Casas Houzz
Casas del mundo
Casas Houzz: Una vivienda colorista e imaginativa en Sídney
El diseño de esta casa en los suburbios de Sídney refleja la personalidad atrevida del propietario, amén de una gran colección de arte.
Cuando el arquitecto David Boyle se encontró con esta desvencijada casa rústica de madera y el amplio patio adyacente, podría haber optado una renovación más convencional para cumplir con lo que su dueña: Courtney Gibson, le pidió: un hogar para ella, sus dos hijos y su colección de arte. Pero Boyle le ofreció una solución más atrevida: demoler la estropeada casa de campo y construir dos casas semi independientes en el terreno. Una era para que Gibson la alquilara o vendiera y la otra para que viviera en ella con sus hijos. Esta última destaca por un espacio de estar abierto que alberga la ecléctica colección de arte de su dueña, además de una terraza y un patio que están situados medio nivel por encima de los dormitorios. La solución, entre otras cosas, aprovecha al máximo la superficie de la vivienda.
Al igual que en muchas de las estrechas casas pareadas de Sídney, la puerta de entrada se abre hacia la cocina. Gibson y Boyle comparten su gusto por la arquitectura moderna de mediados de siglo, algo que se aprecia en este espacio.
La calidez del roble de la isla diseñada por Boyle combina con los armarios de tono gris y el suelo de linóleo. La pared divisoria que separa la vivienda de la del vecino tiene ladrillos recuperados de la casa original. En algunas zonas se han dejado expuestos tal cual mientras en otras se han pintado. “Es buena idea reciclar siempre que sea posible, pero además le aporta una dimensión adicional a un diseño contemporáneo”, dice Boyle.
Suelos: Marmoleum, gama Concrete en Comet, Forbo
La calidez del roble de la isla diseñada por Boyle combina con los armarios de tono gris y el suelo de linóleo. La pared divisoria que separa la vivienda de la del vecino tiene ladrillos recuperados de la casa original. En algunas zonas se han dejado expuestos tal cual mientras en otras se han pintado. “Es buena idea reciclar siempre que sea posible, pero además le aporta una dimensión adicional a un diseño contemporáneo”, dice Boyle.
Suelos: Marmoleum, gama Concrete en Comet, Forbo
La casa irradia en cada rincón el amor de Gibson por el color y por todo lo vintage. En esta casa uno debe estar preparado para lo inesperado. Seguramente, no haya muchos salpicaderos que hagan referencia a The Great Wave off Kanagawa, el famoso mural sobre plancha de madera de Katsushika Hokusai. Las obras de arte dinámicas son de papel pintado en cristal. “El papel pintado es lo primero que compré para la casa, años antes de la obra”, cuenta Gibson. “Todos los colores de la casa los saqué de la parte posterior de ese papel”.
Está claro que la casa pertenece a una gran coleccionista de arte ecléctico y original. La pintura sobre el ladrillo visto es Great Band Names I’ve Thought Of (But Never Used), de Mark Hetherington. El espacio está dominado por una escultura colgante gigantesca, Mr. Kangalanga, de Rosie Deacon: una maraña de plástico, tela, pieles, juguetes de peluche, tapones de botellas y sombrillas de cóctel.
Boyle utilizó vigas de madera de Oregón para hacer que el techo de la cocina quedara algo más bajo. Esta solución puede parecer en principio desconcertante si se tiene el objetivo de aportar amplitud, pero la estrategia de Boyle era comprimir y ampliar después este interior estrecho y largo. La razón: evitar la sensación de ‘tubo’. El techo se eleva hasta casi 4,5 metros sobre la zona del comedor y la sala de estar. Esta vista está orientada hacia la puerta principal desde el comedor de doble altura al que se accede desde la cocina.
En el comedor queda claro el gusto de Gibson por el diseño de mediados de siglo, tanto en el banco tapizado como en las sillas vintage. El espacio está separado de la sala de estar mediante estanterías abiertas; también de madera de Oregón.
La fotografía que hay sobre la mesa del comedor, Screen Test No. 4 (Australiana), es de John A. Douglas.
La fotografía que hay sobre la mesa del comedor, Screen Test No. 4 (Australiana), es de John A. Douglas.
Otro ejemplo de la intención de Boyle de crear un espacio visualmente más amplio es la serie de cambios que se produce en el nivel del suelo a medida que la casa pasa de una zona a otra y que van desde la parte delantera a la trasera a través de un estrecho espacio. Apenas unos cuantos escalones de madera sirven para elevar la sala de estar del comedor y la cocina. “Es una forma de separar zonas muy típica de los 60 y los 70”, dice Gibson, que asegura que “hace que todo parezca mucho más espacioso que si se deja en un mismo nivel”.
Como Gibson especifico que deseaba tener espacio para colgar obras de arte, Boyle pintó las paredes, incluidas algunas de ladrillo visto en Vivid White, de Dulux.
“Lo que hicimos fue crear un lienzo en blanco para que Courtney pudiera aportar su granito de arena en cuanto al diseño de interiores y las obras de arte”, relata Boyle.
La luz entra por un amplio ventanal y una ventana vertical, justo encima. Se trata del escenario perfecto para una colección que no ha hecho más que crecer durante 25 años. Gibson se atreve con un consejo sobre cómo exponer una colección de arte como esta. “Hay que dejar espacios vacíos o sería como vivir en un álbum de sellos”. Las lámparas colgantes, de 1930, son piezas que Gibson ha traído de su antigua casa. La silla Pastil naranja, de fibra de vidrio, diseñada por Eero Aarnio –originalmente diseñada para caber dentro de su clásica silla Ball de 1967–, aporta un toque de color.
“Lo que hicimos fue crear un lienzo en blanco para que Courtney pudiera aportar su granito de arena en cuanto al diseño de interiores y las obras de arte”, relata Boyle.
La luz entra por un amplio ventanal y una ventana vertical, justo encima. Se trata del escenario perfecto para una colección que no ha hecho más que crecer durante 25 años. Gibson se atreve con un consejo sobre cómo exponer una colección de arte como esta. “Hay que dejar espacios vacíos o sería como vivir en un álbum de sellos”. Las lámparas colgantes, de 1930, son piezas que Gibson ha traído de su antigua casa. La silla Pastil naranja, de fibra de vidrio, diseñada por Eero Aarnio –originalmente diseñada para caber dentro de su clásica silla Ball de 1967–, aporta un toque de color.
Los materiales cambian según se va cambiando de nivel. Así, el linóleo del espacio de la cocina-comedor cede paso a los estrechos tablones reciclados de madera del salón, junto con una práctica estera de juncos, otro de los tesoros de los años 60 y 70.
La pasión de Gibson por el coleccionismo encuentra espacio de expresión en casi todos los rincones de la casa. El inteligente diseño espacial de Boyle, minimiza la aparente sensación de desorden. Las piezas en realidad parecen estar contando una historia propia, como los dibujos de Joan Ross que hay sobre el sofá. “Simplemente elijo cosas que me gustan y las pongo con otras cosas que también me gustan, así que ¿cómo no van a quedar bien?”, explica Gibson.
La pasión de Gibson por el coleccionismo encuentra espacio de expresión en casi todos los rincones de la casa. El inteligente diseño espacial de Boyle, minimiza la aparente sensación de desorden. Las piezas en realidad parecen estar contando una historia propia, como los dibujos de Joan Ross que hay sobre el sofá. “Simplemente elijo cosas que me gustan y las pongo con otras cosas que también me gustan, así que ¿cómo no van a quedar bien?”, explica Gibson.
Íntima y acogedora, la casa deja adivinar la personalidad apasionada, y también algo excéntrica de su dueño. También, obviamente, su pasión por el diseño de mediados de siglo. El retrato que domina esta imagen, que parece colgado en el aire, es de Liam Benson.
Sillas Kone: Roger McLay, alrededor del 1948
Sillas Kone: Roger McLay, alrededor del 1948
Boyle diseñó todos los armarios de la casa. Las sencillas líneas de las estanterías, los bancos y las alacenas se integran con la arquitectura y crean sensación de continuidad entre zonas con funciones independientes. El color de las puertas pintadas de la alacena, con tableros perforados, cambia en cada zona: desde el gris de la cocina hasta el azul del salón.
El estudio de la casa, de dos metros de ancho, está junto al salón. Aquí se apilan una gran cantidad de libros, un espacioso escritorio integrado y un banco junto a la ventana. Es uno de los lugares de la casa preferidos de Gibson.
Casas Houzz: Una roca de hormigón volcada al Mediterráneo
Casas Houzz: Una roca de hormigón volcada al Mediterráneo
Los libros de Gibson están ordenados por colores. “Creo que es algo muy típico, aunque en realidad lo único que demuestra es que soy una friki del diseño”, dice.
El dormitorio de Gibson también está en la planta baja, cómodamente colocado junto al salón.
El cuarto de baño es completamente azul: suelo de azulejos azules, paneles laminados azules en las paredes y lavabo azul.
Aunque vista de frente la casa parece tener un solo piso, en realidad cuenta con un pequeño entrepiso bajo el tejado. A la escalera hacia el primer piso se llega a través de un breve pasillo que hay entre la cocina y el comedor. En esta vista desde el entrepiso se ve el pasillo solo a la izquierda. En todo caso, en el plano que enseñamos a continuación se puede apreciar mejor.
El espacio exterior adyacente a la cocina está detrás del colorido mural geométrico que hay en la fachada y se puede usar como garaje. Este es un ejemplo del espacio flexible que caracteriza a esta casa.
Gibson pidió explícitamente que los dormitorios de sus hijos y el baño estuvieran en el piso de arriba. Las obras de arte, los tejidos vintage y los armarios tipo tablero también les gustan a sus hijos.
Una lámpara colgante estilo industrial, ladrillo visto y otro escritorio empotrado diseñado por Boyle se ubican cómodamente junto con un baúl tallado vintage. Las amplias contraventanas que se ven a la izquierda conectan con el espacio de las habitaciones inferiores.
Probablemente la habitación más espectacular de la casa sea el baño de los niños. Gibson ha optado por un amarillo fuerte, el Golden Marguerite, de Dulux. Es fácil imaginarse cómo debe animarte este espacio cada vez que entras por la mañana al baño. El electricista de Gibson encontró hasta enchufes amarillos. “Es una locura –dice Gibson–, pero me encanta”.
Los dormitorios de los niños y su baño se conectan mediante un pasillo en el entrepiso que, además, proporciona una perspectiva diferente y más cercana de las obras de arte colgadas que se encuentran colgadas más arriba.
Las zonas exteriores también tienen el sello de Gibson. Una gran puerta en el salón lleva a un espacio exterior cubierto, a una terraza y a un patio de ladrillos. Gibson lo decoró con objetos que fue encontrando y tesoros vintage. Su ojo ecléctico seleccionó estas esculturales canastas, de Lorraine Connelly-Northey, para colgarlas en la pared. Northey es una artista indígena y emplea alambre oxidado para hacer vasijas Wiradjuri tradicionales.
El techo de la sala exterior, de unos 4 metros de altura, da sensación de amplitud, y el gran saliente protege la fachada de la luz solar y el, a veces, excesivo calor.
Esta pared tan singular, visible desde el momento en que el visitante entra por la puerta, se mantiene como alusión a la personalidad industrial de la periferia. Gibson estaba tan fascinada por la pátina y los interesantes colores que decidió incorporar su particularidad al patio.
El muro en la parte posterior de la fábrica adyacente es de acero corrugado pintado de verde y está envejeciendo artísticamente, formando un telón de fondo para las esculturales plantas del jardín urbano, que apenas precisan agua.
La idea de Boyle en todo el proyecto era crear la sensación de un viaje a través de una serie de interesantes zonas, íntimas y conectadas. Para ello, los cambios de nivel fueron fundamentales. Desde la zona del salón y el exterior cubierto hay una serie de escalones de madera que descienden hasta el patio de ladrillos.
La casa de Gibson está justo debajo de una de las rutas de vuelo del aeropuerto de Sídney. Esto afectó a algunas de las características de la casa, ya que fue necesario cumplir ciertos requisitos acústicos. Por ejemplo, cristales de mayor calidad, ventanas con sellado acústico, aislamiento de alta calidad y paredes de cemento de doble fibra. “Una vez que la casa está cerrada, si pasa un avión por encima casi no se oye”, dice Boyle. Otra ventaja adicional es que el rendimiento térmico se mejoró muchísimo. Gibson y Boyle tenían claro los beneficios medioambientales que obtendrían empleando materiales reciclados y renovables, las sombras exteriores, la eficiente ventilación cruzada, los depósitos de agua de lluvia y el sistema de retención de agua in situ.
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De un vistazo
Quién vive aquí: Courtney Gibson y sus dos hijos
Dónde: Marrickville, una zona residencial de Sídney
Arquitecto: David Boyle
Marrickville, a unos 6 kilómetros al este del distrito empresarial del centro de Sídney,
resulta cada vez más atractivo para los urbanitas a los que les gusta un estilo de vida algo más alejado de la ciudad. “El principal reto fue intentar dar sensación amplitud espacial en una vivienda de espacio limitado”, dice Boyle.
La casa de Gibson tiene 7 metros de ancho por 33 metros de largo. Lo primero por lo que llama la atención es por una fachada de paneles de contrachapado con listones horizontales que comparte protagonismo con la puerta del garaje: un mural abstracto realizado en pintura para exteriores de la artista Louise Tuckwell. Es evidente que, aunque se demolió la casa de campo original, quedan aún reminiscencias de la antigua propiedad en la nueva construcción, algo de lo que Gibson dice sentirse muy orgullosa.