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Casas Houzz: Surf y playa en Nueva Zelanda
Con un cuidado diseño pero materiales simples, esta casa a pie de playa resulta perfecta para una familia de surfistas.
Los propietarios de esta sencilla pero ingeniosa casa en Makorori Beach, en la costa este de Nueva Zelanda, conocían al arquitecto Jeremy Smith hacía tiempo. El terreno les pertenecía desde siempre, porque uno de los abuelos lo compró poco después de la Segunda Guerra Mundial, para construir la típica cabaña de playa o “bach”. Desde entonces, este paisaje apenas ha cambiado. No hay más que playa y mar, colinas escarpadas y una comunidad muy unida, con familias que viven aquí durante todo el año. De hecho, hay una explanada frente a la playa, que comparten para jugar a cricket o saltar en la rampa de skate. Pero lo mejor sucede al cruzar la calle: las mejores olas para practicar surf.
Makorori es uno de esos –ya escasos– lugares en Nueva Zelanda donde la playa todavía parece ser propiedad de la comunidad de vecinos. Las casas son todas pequeñas y diseminadas.
“Te invade un sentimiento de nostalgia cuando llegas a Makorori por primera vez –explica Smith. Así era la costa de Nueva Zelanda antes de que se pusiera de moda construir en primera línea de playa”.
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“Te invade un sentimiento de nostalgia cuando llegas a Makorori por primera vez –explica Smith. Así era la costa de Nueva Zelanda antes de que se pusiera de moda construir en primera línea de playa”.
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“Cualquier obra resultaba difícil en esta parecla. Los propietarios habían consultado ya a dos arquitectos, con presupuestos poco ajustados a su bolsillo”, desvela el arquitecto.
Tras estas dos tentativas fallidas, Smith, viejo amigo de la familia que vive en Nelson –a 500 km de distancia, en la Isla Sur–, aceptó el reto.
El dinero era sólo una parte del problema. Cualquier cosa que construyeran tenía que ser sin pretensiones y encajar con la estética del resto de las casas vecinas. Después de décadas viviendo en la bahía, conocían ya a casi todo el mundo. La casa tenía que ser abierta, informal y modesta, pero también necesitaba privacidad, para funcionar como un hogar durante todo el año y no ser sólo una casa de vacaciones.
“Pusimos el foco en la comunidad en la que viven”, explica Smith, “y en ofrecer soluciones adecuadas para vivir en ese contexto particular”. El objetivo era una casa acorde con las ya existentes, que no destacara demasiado.
Tras estas dos tentativas fallidas, Smith, viejo amigo de la familia que vive en Nelson –a 500 km de distancia, en la Isla Sur–, aceptó el reto.
El dinero era sólo una parte del problema. Cualquier cosa que construyeran tenía que ser sin pretensiones y encajar con la estética del resto de las casas vecinas. Después de décadas viviendo en la bahía, conocían ya a casi todo el mundo. La casa tenía que ser abierta, informal y modesta, pero también necesitaba privacidad, para funcionar como un hogar durante todo el año y no ser sólo una casa de vacaciones.
“Pusimos el foco en la comunidad en la que viven”, explica Smith, “y en ofrecer soluciones adecuadas para vivir en ese contexto particular”. El objetivo era una casa acorde con las ya existentes, que no destacara demasiado.
El área para construir se definió en el centro de la parcela, debido a que el terreno presenta algunos problemas geotécnicos. Smith quería excavar tan poco como fuera posible.
Para ello, diseñó un conjunto de tres cabañas negras alrededor de un patio desplazándolas ligeramente de manera que las dos piezas más pequeñas –una en la parte posterior, con dos dormitorios; otra en la parte delantera, con la cocina–, se complementaran con un tercer espacio, que albergaría una sala de estar, un baño y el dormitorio principal.
Las diferentes cabañas están definidas y conectadas por una serie de cubiertas de paso.
Para ello, diseñó un conjunto de tres cabañas negras alrededor de un patio desplazándolas ligeramente de manera que las dos piezas más pequeñas –una en la parte posterior, con dos dormitorios; otra en la parte delantera, con la cocina–, se complementaran con un tercer espacio, que albergaría una sala de estar, un baño y el dormitorio principal.
Las diferentes cabañas están definidas y conectadas por una serie de cubiertas de paso.
La casa se encuentra elevada sobre una base de hormigón. Dentro hay un pequeño garaje –con espacio para un coche–, que se utiliza para guardar las tablas de surf. “De todas formas, los coches son bastante impermeables”, cuenta Smith.
El bloque de hormigón fue una solución práctica e ingeniosa: eleva la casa hasta muy por encima del nivel que alcanza el agua durante las tormentas, y mejora la vista considerablemente. Pero, además, hace que la gente que pasa por la carretera no vea más que una perspectiva oblicua de la vivienda, incrementando la privacidad.
No hay valla protectora: la casa da una impresión relajada e informal, como si cualquiera pudiera entrar a tomar algo con los dueños una de esas tardes de verano en las que a playa está llena. El acceso tiene lugar, primero, a través de unas escaleras desde el jardín delantero; luego, a través de una cubierta que, a su vez, da paso a otra cubierta que conduce a la zona principal. En realidad, visto lo visto, no hay una puerta delantera a la manera convencional.
El bloque de hormigón fue una solución práctica e ingeniosa: eleva la casa hasta muy por encima del nivel que alcanza el agua durante las tormentas, y mejora la vista considerablemente. Pero, además, hace que la gente que pasa por la carretera no vea más que una perspectiva oblicua de la vivienda, incrementando la privacidad.
No hay valla protectora: la casa da una impresión relajada e informal, como si cualquiera pudiera entrar a tomar algo con los dueños una de esas tardes de verano en las que a playa está llena. El acceso tiene lugar, primero, a través de unas escaleras desde el jardín delantero; luego, a través de una cubierta que, a su vez, da paso a otra cubierta que conduce a la zona principal. En realidad, visto lo visto, no hay una puerta delantera a la manera convencional.
“Era muy importante hacer que todo pareciera más pequeño. Esa era la clave para que la casa encajara en la vecindad”, dice Smith.
“Las cubiertas te van conduciendo por una senda sinuosa en el interior, dando la intimidad que tanto necesita una vivienda tan expuesta al exterior”, explica el arquitecto neozelandés.
Al desplazar las piezas entre sí, se logra crear una secuencia de espacios. “Sólo hay que seguir la diagonal a través de la sala de estar para llegar al espacio exterior, y, luego, girar de nuevo también en diagonal para llegar a las habitaciones”, explica.
“Las cubiertas te van conduciendo por una senda sinuosa en el interior, dando la intimidad que tanto necesita una vivienda tan expuesta al exterior”, explica el arquitecto neozelandés.
Al desplazar las piezas entre sí, se logra crear una secuencia de espacios. “Sólo hay que seguir la diagonal a través de la sala de estar para llegar al espacio exterior, y, luego, girar de nuevo también en diagonal para llegar a las habitaciones”, explica.
En verano, uno se mueve por la casa atravesando patios y cubiertas. Las puertas permanecen abiertas casi todo el tiempo, por lo que el lugar se percibe mucho más grande. En invierno, se cierra un poco más y resulta acogedora y reservada, “con suficiente espacio para moverse por la casa”.
Las cabañas están revestidas de aluminio negro ondulado en el techo y las paredes: una solución rentable para una casa cerca del mar, porque son materiales que no se oxidan ni degradan. Dejando lo práctico a un lado, es, además, un enfoque humilde, que recuerda a esa viejas cabañas de chapa ondulada que había en la zona originalmente.
Las cabañas están revestidas de aluminio negro ondulado en el techo y las paredes: una solución rentable para una casa cerca del mar, porque son materiales que no se oxidan ni degradan. Dejando lo práctico a un lado, es, además, un enfoque humilde, que recuerda a esa viejas cabañas de chapa ondulada que había en la zona originalmente.
El interior es intencionadamente sencillo y austero: con una vista así, mejor dejar los fuegos artificiales y el barroquismo para otro momento, ¿no? “Todo lo que hay alrededor es tan bonito…”, reconoce el arquitecto.
Para definir los espacios de circulación Smith se ha ayudado de –sutiles– cambios en el material y la altura de los techos. Todas las zonas de paso tienen un techo de madera: en el interior, la madera elegida es roble de Tasmania, la misma que para el suelo.
Cómo recuperar y mantener un suelo de madera
Para definir los espacios de circulación Smith se ha ayudado de –sutiles– cambios en el material y la altura de los techos. Todas las zonas de paso tienen un techo de madera: en el interior, la madera elegida es roble de Tasmania, la misma que para el suelo.
Cómo recuperar y mantener un suelo de madera
En el exterior, hay pérgolas de listones de cedro, elementos aún sin terminar: la familia está ahorrando para seguir añadiendo listones sobre las cubiertas. “Una vez que has empezado con madera, sigues con ella casi sin darte cuenta”, apunta Smith.
Smith también colocó madera alrededor de las ventanas en todos los puntos iluminados por la luz del sol, para dar un toque más cálido a las estancias.
Smith también colocó madera alrededor de las ventanas en todos los puntos iluminados por la luz del sol, para dar un toque más cálido a las estancias.
Otros espacios –como los dormitorios, la cocina, o las salas de estar–, tienen techos de yeso blanco, igual que las paredes. Un bonito efecto que hace que la casa se expanda y contraiga, tanto vertical como horizontalmente. Hay paredes blancas y materiales simples, incluyendo bancos de acero inoxidable en la cocina.
Para los tres dormitorios, en lugar de baño privado, Smith diseñó una especie de baño deconstruido, que consta de una habitación grande con un baño y un tocador, un cuarto de aseo y un cuarto con ducha.
“Es la misma división que tengo yo en casa”, dice Smith sobre una solución que ahorra gastos sustanciales.
Actualiza tu casa: Ideas para renovar el acabado de las paredes
Para los tres dormitorios, en lugar de baño privado, Smith diseñó una especie de baño deconstruido, que consta de una habitación grande con un baño y un tocador, un cuarto de aseo y un cuarto con ducha.
“Es la misma división que tengo yo en casa”, dice Smith sobre una solución que ahorra gastos sustanciales.
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La cubierta del patio tiene múltiples funciones. Además de ser una zona de paso al aire libre, también deja entrar la luz desde la cara norte hasta la sala de estar. En la foto se puede ver cómo crea un lugar protegido y cálido en el centro de la casa.
Una vez que el diseño de la casa estaba casi terminado, Smith envió a la familia una maqueta, para que vieran cómo iba a funcionar la vivienda. En ese momento, la familia vivía a tan sólo unas puertas de su futuro hogar. Los niños se sentaron y dibujaron la casa en su vieja mesa de cocina, para comprender mejor cómo iban a ser los recorridos.
En la parte trasera de la casa, vemos una cuarta estancia, que no se construyó porque se salía del presupuesto, pero que se añadirá en algún momento.
“Esta es otra de las ventajas de este tipo de arquitectura de desplazamiento (offset)”, explica Smith, “que se pueden crear estratos. Cuando estábamos quedándonos sin terreno, por ejemplo, añadimos un estrato adicional”.
En la parte trasera de la casa, vemos una cuarta estancia, que no se construyó porque se salía del presupuesto, pero que se añadirá en algún momento.
“Esta es otra de las ventajas de este tipo de arquitectura de desplazamiento (offset)”, explica Smith, “que se pueden crear estratos. Cuando estábamos quedándonos sin terreno, por ejemplo, añadimos un estrato adicional”.
El plano de la foto muestra cómo las cabañas se desplazan en zigzag por toda la vivienda, en estratos. “Un poco como avanzan las crestas de las olas por el mar”, dice Smith.
La vista desde la casa es fabulosa. Desde aquí, la familia puede ver cómo y dónde rompen las mejores olas para hacer surf. Si el oleaje es idóneo, en cuanto llegan de la escuela o del trabajo, dejan mochilas y bolsos y se ponen los trajes de neopreno.
“Todo el mundo disfruta de esta vivienda. Ese era el objetivo”, cuenta Smith. “Creo que esta familia entiende lo que de verdad importa en la vida”.
Descubre el sorprendente refugio de un arquitecto también en Nueva Zelanda
CUÉNTANOS…
¿Qué te ha parecido esta casa hecha de varias cabañas? ¿Tú también vives a un paso del mar? Comparte tu experiencia en los comentarios
“Todo el mundo disfruta de esta vivienda. Ese era el objetivo”, cuenta Smith. “Creo que esta familia entiende lo que de verdad importa en la vida”.
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Quién vive aquí: Una familia de surfistas con dos niños
Situación: Makorori Beach, Gisborne, Nueva Zelanda
Proyecto: Irving Smith Architects
Fotografía: Patrick Reynolds
Los propietarios querían reconstruir la pequeña y destartalada cabaña [bach, en la jerga local] que su abuelo levantara hace años. “En realidad, la pequeña construcción no se habría sostenido por mucho más tiempo: era un cobertizo que se derrumbaba”, reconoce el arquitecto responsable de la reforma, Irving Smith.
Tenían bocetos previamente elaborados por dos arquitectos, pero ninguno les convencía: la parcela es pequeña, la mayor parte del terreno está empinado y no tiene suministros. Además, es muy estrecha y está orientada al sur, con un camino para coches en uno de los laterales. A veces, en invierno, las fuertes tormentas hacen que el agua de mar penetre tierra adentro, traspasando la carretera.