Cola Cao y Puig: ¿Recuerdas estos dos clásicos del 'packaging'?
Los envases comerciales son también objetos de diseño. Revisamos dos clásicos ejemplares del diseño español.
Bajo el título Super-packaging. Diseño al servicio del diseño, el Madrid Design Festival dedica por primera vez una exposición al packaging en España, quizá la manifestación del diseño con la que todos tenemos una relación más cotidiana. Para la muestra, hasta el 10 de marzo en el Centro Cultural de la Villa, en Madrid, se ha seleccionado un panorama de algunos de los estudios españoles más destacados en esta especialidad en el momento presente, organizado en un montaje en forma de supermercado, tal como nos enfrentamos a estos productos en nuestra vida diaria.
A modo de prólogo y epílogo, se han dispuesto dos secciones que revisan algunos hitos históricos y algunos proyectos experimentales que exploran el futuro de esta variedad del diseño. José María Faerna, autor de este artículo y comisario de la exposición, junto con Ana Domínguez Siemens, se ha ocupado de esa primera sección que mira al pasado, donde, junto a la historia de envases como la lata de conservas, el tetrabrik o las bolsitas de té, se muestran estos dos clásicos ejemplares del diseño español.
A modo de prólogo y epílogo, se han dispuesto dos secciones que revisan algunos hitos históricos y algunos proyectos experimentales que exploran el futuro de esta variedad del diseño. José María Faerna, autor de este artículo y comisario de la exposición, junto con Ana Domínguez Siemens, se ha ocupado de esa primera sección que mira al pasado, donde, junto a la historia de envases como la lata de conservas, el tetrabrik o las bolsitas de té, se muestran estos dos clásicos ejemplares del diseño español.
La lata de Cola Cao, nuestra botella de Coca Cola
La empresa Nutrexpa lanzó el Cola Cao destinado al mercado infantil en 1946, y en la década siguiente ya era un producto de éxito con una imagen de marca asentada en una publicidad característica, que incluía un jingle que la radio hizo famoso entre varias generaciones: Yo soy aquel negrito del África tropical.
Su envase tipo era un bote metálico y cilíndrico donde el logo –reminiscente del de Coca-Cola, como el mismo nombre– destacaba sobre el fondo amarillo de una ilustración de inspiración colonial, con braceros africanos y palmeras, a tono con la canción.
La empresa Nutrexpa lanzó el Cola Cao destinado al mercado infantil en 1946, y en la década siguiente ya era un producto de éxito con una imagen de marca asentada en una publicidad característica, que incluía un jingle que la radio hizo famoso entre varias generaciones: Yo soy aquel negrito del África tropical.
Su envase tipo era un bote metálico y cilíndrico donde el logo –reminiscente del de Coca-Cola, como el mismo nombre– destacaba sobre el fondo amarillo de una ilustración de inspiración colonial, con braceros africanos y palmeras, a tono con la canción.
Sin embargo, en 1962 se empezó a distribuir un packaging muy innovador que convivió con los botes: latas de 1,5 kg en forma de paralelepípedo pensadas para ser reutilizadas.
Las más características presentaban la imagen de una madre resistiendo amablemente el acoso de sus hijos alborozados ante la llegada de la merienda en la cara anterior, y en el dorso y los laterales, un fondo de lunares o motivos geométricos con rótulos que anunciaban su uso futuro para almacenar arroz o legumbres en la despensa.
Si te interesa el diseño contemporáneo y sus protagonistas, ¡atrévete con la sección ‘Diseño’ de la Revista Houzz España!
Las más características presentaban la imagen de una madre resistiendo amablemente el acoso de sus hijos alborozados ante la llegada de la merienda en la cara anterior, y en el dorso y los laterales, un fondo de lunares o motivos geométricos con rótulos que anunciaban su uso futuro para almacenar arroz o legumbres en la despensa.
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También se hicieron otras con motivos vegetales y orientalistas destinadas a guardar botones, hilos o fotos. Se trataba de estimular la pulsión coleccionista y de ofrecer el segundo uso de la lata como un valor añadido que prolongaba sin límite la presencia de la marca.
El éxito fue abrumador: se habla de 70 millones de unidades distribuidas hasta 1972. Aunque, inconcebiblemente, las historias del diseño moderno español no suelan recogerla, la lata de Cola Cao es todo un icono local. En cierto modo, es nuestra botella de Coca Cola.
La ilustración es de Antoni Tusell Ribas, pintor e ilustrador publicitario destacado en esos años, y probablemente se hizo para un anuncio previo de la marca. Tusell hizo varios carteles y anuncios para Cola Cao en los años cincuenta y también es el autor del dibujo colonial del bote, citado en la ilustración de las latas. Otra singularidad comunicativa de este icono del desarrollismo en España, que pone en pie un relato sobre la marca y también un testimonio del imaginario de género de la época.
El éxito fue abrumador: se habla de 70 millones de unidades distribuidas hasta 1972. Aunque, inconcebiblemente, las historias del diseño moderno español no suelan recogerla, la lata de Cola Cao es todo un icono local. En cierto modo, es nuestra botella de Coca Cola.
La ilustración es de Antoni Tusell Ribas, pintor e ilustrador publicitario destacado en esos años, y probablemente se hizo para un anuncio previo de la marca. Tusell hizo varios carteles y anuncios para Cola Cao en los años cincuenta y también es el autor del dibujo colonial del bote, citado en la ilustración de las latas. Otra singularidad comunicativa de este icono del desarrollismo en España, que pone en pie un relato sobre la marca y también un testimonio del imaginario de género de la época.
André Ricard y perfumes Puig
En 1961 Antonio Puig, encargó a André Ricard, que resolviera el problema que se la había planteado con el frasco de su principal producto, el Agua Lavanda.
Esta colonia se exportaba a Estados Unidos en unos frascos en forma de pequeña garrafa revestida de mimbre que se hacían artesanalmente en Mallorca. El desarrollo turístico de la isla había hecho que la producción ya no fuera posible y Puig quería un envase industrial que evocara esos mismos valores mediterráneos y artesanos.
Ricard planteó un envase de vidrio verde en forma de gota que evocaba elegantemente la imagen de la garrafa cerrado con un tapón de madera y una cinta de rafia sujeta por un lacre, que citaba sutilmente el mimbre desaparecido.
En 1961 Antonio Puig, encargó a André Ricard, que resolviera el problema que se la había planteado con el frasco de su principal producto, el Agua Lavanda.
Esta colonia se exportaba a Estados Unidos en unos frascos en forma de pequeña garrafa revestida de mimbre que se hacían artesanalmente en Mallorca. El desarrollo turístico de la isla había hecho que la producción ya no fuera posible y Puig quería un envase industrial que evocara esos mismos valores mediterráneos y artesanos.
Ricard planteó un envase de vidrio verde en forma de gota que evocaba elegantemente la imagen de la garrafa cerrado con un tapón de madera y una cinta de rafia sujeta por un lacre, que citaba sutilmente el mimbre desaparecido.
El envase se comercializó en 1963 e inauguró una colaboración entre el diseñador y la empresa que se prolongó cuarenta años más. Del frasco de Agua Lavanda surgió en 1968 el de Agua Brava, otro clásico de la firma barcelonesa, y junto a ellos, Ricard renovó por completo la idea del packaging de perfumería en España con una mezcla de cultura formal moderna y sutiles asociaciones a un contexto cultural y geográfico que contó con la colaboración de la gráfica de Yves Zimmermann.
Su labor se prolongó en envases de plástico, como los del gel Moana (1966) o la colonia infantil Denenes (1964), introdujo tendencias como el tapón asimétrico en el envase de Quorum (1981) –el tapón de madera del Agua Lavanda también pasó a ser en su momento un recurso frecuente en el packaging internacional de perfumería– o interpretó las contribuciones de autor de modistos a la perfumería como Paco Rabanne, Carolina Herrera o Victorio & Lucchino, que Puig incorporó a su catálogo.
La conversión de Puig en un gran grupo internacional de perfumería es inexplicable sin la contribución innovadora y protagonista, a la vez que discreta, de este pionero del diseño industrial en España, que fijó en ella un estándar de clasicismo y excelencia de nivel internacional para el packaging en nuestro país.
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Super-packaging. Diseño al servicio del diseño
Situación: Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa (Plaza de Colón 4)
Fecha: hasta el 10 de marzo
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¿Has visto esta exposición? ¿Qué es lo que más te ha sorpendido?
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El packaging es un territorio híbrido: implica el diseño de un objeto (el envase, el embalaje, el contenedor) que generalmente también requiere una solución gráfica. Es diseño de producto que busca la solución más efectiva posible y la mayor restricción de costes y material, y también diseño gráfico y creación de identidad corporativa.
Además, es una especie de diseño de segundo grado porque se superpone a la operación previa de diseño que se da en el producto que contiene cuando no se trata de un producto natural. Es diseño al servicio del diseño, por eso es un sector particularmente interesante y complejo.
El packaging es bueno cuando destaca o innova en alguna de esas facetas entrecruzadas, y es diseño de primer orden si lo hace en todas ellas. Ese es el caso de estos dos ejemplos pioneros.