Estilos del mundo: Casas en las que conviven tres o más generaciones
En algunos casos surgió como una necesidad de movilizar recursos, en otros por gusto; descubre cómo se organizan para compartir espacio.
Este artículo forma parte de una serie realizada por el equipo internacional de redactores de Houzz sobre cómo nuestra vida influye en el diseño de los hogares en todo el mundo
Hoy en día es tan común que los miembros de una familia vivan a kilómetros de distancia e incluso en diferentes continentes que reunir a todo un clan familiar puede resultar una hazaña. ¿Y si bastase con acercarse a la habitación de al lado para visitar a los abuelos? Así de fácil lo tienen estas siete familias de diversas partes del mundo, pues disfrutan de casas en las que bajo un mismo techo conviven al menos tres generaciones. Descubre cómo se organizan para hacer que la convivencia sea todo un éxito, ya que según cuentan la balanza tiende a inclinarse hacia más alegrías que disgustos.
Hoy en día es tan común que los miembros de una familia vivan a kilómetros de distancia e incluso en diferentes continentes que reunir a todo un clan familiar puede resultar una hazaña. ¿Y si bastase con acercarse a la habitación de al lado para visitar a los abuelos? Así de fácil lo tienen estas siete familias de diversas partes del mundo, pues disfrutan de casas en las que bajo un mismo techo conviven al menos tres generaciones. Descubre cómo se organizan para hacer que la convivencia sea todo un éxito, ya que según cuentan la balanza tiende a inclinarse hacia más alegrías que disgustos.
La casa es una típica construcción cántabra de piedra, con la clásica galería desde cuyo interior la familia disfruta de la luz y el sol, ya que el clima de la zona no siempre acompaña. Sin embargo, en cuanto pueden salen al jardín a celebrar largas comilonas.
Cuánto tiempo llevan viviendo juntos: “Cinco años. La casa ha pertenecido a la familia durante seis generaciones, aunque se reformó hace veinte años”, cuenta Rosalía.
Antonio y Cionín decidieron conservar las piedras originales de la casa anterior y utilizarlas para construir una vivienda más grande. También incorporaron un apartamento adosado, cuyo balcón se ve al fondo en esta foto. En un principio, ese apartamento era para el hermano de Antonio, pues no estaba casado y así los hermanos podrían vivir juntos al jubilarse. Sin embargo, al haber vivido siempre solo el hermano de Antonio no logró acostumbrarse a compartir su espacio, así que terminó mudándose a otra casa. Pasaron los años y llegó la crisis. Alberto, el hijo de Antonio, tuvo que vender su casa y se mudó con su mujer al apartamento que en principio había sido construido para su tío. Su hijo, Pablo, vive con su novia Thais en la casa principal con los abuelos Antonio y Cionín.
Cuánto tiempo llevan viviendo juntos: “Cinco años. La casa ha pertenecido a la familia durante seis generaciones, aunque se reformó hace veinte años”, cuenta Rosalía.
Antonio y Cionín decidieron conservar las piedras originales de la casa anterior y utilizarlas para construir una vivienda más grande. También incorporaron un apartamento adosado, cuyo balcón se ve al fondo en esta foto. En un principio, ese apartamento era para el hermano de Antonio, pues no estaba casado y así los hermanos podrían vivir juntos al jubilarse. Sin embargo, al haber vivido siempre solo el hermano de Antonio no logró acostumbrarse a compartir su espacio, así que terminó mudándose a otra casa. Pasaron los años y llegó la crisis. Alberto, el hijo de Antonio, tuvo que vender su casa y se mudó con su mujer al apartamento que en principio había sido construido para su tío. Su hijo, Pablo, vive con su novia Thais en la casa principal con los abuelos Antonio y Cionín.
Qué les gusta hacer en familia: “Fiestas, fiestas y más fiestas. En esta casa está prohibida la entrada a quien no traiga una botella de vino. Así de sencillo: no te dejamos pasar”, comenta riéndose Rosalía. “Nos gusta sobre todo celebrar comidas juntos. Somos gente de costa, así que adoramos el pescado de temporada. En nuestra mesa siempre encontrarás algo con sabor a mar: bonito, anchoas, sardinas, percebes… Tenemos la suerte de que a Alberto le encanta hacer la compra, así que es él quien se encarga de eso. A veces se va hasta Isla (un pueblo a 45 km de distancia) y compra allí los tomates para la ensalada, pues no hay nada como las verduras de esa zona”.
Lo bueno y lo malo de vivir bajo el mismo techo: “Les encanta vivir juntos, especialmente a mi madre, Cionín, que disfruta mucho de la compañía de su nieta Irene durante los meses de verano. De hecho, hasta se queda por las noches con ella en el ático para que no se sienta sola, ya que nuestro dormitorio está en la primera planta. Le ha cogido gusto al ático, ahora aunque Irene no esté ya no duerme en su dormitorio, que se encuentra también en la primera planta”, explica Rosalía.
Alberto y su mujer, Gema, están encantados viviendo en el apartamento anexo. Tanto, que ya no piensan en volver a comprar su propia casa en el futuro. Pablo, por su parte, es probable que se vaya pronto, ya que él y Thais se van a casar. “Lo único malo es que somos demasiada gente; a veces, es imposible disfrutar de un momento de tranquilidad. Eso, y que mi madre se pasa de vez en cuando por la nevera de Alberto a hacer la compra”, dice Rosalía entre risas.
Alberto y su mujer, Gema, están encantados viviendo en el apartamento anexo. Tanto, que ya no piensan en volver a comprar su propia casa en el futuro. Pablo, por su parte, es probable que se vaya pronto, ya que él y Thais se van a casar. “Lo único malo es que somos demasiada gente; a veces, es imposible disfrutar de un momento de tranquilidad. Eso, y que mi madre se pasa de vez en cuando por la nevera de Alberto a hacer la compra”, dice Rosalía entre risas.
2. Alrededor de la cocina de la abuela en Italia
Quién vive aquí: Francesca Broggian (81); Ottorino Scquizzato y su esposa, Michela Tasca (ambos 57); Wilma Scquizzato (56) y su marido, Paolo Melchiori (61); Giulia Scquizzato, su marido, Fabio Vanin (ambos 31), y su hija pequeña, Anna Vanin; Elena Scquizzato y su marido, Luca Milan (ambos 28).
Ubicación: Piombino Dese
La casa: Una granja de 1.100 metros cuadrados, que ha pasado por cuatro reformas, es el hogar de estas cinco generaciones. La mitad de la granja funciona como B&B, Ca’ de Memi.
A qué se dedican: Algunos de los miembros de la familia trabajan en el B&B o en la granja, otros tienen trabajos fuera de la finca. La bisabuela Francesca se dedica a atender a sus amistades y cuidar de las flores. El abuelo Ottorino cuida de los animales y del huerto. La abuela Michela es quien puso en marcha el B&B. La tía Wilma es una apasionada de la pastelería. Giulia, la hija de Michela y Ottorino, se encarga de las relaciones públicas del B&B y gestiona la recepción. Su hermana, Elena, es la directora creativa del B&B.
Quién vive aquí: Francesca Broggian (81); Ottorino Scquizzato y su esposa, Michela Tasca (ambos 57); Wilma Scquizzato (56) y su marido, Paolo Melchiori (61); Giulia Scquizzato, su marido, Fabio Vanin (ambos 31), y su hija pequeña, Anna Vanin; Elena Scquizzato y su marido, Luca Milan (ambos 28).
Ubicación: Piombino Dese
La casa: Una granja de 1.100 metros cuadrados, que ha pasado por cuatro reformas, es el hogar de estas cinco generaciones. La mitad de la granja funciona como B&B, Ca’ de Memi.
A qué se dedican: Algunos de los miembros de la familia trabajan en el B&B o en la granja, otros tienen trabajos fuera de la finca. La bisabuela Francesca se dedica a atender a sus amistades y cuidar de las flores. El abuelo Ottorino cuida de los animales y del huerto. La abuela Michela es quien puso en marcha el B&B. La tía Wilma es una apasionada de la pastelería. Giulia, la hija de Michela y Ottorino, se encarga de las relaciones públicas del B&B y gestiona la recepción. Su hermana, Elena, es la directora creativa del B&B.
Cuánto tiempo llevan viviendo juntos: “Todo empezó en 1954, cuando mi abuela Francesca se casó con Memi, que fue quien levantó esta casa”, explica Elena. “Mi hermana Giulia, la pequeña Anna y yo hemos nacido aquí”.
Qué les gusta hacer en familia: “Nos encanta hablar sobre posibles proyectos, preparar el desayuno con los huevos de las gallinas de Ottorino, y disfrutarlos con nuestros huéspedes, así como hacer largas comidas en la cocina de la abuela; es nuestro rincón preferido ya que está lleno de recuerdos”, comenta Elena. “Nos gusta recolectar la fruta de los árboles y preparar mermelada con ella. También solemos reunirnos en el jardín, la sala y el porche. ¿Privacidad? Más bien poca, ¡el único espacio privado que hay aquí es el dormitorio de cada uno!”.
Qué les gusta hacer en familia: “Nos encanta hablar sobre posibles proyectos, preparar el desayuno con los huevos de las gallinas de Ottorino, y disfrutarlos con nuestros huéspedes, así como hacer largas comidas en la cocina de la abuela; es nuestro rincón preferido ya que está lleno de recuerdos”, comenta Elena. “Nos gusta recolectar la fruta de los árboles y preparar mermelada con ella. También solemos reunirnos en el jardín, la sala y el porche. ¿Privacidad? Más bien poca, ¡el único espacio privado que hay aquí es el dormitorio de cada uno!”.
Lo bueno y lo malo de vivir bajo el mismo techo: “En una casa tan grande como esta es imposible aburrirse. Todos los días está llena de gente y siempre hay algo que hacer”, dice Elena. “Tenemos muchas tareas que atender para lograr que todo funcione, ya que se trata de una casa de campo y la granja es grande. Lo bueno de vivir así en familia es que aprendemos mucho unos de otros; estamos muy unidos y nos ayudamos mucho”.
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3. Sumando recursos en Estados Unidos
Quién vive aquí: Aimee Stone McConkie y Bryant Joseph McConkie (ambos 41); sus hijas, Ava (14), Gwendolyn (11), Mae (7) y Beatrice (3); los padres de Bryant, Judith Miller McConkie (68) y James Wilson McConkie II (69). La hermana de Bryant, Kelly McConkie Stewart, vive en la casa de al lado con su marido y sus cuatro hijos.
Ubicación: Millcreek, Utah.
La casa: Tiene alrededor de 883 metros cuadrados; 6 dormitorios, 5 cuartos de baño.
A qué se dedican: Aimee es gerente comercial y hace trabajos para la comunidad; Bryant es abogado; Judith es artista y profesora y James es abogado.
Quién vive aquí: Aimee Stone McConkie y Bryant Joseph McConkie (ambos 41); sus hijas, Ava (14), Gwendolyn (11), Mae (7) y Beatrice (3); los padres de Bryant, Judith Miller McConkie (68) y James Wilson McConkie II (69). La hermana de Bryant, Kelly McConkie Stewart, vive en la casa de al lado con su marido y sus cuatro hijos.
Ubicación: Millcreek, Utah.
La casa: Tiene alrededor de 883 metros cuadrados; 6 dormitorios, 5 cuartos de baño.
A qué se dedican: Aimee es gerente comercial y hace trabajos para la comunidad; Bryant es abogado; Judith es artista y profesora y James es abogado.
Cuánto tiempo llevan viviendo juntos: “Cuando mis padres se encontraron con que sus hijos abandonaban el nido familiar, decidieron vender la casa y comprar un piso, lo cual les permitía también no tener que ocuparse de las tareas del jardín. A medida que empezaron a llegar los nietos, el piso se fue quedando pequeño, pues no había espacio suficiente para celebrar las reuniones familiares. A raíz de eso empezamos a pensar en la idea de aunar medios y construir algo donde pudiera convivir toda la familia”, explica Bryant.
“Para poner en práctica nuestro plan, nos pusimos en contacto con un amigo de mis padres, Jack Hammond, que es uno de los socios de la firma Architectural Nexus en Salt Lake City. Él nos ayudó con la construcción de esta casa, que sería la vivienda de varias generaciones familiares. Para ello, compramos una finca que pudiera dividirse en dos y, una vez construida nuestra casa, vendimos la otra a la familia de mi hermana. Empezamos a convivir en octubre de 2011. Nos mudamos cuatro generaciones, con edades comprendidas entre 1 y 91 años (mi abuela). Cuando acabamos la casa en 2011, mi abuela Gwendolyn vivía en un piso, así que construimos un apartamento exclusivamente para ella en la planta baja. Le instalamos una ducha adaptada y una silla para subir escaleras y que le permitiese salir y entrar cuando quisiese. Los niños, por su parte, van y vienen de una casa a la otra a diario”.
“Para poner en práctica nuestro plan, nos pusimos en contacto con un amigo de mis padres, Jack Hammond, que es uno de los socios de la firma Architectural Nexus en Salt Lake City. Él nos ayudó con la construcción de esta casa, que sería la vivienda de varias generaciones familiares. Para ello, compramos una finca que pudiera dividirse en dos y, una vez construida nuestra casa, vendimos la otra a la familia de mi hermana. Empezamos a convivir en octubre de 2011. Nos mudamos cuatro generaciones, con edades comprendidas entre 1 y 91 años (mi abuela). Cuando acabamos la casa en 2011, mi abuela Gwendolyn vivía en un piso, así que construimos un apartamento exclusivamente para ella en la planta baja. Le instalamos una ducha adaptada y una silla para subir escaleras y que le permitiese salir y entrar cuando quisiese. Los niños, por su parte, van y vienen de una casa a la otra a diario”.
Qué les gusta hacer en familia: “Nos encanta comer, esquiar, hablar y, en general, estar juntos y apoyarnos mutuamente en nuestras ajetreadas vidas”, dice Bryant. “Personalmente, me encantaba el hecho de ver a mi abuela leyendo cuentos a mis hijas por la noche. Al tenerla cerca, podíamos estar con ella y cuidarla. Disfrutó en esta casa de sus últimos días de vida en 2013. En su recuerdo, mi padre colocó en lo que había sido su habitación una placa con su nombre”.
Lo bueno y lo malo de vivir bajo el mismo techo: “Lo bueno es que hay sinergia”, dice Bryant. “Nosotros nos hacemos cargo del perro de mis padres cuando ellos no están. También me ocupo del jardín; de hecho, soy el manitas de la casa. Mi madre riega las plantas, retira la maleza y se ocupa de la cocina. A Aimee le encanta cocinar, así que suele ser ella la que prepara la comida para toda la familia. Mi padre lleva a las niñas a nadar, a esquiar y también las acompaña a hacer todo tipo de recados. Es genial porque podemos irnos de compras o al cine sabiendo que si pasase algo, las niñas podrían acudir a mis padres. Hasta si alguna de nuestras hijas se siente molesta con nosotros, se lo cuenta a ellos. De hecho, hay más de cuatro pares de ojos que cuidan de las niñas; en realidad hay seis, si contamos a mi hermana y a su marido, que están en la casa de al lado. En invierno, no hay sábado que no llenemos literalmente los tres coches para irnos a esquiar. Es fantástico, ya que nos cuidamos unos a otros y nos ayudamos mutuamente en todos los sentidos. Lo malo es que es un caos de actividad constante, pero al mismo tiempo también de felicidad”.
Lo bueno y lo malo de vivir bajo el mismo techo: “Lo bueno es que hay sinergia”, dice Bryant. “Nosotros nos hacemos cargo del perro de mis padres cuando ellos no están. También me ocupo del jardín; de hecho, soy el manitas de la casa. Mi madre riega las plantas, retira la maleza y se ocupa de la cocina. A Aimee le encanta cocinar, así que suele ser ella la que prepara la comida para toda la familia. Mi padre lleva a las niñas a nadar, a esquiar y también las acompaña a hacer todo tipo de recados. Es genial porque podemos irnos de compras o al cine sabiendo que si pasase algo, las niñas podrían acudir a mis padres. Hasta si alguna de nuestras hijas se siente molesta con nosotros, se lo cuenta a ellos. De hecho, hay más de cuatro pares de ojos que cuidan de las niñas; en realidad hay seis, si contamos a mi hermana y a su marido, que están en la casa de al lado. En invierno, no hay sábado que no llenemos literalmente los tres coches para irnos a esquiar. Es fantástico, ya que nos cuidamos unos a otros y nos ayudamos mutuamente en todos los sentidos. Lo malo es que es un caos de actividad constante, pero al mismo tiempo también de felicidad”.
4. Juntos pero no revueltos en Nueva Zelanda
Quién vive aquí: Paul Smith (36) y Lee Smith (32); sus hijos, Riley (6) y Ruby (2), y la madre de Lee, Miemmie Prins (55).
Ubicación: Auckland.
La casa: Se trata de una granja de ovejas. Paul, Lee y los niños viven en la casa principal, de 110 metros cuadrados. Miemmie vive en un apartamento contiguo de 62 metros cuadrados que construyeron para ella.
A qué se dedican: Lee es dueña de una empresa de gestión inmobiliaria, Paul dirige una compañía de seguridad y Miemmie trabaja en oftalmología.
Quién vive aquí: Paul Smith (36) y Lee Smith (32); sus hijos, Riley (6) y Ruby (2), y la madre de Lee, Miemmie Prins (55).
Ubicación: Auckland.
La casa: Se trata de una granja de ovejas. Paul, Lee y los niños viven en la casa principal, de 110 metros cuadrados. Miemmie vive en un apartamento contiguo de 62 metros cuadrados que construyeron para ella.
A qué se dedican: Lee es dueña de una empresa de gestión inmobiliaria, Paul dirige una compañía de seguridad y Miemmie trabaja en oftalmología.
Cuánto tiempo llevan viviendo juntos: “Nosotros siempre habíamos querido que mi madre viviese con nosotros, especialmente ahora que tenemos niños”, cuenta Lee.
Al principio, ella y Paul buscaban una casa con un apartamento contiguo, pero no consiguieron dar con el adecuado. También soñaban con vivir en el campo y tener unas hectáreas de terreno, pero pensaron que sería imposible hacer realidad ese sueño. Después de evaluar a fondo sus finanzas, decidieron juntar recursos y adquirir una casa en el campo cuanto antes, para así poder construir allí otra vivienda para Miemmie. “Mi madre se mudó con nosotros hace tres años, en 2012, cuando yo estaba embarazada de Ruby”, explica Lee. “Al principio, se mudó a nuestra casa ya que tenía tres dormitorios, una villa de 100 años de antigüedad que al principio tuvimos que reformar mucho. Al poco tiempo, sin embargo, empezamos también con la construcción del apartamento contiguo para ella”.
Al principio, ella y Paul buscaban una casa con un apartamento contiguo, pero no consiguieron dar con el adecuado. También soñaban con vivir en el campo y tener unas hectáreas de terreno, pero pensaron que sería imposible hacer realidad ese sueño. Después de evaluar a fondo sus finanzas, decidieron juntar recursos y adquirir una casa en el campo cuanto antes, para así poder construir allí otra vivienda para Miemmie. “Mi madre se mudó con nosotros hace tres años, en 2012, cuando yo estaba embarazada de Ruby”, explica Lee. “Al principio, se mudó a nuestra casa ya que tenía tres dormitorios, una villa de 100 años de antigüedad que al principio tuvimos que reformar mucho. Al poco tiempo, sin embargo, empezamos también con la construcción del apartamento contiguo para ella”.
Qué les gusta hacer en familia: Después de pasar el día con Ruby en su chalet, Miemmie cena todos los viernes con la familia y, a menudo, se queda a ver una película con ellos en el salón. Después, es Riley quien se va con la abuela y se queda a dormir con ella. “También pasamos mucho tiempo con los animales y explorando la naturaleza que nos rodea”, dice Lee.
Lo bueno y lo malo de vivir bajo el mismo techo: “Nos encanta vivir así de cerca unos de otros y poder compartir una casa tan bonita en el campo”, dice Lee. “Además de ayudar con los niños, Miemmie nos echa una mano en la casa y con las ovejas de la finca; Paul se encarga del mantenimiento de ambas casas. A mí, personalmente, me encanta tener a toda la familia junta. Es más, hasta estamos pensando en construir otra casa junto al corral para cuando se jubile el padre de Paul”.
En cuanto a lo malo de vivir bajo el mismo techo, la familia afirma no encontrar nada negativo en ello, pues les va de maravilla. “Realmente no hay parte mala ya que, si tenemos algún problema, siempre lo hablamos”, comenta Miemmie. “Yo creo que esa es la clave de una buena convivencia”.
Lo bueno y lo malo de vivir bajo el mismo techo: “Nos encanta vivir así de cerca unos de otros y poder compartir una casa tan bonita en el campo”, dice Lee. “Además de ayudar con los niños, Miemmie nos echa una mano en la casa y con las ovejas de la finca; Paul se encarga del mantenimiento de ambas casas. A mí, personalmente, me encanta tener a toda la familia junta. Es más, hasta estamos pensando en construir otra casa junto al corral para cuando se jubile el padre de Paul”.
En cuanto a lo malo de vivir bajo el mismo techo, la familia afirma no encontrar nada negativo en ello, pues les va de maravilla. “Realmente no hay parte mala ya que, si tenemos algún problema, siempre lo hablamos”, comenta Miemmie. “Yo creo que esa es la clave de una buena convivencia”.
5. Una familia en aumento en Francia
Quién vive aquí: Josiane y Serge Alberola (ambos 50) con sus hijos, Xavier Alberola (ya padre), Eloïse Alberola y Julie Alberola (ambas embarazadas) (todos alrededor de 30) y sus respectivos esposos. También vive un tío (70) de la familia y la abuela (95).
Ubicación: Sérignan, Languedoc-Roussillon.
La casa: 2.500 metros cuadrados. Adquirieron esta propiedad para convertirla en una gîte, una típica casa rural de vacaciones francesa.
A qué se dedican: Todos trabajaban en una imprenta.
Quién vive aquí: Josiane y Serge Alberola (ambos 50) con sus hijos, Xavier Alberola (ya padre), Eloïse Alberola y Julie Alberola (ambas embarazadas) (todos alrededor de 30) y sus respectivos esposos. También vive un tío (70) de la familia y la abuela (95).
Ubicación: Sérignan, Languedoc-Roussillon.
La casa: 2.500 metros cuadrados. Adquirieron esta propiedad para convertirla en una gîte, una típica casa rural de vacaciones francesa.
A qué se dedican: Todos trabajaban en una imprenta.
Cuánto tiempo llevan viviendo juntos: “Hace unos años a toda la familia le pareció genial la idea de construir una gîte”, cuenta Josiane. “Compramos la casa en 2009, como un proyecto común. Xavier y Eloïse viven aquí desde entonces, pues querían que la propiedad estuviera siempre vigilada. Nosotros esperamos hasta que vendimos nuestra casa en 2010 para mudarnos con ellos y la abuela también se unió enseguida”.
Qué les gusta hacer en familia: “Nos encanta reunirnos en la cocina y disfrutar de cenas familiares”, comenta Josiane. “También solemos invitar a nuestros amigos y compartir con ellos celebraciones familiares, ya sean cumpleaños o novedades profesionales. Personalmente, lo que más me gusta es que los espacios exteriores e interiores sean una enorme zona común”.
Lo bueno y lo malo de vivir bajo el mismo techo: “Es genial poder contar con tu familia a la hora de construir y gestionar una gîte, puesto que confiamos plenamente los unos en los otros”, comenta Josiane. “Lo malo es la escasez de intimidad, aunque todos tenemos nuestro espacio particular, con nuestro propio estilo y donde cada uno disfruta de su estilo de vida. Es cierto que, a veces, combinar el trabajo con la vida diaria puede resultar complicado al vivir todos juntos, pero aun así la experiencia merece la pena”.
6. Una dacha para 3 generaciones a las afueras de Moscú
Quién vive aquí: Elena Nikolayevna y Yuri Valentinovich Sheremet (ambos 61); su hija, Alina (27) con su marido, Kirill Gronskie (29) y su hija pequeña, Alisa.
Ubicación: Velegozh, Tula.
La casa: Una dacha, o casa de campo, de 160 metros cuadrados con terraza.
A qué se dedican: Elena es ama de casa y Yuri dirige una constructora; Alina es especialista en marketing y Kirill es jefe de ventas.
Quién vive aquí: Elena Nikolayevna y Yuri Valentinovich Sheremet (ambos 61); su hija, Alina (27) con su marido, Kirill Gronskie (29) y su hija pequeña, Alisa.
Ubicación: Velegozh, Tula.
La casa: Una dacha, o casa de campo, de 160 metros cuadrados con terraza.
A qué se dedican: Elena es ama de casa y Yuri dirige una constructora; Alina es especialista en marketing y Kirill es jefe de ventas.
Cuánto tiempo llevan viviendo juntos: “La idea de disfrutar de una dacha surgió de un cuadro”, comenta Elena. “Nos gusta mucho el diseño y en particular las piezas que presentan una rareza particular, por lo que nunca nos perdemos un mercadillo o una feria. En una ocasión compramos un cuadro con la imagen de un paisaje rural y gallos de Mozhaisk, una zona cercana a Moscú. Nos fascinó tanto ese paisaje que comenzamos a buscar una dacha real, la típica segunda vivienda rusa en el campo de gente que vive normalmente en la ciudad. Así fue como dimos con un magnífico terreno en Velegozh del que nos enamoramos al instante aunque se encuentra bastante alejado: en Zaokskiy, una zona muy verde”.
“Nos gusta la idea de tener una casa en el bosque. La parcela está llena de pinos jóvenes y verdes. De hecho, fue el pinar lo que nos animó a pintar de verde los marcos de las ventanas. Nos encanta la idea de introducir la naturaleza en la casa, aunque sea a través de los colores. Más tarde, añadimos la terraza, donde disfrutamos de las reuniones familiares al aire libre”.
“Nos gusta la idea de tener una casa en el bosque. La parcela está llena de pinos jóvenes y verdes. De hecho, fue el pinar lo que nos animó a pintar de verde los marcos de las ventanas. Nos encanta la idea de introducir la naturaleza en la casa, aunque sea a través de los colores. Más tarde, añadimos la terraza, donde disfrutamos de las reuniones familiares al aire libre”.
Qué les gusta hacer en familia: “Aquí cerca hay muchas zonas muy bonitas, también de ocio, ya sea el museo estatal de Dvoryaninovo o el club de equitación. También está muy cerca el antiguo pueblo ruso de Tarusa”, comenta Elena. “Tenemos una zona donde preparar barbacoas, aunque, sin duda, no hay nada como la terraza para celebrar reuniones y fiestas con familiares y amigos. Solemos invitarlos con frecuencia a tomar algo y les preparamos platos con verduras frescas que yo misma cultivo en un huerto justo aquí al lado”.
Lo bueno y lo malo de vivir bajo el mismo techo: “Nosotros solo vemos ventajas al hecho de convivir varias generaciones”, comenta Elena. “Es la mejor manera de pasar tiempo con la gente que quieres, invitar a algunos amigos y relajarse en el campo. Los más mayores de la familia viven aquí durante todo el año, mientras que los jóvenes aprovechamos cada oportunidad que se presenta para escapar de la ciudad y acercarnos. Además, cada uno de nosotros dispone de su propio espacio en la casa, diseñado al gusto de cada uno, por lo que siempre podemos recogernos allí cuando necesitamos algo de privacidad”.
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7. Pasado y futuro en la puerta de al lado en Suecia
Quién vive aquí: Inga-Lill (75) y Hans Svensson (79); su hijo, Marcus Svensson (45) con su pareja, Emma Erlandsson (38) y sus hijos, Emil y Viktor Svensson (7 y 5, respectivamente).
Ubicación: Bredaryd, Småland.
La casa: Está formada por dos casas adosadas. En una de ellas, de 180 metros cuadrados, residen Inga-Lill y Hans, mientras que en la otra, de 270 metros cuadrados, viven Marcus y Emma.
A qué se dedican: Inga-Lill y Hans están jubilados; Marcus trabaja como contable y Emma es profesora.
Quién vive aquí: Inga-Lill (75) y Hans Svensson (79); su hijo, Marcus Svensson (45) con su pareja, Emma Erlandsson (38) y sus hijos, Emil y Viktor Svensson (7 y 5, respectivamente).
Ubicación: Bredaryd, Småland.
La casa: Está formada por dos casas adosadas. En una de ellas, de 180 metros cuadrados, residen Inga-Lill y Hans, mientras que en la otra, de 270 metros cuadrados, viven Marcus y Emma.
A qué se dedican: Inga-Lill y Hans están jubilados; Marcus trabaja como contable y Emma es profesora.
Cuánto tiempo llevan viviendo juntos: “Yo nací en el salón de esta casa en 1937. Viví aquí con mis padres y mis cinco hermanos hasta que me casé y me independicé”, explica Hans. “En 1977, cuando mis padres ya empezaban a ser demasiado mayores para atender la granja, yo mismo la compré y construí una casa al lado de la de mis padres. Nunca creí que mi mujer, Inga-Lill, quisiese vivir en ella, pero las primeras navidades que pasamos aquí me comentó que esa era la primera vez que se había sentido como en casa. En 1997 decidimos reformar la vieja casa familiar donde crecí y nos mudamos allí. Mi hijo Marcus se quedó en la otra, que era la de su infancia, y ahora vive allí con su familia”.
Qué les gusta hacer en familia: “Nos encanta cenar juntos, ya sea en nuestra casa o en la de nuestro hijo”, comenta Inga-Lill. “Es agradable no tener que cocinar solo para uno. También nos gusta salir a pasear por el bosque particular que tiene la casa. A veces, cuando Hans y Marcus están allí haciendo trabajos de mantenimiento, los niños y yo les llevamos café y bocadillos. También solemos ir de viaje juntos, pero cada uno tiene su vida. Marcus, Emma y los niños tienen sus cosas que atender y nosotros no tenemos por qué estar enterados en todo momento de sus planes. En realidad, el hecho de vivir juntos ha sucedido de forma natural durante todos estos años”.
Lo bueno y lo malo de vivir bajo el mismo techo: “La parte positiva es que nos ayudamos mutuamente siempre que lo necesitamos. Al hacernos mayores, hay ciertas cosas de las que no podemos ocuparnos, pero sabemos que nuestro hijo y su pareja están aquí dispuestos a echarnos una mano. Eso sí, mientras nuestras fuerzas nos lo permitan, nos ocupamos de la mayoría de nuestras cosas y, por supuesto, estamos felices de ayudar a Emma y a Marcus con los niños. Ellos vienen y van de una casa a otra a su antojo. El hecho de vivir tan cerca unos de otros podría ser a su vez algo negativo, aunque en nuestro caso funciona perfectamente. Bueno, es cierto que estaríamos más tranquilos si los niños no estuviesen aquí todos los días, pero, a decir verdad, no nos gustaría que fuese de otra forma”.
CUÉNTANOS…
¿En tu casa viven más de dos generaciones? ¿Cómo habéis adaptado la vivienda para ello? Comparte tu experiencia en los comentarios.
CUÉNTANOS…
¿En tu casa viven más de dos generaciones? ¿Cómo habéis adaptado la vivienda para ello? Comparte tu experiencia en los comentarios.
Quién vive aquí: Antonio del Río (83) y Cionín Pérez (82); su hijo, Alberto del Río (54) y su mujer, Gema Pérez (51); su nieto, Pablo del Río (28) y su novia, Thais Morais (28). Durante los meses de verano, Navidad y otras vacaciones, su hija, Rosalía del Río (45), el marido de esta, Cali Bibang (41) más su hija, Irene (8), se suman a la casa familiar.
Ubicación: Santander, Cantabria.
La casa: 300 metros cuadrados más un jardín de 700.
A qué se dedican: Antonio y Cionín están jubilados; Alberto trabaja en suministros de cocina y baño, mientras que Gema es dependienta en un comercio. Pablo estudió administración de empresas y Thais es psicóloga. Rosalía trabaja en relaciones públicas y comunicación, Cali en atrezzo para televisión.