Arquitectura
Arquitectura japonesa actual: La vivienda como laboratorio (y II)
Descubre en este segundo artículo sobre la muestra que ahora puede verse en el MoMA de NY las claves de la arquitectura japonesa de hoy.
Como ya vimos en el artículo anterior –publicado el pasado domingo 3 de abril–, hasta el próximo 4 de julio de 2016 podrá visitarse en el MoMA de Nueva York la exposición A Japanese Constellation: Toyo Ito, SANAA, and Beyond. En ella se expone la obra de seis arquitectos japoneses que representan tres generaciones relacionadas entre sí: Toyo Ito (nacido en 1941), Kazuyo Sejima (1956) y Ryue Nishizawa (1966) –juntos como SANAA y por separado–, Akihisa Hirata (1971), Junya Ishigami (1974) y Sou Fujimoto (1971). Si la obra de todos estos arquitectos destaca por su carácter radical y experimental, la vivienda ha sido el laboratorio privilegiado en su actividad. En la ocasión anterior vimos las obras de Ito y Sejima. En este artículo, nos centraremos en los restantes; especialmente en sus casas.
Lee aquí la primera parte: Arquitectura japonesa actual. La vivienda como laboratorio (I)
Lee aquí la primera parte: Arquitectura japonesa actual. La vivienda como laboratorio (I)
Cada elemento de la unidad familiar tiene su propio espacio, que además puede ser alquilado de forma independiente. La casa reproduce a pequeña escala el denso entorno urbano de la ciudad de Tokio. Cada pieza tiene su propia entidad, pero se reconoce como parte de un todo.
Tan importantes como los volúmenes son los espacios intersticiales, los jardines individuales entre dichos volúmenes. En lugar de una vivienda de espacios y relaciones fijas, se ofrece una variedad de espacios y formas de vida. De este modo, la casa podrá disfrutarse de forma diferente, ya sea por las cambiantes necesidades de sus propietarios o por puro capricho.
Tan importantes como los volúmenes son los espacios intersticiales, los jardines individuales entre dichos volúmenes. En lugar de una vivienda de espacios y relaciones fijas, se ofrece una variedad de espacios y formas de vida. De este modo, la casa podrá disfrutarse de forma diferente, ya sea por las cambiantes necesidades de sus propietarios o por puro capricho.
En un solar estrecho en una densa zona residencial de Tokio se sitúa la Casa A [Office of Ryue Nishizawa, 2004-2010]. La casa se inserta entre los edificios vecinos en un ejercicio de precisión quirúrgica. La propia situación y geometría de la parcela dejaba a la vivienda prácticamente sin espacios exteriores y sin posibilidad de recibir iluminación natural.
La solución adoptada consiste en una configuración lineal, pero que se fragmenta en diferentes estancias que van a moverse ligeramente para dejar espacios exteriores libres. Cada uno de estos módulos tiene dimensiones y alturas diferentes y busca la luz de forma particular. Sin embargo, a pesar de esa diferenciación, los espacios interiores son tratados como exteriores, y viceversa.
Las estancias se suceden como si fueran sucesivas salas de estar; al mismo tiempo diferentes e iguales. Se produce una curiosa sensación de laberinto lineal. La luz se atrapa desde los patios y desde la parte superior. Se renuncia a las vistas de la calle y sólo se abren huecos al espacio público en las plantas altas. La casa se aísla de la ciudad y de las construcciones vecinas para mirar al interior.
Garden & House [Office of Ryue Nishizawa, 2012] es, antes que una casa, un jardín vertical. Una pequeña vivienda que se desarrolla en altura en un pequeño solar de solo cuatro metros de ancho en un entorno de edificios altos. Para no hacer aún más pequeños los espacios, los cerramientos son de vidrio.
Frente al entorno urbano agresivo en el que se encuentra, la vivienda no opta por cerrarse, sino por crear un filtro vegetal, un espacio que permita disfrutar del exterior a sus habitantes. De esta forma, los cerramientos de vidrio se retranquean y queda un espacio de terraza que rodea cada planta y le da un aspecto de estructura ocupada.
Cada planta se dedica a una estancia diferente, cada una con su propio jardín. En planta baja se sitúan cocina, comedor y estar. En la planta primera y en la tercera; los dormitorios. La planta segunda se ocupa solo por el cuarto de baño, quedando prácticamente como un jardín intermedio. La azotea se deja también libre. En los forjados se abren huecos para permitir no solo el paso de las escaleras, sino el crecimiento de las plantas.
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Frente al entorno urbano agresivo en el que se encuentra, la vivienda no opta por cerrarse, sino por crear un filtro vegetal, un espacio que permita disfrutar del exterior a sus habitantes. De esta forma, los cerramientos de vidrio se retranquean y queda un espacio de terraza que rodea cada planta y le da un aspecto de estructura ocupada.
Cada planta se dedica a una estancia diferente, cada una con su propio jardín. En planta baja se sitúan cocina, comedor y estar. En la planta primera y en la tercera; los dormitorios. La planta segunda se ocupa solo por el cuarto de baño, quedando prácticamente como un jardín intermedio. La azotea se deja también libre. En los forjados se abren huecos para permitir no solo el paso de las escaleras, sino el crecimiento de las plantas.
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La obra de Akihisa Hirata, siguiendo al último Ito –con el que, recordemos, trabajó en los años 90–, se caracteriza por el uso de estructuras fuertes, casi escultóricas, que sólo después se ocupan.
Hirata no se ha prodigado mucho en el mundo residencial, pero tiene varios proyectos de vivienda plurifamiliar en los que sus planteamientos han llevado a edificios singulares. Entre estas escasas incursiones destaca Kotoriku: un edificio cuya forma nos remite a una geoda, dura y cerrada al exterior, múltiple y abierta al interior. Cada planta del edificio es diferente y no hay dos viviendas en él que sean iguales. Un esquema capaz de crear espacios personales e insólitos.
Hirata no se ha prodigado mucho en el mundo residencial, pero tiene varios proyectos de vivienda plurifamiliar en los que sus planteamientos han llevado a edificios singulares. Entre estas escasas incursiones destaca Kotoriku: un edificio cuya forma nos remite a una geoda, dura y cerrada al exterior, múltiple y abierta al interior. Cada planta del edificio es diferente y no hay dos viviendas en él que sean iguales. Un esquema capaz de crear espacios personales e insólitos.
Junya Ishigami se estableció como arquitecto independiente en 2004 después de trabajar durante unos años con Kazuyo Sejima. Su obra más conocida hasta la fecha es el edificio para el Instituto de Tecnología de Kanagawa [2010]. Se trata de una gran sala de finas y esbeltas columnas aparentemente dispuestas al azar, como si se tratase de un gran bosque y donde se insinúan ámbitos para las diferentes actividades. Un edificio elegante y etéreo que crea un espacio fascinante, de gran abstracción, capaz de transportarnos a otro lugar.
Su obra se caracteriza por investigar en los límites de la materialidad, buscando una ligereza que casi se convierte en ausencia de arquitectura. Frecuentemente toma como referencia la naturaleza, ya sea de forma abstracta, como en Kanagawa, o utilizándola directamente en sus proyectos. Lo interesante es que Ishigami la utiliza como un material más capaz de construir la arquitectura y el espacio.
Estas ideas se reflejan en su Casa con Plantas [2009-2012]. En ella desafía completamente las divisiones habituales entre naturaleza y arquitectura, exterior e interior. La casa consiste en realidad en un jardín encerrado donde apenas se construye la infraestructura mínima necesaria para habitar. Una especie de cabaña en la naturaleza, pero a la inversa, que permite vivir de una forma diferente en un entorno urbano denso y pétreo. El jardín pasa a formar no solo parte de la casa, sino de la rutina diaria, que se transforma bajo su influencia, se convierte en el centro de la vida doméstica.
Estas ideas se reflejan en su Casa con Plantas [2009-2012]. En ella desafía completamente las divisiones habituales entre naturaleza y arquitectura, exterior e interior. La casa consiste en realidad en un jardín encerrado donde apenas se construye la infraestructura mínima necesaria para habitar. Una especie de cabaña en la naturaleza, pero a la inversa, que permite vivir de una forma diferente en un entorno urbano denso y pétreo. El jardín pasa a formar no solo parte de la casa, sino de la rutina diaria, que se transforma bajo su influencia, se convierte en el centro de la vida doméstica.
Sou Fujimoto consiguió su prestigio a través de una serie de pequeñas casas unifamiliares. Casas extremadamente conceptuales cuya complejidad viene de su radicalidad geométrica. Estas casas le dieron la oportunidad de trabajar en el extranjero. En 2013 fue invitado a construir el pabellón que todos los veranos construye la Serpentine Gallery en los Kensington Gardens de Londres, hasta entonces encargado siempre a arquitectos consagrados. Su malla tridimensional, ligera y transparente, ha sido una de las mejores intervenciones realizadas a lo largo de los más de 15 veranos que se lleva realizando la experiencia. El éxito le está dando acceso a proyectos cada vez de mayor tamaño en los que tendrá que poner a prueba la validez de su arquitectura conceptual cuando los requerimientos funcionales y constructivos son mayores.
La Casa N [Sou Fujimoto Architects, 2006-2008] parte de un esquema muy claro. Consiste en una serie de volúmenes encerrados unos dentro de otros, como si se tratase de muñecas rusas. El volumen exterior construye la alineación con la calle y en parte encierra en su interior el jardín. La diferencia entre exterior e interior se difumina y se crea un espacio intermedio que se entiende claramente como perteneciente a la vivienda pero que también puede observarse desde la vía pública.
Los grandes huecos que se abren en los volúmenes hacen que los recintos se asomen unos a otros. Se crean así relaciones transversales y perspectivas inesperadas. La ocupación de las estructuras y la disposición de los usos traspasan las líneas marcadas por el concepto inicial. No existe una gradación de espacios que el diagrama original podría sugerir. El esquema aparentemente sencillo consigue un espacio de gran complejidad pero sin dejar de revelar la sencillez de los medios empleados.
House before House [Sou Fujimoto Architects, 2008] es un prototipo experimental patrocinado por la Compañía Japonesa de Gas, dentro de un proyecto al que también fueron invitados otros tres arquitectos, entre los que se encontraba Toyo Ito. Fujimoto construye su vivienda a partir de sencillos módulos prefabricados. Diez paralelepípedos construidos de acero y que se apilan en el lugar sin orden aparente.
Tal vez el lugar más importante sea el vacío que se crea entre los módulos. Es en el espacio comunitario donde la agrupación de construcciones cobra sentido. Un espacio que tiene una geometría quebrada y dispersa, pero que consigue dar coherencia al conjunto, donde confluye la vida familiar y las circulaciones representadas por las escaleras individuales de acceso a los módulos superiores.
Cada uno de los volúmenes alberga una estancia única y muchos tienen además un hueco donde plantar árboles. Cada miembro de la familia tiene su espacio propio y goza de una intimidad difícil de conseguir en ciudades tan masificadas como Tokio. Como si fueran cabañas independientes, cada cubo de la parte superior tiene una habitación.
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Tokyo Apartment [Sou Fujimoto Architects, 2006-2010] es un edificio de apartamentos en que se lleva un paso más allá la estrategia de apilamiento de entidades claramente individualizables. Como metáfora de la densidad de Tokio, se construye como amontonamiento de casas unifamiliares arquetípicas -el volumen rectangular con tejado a dos aguas. Una imagen esta vez demasiado directa y un poco ingenua que parecería más ligada a un cierto tipo de escultura urbana que a una contribución responsable a la ciudad.
Sin embargo, el esquema se desarrolla de forma que las viviendas no se corresponden, tal y como parecería insinuarse, con los volúmenes que constituyen el conjunto. Así, las comunicaciones interiores, las vistas cruzadas, las transgresiones a la estructura inicial, las rupturas inesperadas en los forjados crean espacios extraños, inusuales, pero más valiosos e interesantes.
Casi como un juego de construcción infantil aparece la Casa NA [Sou Fujimoto Architects, 2007-2011]. Se trata de una casa que se diluye, que parece desaparecer y que, sin embargo, tiene una fuerte presencia que se impone frente a la vulgaridad de su entorno.
La vivienda se inspira en lo que sería vivir en un árbol, aunque sea de forma abstracta. Cada habitante podría instalarse en una de rama diferente, tendría su espacio pero al mismo tiempo es consciente y percibe a los demás a su alrededor.
Para ello la vivienda se distribuye en múltiples niveles, rompiendo completamente el concepto habitual de planta. Hasta 21 plataformas que van desde los dos hasta los 7,5 metros cuadrados se distribuyen en el espacio, unidos por pequeños tramos de escalera. La casa es la suma transparente de espacios individuales que se superponen en el espacio.
Para ello la vivienda se distribuye en múltiples niveles, rompiendo completamente el concepto habitual de planta. Hasta 21 plataformas que van desde los dos hasta los 7,5 metros cuadrados se distribuyen en el espacio, unidos por pequeños tramos de escalera. La casa es la suma transparente de espacios individuales que se superponen en el espacio.
A modo de conclusión, este recorrido, dividido en dos partes, por la selección de arquitectos japoneses que propone el MoMA deja ver obras radicales que entienden el espacio y su materialización de forma original. Todos los arquitectos han encontrado en la vivienda el medio natural para la experimentación.
Por la inmediatez entre concepción y construcción, por la relación directa entre arquitecto y cliente, la vivienda es el laboratorio perfecto donde ensayar los conceptos que luego podrán llevarse a otras tipologías de mayor tamaño.
Viviendas únicas, personales y personalizadas que crean un mundo propio aprovechando los resquicios de la hiperdensidad japonesa. Arquitectos que hacen grandes edificios por todo el mundo y que se toman con la misma pasión y que incluso asumen más riesgo en la construcción de una pequeña vivienda en una esquina de una calle en un barrio de las afueras de Tokio.
CUÉNTANOS…
¿Qué te ha parecido este recorrido por la arquitectura japonesa contemporánea? Esperamos tus comentarios.
Por la inmediatez entre concepción y construcción, por la relación directa entre arquitecto y cliente, la vivienda es el laboratorio perfecto donde ensayar los conceptos que luego podrán llevarse a otras tipologías de mayor tamaño.
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La Casa Moriyama, terminada en 2005, es uno de los experimentos más innovadores de la vivienda japonesa de la última década; lo que en un país que destaca por arquitectura residencial iconoclasta es sin duda mucho decir. Se trata de una vivienda que ataca el inmovilismo representado por el volumen único. Las funciones domésticas se disgregan en multitud de pequeñas unidades –más de diez– que se esparcen por la parcela.
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