Arquitectura
4 casas tradicionales españolas cuya historia te sorprenderá
Descubre los curiosos detalles de estas cuatro viviendas, renovadas en perfecto equilibrio entre tradición y modernidad.
¿Sabrías diferenciar una casa modernista de otra noucentista? ¿Y los tres principales rasgos de una casa pagesa y dónde ubicarla en el mapa de España? ¿Dirías que un pazo es un palacio? ¿O que una vivienda contemporánea en una cueva es un oxímoron? Si estas preguntas te han dejado fuera de juego, más aún te va a dejar descubrir las respuestas a través de la historia de estas cuatro casas tradicionales españolas y su rehabilitación.
A principios de los años 60 del siglo XX, Andalucía era la región de España con mayor volumen de cuevas habitadas y ella sola concentraba el 49% de las familias que vivían en cuevas en toda España, en particular, la provincia Granada. En esta región no son consideradas infraviviendas, como puede ser el caso de otras zonas de España, ya que en Andalucía culturalmente está muy asumida la utilización de una cueva como vivienda, con referencias que datan hasta de la Edad Moderna.
A partir de los años 60, no obstante, empezó a hacerse evidente un retraso en sus condiciones de habitabilidad, lo que produjo un abandono progresivo de estas viviendas. Sin embargo, “desde la década de los 90 se ha dado un salto impresionante en su acondicionamiento como resultado, por una parte, de la convergencia de la percepción positiva que de ellas tiene la población y, por otra, de las políticas públicas desarrolladas al respecto”, explica María Eugenia.
Entre sus mayores ventajas destaca el ahorro energético y sus magníficas condiciones isotérmicas, ya que el interior de estas viviendas mantiene temperaturas medias de entre 15 y 19ºC, a pesar de que en el exterior pueda haber 40ºC en verano ó 0ºC en invierno. En consecuencia, las cuevas se han revalorizado para uso residencial, pasando de ser consideradas infraviviendas a viviendas bioclimáticas, perfectamente acondicionadas y con futuro.
A partir de los años 60, no obstante, empezó a hacerse evidente un retraso en sus condiciones de habitabilidad, lo que produjo un abandono progresivo de estas viviendas. Sin embargo, “desde la década de los 90 se ha dado un salto impresionante en su acondicionamiento como resultado, por una parte, de la convergencia de la percepción positiva que de ellas tiene la población y, por otra, de las políticas públicas desarrolladas al respecto”, explica María Eugenia.
Entre sus mayores ventajas destaca el ahorro energético y sus magníficas condiciones isotérmicas, ya que el interior de estas viviendas mantiene temperaturas medias de entre 15 y 19ºC, a pesar de que en el exterior pueda haber 40ºC en verano ó 0ºC en invierno. En consecuencia, las cuevas se han revalorizado para uso residencial, pasando de ser consideradas infraviviendas a viviendas bioclimáticas, perfectamente acondicionadas y con futuro.
El proceso de rehabilitación y de adecuación está siendo especialmente reseñable en los últimos años, en los que al uso residencial tradicional permanente se han unido el de vivienda de vacaciones y turística, caso de esta que vemos aquí, rehabilitada recientemente por UMMO estudio en la provincia de Córdoba.
Esta casa se encuentra en unos terrenos de piedra calcarenita que, debido a su pasado como cantera, presenta múltiples cuevas. “Fruto del aprovechamiento de una de estas oquedades en la roca, surgió en el pasado un pequeño refugio para un vigilante de ganado, rehabilitado hoy como casa de alojamiento turístico”, explican desde UMMO estudio (está, de hecho, en funcionamiento y se puede reservar aquí).
“Tanto los muros preexistentes como la propia roca acotaban y definían un recinto de gran riqueza espacial y material, por lo que decidimos enfocar la intervención hacia un diálogo fluido y constante entre dichas preexistencias y la nueva arquitectura, siempre desde una posición respetuosa y cómplice, buscando la proximidad en lugar del contacto directo”, cuentan sobre el proyecto.
Esta casa se encuentra en unos terrenos de piedra calcarenita que, debido a su pasado como cantera, presenta múltiples cuevas. “Fruto del aprovechamiento de una de estas oquedades en la roca, surgió en el pasado un pequeño refugio para un vigilante de ganado, rehabilitado hoy como casa de alojamiento turístico”, explican desde UMMO estudio (está, de hecho, en funcionamiento y se puede reservar aquí).
“Tanto los muros preexistentes como la propia roca acotaban y definían un recinto de gran riqueza espacial y material, por lo que decidimos enfocar la intervención hacia un diálogo fluido y constante entre dichas preexistencias y la nueva arquitectura, siempre desde una posición respetuosa y cómplice, buscando la proximidad en lugar del contacto directo”, cuentan sobre el proyecto.
De este modo, UMMO estudio ha dotado a la vivienda de una nueva experiencia espacial que, aún otorgando total protagonismo a la naturaleza tectónica del lugar, incorpora aperturas de vidrio hacia el sur en busca de mayor luz natural así como nuevos volúmenes y materiales (como el hormigón o el mármol) que la transforman en un espacio totalmente contemporáneo.
Arquitectura: Descubre la casa bajo tierra de Fernando Higueras
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LA CASA NOUCENTISTA
Cataluña, Noreste de España
“El Noucentisme (Novecentismo, en castellano) es un movimiento social y cultural que se desarrolla en Cataluña a principios del siglo XX. Tiene cierta relación con el Novecentismo español, pero se configura de forma propia y singular, ya que nou en catalán significa también nuevo. Es un movimiento de carácter civilizatorio que busca una sociedad moderna más culta a nivel europeo y un carácter mediterráneo”, explica el arquitecto catalán y experto en diseño, Juli Capella.
En el ámbito arquitectónico fue un movimiento de reacción al Modernismo de finales del siglo XIX –con Gaudí como máximo exponente–, pues empezó a considerarse un estilo excesivo y abarrocado. “El arranque del nuevo siglo traía aires renovadores. El Noucentisme en arquitectura, por un lado, trajo consigo una simplificación de las formas y una suavización en la decoración. Y por otro, se inspiró en tipologías vernáculas y de composición clásicas y renacentistas. Se buscaba el equilibro, la simetría y una digna simplicidad, sin renunciar a un cierto carácter monumental”, cuenta Juli.
Cataluña, Noreste de España
“El Noucentisme (Novecentismo, en castellano) es un movimiento social y cultural que se desarrolla en Cataluña a principios del siglo XX. Tiene cierta relación con el Novecentismo español, pero se configura de forma propia y singular, ya que nou en catalán significa también nuevo. Es un movimiento de carácter civilizatorio que busca una sociedad moderna más culta a nivel europeo y un carácter mediterráneo”, explica el arquitecto catalán y experto en diseño, Juli Capella.
En el ámbito arquitectónico fue un movimiento de reacción al Modernismo de finales del siglo XIX –con Gaudí como máximo exponente–, pues empezó a considerarse un estilo excesivo y abarrocado. “El arranque del nuevo siglo traía aires renovadores. El Noucentisme en arquitectura, por un lado, trajo consigo una simplificación de las formas y una suavización en la decoración. Y por otro, se inspiró en tipologías vernáculas y de composición clásicas y renacentistas. Se buscaba el equilibro, la simetría y una digna simplicidad, sin renunciar a un cierto carácter monumental”, cuenta Juli.
“El Noucentisme duró muy poco, podemos decir que se inicia en 1906”, prosigue Juli.
“Se forja en paralelo a la creación de la Mancomunidad en Cataluña, una especie de gobierno unificado de las cuatro provincias catalanas, y se detiene con la dictadura de Primo de Rivera en 1923. Después ya asomaría el Racionalismo de Sert y el GATCPAC, truncado por la Guerra Civil. Aunque tras la guerra, también existió un cierto estilo inspirado en la estética del Noucentisme, en edificios de viviendas como los diseñados por Duran i Reynals o Enric Sagnier”.
“Se forja en paralelo a la creación de la Mancomunidad en Cataluña, una especie de gobierno unificado de las cuatro provincias catalanas, y se detiene con la dictadura de Primo de Rivera en 1923. Después ya asomaría el Racionalismo de Sert y el GATCPAC, truncado por la Guerra Civil. Aunque tras la guerra, también existió un cierto estilo inspirado en la estética del Noucentisme, en edificios de viviendas como los diseñados por Duran i Reynals o Enric Sagnier”.
“En Barcelona tuvo su principal expresión en los edificios públicos, como bibliotecas y otros equipamientos, y especialmente en escuelas, muchas de las cuales siguen en uso. Pero también estuvo muy presente en el ámbito rural, revalorizando la masía rural como icono. Asimismo alrededor de Barcelona, Vallvidrera, Sant Cugat o pueblos del Vallés y del Maresme, se dieron decenas de viviendas unifamiliares de este tipo, dotadas de fachadas elegantes y sobrias, con especial atención a los jardines”, aclara Juli.
Es el caso de la casa que vemos aquí, rehabilitada por el estudio Arquitectura-G. Se encuentra a las afueras de Barcelona y originalmente se usaba como residencia de verano. El proyecto consistió no solo en restaurar sus elementos sino también en adaptar la vivienda como primera residencia para una pareja joven con dos hijos. Para ello, se vació la nave central para colocar ahí un núcleo de escalera con un espectacular forjado de cristal que, además de mejorar la conexión entre las plantas, reordena la vivienda volcando todas las estancias a las fachadas para dotarlas de luz y ventilación.
Casas Houzz: La vida alrededor de una escalera de caracol
Es el caso de la casa que vemos aquí, rehabilitada por el estudio Arquitectura-G. Se encuentra a las afueras de Barcelona y originalmente se usaba como residencia de verano. El proyecto consistió no solo en restaurar sus elementos sino también en adaptar la vivienda como primera residencia para una pareja joven con dos hijos. Para ello, se vació la nave central para colocar ahí un núcleo de escalera con un espectacular forjado de cristal que, además de mejorar la conexión entre las plantas, reordena la vivienda volcando todas las estancias a las fachadas para dotarlas de luz y ventilación.
Casas Houzz: La vida alrededor de una escalera de caracol
“Distinguir entre un edificio modernista y otro noucentista es fácil”, asegura Juli. “El modernista muestra siempre formas expresivas y elementos decorativos, su composición suele ser asimétrica e incluye diversidad de materiales con diferentes artesanías aplicadas. El noucentista puede también estar decorado, pero en todo caso con esgrafiado plano sobre el muro. Suele tener una composición más ordenada y simétrica. Usa colores terrosos claros y guarda reminiscencias con las composiciones clásicas de la arquitectura italiana, o bien recuperando y dignificando elementos de la arquitectura vernacular. En cuanto al interior de las viviendas se conservan pocos vestigios, pero incluyen también vidrieras y mosaicos, con composiciones mucho más simples que en el modernismo”.
Paseando por Barcelona es fácil ver por todas partes este tipo de estilo. Juli Capella nos regala esta pequeña guía de la arquitectura noucentista: “La obra más destacada es la escuela Milà i Fontanals en el barrio del Raval, la Pere Vila junto al Arco de Triunfo o la escuela Ángel Baixeras en la Vía Layetana, todas obras de Josep Goday. También es diseño suyo el Museo de Arqueología de Cataluña, situado en Montjuïc. La Vía Layetana es, de hecho, todo un muestrario de arquitectura noucentista. En el número 30 se encuentra la casa Cambó, que este político mandó construir al arquitecto Adolf Florensa, con un espectacular jardín en el ático, obra de Rubio i Tudurí”.
Paseando por Barcelona es fácil ver por todas partes este tipo de estilo. Juli Capella nos regala esta pequeña guía de la arquitectura noucentista: “La obra más destacada es la escuela Milà i Fontanals en el barrio del Raval, la Pere Vila junto al Arco de Triunfo o la escuela Ángel Baixeras en la Vía Layetana, todas obras de Josep Goday. También es diseño suyo el Museo de Arqueología de Cataluña, situado en Montjuïc. La Vía Layetana es, de hecho, todo un muestrario de arquitectura noucentista. En el número 30 se encuentra la casa Cambó, que este político mandó construir al arquitecto Adolf Florensa, con un espectacular jardín en el ático, obra de Rubio i Tudurí”.
LA CASA PAGESA
Islas Pitiusas, islas Baleares
Esta es la denominación que se usa en las islas Baleares y, especialmente, en las Pitiusas (Ibiza y Formentera) para hacer referencia a la casa tradicional, distinguiéndola así de las construcciones actuales. La casa pagesa (payesa, en castellano) comparte características comunes en estas dos islas, con algunas pequeñas diferencias: “Los sistemas constructivos y el planteamiento de las viviendas eran los mismos en ambas islas aunque, en general, con unas dimensiones más discretas en el caso de Formentera”, apunta Jaume Escandell Guasch, técnico de patrimonio cultural del Consell de Formentera, donde se encuentra esta vivienda rehabilitada por Marià Castelló que vemos en las imágenes.
Hasta el siglo XVIII, Formentera estuvo prácticamente deshabitada debido a sucesivos brotes de peste durante la baja Edad Media y a la piratería. “Cuando comienza a poblarse en el siglo XVIII, lo hace con gente procedente de Ibiza, que trajeron consigo los usos, costumbres y formas de vida ibicencos, incluida la arquitectura”, explica Jaume.
Islas Pitiusas, islas Baleares
Esta es la denominación que se usa en las islas Baleares y, especialmente, en las Pitiusas (Ibiza y Formentera) para hacer referencia a la casa tradicional, distinguiéndola así de las construcciones actuales. La casa pagesa (payesa, en castellano) comparte características comunes en estas dos islas, con algunas pequeñas diferencias: “Los sistemas constructivos y el planteamiento de las viviendas eran los mismos en ambas islas aunque, en general, con unas dimensiones más discretas en el caso de Formentera”, apunta Jaume Escandell Guasch, técnico de patrimonio cultural del Consell de Formentera, donde se encuentra esta vivienda rehabilitada por Marià Castelló que vemos en las imágenes.
Hasta el siglo XVIII, Formentera estuvo prácticamente deshabitada debido a sucesivos brotes de peste durante la baja Edad Media y a la piratería. “Cuando comienza a poblarse en el siglo XVIII, lo hace con gente procedente de Ibiza, que trajeron consigo los usos, costumbres y formas de vida ibicencos, incluida la arquitectura”, explica Jaume.
“Durante el siglo XVIII, las casas que se construyeron en Formentera seguían los mismos principios que las de Ibiza: volúmenes de planta rectangular, con muros de doble paramento construidos con piedra escasamente trabajada, trabada con piedra más pequeña y mortero de tierra. Se revestían con el mismo mortero y se blanqueaban con cal en la parte interior, mientras que la exterior, en algunos casos, podía mantenerse con la piedra vista, especialmente las fachadas laterales y posteriores”, detalla Jaume.
“La principal característica de ambas construcciones era la escasez de oberturas en sus fachadas y la cubierta plana de arcilla. Sobre el forjado de vigas de sabina (Juniperus phenicea) se disponía un entablillado de la misma madera denominado tegell. Por encima, una capa de Posidonia oceanica seca (el alga gracias a la cual el agua de estas islas es tan azul) que servía de aislante térmico, otra capa de tierra quemada con restos de ceniza (con propiedades impermeables) y, finalmente, una capa de arcilla con la que se impermeabilizaba la cubierta y se creaban las pendientes necesarias para evacuar el agua de lluvia”, prosigue Jaume.
“La principal característica de ambas construcciones era la escasez de oberturas en sus fachadas y la cubierta plana de arcilla. Sobre el forjado de vigas de sabina (Juniperus phenicea) se disponía un entablillado de la misma madera denominado tegell. Por encima, una capa de Posidonia oceanica seca (el alga gracias a la cual el agua de estas islas es tan azul) que servía de aislante térmico, otra capa de tierra quemada con restos de ceniza (con propiedades impermeables) y, finalmente, una capa de arcilla con la que se impermeabilizaba la cubierta y se creaban las pendientes necesarias para evacuar el agua de lluvia”, prosigue Jaume.
En resumen, la casa tradicional o pagesa en ambas islas presenta unas características comunes basadas en la ibicenca, con determinadas variaciones locales. Por ejemplo, en Formentera se empezó a adoptar la cubierta de teja con doble vertiente –que vemos en esta vivienda– desde finales del siglo XIX, siendo la más popular en la isla mientras que en Ibiza lo es la cubierta plana.
Las casas pagesas presentan además una distribución muy particular que parte de una nave central de planta rectangular, denominada localmente porxo, que es la que vemos aquí bajo la cubierta a dos aguas, tras el volumen blanco en primer término añadido en la rehabilitación.
Las casas pagesas presentan además una distribución muy particular que parte de una nave central de planta rectangular, denominada localmente porxo, que es la que vemos aquí bajo la cubierta a dos aguas, tras el volumen blanco en primer término añadido en la rehabilitación.
“El acceso a esta nave o porxo se ubicaba en la fachada sureste. En uno de los dos extremos solía haber una gran chimenea que hacía las funciones de cocina. En la parte posterior de la nave, dos estancias hacían de dormitorios. Se accedía a ellos a través del porxo, con el cual comunicaban de manera individual”, explica Jaume.
Ya en las primeras décadas del siglo XX, las ventanas empezaron a hacerse más grandes y se encalaba su contorno, también el de las puertas, con un fin meramente decorativo. A la piedra original típica de la zona, Marià Castelló ha añadido guiños a estos encalados interiores en otras zonas, pavimentos de hormigón pulido, revestimientos de microcemento en cocina y baño, así como hormigón visto en los forjados inclinados de las habitaciones y carpinterías de madera de iroko, que armonizan a la perfección con la arquitectura tradicional de la vivienda.
Si quieres saber más sobre esta rehabilitación haz clic aquí
Ya en las primeras décadas del siglo XX, las ventanas empezaron a hacerse más grandes y se encalaba su contorno, también el de las puertas, con un fin meramente decorativo. A la piedra original típica de la zona, Marià Castelló ha añadido guiños a estos encalados interiores en otras zonas, pavimentos de hormigón pulido, revestimientos de microcemento en cocina y baño, así como hormigón visto en los forjados inclinados de las habitaciones y carpinterías de madera de iroko, que armonizan a la perfección con la arquitectura tradicional de la vivienda.
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EL PAZO GALLEGO
Galicia, Noroeste de España
El pazo gallego es una tipología de arquitectura civil que surge en el siglo XVIII. En síntesis es una casa grande y con tierras en donde se realizaba alguna actividad de producción agrícola o vitivinícola. “Se trataba de casas orientadas a la producción, asociadas a una extensión de terreno y que generaban una actividad económica. No son palacios, al estilo de los castellanos. Eran centros de producción en los que se vivía”, puntualiza Adrián Martín Prieto, del despacho local de arquitectura Aestudio, que se encargó de parte de su rehabilitación. Su estructura normalmente consistía en una casa grande, donde vivía la familia propietaria o fundadora del pazo, más otra serie de viviendas anexas donde residían los trabajadores.
Galicia, Noroeste de España
El pazo gallego es una tipología de arquitectura civil que surge en el siglo XVIII. En síntesis es una casa grande y con tierras en donde se realizaba alguna actividad de producción agrícola o vitivinícola. “Se trataba de casas orientadas a la producción, asociadas a una extensión de terreno y que generaban una actividad económica. No son palacios, al estilo de los castellanos. Eran centros de producción en los que se vivía”, puntualiza Adrián Martín Prieto, del despacho local de arquitectura Aestudio, que se encargó de parte de su rehabilitación. Su estructura normalmente consistía en una casa grande, donde vivía la familia propietaria o fundadora del pazo, más otra serie de viviendas anexas donde residían los trabajadores.
El conjunto del Pazo Faramello está integrado por varias edificaciones que se escalonan mediante terrazas sobre el cañón del río Tinto. Y es que este pazo, además, era uno poco corriente pues se dedicaba a la fabricación de papel a través del molino de agua que vemos aquí. Así, en primer plano vemos la nave destinada a la fabricación de papel, junto al molino de agua. A continuación la edificación en la que vivía el servicio y, al fondo del todo, la casa señorial en la parte más alta de las terrazas.
“Prácticamente eran pequeños núcleos de población de muros hacia adentro –como se aprecia en esta imagen–. Tanto era así que fuera del pazo era bastante común que surgieran otras viviendas relacionadas de algún modo con su actividad, lo que terminaba resultando en un pequeño asentamiento a la larga que tomaba incluso el nombre del pazo; caso de éste, que derivó en la población de Faramello”, explica Adrián.
Casas Houzz: Estilo contemporáneo entre viñedos gallegos
Casas Houzz: Estilo contemporáneo entre viñedos gallegos
“Una vez la actividad productiva se consolidaba, los pazos podían llegar a destinar alguna zona de sus terrenos a una actividad recreativa incluyendo, por ejemplo, jardines. Esto empezó a pasar en el siglo XIX y fue también el caso del Pazo Faramello”, añade Adrián. Asimismo, cuenta con una capilla propia en su interior, que era algo relativamente habitual en este tipo de fincas.
Con respecto a sus rasgos arquitectónicos, se trataba de edificaciones de piedra. “La casa señorial eran edificios nobles, hechos con sillería de granito. Las viviendas menores se construían también en piedra, pero de peor calidad; presentaban dos muros de mampostería, rellenos de tierra, que se enfoscaban para que duraran más. En las rehabilitaciones que se hacen hoy en día de los pazos, estos enfoscados tienden a eliminarse para sacar a la luz la piedra original. Los forjados en ambos casos eran de madera, con vigas, tarimas, pontones y cubiertas de castaño, tan común en la zona. Los tejados eran de teja cerámica”, explica Adrián.
“En la actualidad estos pazos tan grandes se restauran para llevar a cabo en ellos algún tipo de actividad empresarial. Ya no se vive en ellos, a no ser que se trate de un pazo menor. Pero aún así, son tan difíciles de mantener –porque por muy pequeños que sean, igual tienen 6 hectáreas–, que cada vez es más común que sus herederos los restauren para poner en marcha en ellos algún tipo de negocio, ya sean bodegas, eventos, congresos, bodas…”, concluye Adrián.
CUÉNTANOS…
¿Qué historia te ha gustado más? ¿Con cuál de estas cuatro rehabilitaciones te quedas? Comparte tu opinión con nosotros en los comentarios
“En la actualidad estos pazos tan grandes se restauran para llevar a cabo en ellos algún tipo de actividad empresarial. Ya no se vive en ellos, a no ser que se trate de un pazo menor. Pero aún así, son tan difíciles de mantener –porque por muy pequeños que sean, igual tienen 6 hectáreas–, que cada vez es más común que sus herederos los restauren para poner en marcha en ellos algún tipo de negocio, ya sean bodegas, eventos, congresos, bodas…”, concluye Adrián.
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Sur de España
Las cuevas son la forma más primitiva de vivienda que conocemos. No obstante, por el contrario, son un tipo de casa mucho más actual de lo que a priori podría parecer. En todos los países de la cuenca mediterránea, las cuevas se han usado tradicionalmente con este fin. Pero su uso como vivienda, con las comodidades que hoy le presuponemos, es algo mucho más reciente. Y en auge.
Según explica María Eugenia Urdiales, profesora titular de Geografía Humana de la Universidad de Granada, el uso de cuevas como vivienda “se desarrolla sobre todo durante los siglos XIX y primera mitad del XX”, debido principalmente a procesos migratorios relacionados con el aumento de la población urbana. “En Andalucía, no es posible establecer una conexión directa entre el trogloditismo prehistórico y este otro que llamamos contemporáneo y que, con altibajos, se mantiene hasta la actualidad”, analiza María Eugenia en un artículo publicado en la revista Scripta Nova.