Estilos del mundo: 9 familias nos abren las puertas de sus granjas
Visitamos las viviendas de ganaderos y agricultores de diferentes países, que nos cuentan cómo son sus vidas en el campo.
Houzz
24 de octubre de 2015
Este artículo forma parte de una serie realizada por el equipo internacional de redactores de Houzz sobre cómo nuestra vida influye en el diseño de los hogares en todo el mundo
Para los urbanitas, puede que vivir en una granja no suene nada idílico. Pero para quienes buscan vivir rodeados de naturaleza, con un estilo de vida que gire en torno a las estaciones del año y el respeto por el medio ambiente, puede resultar un paraíso terrenal. Estas nueve familias viven en granjas o fincas repartidas por todo el planeta, desde los montes italianos a la campiña de Nueva Inglaterra, y dedican su vida a lo que más les gusta hacer: cultivar frutas, verduras y cereales, producir queso artesanal, hornear pan, criar ganado y producir miel, a menudo gracias a la tradición familiar y a los conocimientos adquiridos de generación en generación. Os invitamos a descubrir sus apasionantes historias y a conocer sus bucólicos estilos de vida.
Para los urbanitas, puede que vivir en una granja no suene nada idílico. Pero para quienes buscan vivir rodeados de naturaleza, con un estilo de vida que gire en torno a las estaciones del año y el respeto por el medio ambiente, puede resultar un paraíso terrenal. Estas nueve familias viven en granjas o fincas repartidas por todo el planeta, desde los montes italianos a la campiña de Nueva Inglaterra, y dedican su vida a lo que más les gusta hacer: cultivar frutas, verduras y cereales, producir queso artesanal, hornear pan, criar ganado y producir miel, a menudo gracias a la tradición familiar y a los conocimientos adquiridos de generación en generación. Os invitamos a descubrir sus apasionantes historias y a conocer sus bucólicos estilos de vida.
1. Una granja en las montañas que acoge a viajeros en Italia
Quién vive aquí: Gianna Tavernaro, de 58 años (arriba), y su marido; sus hijas Rita Cemin y Lucia Cemin, ambas en sus 30, y sus nietos durante los meses de verano.
Ubicación: Val Canali, un valle cercano a la localidad de Siror, en la provincia de Trentino, al norte de Italia. Está rodeado por el Grupo Pala, una sierra en los Dolomitas, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Año de creación de la granja: 1935.
Gianna Tavernaro llegó a esta malga (una pequeña granja típica de los Alpes) cuando era tan solo un bebé y este se convirtió en su hogar. La familia tiene patos, cabras, gallinas, perros, vacas y conejos; además, produce queso. En la década de los ochenta, decidieron abrir las puertas de su granja a los excursionistas que quisieran hacer un alto en el camino para comer algo y descansar.
Quién vive aquí: Gianna Tavernaro, de 58 años (arriba), y su marido; sus hijas Rita Cemin y Lucia Cemin, ambas en sus 30, y sus nietos durante los meses de verano.
Ubicación: Val Canali, un valle cercano a la localidad de Siror, en la provincia de Trentino, al norte de Italia. Está rodeado por el Grupo Pala, una sierra en los Dolomitas, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Año de creación de la granja: 1935.
Gianna Tavernaro llegó a esta malga (una pequeña granja típica de los Alpes) cuando era tan solo un bebé y este se convirtió en su hogar. La familia tiene patos, cabras, gallinas, perros, vacas y conejos; además, produce queso. En la década de los ochenta, decidieron abrir las puertas de su granja a los excursionistas que quisieran hacer un alto en el camino para comer algo y descansar.
Qué producen: Gracias a la leche de sus vacas, la familia produce tosela, un tipo de queso muy utilizado en las recetas tradicionales de la zona de Trentino.
A qué se dedica cada uno: Gianna cuida de los animales y sus hijas se encargan de la elaboración de los quesos y las comidas.
A qué se dedica cada uno: Gianna cuida de los animales y sus hijas se encargan de la elaboración de los quesos y las comidas.
Cómo es su día a día: Gianna y sus hijas se despiertan temprano para dar de comer a los animales y comprobar cómo va el proceso de curación del queso. Entonces, empiezan a cocinar para la familia y para los excursionistas o viajeros que van apareciendo. “Con los años, la granja se ha convertido en un lugar bastante conocido, por lo que solemos recibir invitados, sobre todo en verano. No obstante, no abrimos al público los domingos, ya que preferimos reservarnos este día para nosotros y nuestro descanso”, explica Gianna.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “Esta granja es mi casa”, dice Gianna. “Me encanta porque es un trocito de mi corazón; es parte de mi vida, de mi historia. Cada elemento de esta granja está ligado a mi vida. Me encanta que todo aquel que viene de visita conozca la historia de nuestra vida en la montaña y se sienta parte de ella por un momento”.
En esta imagen se puede ver a sus hijas, Lucía (a la izquierda) y Rita, con su nieto Giacomo.
Más imágenes sobre esta granja
En esta imagen se puede ver a sus hijas, Lucía (a la izquierda) y Rita, con su nieto Giacomo.
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2. Una huerta biológica con una casa y restaurante en Japón
Quién trabaja aquí: Erika Takaya, de 37 años; su marido Yuji Takaya, de 38; y el amigo de ambos Hiroki Kuwabara, de 39.
Ubicación: Maniwa, prefectura de Okayama.
Año de construcción: Alrededor de 1950.
Erika y Yuji Takaya solían vivir y trabajar en Tokio, pero su pasión por la comida orgánica les condujo a estudiar el cultivo sin fertilizantes químicos ni pesticidas en una finca en la prefectura de Chiba, donde conocieron a Hiroki. “Cuando estábamos planteándonos convertirnos en agricultores y andábamos en busca de un lugar en el que desarrollar nuestra actividad cerca de Chiba, el gran terremoto que hubo en Japón en 2011 asoló la región. Por ese motivo, decidimos buscar otro lugar donde vivir y empezar a cultivar en la parte occidental de Japón”, explica Yuji. “Finalmente, en abril de 2012, nos instalamos aquí, junto con Hiroki, y establecimos una huerta agrícola llamada Hiruzen Kogei. Kudo (el edificio que vemos en la foto) alberga nuestra cocina, comedor y lugar de trabajo, junto con nuestros campos. Aunque todos tenemos nuestras propias viviendas a cinco minutos de aquí en coche, no son más que un lugar para dormir. Kudo es el centro de nuestras vidas”.
Quién trabaja aquí: Erika Takaya, de 37 años; su marido Yuji Takaya, de 38; y el amigo de ambos Hiroki Kuwabara, de 39.
Ubicación: Maniwa, prefectura de Okayama.
Año de construcción: Alrededor de 1950.
Erika y Yuji Takaya solían vivir y trabajar en Tokio, pero su pasión por la comida orgánica les condujo a estudiar el cultivo sin fertilizantes químicos ni pesticidas en una finca en la prefectura de Chiba, donde conocieron a Hiroki. “Cuando estábamos planteándonos convertirnos en agricultores y andábamos en busca de un lugar en el que desarrollar nuestra actividad cerca de Chiba, el gran terremoto que hubo en Japón en 2011 asoló la región. Por ese motivo, decidimos buscar otro lugar donde vivir y empezar a cultivar en la parte occidental de Japón”, explica Yuji. “Finalmente, en abril de 2012, nos instalamos aquí, junto con Hiroki, y establecimos una huerta agrícola llamada Hiruzen Kogei. Kudo (el edificio que vemos en la foto) alberga nuestra cocina, comedor y lugar de trabajo, junto con nuestros campos. Aunque todos tenemos nuestras propias viviendas a cinco minutos de aquí en coche, no son más que un lugar para dormir. Kudo es el centro de nuestras vidas”.
Qué producen: “Nuestro principal cultivo es el arroz”, cuenta Erika. “También producimos algunas verduras, que consumimos directamente en Kudo o bien las vendemos a algunos restaurantes. Una de nuestras especialidades es la doibunkona (arriba), una especie de espinaca japonesa propia de esta región”.
A qué se dedica cada uno: “Llevar una huerta requiere mucho trabajo así que entre todos nos encargamos de las tareas que haya que hacer”, dice Erika.
Cómo es su día a día: “Depende de la temporada, pero por lo general nos levantamos cuando sale el sol y nos dirigimos a Kudo”, explica Erika. “Después de desayunar, cada uno empieza a hacer sus tareas, bien relacionadas con la agricultura o con el embalaje de los productos alimenticios para su posterior envío, etc. Tras el almuerzo, solemos trabajar toda la tarde y sobre las seis y media paramos para cenar. Los domingos y los lunes, trabajamos en el restaurante que tenemos en Kudo y servimos platos elaborados con lo que cultivamos”.
A qué se dedica cada uno: “Llevar una huerta requiere mucho trabajo así que entre todos nos encargamos de las tareas que haya que hacer”, dice Erika.
Cómo es su día a día: “Depende de la temporada, pero por lo general nos levantamos cuando sale el sol y nos dirigimos a Kudo”, explica Erika. “Después de desayunar, cada uno empieza a hacer sus tareas, bien relacionadas con la agricultura o con el embalaje de los productos alimenticios para su posterior envío, etc. Tras el almuerzo, solemos trabajar toda la tarde y sobre las seis y media paramos para cenar. Los domingos y los lunes, trabajamos en el restaurante que tenemos en Kudo y servimos platos elaborados con lo que cultivamos”.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “Cuando encontramos esta casa, estaba totalmente deteriorada pues alguien había intentado llevársela y reconstruirla en otro lugar sin éxito”, asegura Erika, a quien vemos en esta foto con Hiroki Kuwabara, en el centro, y su marido Yuji, a la derecha. “Si bien conservaba el tejado y la mayoría de pilares y laterales de metal corrugado, no tenía suelo ni paredes. De hecho, el edificio se utilizó como corral durante un tiempo. Posteriormente, lo renovamos con la ayuda de nuestros amigos y vecinos. Disfrutamos mucho del proceso, por lo que sentimos un cariño especial por esta casa”.
3. Una granja y lechería ecológica en Suecia
Quién vive aquí: Yvonne Edlund, de 57 años; su marido Hans Edlund, de 63; y sus hijas, Elin Edlund, de 37, y Cecilia Edlund, de 27.
Ubicación: Karl-Ivar Gården, Väddö, al norte de Estocolmo.
Año de creación de la granja: Los antepasados de Hans la pusieron en marcha a principios del siglo XX.
Yvonne y Hans Edlund, tras haber vivido en la granja del bisabuelo de Hans desde la década de los setenta, decidieron hacer de ello un negocio en 2005.
Quién vive aquí: Yvonne Edlund, de 57 años; su marido Hans Edlund, de 63; y sus hijas, Elin Edlund, de 37, y Cecilia Edlund, de 27.
Ubicación: Karl-Ivar Gården, Väddö, al norte de Estocolmo.
Año de creación de la granja: Los antepasados de Hans la pusieron en marcha a principios del siglo XX.
Yvonne y Hans Edlund, tras haber vivido en la granja del bisabuelo de Hans desde la década de los setenta, decidieron hacer de ello un negocio en 2005.
Qué producen: “En la lechería hacemos siete tipos diferentes de quesos, así como yogur y mantequilla. Para ello, empleamos la leche que dan nuestras 80 vacas, que pastan en estos campos”, explica su hija, Elin, que aparece a la derecha en la fotografía de arriba con su padre, Hans, a la izquierda, su hermana, Cecilia, y su madre, Yvonne. “Producimos todo el queso a mano, a la manera tradicional. Los quesos se colocan en cubas, donde se giran manualmente para obtener la forma deseada y extraer el suero de la leche. Con este suero alimentamos a las vacas, así que se trata de un modelo de producción totalmente sostenible. Antiguamente, solía haber muchas vaquerías por esta zona, que vendían su leche en las ciudades. Ahora ya solo quedan dos”.
“También cultivamos en nuestras tierras el pienso con el que damos de comer a las vacas. Así, evitamos que lleguen camiones hasta aquí, que tan perjudiciales resultan para el medio ambiente, y nos ahorramos además su alto coste”, asegura Hans. “Soy un apasionado de la agricultura ecológica. En verano organizo excursiones con las vacas y llevo a los visitantes por los pastos en la parte trasera del tractor para que vean de dónde proviene la leche que producimos”.
“También cultivamos en nuestras tierras el pienso con el que damos de comer a las vacas. Así, evitamos que lleguen camiones hasta aquí, que tan perjudiciales resultan para el medio ambiente, y nos ahorramos además su alto coste”, asegura Hans. “Soy un apasionado de la agricultura ecológica. En verano organizo excursiones con las vacas y llevo a los visitantes por los pastos en la parte trasera del tractor para que vean de dónde proviene la leche que producimos”.
A qué se dedica cada uno: “Para que una empresa como esta se sostenga económicamente, nos hemos tenido que diversificar”, explica Elin. “Yo solía trabajar en el sector hotelero, pero he cambiado mi profesión y ahora soy la responsable de la lechería. Mi hermana, Cecilia, y su novio, Johan, están a cargo de las ventas de helados y de la contabilidad; mi padre es quien va a Estocolmo a vender nuestro queso directamente a los restaurantes y mi madre supervisa todo el negocio”.
Cómo es su día a día: “Empezamos a las cinco y media de la mañana, los productores de leche tenemos que levantarnos muy temprano”, dice Hans. “En verano, abrimos la finca al público mientras trabajamos; es un lugar muy común de visita para las familias. El primer día que dejamos a las vacas libres por los pastos a principios de verano es todo un acontecimiento, después de haber estado en el interior de la granja durante el invierno. Y sí, se vuelven locas cuando perciben el olor y el color verde de la hierba fresca”.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “Que hemos sido capaces de construir nuestra propia casa al lado de la granja original, para mí y mis hijos”, explica Elin. “Es una vivienda de 187 metros cuadrados distribuidos en dos plantas y cuenta con cuatro dormitorios. Para el exterior, mantuvimos el mismo estilo que el de una granja tradicional de la zona”.
Cómo es su día a día: “Empezamos a las cinco y media de la mañana, los productores de leche tenemos que levantarnos muy temprano”, dice Hans. “En verano, abrimos la finca al público mientras trabajamos; es un lugar muy común de visita para las familias. El primer día que dejamos a las vacas libres por los pastos a principios de verano es todo un acontecimiento, después de haber estado en el interior de la granja durante el invierno. Y sí, se vuelven locas cuando perciben el olor y el color verde de la hierba fresca”.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “Que hemos sido capaces de construir nuestra propia casa al lado de la granja original, para mí y mis hijos”, explica Elin. “Es una vivienda de 187 metros cuadrados distribuidos en dos plantas y cuenta con cuatro dormitorios. Para el exterior, mantuvimos el mismo estilo que el de una granja tradicional de la zona”.
4. Una familia que cultiva frutales en Australia
Quién vive aquí: John Christie, de 68 años, y su mujer Patricia (Trish) Christie, de 65; su hijo Nathan Christie, de 38, que aparece en la imagen con su mujer, Jaime Christie, de 38 años; y sus hijos, Kirra, de 12, Mitchel, de 10, y Byran, de 5. Con ellos también vive la madre de Jaime, Lyn Luxford, de 66 años.
Ubicación: Canoelands, al norte de Sídney.
Año de creación de la huerta: 1923
Quién vive aquí: John Christie, de 68 años, y su mujer Patricia (Trish) Christie, de 65; su hijo Nathan Christie, de 38, que aparece en la imagen con su mujer, Jaime Christie, de 38 años; y sus hijos, Kirra, de 12, Mitchel, de 10, y Byran, de 5. Con ellos también vive la madre de Jaime, Lyn Luxford, de 66 años.
Ubicación: Canoelands, al norte de Sídney.
Año de creación de la huerta: 1923
Construida por el abuelo de John Christie, la huerta está hoy en día en manos de la segunda y la tercera generación. “Mi esposo, Nathan, y mi suegro, John, han vivido y trabajado aquí toda su vida”, comenta Jaime Christie. “Mi marido y yo somos ahora los responsables de la finca, pero John y Trish están todavía muy involucrados en las tareas agrícolas. Mi madre se vino a vivir con nosotros hace seis años, cuando falleció mi padre. En esta foto se puede ver su casa, levantada en 2006. La nuestra está justo detrás y fue construida en la década de los ochenta. La casa de John y Trish, que data de 1930, está a 250 metros de distancia. El huerto de árboles frutales se extiende a ambos lados”.
Qué producen: “Nectarinas, ciruelas, melocotones, fruta de la pasión, tomates y albaricoques. Además, durante los próximos 12 meses, plantaremos caquis, higos y arándanos”, cuenta Jaime. “Las drupas son nuestro producto agrícola principal, aunque también vendemos miel. Instalamos colmenas para la polinización de las ciruelas y, más tarde, la miel se convirtió en una parte importante de nuestro negocio. Durante más de 100 años, la región de Canoelands y sus áreas circundantes han sido algunos de los mayores productores de frutas del país; nuestro huerto lleva 93 años activo. Las prácticas han cambiado mucho en todo este tiempo, pero muchas de las fincas de frutas originales están todavía en funcionamiento, aunque cada vez hay menos tan cerca de la ciudad”, explica Jaime.
En la imagen, su hija Kirra ayuda con las tareas agrícolas.
En la imagen, su hija Kirra ayuda con las tareas agrícolas.
A qué se dedica cada uno: Arriba vemos a Trish, en el centro, y Lyn, a la derecha, que trabajan normalmente en la tienda de la finca envasando y etiquetando la miel. Nathan se encarga de la recolecta, con ayuda de personal extra, además de trabajar la madera, hacerse cargo de la siega y del trabajo con el tractor, que incluye las visitas turísticas en este vehículo. John ayuda con parte del trabajo con el tractor, la apicultura, la extracción de la miel y la contabilidad. Jaime, a la izquierda, se encarga del empaquetado y las existencias, lleva la contabilidad, se ocupa de las reservas de la granja y de la comunicación corporativa, además de ayudar con la tienda. Los niños también echan una mano. “Cuando los necesitamos, hacen grupos para ir a recoger productos del cobertizo y empaquetarlos o para ayudar en la tienda”, asegura Jaime. “Actualmente van todos al colegio, así que nos vamos turnando entre Lyn, Trish y yo para ir a llevarlos y recogerlos, en función de cómo se presente el día. Lyn hace los deberes con Byran y también hace la limpieza de casa cada semana”.
Cómo es su día a día: “En noviembre y diciembre, nuestro mayor periodo de cosecha de drupa, empezamos la jornada a las seis y media de la mañana y terminamos sobre las cinco y media de la tarde. A lo largo del día, recogemos alrededor de 12 palés de fruta destinada a la venta”, dice Jaime. “En otras épocas del año, cosechamos miel, ciruelas y cultivamos hortalizas. Durante los meses de invierno también cortamos, vendemos y repartimos leña. Lo cierto es que realizamos tareas muy diversas”.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “El paisaje que nos rodea, la cantidad de espacio que tenemos y vivir en familia”, asegura Jaime. “¡La chimenea tampoco está nada mal!”.
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Cómo es su día a día: “En noviembre y diciembre, nuestro mayor periodo de cosecha de drupa, empezamos la jornada a las seis y media de la mañana y terminamos sobre las cinco y media de la tarde. A lo largo del día, recogemos alrededor de 12 palés de fruta destinada a la venta”, dice Jaime. “En otras épocas del año, cosechamos miel, ciruelas y cultivamos hortalizas. Durante los meses de invierno también cortamos, vendemos y repartimos leña. Lo cierto es que realizamos tareas muy diversas”.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “El paisaje que nos rodea, la cantidad de espacio que tenemos y vivir en familia”, asegura Jaime. “¡La chimenea tampoco está nada mal!”.
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5. Un vivero familiar de plantas y verduras en Alemania
Quién vive aquí: Franz Kling, de 54 años, y su mujer, Christa; sus hijos, una de las cuales aparece junto a su padre en la foto, Katharina; y los padres de Franz, Franz y María.
Ubicación: Grassau, Baviera.
Año de creación de la huerta: 1958
Los padres de Franz Kling fueron los fundadores de esta huerta, Gärtnerei Kling. “Fue dos años antes de mi nacimiento”, cuenta. “Mis dos hermanos y yo, así como nuestros hijos, hemos vivido y trabajado en el vivero desde bien pequeños”.
Qué producen: “Ya desde el principio, nuestra producción se centró en frutas y verduras”, explica Franz. “Desde que me quedé al mando del negocio en 1994, solo producimos para la comercialización directa en esta región. Esto significa que podemos producir una amplia gama de productos, tan variada como nos sea posible. Hay algunos cultivos muy antiguos y variedades muy especiales de aquí”.
Quién vive aquí: Franz Kling, de 54 años, y su mujer, Christa; sus hijos, una de las cuales aparece junto a su padre en la foto, Katharina; y los padres de Franz, Franz y María.
Ubicación: Grassau, Baviera.
Año de creación de la huerta: 1958
Los padres de Franz Kling fueron los fundadores de esta huerta, Gärtnerei Kling. “Fue dos años antes de mi nacimiento”, cuenta. “Mis dos hermanos y yo, así como nuestros hijos, hemos vivido y trabajado en el vivero desde bien pequeños”.
Qué producen: “Ya desde el principio, nuestra producción se centró en frutas y verduras”, explica Franz. “Desde que me quedé al mando del negocio en 1994, solo producimos para la comercialización directa en esta región. Esto significa que podemos producir una amplia gama de productos, tan variada como nos sea posible. Hay algunos cultivos muy antiguos y variedades muy especiales de aquí”.
A qué se dedica cada uno: “Christa y yo somos los principales agricultores. Yo trabajo en los campos de cultivo mientras ella se encarga de la tienda y la oficina. Además, tanto ella como yo vamos a los mercados agrícolas”, explica Franz. “Mis padres siguen trabajando con nosotros, aunque mi padre tiene ya 77 años y mi madre 80, que se dice pronto… Nuestros hijos también viven y trabajan en la zona, así que nos echan una mano con el negocio. Mi hija Katharina, por ejemplo, suele trabajar en nuestra pequeña tienda, donde vendemos nuestros productos”.
Cómo es su día a día: “El trabajo en el vivero está muy bien organizado a lo largo de la semana. De lunes a miércoles estamos ocupados con la siembra y cosecha de productos que, de jueves a sábado, vendemos en los mercados agrícolas de la región. Además, desde 1986, tenemos cerca una pequeña tienda con productos de granja al lado de nuestro vivero, que abre diariamente. Una de las mayores ventajas de trabajar y vivir aquí es que este lugar se encuentra en Chiemgau, Alta Baviera, lo cual nos permite disfrutar de nuestro tiempo libre en las montañas que rodean esta región o visitar el lago que tenemos aquí cerca después de la jornada de trabajo”.
Cómo es su día a día: “El trabajo en el vivero está muy bien organizado a lo largo de la semana. De lunes a miércoles estamos ocupados con la siembra y cosecha de productos que, de jueves a sábado, vendemos en los mercados agrícolas de la región. Además, desde 1986, tenemos cerca una pequeña tienda con productos de granja al lado de nuestro vivero, que abre diariamente. Una de las mayores ventajas de trabajar y vivir aquí es que este lugar se encuentra en Chiemgau, Alta Baviera, lo cual nos permite disfrutar de nuestro tiempo libre en las montañas que rodean esta región o visitar el lago que tenemos aquí cerca después de la jornada de trabajo”.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “Nuestra casa tiene unos ventanales enormes y unas habitaciones muy luminosas que crean una agradable conexión entre el interior y el exterior”, dice Franz.
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6. Contando ovejas en Estados Unidos
Quién vive aquí: Kristin Nicholas y Mark Duprey; su hija Julia Nicholas Duprey, de 17 años; Winston, un perro de montaña de los Pirineos que ejerce de pastor; Kate y Ness, otros dos perros pastor de raza Border collies; 25 gallinas; siete gatos; el burro Eeyore; y la llama Jeremy.
Ubicación: Condado de Franklin, Massachusetts.
Año de creación de la granja: 1751.
A principios de los ochenta, poco después de casarse, Kristin Nicholas y Mark Duprey decidieron mudarse desde el este de Massachusetts para volver a las raíces agrícolas de la familia Duprey. “Soy artista, escritora y bloguera, y mi marido tiene su propio negocio; decidimos criar ovejas porque a mí me gusta trabajar con fibras en mis obras y Mark adora los animales y la tierra”, comenta Kristin. “Como agricultor de cuarta generación, Mark tiene unas raíces agrícolas muy fuertes. Compramos cuatro ovejas antes de casarnos. Mi madre siempre bromea con el hecho de que normalmente la gente se compromete con un anillo, pero yo lo hice con cuatro ovejas”. Este número ha ido incrementándose con el tiempo: antes de 2009 tenían cerca de 100 ovejas pero ahora cuentan ya con varios cientos.
Quién vive aquí: Kristin Nicholas y Mark Duprey; su hija Julia Nicholas Duprey, de 17 años; Winston, un perro de montaña de los Pirineos que ejerce de pastor; Kate y Ness, otros dos perros pastor de raza Border collies; 25 gallinas; siete gatos; el burro Eeyore; y la llama Jeremy.
Ubicación: Condado de Franklin, Massachusetts.
Año de creación de la granja: 1751.
A principios de los ochenta, poco después de casarse, Kristin Nicholas y Mark Duprey decidieron mudarse desde el este de Massachusetts para volver a las raíces agrícolas de la familia Duprey. “Soy artista, escritora y bloguera, y mi marido tiene su propio negocio; decidimos criar ovejas porque a mí me gusta trabajar con fibras en mis obras y Mark adora los animales y la tierra”, comenta Kristin. “Como agricultor de cuarta generación, Mark tiene unas raíces agrícolas muy fuertes. Compramos cuatro ovejas antes de casarnos. Mi madre siempre bromea con el hecho de que normalmente la gente se compromete con un anillo, pero yo lo hice con cuatro ovejas”. Este número ha ido incrementándose con el tiempo: antes de 2009 tenían cerca de 100 ovejas pero ahora cuentan ya con varios cientos.
Qué producen: La granja se llama Leyden Glen Farm y vende corderos que han crecido en libertad en sus pastos. Prácticamente toda su producción la venden en los mercados agrícolas de Amherst y Northampton, que abren todos los martes y sábados. La granja se compone de unas 22 hectáreas de tierra y tiene cerca de 250 ovejas de cría, que pastan a lo largo de un campo de 13 km.
La finca también produce grandes cantidades de heno. “Mark tiene un enorme tractor para cortar el heno y luego embalarlo”, comenta Kristin. “Las ovejas pastan al aire libre de abril a noviembre; de diciembre a marzo, se resguardan en la granja y se alimentan del heno cosechado en verano. Tienen crías en enero, las cuales dejan de amamantar en abril y empiezan a pastar por su cuenta. El modo de vida en una granja de ovejas está marcado por ciclos naturales muy concretos”.
“En Nueva Inglaterra, la tierra es ideal para las ovejas, porque el terreno es montañoso y crece buena hierba”, explica Kristin. “Desde el año 1800, se han criado ovejas en esta región y en nuestra zona solía haber cientos de granjas”. A medida que Estados Unidos creció, los criadores de ovejas se fueron trasladando al oeste para sanear la tierra. El número de granjas de Nueva Inglaterra se redujo y, hoy en día, las ovejas de la familia pastan en terrenos que pertenecen a algunos vecinos que ya no se dedican a la agricultura.
La finca también produce grandes cantidades de heno. “Mark tiene un enorme tractor para cortar el heno y luego embalarlo”, comenta Kristin. “Las ovejas pastan al aire libre de abril a noviembre; de diciembre a marzo, se resguardan en la granja y se alimentan del heno cosechado en verano. Tienen crías en enero, las cuales dejan de amamantar en abril y empiezan a pastar por su cuenta. El modo de vida en una granja de ovejas está marcado por ciclos naturales muy concretos”.
“En Nueva Inglaterra, la tierra es ideal para las ovejas, porque el terreno es montañoso y crece buena hierba”, explica Kristin. “Desde el año 1800, se han criado ovejas en esta región y en nuestra zona solía haber cientos de granjas”. A medida que Estados Unidos creció, los criadores de ovejas se fueron trasladando al oeste para sanear la tierra. El número de granjas de Nueva Inglaterra se redujo y, hoy en día, las ovejas de la familia pastan en terrenos que pertenecen a algunos vecinos que ya no se dedican a la agricultura.
A qué se dedica cada uno: Mark supervisa los animales y su estado de salud, gestionando también su alimentación. Kristin se encarga de la venta de la carne y las relaciones con los mercados agrícolas. Su hija Julia les ayuda con las ventas, además de alimentar y jugar con las crías en invierno.
Cómo es su día a día: “Por extraño que parezca, no tenemos que levantarnos muy temprano. Nuestra jornada se extiende a lo largo de las horas de luz”, asegura Kristin. “En verano, las ovejas no necesitan tanto cuidado. Nos despertamos, echamos un vistazo a los pastos y comprobamos que todo esté en orden. Más tarde, vamos viendo qué hacer durante el día. Mark revisa los pastos, se asegura de que ninguna oveja se haya quedado atascada en una cerca y de que haya comida suficiente. Es difícil hablar de una rutina diaria concreta porque nuestro lema es ‘hacer primero lo que más prioridad tenga’. Por ejemplo, si se rompiera el tractor, arreglarlo sería nuestra máxima prioridad”.
“En invierno, tenemos que cuidar de las crías, así que nuestra jornada es distinta. Comprobamos que todo haya ido bien con las que acaban de nacer, las llevamos a los corrales y nos aseguramos de que estén sanas y de que sus madres se quedan cuidando de ellas. Después, les ponemos heno de dos a tres veces al día”.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “La historia que hay tras estos muros. Siempre pienso en la gente que ha vivido aquí durante los últimos 250 años. Me pregunto cómo pudieron construir este sitio valiéndose únicamente de sus propias manos”, confiesa Kristin. “También me encanta el porche, especialmente en verano, donde tomamos café cada mañana y observamos las ovejas pastar; el enorme fregadero que tenemos en la granja, tan profundo que los platos sucios quedan ocultos en él; las antiguas ventanas con viejas hojas de vidrio de color lila, verde y azul; y mi ventana de la cocina, desde la que puedo ver a las gallinas comer y cacarear”.
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Cómo es su día a día: “Por extraño que parezca, no tenemos que levantarnos muy temprano. Nuestra jornada se extiende a lo largo de las horas de luz”, asegura Kristin. “En verano, las ovejas no necesitan tanto cuidado. Nos despertamos, echamos un vistazo a los pastos y comprobamos que todo esté en orden. Más tarde, vamos viendo qué hacer durante el día. Mark revisa los pastos, se asegura de que ninguna oveja se haya quedado atascada en una cerca y de que haya comida suficiente. Es difícil hablar de una rutina diaria concreta porque nuestro lema es ‘hacer primero lo que más prioridad tenga’. Por ejemplo, si se rompiera el tractor, arreglarlo sería nuestra máxima prioridad”.
“En invierno, tenemos que cuidar de las crías, así que nuestra jornada es distinta. Comprobamos que todo haya ido bien con las que acaban de nacer, las llevamos a los corrales y nos aseguramos de que estén sanas y de que sus madres se quedan cuidando de ellas. Después, les ponemos heno de dos a tres veces al día”.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “La historia que hay tras estos muros. Siempre pienso en la gente que ha vivido aquí durante los últimos 250 años. Me pregunto cómo pudieron construir este sitio valiéndose únicamente de sus propias manos”, confiesa Kristin. “También me encanta el porche, especialmente en verano, donde tomamos café cada mañana y observamos las ovejas pastar; el enorme fregadero que tenemos en la granja, tan profundo que los platos sucios quedan ocultos en él; las antiguas ventanas con viejas hojas de vidrio de color lila, verde y azul; y mi ventana de la cocina, desde la que puedo ver a las gallinas comer y cacarear”.
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7. Un hogar y una granja en las montañas del norte de España
Quién vive aquí: Astrid Lema Jiménez, de 27 años, y su marido, Isidoro Mayo, de 49. Durante los meses de verano, además, se les une la prima de Astrid, Keila, de 10 años.
Ubicación: Folgueirón, Asturias.
Astrid Lema Jiménez creció en Barcelona, aunque siempre había soñado con ser granjera. Hace cuatro años, decidió cumplir su sueño y se mudó a Folgueirón, a una casa propiedad de sus abuelos, que eran agricultores. Ahora se gana la vida vendiendo huevos, queso de cabra y pan casero en los pueblos cercanos.
Quién vive aquí: Astrid Lema Jiménez, de 27 años, y su marido, Isidoro Mayo, de 49. Durante los meses de verano, además, se les une la prima de Astrid, Keila, de 10 años.
Ubicación: Folgueirón, Asturias.
Astrid Lema Jiménez creció en Barcelona, aunque siempre había soñado con ser granjera. Hace cuatro años, decidió cumplir su sueño y se mudó a Folgueirón, a una casa propiedad de sus abuelos, que eran agricultores. Ahora se gana la vida vendiendo huevos, queso de cabra y pan casero en los pueblos cercanos.
Qué produce: “Tengo unas 6 hectáreas de terreno, suficiente para nuestras cabras, gallinas y pollos”, asegura Astrid. “Producimos el queso más sabroso que podáis imaginar, además de una gran cantidad de huevos. Asimismo, recolecto ortigas, que crecen en abundancia en esta región tan húmeda, para hacer sopas y ungüentos caseros. También hago pan y bollos preñaos, un bollo de pan relleno de chorizo tradicional de la zona”. El chorizo que Astrid utiliza para sus bollos se produce en Otur, un pequeño pueblo cerca de su casa. Estos bollos son típicos de primavera y verano, durante las fiestas de las regiones de Asturias, Cantabria y La Rioja, y se suelen acompañar de un poco de sidra. En la foto podemos ver a Keila con las gallinas.
A qué se dedica: “Yo misma me encargo de hornear el pan, recoger los huevos, limpiar y alimentar a los animales. Además, como mínimo una vez a la semana, elaboro nuestro sabroso queso de cabra”.
A qué se dedica: “Yo misma me encargo de hornear el pan, recoger los huevos, limpiar y alimentar a los animales. Además, como mínimo una vez a la semana, elaboro nuestro sabroso queso de cabra”.
Cómo es su día a día: “Me levanto a las cuatro y media de la mañana para preparar el horno y me pongo a hacer pan y los bollos preñaos”, explica Astrid. “Al acabar, lo coloco todo en cestas y voy a Luarca con mi burro, Turca. Dejo la mayor parte de los productos en la panadería, donde se encargan de venderlos, y reparto el resto por otros pueblos. Por la tarde, voy con Turca a recoger pino, eucalipto y ramas de tejo para tener leña suficiente y poder hornear el pan a la mañana siguiente”.
Qué es lo que más le gusta de este lugar: “Me encanta vivir aquí porque estamos rodeados de toda clase de animales: zorros, ciervos, milanos… Es como vivir en un documental de televisión sobre la vida silvestre”.
Qué es lo que más le gusta de este lugar: “Me encanta vivir aquí porque estamos rodeados de toda clase de animales: zorros, ciervos, milanos… Es como vivir en un documental de televisión sobre la vida silvestre”.
8. Una huerta con restaurante y pensión en Rusia
Quién vive aquí: Vladimir Novikov, de 46 años, su mujer y sus cuatro hijos.
Ubicación: 130 kilómetros al sur de Moscú, en la región de Tula.
Todo empezó cuando Vladimir Novikov dejó la universidad de MGIMO, también conocida como el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, y se trasladó a la región de Tula. “Mis antepasados son de Kashira, así que supongo que sentí la necesidad de volver a mi tierra natal”, explica Vladimir. “Fui al comité de tierras con mi padre y nos dieron un terreno de 100 hectáreas para crear una huerta en un pueblo remoto y sin electricidad. Vivíamos en un contenedor habilitado cuando empezamos a trabajar los campos, tarea que, debido a las constantes inundaciones, no resultó nada fácil. Durante la venta de nuestra primera cosecha de col, nos reunimos con el jefe de distrito Zaoksky para ver si podíamos conseguir otra parcela. Tan solo logré hacerme con 2 hectáreas más, pero me las he arreglado para aprovecharlas al máximo”.
Quién vive aquí: Vladimir Novikov, de 46 años, su mujer y sus cuatro hijos.
Ubicación: 130 kilómetros al sur de Moscú, en la región de Tula.
Todo empezó cuando Vladimir Novikov dejó la universidad de MGIMO, también conocida como el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, y se trasladó a la región de Tula. “Mis antepasados son de Kashira, así que supongo que sentí la necesidad de volver a mi tierra natal”, explica Vladimir. “Fui al comité de tierras con mi padre y nos dieron un terreno de 100 hectáreas para crear una huerta en un pueblo remoto y sin electricidad. Vivíamos en un contenedor habilitado cuando empezamos a trabajar los campos, tarea que, debido a las constantes inundaciones, no resultó nada fácil. Durante la venta de nuestra primera cosecha de col, nos reunimos con el jefe de distrito Zaoksky para ver si podíamos conseguir otra parcela. Tan solo logré hacerme con 2 hectáreas más, pero me las he arreglado para aprovecharlas al máximo”.
Cuando empezamos las obras, el pastor de la zona nos preguntó cuándo abriríamos un café-restaurante. “En ese momento me enteré de que solía haber una cafetería en esta zona. Y así fue como surgió la idea de abrir un pequeño restaurante”, explica Vladimir. “Ahora ya tenemos la parte exterior lista y nos queda terminar de decorarlo para inaugurarlo el año que viene. Buscando que todo se convierta en el futuro en un lugar donde venir a relajarse, he construido cuatro pensiones donde la gente pueda quedarse a pasar la noche. Durante los 20 años que he estado trabajando en estos terrenos, me he financiado yo solo. Estoy tratando de evitar pedir un crédito, por eso el proceso es lento. Pero de momento funciona”.
Qué producen: Vladimir y su mujer producen alimentos principalmente para su consumo personal e intentan vender el excedente. Él mismo envía parte de la leche que producen a una oficina en Moscú, por ejemplo. “En nuestro huerto, cultivamos patatas, calabazas y una gran cantidad de frutas: manzanas, peras, ciruelas, etc.” asegura. “Ahora tengo pensado alquilar un terreno vecino, en parte para cultivar cereales, pero también para evitar que se construyan casas de campo por aquí cerca”.
A qué se dedica cada uno: “En estos momentos estoy bastante ocupado con las tareas de construcción”, asegura Vladimir. “Tengo que decorar los interiores de las pensiones y el restaurante, y construir una barbacoa. Además, muy pronto queremos abrir aquí un cine al aire libre. Mi mujer se encarga del jardín y el huerto, y tanto mi madre como la suya la ayudan”.
Qué producen: Vladimir y su mujer producen alimentos principalmente para su consumo personal e intentan vender el excedente. Él mismo envía parte de la leche que producen a una oficina en Moscú, por ejemplo. “En nuestro huerto, cultivamos patatas, calabazas y una gran cantidad de frutas: manzanas, peras, ciruelas, etc.” asegura. “Ahora tengo pensado alquilar un terreno vecino, en parte para cultivar cereales, pero también para evitar que se construyan casas de campo por aquí cerca”.
A qué se dedica cada uno: “En estos momentos estoy bastante ocupado con las tareas de construcción”, asegura Vladimir. “Tengo que decorar los interiores de las pensiones y el restaurante, y construir una barbacoa. Además, muy pronto queremos abrir aquí un cine al aire libre. Mi mujer se encarga del jardín y el huerto, y tanto mi madre como la suya la ayudan”.
Cómo es su día a día: “Vengo a la granja los fines de semana, ya que trabajo en Moscú el resto de días”, explica Vladimir, que no ve la hora de convertirse en agricultor a tiempo completo. “Me levanto a las 5 de la mañana y me voy a dormir a las 11 de la noche, pero la jornada en el campo siempre parece mucho más larga que en la capital. Se trabaja mucho y muy duro, pero se vive feliz. Aquí tiene cabida tanto el agotador trabajo físico como la increíble sensación de que todo esto te pertenece. En cuanto salgo de la finca para ir a la ciudad a trabajar ya lo echo de menos”.
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “Me encanta poder cultivar nuestra propia tierra. Me gusta también que mis planes y sueños, como el de construir una cafetería-restaurante y varias pensiones cerca de la granja, se vayan haciendo poco a poco realidad, todo con mi propio dinero y recursos. Me gusta además que no se trata de una zona de lujo repleta de segundas residencias de campo. Me encanta el jardín que plantamos hace 15 años con mis padres. Tenemos un tilo de 120 años del cual estoy muy orgulloso”.
Más imágenes sobre esta finca
Qué es lo que más les gusta de este lugar: “Me encanta poder cultivar nuestra propia tierra. Me gusta también que mis planes y sueños, como el de construir una cafetería-restaurante y varias pensiones cerca de la granja, se vayan haciendo poco a poco realidad, todo con mi propio dinero y recursos. Me gusta además que no se trata de una zona de lujo repleta de segundas residencias de campo. Me encanta el jardín que plantamos hace 15 años con mis padres. Tenemos un tilo de 120 años del cual estoy muy orgulloso”.
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9. Cereales orgánicos en una finca que va por la cuarta generación en Francia
Quién vive aquí: Eric Gobard, de 46 años; su mujer, Anne; y sus hijas, Lucie, de 9, y Armelle, de 15. Sus hijos, Emmanuel, de 18 años, y Baptiste, de 19, viven y estudian fuera.
Ubicación: Coulommiers, al este de París.
Año de creación de la finca: 1895.
Interesante: Aparece en la película francesa Largo domingo de noviazgo (2004).
En 2015, esta finca conocida como La Ferme de Chantemerle celebra su 120º aniversario; ya va por la cuarta generación de agricultores. Eric Gobard siempre ha vivido en esta finca de sus bisabuelos, con sus abuelos y sus padres, y lleva dirigiéndola 13 años. Esta especializada en la producción de cereales, pues la riqueza de su terreno es ideal para su cultivo, y ha recibido la certificación de orgánica durante los últimos siete años.
Quién vive aquí: Eric Gobard, de 46 años; su mujer, Anne; y sus hijas, Lucie, de 9, y Armelle, de 15. Sus hijos, Emmanuel, de 18 años, y Baptiste, de 19, viven y estudian fuera.
Ubicación: Coulommiers, al este de París.
Año de creación de la finca: 1895.
Interesante: Aparece en la película francesa Largo domingo de noviazgo (2004).
En 2015, esta finca conocida como La Ferme de Chantemerle celebra su 120º aniversario; ya va por la cuarta generación de agricultores. Eric Gobard siempre ha vivido en esta finca de sus bisabuelos, con sus abuelos y sus padres, y lleva dirigiéndola 13 años. Esta especializada en la producción de cereales, pues la riqueza de su terreno es ideal para su cultivo, y ha recibido la certificación de orgánica durante los últimos siete años.
Qué producen: Trigo, espelta, alforfón (o trigo sarraceno), centeno, alfalfa y lino. “Los campos se organizan en torno a una rotación de 10 años de los cultivos”, explica Eric. “Por ejemplo, en una sección del terreno se cultiva alfalfa durante dos años, que luego se vende a un agricultor que produce queso Coulommiers orgánico, una especialidad de la región. A continuación, en esa misma sección de tierra se siembra el trigo, que se beneficia del nitrógeno que la alfalfa deja en el suelo. Después viene el lino; luego el trigo de nuevo; después las judías verdes, que crecen en tierra pobre; luego las habas, que vuelven a llenar de nitrógeno el suelo; y, finalmente, el trigo sarraceno, que limpia el suelo de gérmenes. Es una manera natural de garantizar una buena calidad de los productos y hacer que la tierra descanse a la vez que se mantiene productiva”.
A qué se dedica cada uno: En estos momentos, Eric y Anne son los encargados de dirigir la granja. “Baptiste y Emmanuel viven fuera debido a sus estudios, quieren dedicarse al sector de las energías renovables”, explica. “Sin embargo, a Lucie y Armelle les encanta este estilo de vida y hablan mucho acerca de llevar ellas la finca en el futuro, así que, ¿quién sabe?”. Eric trabaja en los campos de cultivo y Anne se encarga de las tareas administrativas y logísticas, además de ir a los mercados para vender los productos.
Cómo es su día a día: Las jornadas de Eric y Anne son bastante intensas. “Por la mañana, yo trabajo en los campos”, dice Eric. “Después de la comida, llevo los cereales al silo que tenemos al lado del molino. Por la tarde, nos ocupamos normalmente de las tareas administrativas”.
Cómo es su día a día: Las jornadas de Eric y Anne son bastante intensas. “Por la mañana, yo trabajo en los campos”, dice Eric. “Después de la comida, llevo los cereales al silo que tenemos al lado del molino. Por la tarde, nos ocupamos normalmente de las tareas administrativas”.
Qué es lo que más les gusta de vivir aquí: Ambos son unos apasionados de su finca. Les encanta transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones y enseñar agricultura ecológica en las escuelas agrícolas de secundaria. Anne confiesa que le encanta utilizar en la cocina los huevos frescos de sus gallinas y la fruta fresca de su huerta.
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¿Vives en una granja o en una finca con huerta? Comparte con nosotros tu experiencia y sube fotos en los comentarios para que podamos verla.
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Los "bollines de chorizo" y el pan de Astrid ¡están riquísimos!
Buenas tardes.
Es todo un privilegio poder vivir el lugares tan bonitos y tan cerca de la naturaleza.
Hace años vivir en un pueblo no era tan apreciado como puede serlo hoy en día, para muchas de las personas que viven en las ciudades.
Todas estas familias son personas muy ricas en lo personal, en la expreison corporal se les nota.
Felicidades a todo el equipo por este magnifico reportaje.