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Casas soñadas: El hogar ideal de Miguel Barahona
La casa de este arquitecto es un compendio de 10+1 términos, fruto de sus años de práctica profesional y de las relaciones con sus clientes.
Miguel Barahona
15 de octubre de 2015
Esta casa forma parte de una serie en la que reconocidos arquitectos e interioristas han aceptado el reto de diseñar la vivienda de sus sueños con imágenes de Houzz. La única regla es que no hay reglas. El único límite: su capacidad para encontrar lo que más les guste en un océano de imágenes de interiores de medio mundo.
Durante mucho tiempo he buscado la casa de los sueños. No de los míos, sino la casa de los sueños de otros. Aquella en la que no solo puedan vivir, realizar sus actividades cotidianas, sino con la que se puedan identificar, que muestre su forma de estar en el mundo, de “habitar poéticamente”.
Parece ser que Kazuyo Sejima no pudo o no quiso diseñar su propia casa. Le dejó a Ryue Nishizawa el trabajo de imaginar ese espacio. Para ella la arquitectura no es porque sí. Parte siempre del diálogo. Necesita de un cliente con el que conversar, alguien en cuyos sueños poder escudriñar, para el que idear nuevos mundos. Sin ese contrario no le veía sentido al proceso de proyectar. O tal vez quiso, por una vez, que fuera otro el que buscara y materializara sus sueños.
Al imaginar la casa de otros, uno convierte en propios sus sueños, y al hacerlo no puede dejar de proyectar(se). A lo largo de los años una serie de temas se han ido repitiendo de forma recurrente en muchos de mis proyectos, con matices propios en cada ocasión. Otros, por el contrario, han ido surgiendo por el camino. Temas que trataré de describir a través de 10+1 términos. Palabras que no representan reflexiones meramente teóricas, sino que son fragmentos ciertos de sueños largamente perseguidos, detalles reales que uno busca siempre en aquellas casas que encuentra. Recuerdos vívidos que volverán a aparecer al enfrentarse a un nuevo proyecto.
La verdad, no sé cómo sería mi casa soñada, pero a través de las diseñadas a lo largo de los años creo que puedo decir que sería radical, maximalista, compleja, abstracta, activa, diversa, difusa, divertida, íntima, emocionante y audaz.
Durante mucho tiempo he buscado la casa de los sueños. No de los míos, sino la casa de los sueños de otros. Aquella en la que no solo puedan vivir, realizar sus actividades cotidianas, sino con la que se puedan identificar, que muestre su forma de estar en el mundo, de “habitar poéticamente”.
Parece ser que Kazuyo Sejima no pudo o no quiso diseñar su propia casa. Le dejó a Ryue Nishizawa el trabajo de imaginar ese espacio. Para ella la arquitectura no es porque sí. Parte siempre del diálogo. Necesita de un cliente con el que conversar, alguien en cuyos sueños poder escudriñar, para el que idear nuevos mundos. Sin ese contrario no le veía sentido al proceso de proyectar. O tal vez quiso, por una vez, que fuera otro el que buscara y materializara sus sueños.
Al imaginar la casa de otros, uno convierte en propios sus sueños, y al hacerlo no puede dejar de proyectar(se). A lo largo de los años una serie de temas se han ido repitiendo de forma recurrente en muchos de mis proyectos, con matices propios en cada ocasión. Otros, por el contrario, han ido surgiendo por el camino. Temas que trataré de describir a través de 10+1 términos. Palabras que no representan reflexiones meramente teóricas, sino que son fragmentos ciertos de sueños largamente perseguidos, detalles reales que uno busca siempre en aquellas casas que encuentra. Recuerdos vívidos que volverán a aparecer al enfrentarse a un nuevo proyecto.
La verdad, no sé cómo sería mi casa soñada, pero a través de las diseñadas a lo largo de los años creo que puedo decir que sería radical, maximalista, compleja, abstracta, activa, diversa, difusa, divertida, íntima, emocionante y audaz.
Radical. ¿Cómo no admirar la Casa Farnsworth? Su compleja sencillez, su extrema radicalidad, su capacidad de hacer más intensa la experiencia de lo que le rodea. El problema es que la Casa Farnsworth apenas es una casa. Una casa es el lugar donde las necesidades cotidianas de sus habitantes se satisfacen de forma estimulante. La radicalidad aquí solo es posible por la reducción al mínimo de esos condicionantes. Una casa debe ser capaz de asumir, reflejar y producir la complejidad de la existencia. Pero, tal y como sucede en la Farnsworth, debe de ser un lugar donde la experiencia de la vida se intensifique.
Maximalista. La radicalidad que buscamos es aquella que no se basa en la renuncia, sino la que siempre quiere más. La que acoge lo múltiple y diverso como origen de un nuevo organismo, capaz de adaptarse, de crecer, de extenderse en el lugar de forma rotunda pero sensible. Capaz al mismo tiempo de crear el lugar y de integrarse en él como si siempre hubiera estado allí. Una arquitectura que salta por encima de prejuicios y busca nuevas formas, nuevas geometrías, que reflejen maneras nuevas de relacionarse con lo que le rodea, y que den lugar a nuevas situaciones en el interior.
Compleja. Me gusta repetir que toda casa es un laberinto. La superposición en el tiempo de vivencias, necesidades, recuerdos, presencias y ausencias produce necesariamente un espacio complejo, basado en la acumulación de estímulos y respuestas. La casa es un laberinto. Un lugar que solo mediante su uso puede llegar a reconocerse. La definición misma de lo que es el espacio privado. La casa se convierte en un paisaje interior, un marco activo donde todo puede suceder y tener inmediatamente su lugar. Un espacio propio, personal, que se construye desde la experiencia. El espacio de la intimidad.
Casas soñadas: El hogar ideal de Alberto Marcos
Casas soñadas: El hogar ideal de Alberto Marcos
Abstracta. Si la casa es el lugar para habitar poéticamente este mundo, la abstracción es el medio para elevar lo cotidiano, lo habitual, incluso lo vulgar, a un estado nuevo de agitación sensorial e intelectual. En palabras de William Curtis, “la abstracción es el mecanismo para evocar realidades invisibles”. Gracias a ella, la materia que nos rodea deja de ser simplemente materia, se transforma en sensaciones y es capaz de producir emoción. Luz, sombra, textura, reflejos, transparencias, pasan a ser el verdadero “material con que se construyen los sueños”.
Activa. En vez de un espacio diáfano y unívoco, prefiero ambientes ambiguos, interconectados, superpuestos. Estancias que se comunican visualmente de forma compleja en un juego de relaciones nuevo y cambiante. Lugares desprovistos de todo protocolo, que invitan a ser recorridos, explorados y usados de formas diferentes. A la vez claros, reconocibles, pero que usan la geometría no como una limitación, sino como una herramienta para ir más allá de lo esperado. Un espacio activo que se define a partir de la voluntad de sus habitantes. Nuevas posibilidades, nuevas direcciones. Un espacio, como la vida, de “caminos que se bifurcan”.
Diversa. Mi casa soñada tiene pequeños rincones, lugares que escapan de lo racional. Espacios que parece que sobran, que se desprecian porque no tienen uso definido, que parecen inservibles. Aquellos que misteriosamente se acaban convirtiendo en nuestros preferidos. Esos lugares donde da el sol por la mañana, donde sopla la brisa a última hora de la tarde, donde nos detenemos a observar un árbol que por alguna razón nos conmueve. Esos espacios que se transforman por nuestro capricho, por lo que experimentamos en ellos y que los hace únicos. Lugares donde lo imprevisto entra en escena.
Difusa. Exterior e interior se funden para crear una nueva realidad. Una casa crea siempre un paisaje propio. No importa donde se sitúe, por muy impresionantes que sean las vistas, siempre tendrá una mirada hacia lo cercano, el mundo propio y personal que la casa crea. Incluso cuando se dirige al exterior, lo atrapa y nuestra mirada se apropia de él, lo transforma e incorpora a nuestro mundo. Los límites se difuminan. Se crean esas situaciones intermedias, lugares exteriores e interiores a la vez, en plácida tensión, capaces de construir el hogar en medio de la adversidad.
Íntima. Pero la casa es el lugar de nuestra intimidad. Aquel con el que nos identificamos, que hacemos plenamente nuestro, que pensamos que nos refleja verdaderamente. El lugar para la reflexión personal, para el encuentro con uno mismo, con las personas que nos acompañan, y solo entonces la sociedad y el mundo. No importa lo descomunal del paisaje o el espacio, buscamos siempre la escala humana, nuestra medida de la intimidad, la comodidad y el bienestar. No importa lo abierta o cerrada que esté, la casa es siempre un refugio. El refugio de nuestra identidad.
Casas soñadas: El hogar ideal de Liliana Millán
Casas soñadas: El hogar ideal de Liliana Millán
Divertida. Abandonemos el exceso de seriedad y la grandilocuencia; descubramos nuevas formas de vivir el espacio, nuevas relaciones insospechadas. Hay que huir de lo convencional, lo repetitivo, quitarse el exceso de trascendencia y buscar lo efímero, lo leve. Jugar con los espacios, atreverse a buscar nuevas perspectivas, ver lo de siempre desde puntos de vista nuevos. Buscar sin prejuicios nuestros deseos y anhelos profundos. Experimentar, generar recuerdos, vínculos afectivos. Disfrutar del lugar, hacerlo propio a través del placer y de la diversión.
Emocionante. En definitiva, frente al espacio neutro, mi casa soñada buscará la emoción que solo el espacio puede producir. El espacio doméstico, el lugar de la intimidad, debería ser el más personal, el menos convencional de todos los espacios en que nos movemos. Su origen debe ser la búsqueda de una respuesta diferente a las necesidades y sueños de sus habitantes en un lugar. Suelos y techos se mueven para buscar ese espacio único que representa el vértigo de vivir. Los materiales se disponen para poner orden en el caos y hacer posible habitar de forma emocionante el mundo. Diseñar la casa soñada es un proceso, habitarla es un camino que solo en el tiempo se puede recorrer.
Audaz. El término 10+1 se refiere a la audacia de construirte una casa, materializar tus sueños, perseguirlos y quedarte a vivir en ellos. Querer ir más allá de lo superficial, no conformarte con lo establecido, decidirte a buscar y a vivir. La audacia es la condición inicial de la casa soñada.
CUÉNTANOS…
¿Cómo sería tu casa soñada? ¿Audaz, compleja divertida o, como propone Barahona, todas caben en una sola?
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