Iluminación
Diseño y tecnología: Descubre la lámpara en la que crecen plantas
Sin haberse lanzado al mercado esta lámpara led con plantas en su interior tiene ya pedidos. Hablamos con sus artífices.
Los jóvenes diseñadores Emilia Lucht y Arne Sebrantke, fundadores de Nui Studio, en Alemania, querían experimentar con la luz y las plantas. El resultado de sus indagaciones es Mygdal, una lámpara led de vidrio soplado que acoge en su interior un ecosistema idóneo para cualquier especie. Aunque el proyecto está en fase de producción y no se conoce el precio que tendrá en el mercado, ya tiene “miles” de peticiones de todo el mundo. Pedimos a la pareja que nos explique cómo funciona este ingenio que mezcla artesanía, ciencia y diseño… Y si te estás preguntando por qué el cristal de la lámpara no se empaña, la respuesta no la vas a leer aquí: es el secreto de su fórmula.
Mygdal Leuchte
Tras conocer el mundo del vidrio artesano más de cerca, tuvieron una genial idea para tener plantas en casa, sin necesidad de estar siempre pendientes de ellas. ¿Cómo? Mediante una lámpara de vidrio en cuyo interior crecen, independientemente de los factores externos. Y sí, también en una habitación sin ventanas.
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La inspiración la encontraron en esas pequeñas botellas que recrean jardines en miniatura: se trata de recrear un ecosistema vegetal en un espacio reducido, como en los terrarios.
“Pensamos en utilizar las últimas novedades en tecnología y rápidamente nos vino la idea de trabajar con led, una luz idónea para que las plantas crezcan”, cuenta Emilia.
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“Pensamos en utilizar las últimas novedades en tecnología y rápidamente nos vino la idea de trabajar con led, una luz idónea para que las plantas crezcan”, cuenta Emilia.
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La tecnología que se esconde detrás de estos objetos tan bellos es muy interesante, pero a muchos la primera duda que les viene a la cabeza es de dónde proviene realmente el nombre mítico de Mygdal:
“El nombre es un homenaje al soplador de vidrio Peter Kuchinke, con el que hemos trabajado. Procede de un lugar llamado Mygdal, en el norte de Dinamarca”, dice Emilia Lucht (en la imagen de arriba).
La palabra Mygdal significa en danés tierra fértil.
“El nombre es un homenaje al soplador de vidrio Peter Kuchinke, con el que hemos trabajado. Procede de un lugar llamado Mygdal, en el norte de Dinamarca”, dice Emilia Lucht (en la imagen de arriba).
La palabra Mygdal significa en danés tierra fértil.
Mygdal Leuchte
Mygdal está hecha en vidrio soplado teñido en gris polarizado El recipiente está rematado con una caperuza de aluminio en polvo. En la versión de lámpara de sobremesa, esta caperuza hace la función de base y una tapa de corcho cierra el recipiente por la parte superior (ver la siguiente imagen).
“Dentro del vidrio, las plantas tienen su propio ecosistema cerrado. Cuando la luz led está encendida, las plantas pueden hacer la fotosíntesis; cuando se apaga, consumen su propio oxigeno”, cuentan los artífices del ingenio.
Las plantas más adecuadas para este sistema son las tropicales, que aguantan una humedad del cien por cien dentro de la lámpara. No es necesario añadir agua extra: el sistema consta de un circuito cerrado de agua sin fugas.
¿Por qué, entonces, el cristal no se empaña? “Es un pequeño secreto que pronto desvelaremos”, cuentan los diseñadores: “Actualmente estamos probando la intensidad de la luz led. Para que las plantas sobrevivan necesitan al menos 500 lumen, aunque nosotros les damos 1.000 lumen. Cuanta menos potencia, más lentas crecen las plantas. Esto no interesan debido al reducido espacio de la lámpara”, explican.
“Dentro del vidrio, las plantas tienen su propio ecosistema cerrado. Cuando la luz led está encendida, las plantas pueden hacer la fotosíntesis; cuando se apaga, consumen su propio oxigeno”, cuentan los artífices del ingenio.
Las plantas más adecuadas para este sistema son las tropicales, que aguantan una humedad del cien por cien dentro de la lámpara. No es necesario añadir agua extra: el sistema consta de un circuito cerrado de agua sin fugas.
¿Por qué, entonces, el cristal no se empaña? “Es un pequeño secreto que pronto desvelaremos”, cuentan los diseñadores: “Actualmente estamos probando la intensidad de la luz led. Para que las plantas sobrevivan necesitan al menos 500 lumen, aunque nosotros les damos 1.000 lumen. Cuanta menos potencia, más lentas crecen las plantas. Esto no interesan debido al reducido espacio de la lámpara”, explican.
Mygdal Leuchte
Hay varias versiones de Mygdal: El modelo colgante y el modelo de pie en varias medidas. La lámpara más pequeña es de 35 centímetros; la más grande, de 70. El modelo de pie (en la imagen) cuenta con un vidrio conductor: no es necesaria ninguna conexión entre el cable de alimentación y la luz led.
Lámparas contemporáneas que recuperan el cristal
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Aparte de los aspectos estético y tecnológico, los diseñadores han apostado por la fabricación artesanal.
“Con la producción artesanal de la lámpara, queríamos hacer visible el problema de la artesanía en Alemania, que está desapareciendo. Sólo quedan unas 50 fábricas de vidrio soplado en todo el país. Nuestra lámpara es un ejemplo de cómo lo tradicional puede combinarse con las nuevas tecnologías”, dicen.
En la imagen se ve a Arne Sebrankte trabajando en el torno de yeso con el prototipo de la lámpara.
“Con la producción artesanal de la lámpara, queríamos hacer visible el problema de la artesanía en Alemania, que está desapareciendo. Sólo quedan unas 50 fábricas de vidrio soplado en todo el país. Nuestra lámpara es un ejemplo de cómo lo tradicional puede combinarse con las nuevas tecnologías”, dicen.
En la imagen se ve a Arne Sebrankte trabajando en el torno de yeso con el prototipo de la lámpara.
“Al final la forma deseada vino de la mano del maestro Peter Kuchinke y su técnica del soplado en vidrio”, cuentan desde el estudio.
Con la técnica del soplado el cristal se pone al rojo vivo. “Para el modelo de más tamaño, se tiene que mover una pipa de 16 kilos. Un gran esfuerzo, si se tiene en cuenta las pequeñas medidas de la luminaria. Es impresionante y relajante a la vez observar el trabajo de los sopladores de vidrio”, cuentan, fascinados, los diseñadores.
Con la técnica del soplado el cristal se pone al rojo vivo. “Para el modelo de más tamaño, se tiene que mover una pipa de 16 kilos. Un gran esfuerzo, si se tiene en cuenta las pequeñas medidas de la luminaria. Es impresionante y relajante a la vez observar el trabajo de los sopladores de vidrio”, cuentan, fascinados, los diseñadores.
En el taller, se prensa la madera con la que se fabrica el molde. Sirve para enfriar el cuerpo de la lámpara de vidrio, pues se introduce en cristal en el molde y éste se sumerge en agua. El tornero necesita tener mucha sensibilidad en los dedos para no dejar ninguna marca en la madera –cualquier pequeña muesca durante la fase de curación se refleja luego en el cristal.
Después, la cubierta del molde de madera se carboniza con un quemador. La película de carbón que se queda en la superficie absorbe mejor el agua.
“El cristal viene del horno con una temperatura de 900 grados. Así, al contacto con el molde el agua se evapora. El vidrio que queda en el soplete se desliza por el vapor dibujando círculos como el humo, de forma que queda una película fina en el aire”, explican.
“El cristal viene del horno con una temperatura de 900 grados. Así, al contacto con el molde el agua se evapora. El vidrio que queda en el soplete se desliza por el vapor dibujando círculos como el humo, de forma que queda una película fina en el aire”, explican.
Pasado un rato se procede a abrir el molde de madera por los mangos: para la apertura se necesitan, “al menos” dos personas.
Cuando se saca el cristal del molde se mete en un frigorífico a temperatura ambiente. En la imagen, el diseñador junto a tres lámparas en proceso de producción.
“Queremos que la lámpara se siga haciendo a mano y en pequeños talleres, por eso sólo podemos producir hasta un máximo de seis piezas por día. El proceso es muy costoso”, dice Arne.
“Queremos que la lámpara se siga haciendo a mano y en pequeños talleres, por eso sólo podemos producir hasta un máximo de seis piezas por día. El proceso es muy costoso”, dice Arne.
La llegada de Mygdal al mercado –y su precio– es todavía una incógnita. Lo cierto es que ya hay una larga lista de espera para adquirir la lámpara, incluso desde el extranjero.
“Tenemos miles de encargos, algunos de India, Emiratos Árabes o Canadá. Hemos encontrado un socio que nos está ayudando a producir la serie piloto”, dicen.
Desde Houzz les deseamos mucha suerte y éxito en este proyecto artesanal de la lámpara led para plantas.
CUÉNTANOS…
¿Te cuesta cuidar de tus plantas? ¿Qué te parece esta lámpara-maceta? Comparte en los comentarios
“Tenemos miles de encargos, algunos de India, Emiratos Árabes o Canadá. Hemos encontrado un socio que nos está ayudando a producir la serie piloto”, dicen.
Desde Houzz les deseamos mucha suerte y éxito en este proyecto artesanal de la lámpara led para plantas.
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Con su pareja profesional y sentimental, Arne Sebrankte, Emilia fundó hace dos años Nui Studio (antiguo We love Eames). Ambos se conocieron cuando estudiaban diseño industrial en la Universidad de Kiel.