Arquitectura
Arquitectura: La vida de los edificios según Rafael Moneo
El arquitecto español más prestigioso enseña en un libro cómo leer tres edificios históricos muy diferentes.
Rafael Moneo es un arquitecto reflexivo y culto, dado a pensar sobre su oficio tanto en sus proyectos como en sus textos teóricos o en los que escribe sobre aquellos. En el libro La vida de los edificios (Acantilado, 2018) reúne tres ensayos breves sobre tres edificios históricos españoles de épocas y significación diferentes, buscando a un lector más amplio que el que se interesa habitualmente por la arquitectura e interpelándolo con una invitación a conversar y “contrastar su opinión con mis comentarios”. Nada más recomendable que visitar la mezquita de Córdoba, la Lonja de Sevilla –actual sede del Archivo de Indias– y el Carmen de Rodríguez-Acosta en Granada después de una lectura reposada de estos textos que desentrañan pacientemente las claves para atender a los significados impresos en ellos por sus arquitectos, pero también por el paso del tiempo.
Exterior (foto superior) e interior de la Mezquita de Córdoba
Moneo indaga cuidadosamente en las razones que dan continuidad y unidad en un espacio de tiempo tan largo a esta extraordinaria arquitectura de cuyos arquitectos nada sabemos. La mezquita reutiliza columnas y capiteles romanos en sus tres primeras ampliaciones, y su estructura soporta, en un alarde técnico y espacial sin precedentes, la mole de la catedral renacentista que reintroduce a su vez, pasados por el tamiz de la tradición cristiana, algunos elementos de ese vocabulario clásico de roleos y decoraciones vegetales que invaden los arcos de herradura más próximos del edificio musulmán.
Moneo indaga cuidadosamente en las razones que dan continuidad y unidad en un espacio de tiempo tan largo a esta extraordinaria arquitectura de cuyos arquitectos nada sabemos. La mezquita reutiliza columnas y capiteles romanos en sus tres primeras ampliaciones, y su estructura soporta, en un alarde técnico y espacial sin precedentes, la mole de la catedral renacentista que reintroduce a su vez, pasados por el tamiz de la tradición cristiana, algunos elementos de ese vocabulario clásico de roleos y decoraciones vegetales que invaden los arcos de herradura más próximos del edificio musulmán.
Interior de la Mequita de Córdoba
La clave es ese sistema de lo que Moneo llama “muros-acueducto”, es decir la característica superposición de arcos de herradura y arcos de medio punto que dan lugar a un bosque infinito de columnas, un espacio que transforma la idea de la iglesia cristiana –un espacio direccional y procesional focalizado en el altar– en una experiencia inmersiva, acorde con la noción musulmana del espacio sagrado, una especie de “ciudadela sagrada” donde experimentar la “presencia difusa de Dios” sin ejes direccionales ni focos marcados. Este sistema absorbe y asimila todos los elementos ajenos que se incorporan a él y lo convierten en un complejo organismo transcultural.
Como dice Moneo, “la futura vida de un edificio está implícita en los principios formales que lo han hecho nacer, y de ahí que su entendimiento nos proporcione una pista para comprender su historia”. Y la mezquita es un caso único y, a la vez, ejemplar de cómo una gran arquitectura admite ampliaciones que multiplican su superficie, cambios radicales de uso y ambiente cultural e intervenciones tan agresivas como la de la catedral en medio de sus naves sin perder su identidad.
Rafael Moneo: Descubre los hitos de su arquitectura
La clave es ese sistema de lo que Moneo llama “muros-acueducto”, es decir la característica superposición de arcos de herradura y arcos de medio punto que dan lugar a un bosque infinito de columnas, un espacio que transforma la idea de la iglesia cristiana –un espacio direccional y procesional focalizado en el altar– en una experiencia inmersiva, acorde con la noción musulmana del espacio sagrado, una especie de “ciudadela sagrada” donde experimentar la “presencia difusa de Dios” sin ejes direccionales ni focos marcados. Este sistema absorbe y asimila todos los elementos ajenos que se incorporan a él y lo convierten en un complejo organismo transcultural.
Como dice Moneo, “la futura vida de un edificio está implícita en los principios formales que lo han hecho nacer, y de ahí que su entendimiento nos proporcione una pista para comprender su historia”. Y la mezquita es un caso único y, a la vez, ejemplar de cómo una gran arquitectura admite ampliaciones que multiplican su superficie, cambios radicales de uso y ambiente cultural e intervenciones tan agresivas como la de la catedral en medio de sus naves sin perder su identidad.
Rafael Moneo: Descubre los hitos de su arquitectura
Archivo General de Indias. Sevilla
En los otros dos edificios, el análisis que propone Moneo tiene mucho más que ver con las intenciones de sus autores, esta vez bien conocidos, y los modos que eligen para llevarlos a cabo. En la lonja de Sevilla, obra de Juan de Herrera, Moneo establece una hipótesis tan audaz como sugestiva. El arquitecto de El Escorial es también autor del Discurso sobre la figura cúbica, uno de los textos más oscuros del Renacimiento español. No es, pese a su título, un tratado de geometría y, menos aún, de arquitectura, sino un complejo desarrollo a partir de las doctrinas del filósofo medieval Ramon Llull que viene a entender la figura cúbica como una suerte de clave universal, la cifra de una cosmología que explicaría la naturaleza del mundo y las relaciones que en él se establecen entre todos sus elementos. A Moneo no se le escapa la importancia icónica de la figura cúbica para la arquitectura moderna, de ahí que se entregue a un pormenorizado análisis que vincula este edificio, proyectado por Herrera en 1572 junto a la catedral sevillana para acoger a los comerciantes que solían ejercer su oficio en el Patio de los Naranjos de la catedral, con el enigmático tratado.
En los otros dos edificios, el análisis que propone Moneo tiene mucho más que ver con las intenciones de sus autores, esta vez bien conocidos, y los modos que eligen para llevarlos a cabo. En la lonja de Sevilla, obra de Juan de Herrera, Moneo establece una hipótesis tan audaz como sugestiva. El arquitecto de El Escorial es también autor del Discurso sobre la figura cúbica, uno de los textos más oscuros del Renacimiento español. No es, pese a su título, un tratado de geometría y, menos aún, de arquitectura, sino un complejo desarrollo a partir de las doctrinas del filósofo medieval Ramon Llull que viene a entender la figura cúbica como una suerte de clave universal, la cifra de una cosmología que explicaría la naturaleza del mundo y las relaciones que en él se establecen entre todos sus elementos. A Moneo no se le escapa la importancia icónica de la figura cúbica para la arquitectura moderna, de ahí que se entregue a un pormenorizado análisis que vincula este edificio, proyectado por Herrera en 1572 junto a la catedral sevillana para acoger a los comerciantes que solían ejercer su oficio en el Patio de los Naranjos de la catedral, con el enigmático tratado.
Patio interior del Archivo General de Indias. Sevilla
Moneo busca las conexiones entre el orden que relaciona plantas, secciones y alzados en la arquitectura de Herrera –de la que este edificio clasicista, de estricta planta cuadrada en torno a un patio, es un ejemplo más abarcable que el gran empeño de El Escorial– y el significado universal del cubo en el texto. Es apasionante seguirle en ese recorrido en que fachadas y plantas se articulan de modo análogo a como “la línea (…) genera la superficie, y la acción conjunta de línea y superficie es responsable de la aparición del cubo”, aunque seguramente no resultará sencillo para los lectores menos habituados. Quienes hagan el esfuerzo obtendrán a cambio una comprensión vivísima del valor y el significado de la proporción y las formas en la arquitectura clasicista y, muy especialmente, en la del Renacimiento.
Moneo busca las conexiones entre el orden que relaciona plantas, secciones y alzados en la arquitectura de Herrera –de la que este edificio clasicista, de estricta planta cuadrada en torno a un patio, es un ejemplo más abarcable que el gran empeño de El Escorial– y el significado universal del cubo en el texto. Es apasionante seguirle en ese recorrido en que fachadas y plantas se articulan de modo análogo a como “la línea (…) genera la superficie, y la acción conjunta de línea y superficie es responsable de la aparición del cubo”, aunque seguramente no resultará sencillo para los lectores menos habituados. Quienes hagan el esfuerzo obtendrán a cambio una comprensión vivísima del valor y el significado de la proporción y las formas en la arquitectura clasicista y, muy especialmente, en la del Renacimiento.
Carmen en el barrio del Realejo de Granada; hoy sede de la Fundación Rodríguez Acosta
El lector encontrará menos dificultades para seguir a Moneo en su recorrido detallado por el largo proceso de construcción del carmen que el pintor José María Rodríguez-Acosta levantó como su casa-estudio en la parte alta de Granada entre 1916 y 1928, en una posición privilegiada que domina la ciudad y se encara con la Alhambra. Este edificio, uno de los más singulares, desconocidos e inclasificables de la arquitectura española de principios del siglo XX, es hoy sede de la Fundación Rodríguez Acosta y alberga la biblioteca y la excelente colección de antigüedades y obras de arte de su promotor.
Arquitectura: 9 nombres españoles imprescindibles del siglo XX
El lector encontrará menos dificultades para seguir a Moneo en su recorrido detallado por el largo proceso de construcción del carmen que el pintor José María Rodríguez-Acosta levantó como su casa-estudio en la parte alta de Granada entre 1916 y 1928, en una posición privilegiada que domina la ciudad y se encara con la Alhambra. Este edificio, uno de los más singulares, desconocidos e inclasificables de la arquitectura española de principios del siglo XX, es hoy sede de la Fundación Rodríguez Acosta y alberga la biblioteca y la excelente colección de antigüedades y obras de arte de su promotor.
Arquitectura: 9 nombres españoles imprescindibles del siglo XX
Jardín del carmen de Granada
A partir de un álbum de fotografías de época y de los planos de los arquitectos que se suceden en la obra, Moneo desvela la condición del pintor como verdadero autor de la obra, que interpreta como un “autorretrato construido” de exquisita complejidad, donde el art déco y las referencias históricas estilizadas se integran para ofrecer una respuesta personal y culta a la ciudad y a la Alhambra. La vida del carmen es así un precipitado cultural, del mismo modo que la de la mezquita consiste en su persistencia transcultural a lo largo del tiempo y en la de la lonja sevillana “la arquitectura materializa el mundo de las ideas”. Una deliciosa lección de cómo leer arquitectura de la mano de uno de sus más reputados artífices.
A partir de un álbum de fotografías de época y de los planos de los arquitectos que se suceden en la obra, Moneo desvela la condición del pintor como verdadero autor de la obra, que interpreta como un “autorretrato construido” de exquisita complejidad, donde el art déco y las referencias históricas estilizadas se integran para ofrecer una respuesta personal y culta a la ciudad y a la Alhambra. La vida del carmen es así un precipitado cultural, del mismo modo que la de la mezquita consiste en su persistencia transcultural a lo largo del tiempo y en la de la lonja sevillana “la arquitectura materializa el mundo de las ideas”. Una deliciosa lección de cómo leer arquitectura de la mano de uno de sus más reputados artífices.
Portada del libro ‘La vida de los edificios’ (Acantilado, 2018), de Rafael Moneo
Descubre la sección ‘Arquitectura’ de la Revista Houzz España
CUÉNTANOS…
¿Has visitado estos edificios? ¿Conocías su historia? Esperamos tus comentarios
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Donde el factor tiempo resulta más palpable es, sin duda, en la mezquita de Córdoba, “un edificio en el que ha quedado fielmente documentada toda la historia de España”, dice Moneo. Probablemente sea esta la construcción más singular de la historia de la arquitectura española. Un edificio levantado a finales del siglo VIII por Abderramán I en el solar de la antigua basílica cristiana de San Vicente, ampliado dos veces hacia el sur hasta alcanzar el límite natural impuesto por el río Guadalquivir, que dobla su espacio hacia el este a finales del siglo X y que, adaptado al culto cristiano desde la conquista de la ciudad en 1236, recibe en el siglo XVI el imponente crucero de una catedral renacentista.