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Casas Houzz: La inusual rehabilitación de un típico chalé alpino
Descubre la cuidadosa rehabilitación de este chalé de 1841 en el cantón de los Grisones, Suiza
Casi siempre, las reformas buscan una manera de que lo contemporáneo conviva con lo preexistente, pero a veces esa convivencia de lo antiguo y lo nuevo se hace con calzador. Sucede que suele ser lo moderno lo que termina dominado. En la renovación de este chalé en Fidaz, en el cantón de los Grisones, Suiza, debía ocurrir justo lo contrario. El arquitecto, Egon Meier, quería devolverle a esta casa, donde pasa sus vacaciones, su estado original, pero sin renunciar a las comodidades modernas. Con el fin de rastrear el encanto original del chalé, que data de 1841, ha utilizado métodos inusuales.
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La renovación fue lenta y cuidadosa. La construcción tradicional, hecha de troncos de abeto, todavía estaba en buen estado, pero no así el tejado, que se ha renovado completamente. Las vigas podridas se han reemplazado por otras de madera reciclada de otras construcciones de la zona.
También hubo retos importantes en el interior. Por ejemplo, las tablas de madera del suelo tuvieron que limpiarse antes de empezar con la renovación de la zona de estar y el comedor.
La estufa cerámica y la chimenea son originales. “Antes de la reforma, estas eran las dos únicas formas posibles de calentar la casa”, dice Meier. Hoy en día, el chalé cuenta con una bomba de calor de aire-agua. “La sostenibilidad es nuestro único futuro”, dice Meier.
Sin embargo, la chimenea es el corazón de la casa. “Aporta mucho confort, pero además es útil porque aquí hacemos siempre la carne a la parrilla y te aseguro que es un éxito, entre otras cosas porque siempre hay un buen trozo al que echar mano”, dice Meier riendo.
La estufa cerámica y la chimenea son originales. “Antes de la reforma, estas eran las dos únicas formas posibles de calentar la casa”, dice Meier. Hoy en día, el chalé cuenta con una bomba de calor de aire-agua. “La sostenibilidad es nuestro único futuro”, dice Meier.
Sin embargo, la chimenea es el corazón de la casa. “Aporta mucho confort, pero además es útil porque aquí hacemos siempre la carne a la parrilla y te aseguro que es un éxito, entre otras cosas porque siempre hay un buen trozo al que echar mano”, dice Meier riendo.
Hablando de delicias culinarias: En la bodega se ha recreado una pequeña mesa como las de los típicos Fondue-Stübli (restaurante suizo donde degustar la típica fondue). “Durante la reforma se sacó muchísima tierra de aquí. Ahora es un espacio muy cómodo”, afirma Meier, que diseñó la mesa y encargó la construcción a un carpintero local.
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De vuelta a la planta baja, las tablas de suelo originales que hay en la sala de estar se quitaron, trataron y, finalmente, se volvieron a colocar. Parte del revestimiento de la pared también es original. “Las piezas defectuosas fueron sustituidas por planchas de madera de la región cuyo color se modificó para que se adaptara a las originales. Sin duda, una de las cosas que más me ha gustado ha sido el trabajo artesanal de la carpintería”, dice Meier.
La cocina del chalé está separada del estar por una puerta. De hecho, antes no eran comunes las zonas de día abiertas. Todos los armarios de la cocina han sido diseñados por el arquitecto y, de nuevo, un carpintero local se ha encargado de darles forma.
Tanto en el suelo como en la encimera de la cocina se ha usado un granito belga (Blaustein). “Este es el único material que no es de la región”, dijo el arquitecto. Debido a su tono oscuro, el granito se adapta bien al estilo rústico del chalé. Además, bajo el suelo de piedra se ha instalado calefacción radiante.
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El socio de Meier se encargó de los detalles: desde sábanas y cortinas a los tenedores para la fondue y el papel decorativo en la ventana de la cocina (en la imagen). “Dependiendo de cómo incida la luz, se puede tener la sensación de que las cabras están subiendo por una montaña”, dice Meier.
La escalera también la ha diseñado el arquitecto. “La construcción se inspira en las viejas escaleras de los graneros. Las vigas que he usado tienen 180 años. El carpintero que construyó la escalera se lo pasó de miedo volcando aquí todo su talento”, asegura el propietario y arquitecto.
Meier también sabía exactamente qué quería para las paredes. “Para hacerlas lo más parecidas posible a las originales me fui a ver la iglesia de Fidaz con el yesero local y le dije que quería exactamente lo mismo para las mías”, cuenta Meier entre risas.
Meier también sabía exactamente qué quería para las paredes. “Para hacerlas lo más parecidas posible a las originales me fui a ver la iglesia de Fidaz con el yesero local y le dije que quería exactamente lo mismo para las mías”, cuenta Meier entre risas.
En el distribuidor de la planta superior, el arquitecto ha dejado el techo a dos aguas para ampliar la sensación de espacio. Además, anexa a la habitación infantil hay una pequeña zona de estar, típica de estas casas.
Meier, junto con su pequeña hija Lynn, diseñó la litera de la habitación infantil que luego ha construido un carpintero de Zúrich. Para la escalera de madera se han inspirado en las de los graneros. “En todo caso, para mí lo más especial en la habitación de los niños es una pequeña puerta secreta sobre la cama por la que se puede subir a jugar al ático”, dice Meier.
Junto a la habitación de los niños hay otro dormitorio y una habitación de invitados.
La pared de madera recuperada aporta al dormitorio principal un aire especialmente acogedor. “Los listones de madera, de más de 100 años, se han lijado y tratado convenientemente. Posteriormente, los volvimos a colocar tal y como estaban”, cuenta Meier.
La habitación de invitados está amueblada de forma sencilla. La moderna cama no roba protagonismo a los muebles y acabados de madera.
El techo de madera y las paredes enyesadas aportan carácter rústico a los cuartos de baño del chalé. La ducha, con un cerramiento de cristal, pone el contrapunto contemporáneo.
En el baño de invitados se ha elegido un revestimiento de piedra. Las losetas no se han colocado de manera uniforme, sino que presentan una ligera diferencia entre ellas para acentuar así el respeto por la arquitectura original que se ha buscado en la reforma.
El arquitecto reconoce que está ansioso por pasar las próximas vacaciones en el chalé.
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Quién vive aquí: el arquitecto Egon Meier con su esposa e hija
Situación: Fidaz, Suiza
Superficie: 122 metros cuadrados
Proyecto: Meier Architekten
Durante unas vacaciones en Fidaz con unos amigos, Egon Meier se encontró frente a este chalé típico, y muy simple, construido en 1841. “Cuando vi el letrero de ‘en venta’ supe que lo quería. Tras un par de días negociando conseguí comprarlo”, dice Meier.
En lugar de comenzar inmediatamente con la reconstrucción y la rehabilitación, Meier fue descubriendo la casa lentamente. Durante el primer invierno, él y su familia se instalaron en el chalé tal cual estaba. “Queríamos experimentar como era la vida original aquí, vivir sin agua corriente ni calefacción”, dice Meier, que reconoce que fue “uno de los mejores inviernos que ha pasado en la casa”.