perfectos para adultos.
Los muebles de la habitación de los niños tuvieron tanto éxito que se produjeron en serie, en los talleres de la escuela, para algunas guarderías de Alemania. “Estuvimos buscando durante mucho tiempo muebles originales de aquella época. Hace unos años localizamos uno que ahora se encuentra en el Museo Bauhaus. Los que hay en la casa son una réplica de los originales”, cuenta el director.
En el salón, la sala de juegos y las habitaciones se instalaron ventanas basculantes de madera. En la cocina se optó por ventanas batientes: una solución que ahorraba espacio. En aquella época, las ventanas eran de vidrio simple, pero en la casa se utilizó un vidrio de doble grosor que proporcionaba un mayor aislamiento térmico.
Los estudiantes de la Bauhaus inventaron un método de colocar las bisagras de puertas y ventanas, montándolas en un tercio del ancho de la ventana. Esto permitió hacer los marcos más estrechos y las aberturas más grandes, proporcionando más luz y facilitando la limpieza de toda la ventana.
Los estudiantes de la Bauhaus inventaron un método de colocar las bisagras de puertas y ventanas, montándolas en un tercio del ancho de la ventana. Esto permitió hacer los marcos más estrechos y las aberturas más grandes, proporcionando más luz y facilitando la limpieza de toda la ventana.
En la imagen, la habitación de mujer, diseñada por Marcel Breuer, que en aquella época todavía era estudiante en la escuela. El armario a medida es el original, que se reparó completamente durante la restauración de la casa en los años 1998-99. Los módulos del armario tienen diferentes colores –dorado, rojizo o negro – para diferenciar sus usos.
En la imagen, otro plano de la habitación de la mujer en la exposición de 1923. Todos los muebles son obra de Marcel Breuer.
La bañera está revestida de paneles de cristal lacado de gran formato. Una técnica por entonces pionera y que supuso un cambio en la estética del cuarto de baño que ha perdurado hasta hoy en día. Durante la restauración de la casa en los años noventa, se encontró la bañera en muy mal estado, llena de manchas negras de humedad.
La idea de integrar las luces en la pared supuso un concepto totalmente innovador para la época. Los sistemas de iluminación que tiene actualmente la casa son los originales, todos diseñados por los estudiantes de la escuela.
El salón, concebido como núcleo alrededor del que se organizan el resto de las habitaciones, está iluminado únicamente con una ventana panorámica de claraboya. Esta iluminación tan intimista recuerda a los salones japoneses con el tatami en el suelo. La Bauhaus tuvo influencias del lejano oriente (como por ejemplo las técnicas de meditación) en algunas de sus ramas artísticas: “Los pintores Itten y Muche representaban el aspecto esotérico de la escuela. Influenciado por el lejano oriente, Itten entró en la secta Mazdaznan y trató de imponer su filosofía, pero el fundador Gropius consiguió que este pensamiento no calara entre los estudiantes”, cuenta el director del museo.
En 1924, un abogado alemán compró la casa. Más tarde, en 1938, se la vendió al Frente Alemán del Trabajo, la asociación unificada de trabajadores y empresarios durante época nazi. “El Frente Alemán del trabajo planeó construir un centro de entrenamiento para toda Alemania justo aquí y para ello querían derribar la casa”, cuenta el director. Afortunadamente, los planes cambiaron y ‘Haus am Horn’ permaneció intacta.
En el sótano se almacenan piezas y objetos antiguos de todo tipo que los diferentes propietarios de la casa habían ido acumulando a lo largo de los años. Por desgracia, no todos los que vivieron en ella comprendieron el concepto que proponía la Bauhaus y para lo que esta casa fue creada: la modernidad, el minimalismo y la racionalidad. En la imagen, el director del museo muestra uno de los curiosos embellecedores que coronan las puertas de roble: “Desde finales de los años treinta, y hasta 1945, vivió en la casa un oficial nazi que decoró los marcos de las puertas de roble con unos embellecedores rústicos al estilo del régimen”.
Tras la guerra, se expropiaron todos los edificios del nacionalsocialismo y la casa pasó a formar parte de la ciudad de Weimar. Desde principios de los años 70, y hasta 1998, la ocupó un profesor de la Bauhaus con su familia. Después pasó a ser propiedad del Círculo de Amigos de la Universidad Bauhaus de Weimar. En 2017, la casa se entregó a la fundación Klassik Stiftung Weimar.
Tras la guerra, se expropiaron todos los edificios del nacionalsocialismo y la casa pasó a formar parte de la ciudad de Weimar. Desde principios de los años 70, y hasta 1998, la ocupó un profesor de la Bauhaus con su familia. Después pasó a ser propiedad del Círculo de Amigos de la Universidad Bauhaus de Weimar. En 2017, la casa se entregó a la fundación Klassik Stiftung Weimar.
En 1996, la Bauhaus y sus obras arquitectónicas (incluida, por supuesto, la casa ‘Haus am Horn’) fueron declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. La ciudad de Weimar recibió numerosas subvenciones y la casa fue restaurada. La ciudad comenzó a enorgullecerse de haber sido la cuna de uno de los movimientos arquitectónicos y artísticos más influyentes del s. XX. En 1998, fue tomando forma la idea de construir una sede permanente, como ya se pensaba en 1923. ¿Tendrá la suficiente fuerza para hacerse realidad definitivamente?
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@silviu_olaru: :D
En los años que he vivido en Alemania ,me he dedicado a visitar e interesarme por la corriente Bauhaus. A primera vista parece algo bastante simple ,esta idea cambia cuando se piensa en que época surgió,fue una verdadera revolución ,una conmoción para las normas de aquel tiempo y sobre todo algo completamente nuevo.Recomiendo visitar en Berlin el Museo Bauhaus www.bauhaus.de/de/