Agricultura en la ciudad: Conoce la historia de 3 horticultores urbanos
Obtener alimentos frescos y orgánicos es solo uno de los muchos beneficios de la agricultura urbana, una práctica cada vez más extendida.
Annie Thornton
21 de agosto de 2016
Visitamos el este de la Bahía de San Francisco, en California, donde huertos y granjas están cambiando el paisaje urbano y la manera de estrechar lazos entre vecinos y comunidades. Cultivando sus propias verduras, huevos y carne, Wanda Stewart, Kitty Sharkey y Ruby Blume han encontrado una manera diferente de vivir y de pensar. Conoce su historia, los retos y satisfacciones que esta elección de vida conlleva.
Wanda Stewart, a la izquierda, charla con su vecina, Jamie Morf, frente a su casa, en Berkeley, San Francisco. Jamie acaba de recoger una docena de huevos de la pequeña granja de Wanda. “Quiero que mi dinero vaya directamente a las personas que generan mi comida”, apunta.
A las 7:45 de una mañana de mayo, encontramos a Wanda Stewart trabajando en la pequeña granja de su hogar en Berkeley, al noreste de la bahía de San Francisco, California. A través de la valla de madera podemos distinguir vegetales como la chayotera, la col rizada, pimientos y limoneros. Desde este rincón se puede disfrutar de los pájaros, del flujo constante de niños que van al colegio en bici y del perro de Wanda, Angel, que, ladrido va, ladrido viene, saluda a los transeúntes.
La arquitecta paisajista Jamie Morf, de camino al trabajo, hace una parada para recoger una docena de huevos de las gallinas de Wanda. Aprovechan para ponerse al día.
Wanda lleva una década dedicándose al cultivo de vegetales y a la crianza de gallinas en sus 400 metros cuadrados de terreno. Además, forma parte de una comunidad mundial que promueve el acercamiento de la agricultura a las ciudades. ¿Utópico? Quizás no tanto.
Algunos pisos de un nuevo complejo residencial en Tokio ya cuentan con sus propios huertos; en Nueva York, muchos áticos y terrazas se están convirtiendo en pequeñas granjas; y ya existe una empresa en Londres que se dedica al cultivo de vegetales bajo tierra, en refugios antiaéreos de la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, algunas ciudades de la zona este de la bahía de San Francisco son cada vez más conocidas por vecinos que hacen uso de jardines y terrenos para generar parte de los alimentos que consumen.
Estilos del mundo: 10 huertos singulares de Londres a Tokio
A las 7:45 de una mañana de mayo, encontramos a Wanda Stewart trabajando en la pequeña granja de su hogar en Berkeley, al noreste de la bahía de San Francisco, California. A través de la valla de madera podemos distinguir vegetales como la chayotera, la col rizada, pimientos y limoneros. Desde este rincón se puede disfrutar de los pájaros, del flujo constante de niños que van al colegio en bici y del perro de Wanda, Angel, que, ladrido va, ladrido viene, saluda a los transeúntes.
La arquitecta paisajista Jamie Morf, de camino al trabajo, hace una parada para recoger una docena de huevos de las gallinas de Wanda. Aprovechan para ponerse al día.
Wanda lleva una década dedicándose al cultivo de vegetales y a la crianza de gallinas en sus 400 metros cuadrados de terreno. Además, forma parte de una comunidad mundial que promueve el acercamiento de la agricultura a las ciudades. ¿Utópico? Quizás no tanto.
Algunos pisos de un nuevo complejo residencial en Tokio ya cuentan con sus propios huertos; en Nueva York, muchos áticos y terrazas se están convirtiendo en pequeñas granjas; y ya existe una empresa en Londres que se dedica al cultivo de vegetales bajo tierra, en refugios antiaéreos de la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, algunas ciudades de la zona este de la bahía de San Francisco son cada vez más conocidas por vecinos que hacen uso de jardines y terrenos para generar parte de los alimentos que consumen.
Estilos del mundo: 10 huertos singulares de Londres a Tokio
El jardín delantero de Wanda es la zona más soleada de la vivienda. Su terreno esquinero da a la calle y le permite estar siempre en contacto con el vecindario.
Cada vez más ciudades en Estados Unidos apoyan la agricultura urbana. ¿Cómo? “Promoviendo el alquiler de terrenos libres a precios asequibles; el acceso al agua para los sistemas de riego; o asegurando que en el futuro habrá terrenos para el cultivo en suelos urbanos”, asegura Raychel Santo, coordinadora junto con la institución Johns Hopkins del programa Center for a Livable Future (Centro para un futuro habitable) en Baltimore, Maryland. Raychel, además, ha escrito un libro sobre los beneficios y las limitaciones de la agricultura urbana.
“California ha aprobado políticas innovadoras que apoyan el derecho de los inquilinos y propietarios a cultivar sus propios alimentos, ofreciendo también incentivos fiscales para fomentar plantaciones en tierras privadas”, asegura Raychel.
San Francisco fue la primera ciudad de California en promover esta actividad y la ciudad de Berkeley ya permite tener animales —pollos, gallinas, cabras y conejos, entre otros— sin necesidad de obtener un permiso… bueno, con una condición: cumplir con los requisitos estipulados de protección y otras normativas municipales. En Oakland, por ejemplo, tienes que demostrar que son para uso personal y que no suponen una molestia para el resto de los vecinos.
“Una buena idea es invitar a la gente a visitar tu huerto o granja urbana”, asegura Ruby Blume, fundadora del Institute of Urban Homesteading (Instituto de Agricultura Urbana) en Oakland. “Es importante asegurarse de responder a todas las dudas y preocupaciones de los vecinos. Y no tener miedo a compartir miel o huevos”, sugiere.
Cada vez más ciudades en Estados Unidos apoyan la agricultura urbana. ¿Cómo? “Promoviendo el alquiler de terrenos libres a precios asequibles; el acceso al agua para los sistemas de riego; o asegurando que en el futuro habrá terrenos para el cultivo en suelos urbanos”, asegura Raychel Santo, coordinadora junto con la institución Johns Hopkins del programa Center for a Livable Future (Centro para un futuro habitable) en Baltimore, Maryland. Raychel, además, ha escrito un libro sobre los beneficios y las limitaciones de la agricultura urbana.
“California ha aprobado políticas innovadoras que apoyan el derecho de los inquilinos y propietarios a cultivar sus propios alimentos, ofreciendo también incentivos fiscales para fomentar plantaciones en tierras privadas”, asegura Raychel.
San Francisco fue la primera ciudad de California en promover esta actividad y la ciudad de Berkeley ya permite tener animales —pollos, gallinas, cabras y conejos, entre otros— sin necesidad de obtener un permiso… bueno, con una condición: cumplir con los requisitos estipulados de protección y otras normativas municipales. En Oakland, por ejemplo, tienes que demostrar que son para uso personal y que no suponen una molestia para el resto de los vecinos.
“Una buena idea es invitar a la gente a visitar tu huerto o granja urbana”, asegura Ruby Blume, fundadora del Institute of Urban Homesteading (Instituto de Agricultura Urbana) en Oakland. “Es importante asegurarse de responder a todas las dudas y preocupaciones de los vecinos. Y no tener miedo a compartir miel o huevos”, sugiere.
El atractivo de los productos locales orgánicos y de granja. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha informado recientemente de que tres de cada cuatro tiendas de alimentación convencionales del país venden ya productos orgánicos. Sin embargo, un estudio de 2015 de la revista Consumers Reports que comparaba 100 productos orgánicos con sus equivalentes convencionales, reveló que los productos orgánicos eran, de media, un 47% más caros. Por lo demás, estos precios no garantizaban que los alimentos se hubieran cultivado localmente o, en el caso particular de la carne y los huevos, su precio real o procedencia.
Para Wanda Stewart era muy importante comprar alimentos de alta calidad y de origen local. Que los huevos de corral orgánicos del mercado costaran 9 dólares la docena (unos 8 euros), hizo que se replanteara sus suministros de alimentación. No estaba dispuesta a renunciar a una alimentación de calidad y sostenible porque su coste fuera más elevado, así que decidió cultivarlos ella misma a partir de lo que ya sabía que crecía bien en los huertos de sus vecinos. “Estuve un tiempo trabajando en sus huertos: me informaba, les preguntaba dudas y los observaba”, nos cuenta.
Para Wanda Stewart era muy importante comprar alimentos de alta calidad y de origen local. Que los huevos de corral orgánicos del mercado costaran 9 dólares la docena (unos 8 euros), hizo que se replanteara sus suministros de alimentación. No estaba dispuesta a renunciar a una alimentación de calidad y sostenible porque su coste fuera más elevado, así que decidió cultivarlos ella misma a partir de lo que ya sabía que crecía bien en los huertos de sus vecinos. “Estuve un tiempo trabajando en sus huertos: me informaba, les preguntaba dudas y los observaba”, nos cuenta.
Aquí vemos a Kitty Sharkey alimentando a sus cabras y gallinas en el patio, en Oakland: Produce entre un 60-70% de la comida que entra en su hogar a lo largo de ocho meses al año.
Kitty Sharkey vive cerca de Wanda. Comenzó a cuestionarse la carne que compraba tras leer el libro de Michael Pollan El dilema del omnívoro (2006). Aunque adquiría productos orgánicos del área de la Bahía de San Francisco, no podía permitirse los precios de la carne procedente de animales criados de manera sostenible y local. Ella, que ya cultivaba hierbas y hortalizas en casa, al este de Oakland, decidió en ese momento dedicar unos 400 metros cuadrados de terreno a la cría de animales, empezando por cabras para producir carne, leche y queso. “No fue nada fácil para mí poner la primera cabra en el congelador, pero era la única manera de controlar la procedencia de la carne que comía”, asegura. Ahora, varios años después, cría gallinas y patos, que utiliza para producir huevos y carne; pavos; conejos, para carne y abono; gansos, que actúan como su sistema de alarma; cerdos, que emplea para arar la tierra con cada cambio de estación; y una oveja, de la que obtiene lana.
“La clave reside en mantener una buena relación con las autoridades municipales y en ser una persona transparente y honesta con lo que haces”, apunta Kitty. Y está claro que su premisa funciona: No ha tenido ningún problema ni ha recibido ninguna queja en seis años.
Kitty genera un 95% de la carne, huevos y productos lácteos (excepto mantequilla) que se consumen en su casa durante 10 meses al año. Asegura que el verano es la estación más productiva y es entonces cuando se dedica a guardar frutas y verduras en conserva, para que aguanten todo el año.
Kitty Sharkey vive cerca de Wanda. Comenzó a cuestionarse la carne que compraba tras leer el libro de Michael Pollan El dilema del omnívoro (2006). Aunque adquiría productos orgánicos del área de la Bahía de San Francisco, no podía permitirse los precios de la carne procedente de animales criados de manera sostenible y local. Ella, que ya cultivaba hierbas y hortalizas en casa, al este de Oakland, decidió en ese momento dedicar unos 400 metros cuadrados de terreno a la cría de animales, empezando por cabras para producir carne, leche y queso. “No fue nada fácil para mí poner la primera cabra en el congelador, pero era la única manera de controlar la procedencia de la carne que comía”, asegura. Ahora, varios años después, cría gallinas y patos, que utiliza para producir huevos y carne; pavos; conejos, para carne y abono; gansos, que actúan como su sistema de alarma; cerdos, que emplea para arar la tierra con cada cambio de estación; y una oveja, de la que obtiene lana.
“La clave reside en mantener una buena relación con las autoridades municipales y en ser una persona transparente y honesta con lo que haces”, apunta Kitty. Y está claro que su premisa funciona: No ha tenido ningún problema ni ha recibido ninguna queja en seis años.
Kitty genera un 95% de la carne, huevos y productos lácteos (excepto mantequilla) que se consumen en su casa durante 10 meses al año. Asegura que el verano es la estación más productiva y es entonces cuando se dedica a guardar frutas y verduras en conserva, para que aguanten todo el año.
Ruby Blume cultiva árboles frutales, hierbas, flores y vegetales estacionales y perennes en su terreno en Oakland.
Un clima ideal todo el año. Además de contar con una legislación local progresista, el este de la Bahía de San Francisco goza siempre de temperaturas suaves, lo que permite a los huertos urbanos producir alimentos durante todo el año.
Ruby Blume cultivó unos 180 kilos de calabaza durante 2015, en su casa al norte de Oakland. También cría conejos, de los que aprovecha la carne, o bien los cambia por alimentos a otros productores. Así, nunca tiene que comprar leche, queso o huevos. De febrero a octubre, cultiva entre el 70-90% de las frutas y verduras que consume.
El huerto-jardín: Dos conceptos en un único espacio
Un clima ideal todo el año. Además de contar con una legislación local progresista, el este de la Bahía de San Francisco goza siempre de temperaturas suaves, lo que permite a los huertos urbanos producir alimentos durante todo el año.
Ruby Blume cultivó unos 180 kilos de calabaza durante 2015, en su casa al norte de Oakland. También cría conejos, de los que aprovecha la carne, o bien los cambia por alimentos a otros productores. Así, nunca tiene que comprar leche, queso o huevos. De febrero a octubre, cultiva entre el 70-90% de las frutas y verduras que consume.
El huerto-jardín: Dos conceptos en un único espacio
Ruby Blume en su huerta, frente a las estructuras de hierro en las que crecen sus calabazas.
La viña y el lúpulo trepan por las paredes del patio de Ruby, ocupando muy pocos metros cuadrados del suelo.
El desafío que suponen los huertos urbanos. Cualquiera que haya cultivado una tomatera o una lechuga conocerá la cantidad de problemas que pueden surgir —desde el sistema de riego a la cantidad de luz solar, sin olvidar las plagas y el mantenimiento de la tierra— y sabrá apreciar el trabajo que requiere hacer que una simple fruta u hortaliza crezca sana.
Si a todo esto le sumamos unos terrenos pequeños, una comunidad de vecinos a la que respetar y una tierra compacta e incluso contaminada, los obstáculos que presenta la huerta urbana hablan por sí solos. Para Wanda Stewart, cuyo huerto de Berkeley visitamos anteriormente, el mayor reto fue encontrar el lugar adecuado. “Cultivé productos de la huerta con éxito en el patio trasero de mi casa durante una estación o dos”, explica. Después, el terreno dejó de producir. Tras algunas investigaciones, se dio cuenta de que el suelo ya no era fértil. El arroyo que pasa bajo su patio se estaba llevando todos los nutrientes. Los árboles de sombra que tenía fueron creciendo y sus copas se fueron expandiendo cada vez más, hasta bloquear las horas de sol directo que necesitaban sus plantas (de 6 a 8).
Para Kitty, de Oakland, los obstáculos de criar animales en la ciudad vinieron más tarde. Un par de semanas antes de que visitáramos su granja en mayo, el perro de un vecino excavó un agujero bajo la cerca de su patio, se coló y mató a cinco pavos jóvenes y dos conejos. “No es culpa de los vecinos”, señala, pero reconoce que fueron un par de semanas difíciles tanto para ella como para la granja. Además, sus gallinas se escaparon del corral y se comieron un montón de hojas de lechuga, col rizada, acelga y mostaza. Kitty tuvo que reparar la valla y tomar precauciones extra.
El desafío que suponen los huertos urbanos. Cualquiera que haya cultivado una tomatera o una lechuga conocerá la cantidad de problemas que pueden surgir —desde el sistema de riego a la cantidad de luz solar, sin olvidar las plagas y el mantenimiento de la tierra— y sabrá apreciar el trabajo que requiere hacer que una simple fruta u hortaliza crezca sana.
Si a todo esto le sumamos unos terrenos pequeños, una comunidad de vecinos a la que respetar y una tierra compacta e incluso contaminada, los obstáculos que presenta la huerta urbana hablan por sí solos. Para Wanda Stewart, cuyo huerto de Berkeley visitamos anteriormente, el mayor reto fue encontrar el lugar adecuado. “Cultivé productos de la huerta con éxito en el patio trasero de mi casa durante una estación o dos”, explica. Después, el terreno dejó de producir. Tras algunas investigaciones, se dio cuenta de que el suelo ya no era fértil. El arroyo que pasa bajo su patio se estaba llevando todos los nutrientes. Los árboles de sombra que tenía fueron creciendo y sus copas se fueron expandiendo cada vez más, hasta bloquear las horas de sol directo que necesitaban sus plantas (de 6 a 8).
Para Kitty, de Oakland, los obstáculos de criar animales en la ciudad vinieron más tarde. Un par de semanas antes de que visitáramos su granja en mayo, el perro de un vecino excavó un agujero bajo la cerca de su patio, se coló y mató a cinco pavos jóvenes y dos conejos. “No es culpa de los vecinos”, señala, pero reconoce que fueron un par de semanas difíciles tanto para ella como para la granja. Además, sus gallinas se escaparon del corral y se comieron un montón de hojas de lechuga, col rizada, acelga y mostaza. Kitty tuvo que reparar la valla y tomar precauciones extra.
El gallinero de Wanda cuenta con 20 gallinas, que cría para obtener huevos frescos.
El sistema de acuiponía vertical de Kitty alimenta sus lechugas. El estanque inferior suministra agua y nutrientes procedentes de los residuos de los peces a las lechugas a través de un sistema de recirculación. El agua recorre la tubería entre los diferentes niveles en los que se encuentran las lechugas y va humedeciendo la tierra y las plantas, proceso que limpia el agua antes de volver al estanque.
Aprender con la práctica. Estos retos incentivan a dar con soluciones inteligentes. Wanda se dio cuenta de que su jardín delantero era más soleado que su patio trasero, además de tener un suelo más fértil, por lo que trasladó todo su trabajo a la parte delantera de la vivienda y plantó directamente en el suelo. El anterior propietario de la casa había ajardinado y acondicionado el suelo de arcilla, por lo que los cultivos comenzaron a crecer de forma inmediata. “Tuve suerte de haber heredado una buena tierra”, confiesa.
A partir de ese momento, plantó árboles frutales en la parte norte de la propiedad, de manera que no hicieran sombra a los cultivos que necesitaban sol. Aprendió también que las lechugas prefieren crecer bajo la sombra de los árboles frutales. Plantó semillas de flores silvestres cerca de las hortalizas para atraer a los polinizadores. En el patio trasero, una zona más privada y que disfruta de mayor sombra, instaló el gallinero para producir huevos frescos.
Estos horticultores urbanos han aprendido a aprovechar todos los aspectos de la huerta para generar un sistema que funcione en circuito cerrado. Las gallinas, en concreto, contribuyen a incrementar la fertilidad del suelo con su estiércol, además de consumir una gran cantidad de residuos orgánicos del hogar y del huerto. Incorporar sistemas de riego innovadores, como el de acuiponía (producción integrada de peces, verduras y energía solar) de Kitty, o el uso intensivo de plantas perennes de Ruby y Wanda, son trucos que permiten que los huertos sean autosuficientes.
Aprender con la práctica. Estos retos incentivan a dar con soluciones inteligentes. Wanda se dio cuenta de que su jardín delantero era más soleado que su patio trasero, además de tener un suelo más fértil, por lo que trasladó todo su trabajo a la parte delantera de la vivienda y plantó directamente en el suelo. El anterior propietario de la casa había ajardinado y acondicionado el suelo de arcilla, por lo que los cultivos comenzaron a crecer de forma inmediata. “Tuve suerte de haber heredado una buena tierra”, confiesa.
A partir de ese momento, plantó árboles frutales en la parte norte de la propiedad, de manera que no hicieran sombra a los cultivos que necesitaban sol. Aprendió también que las lechugas prefieren crecer bajo la sombra de los árboles frutales. Plantó semillas de flores silvestres cerca de las hortalizas para atraer a los polinizadores. En el patio trasero, una zona más privada y que disfruta de mayor sombra, instaló el gallinero para producir huevos frescos.
Estos horticultores urbanos han aprendido a aprovechar todos los aspectos de la huerta para generar un sistema que funcione en circuito cerrado. Las gallinas, en concreto, contribuyen a incrementar la fertilidad del suelo con su estiércol, además de consumir una gran cantidad de residuos orgánicos del hogar y del huerto. Incorporar sistemas de riego innovadores, como el de acuiponía (producción integrada de peces, verduras y energía solar) de Kitty, o el uso intensivo de plantas perennes de Ruby y Wanda, son trucos que permiten que los huertos sean autosuficientes.
En el patio delantero de Kitty crecen plantas que atraen a los polinizadores. En la zona de aparcamiento hay hortalizas, como la remolacha, y pequeños árboles frutales, como los ciruelos, para sus vecinos. Además, ha instalado una pequeña caseta que hace las veces de biblioteca de libre préstamo.
Conectar con los vecinos. Puede que fueran los alimentos frescos y asequibles lo que atrajo inicialmente a estos agricultores urbanos a cultivar sus propios terrenos, pero lo cierto es que los huertos urbanos también unen a la gente. Raychel Santo, miembro del Centre for a Livable Future de Johns Hopkins, asegura que “practicar esta actividad e interactuar con tus vecinos gracias a ella, te cambia la vida”.
Uno de los vecinos de Wanda acaba de lanzar una aplicación móvil llamada Cogarden, que permite a los horticultores de la red compartir productos y colaborar con el vecindario. “No todos podemos plantar de todo —ni es necesario que lo hagamos”, explica Wanda.
Kitty ha dedicado una parte del patio al cultivo de alimentos para los vecinos, convirtiendo su zona de aparcamiento en un huerto público. Además, ha colocado una pequeña biblioteca gratuita. “Me gusta retribuir a la comunidad”, señala. “Hay mucha gente en Oakland que quiere tomar contacto con sus raíces, y muchas de esas raíces se encuentran en los alimentos”, opina.
Conectar con los vecinos. Puede que fueran los alimentos frescos y asequibles lo que atrajo inicialmente a estos agricultores urbanos a cultivar sus propios terrenos, pero lo cierto es que los huertos urbanos también unen a la gente. Raychel Santo, miembro del Centre for a Livable Future de Johns Hopkins, asegura que “practicar esta actividad e interactuar con tus vecinos gracias a ella, te cambia la vida”.
Uno de los vecinos de Wanda acaba de lanzar una aplicación móvil llamada Cogarden, que permite a los horticultores de la red compartir productos y colaborar con el vecindario. “No todos podemos plantar de todo —ni es necesario que lo hagamos”, explica Wanda.
Kitty ha dedicado una parte del patio al cultivo de alimentos para los vecinos, convirtiendo su zona de aparcamiento en un huerto público. Además, ha colocado una pequeña biblioteca gratuita. “Me gusta retribuir a la comunidad”, señala. “Hay mucha gente en Oakland que quiere tomar contacto con sus raíces, y muchas de esas raíces se encuentran en los alimentos”, opina.
Un caminito de hierba serpentea entre las plantas del jardín de Ruby.
Cuando Ruby Blume empezó a trabajar en su huerto en Oakland, pronto se percató de que a esta zona de la Bahía le faltaba un espacio donde las personas interesadas en la agricultura urbana y las prácticas tradicionales de cultivo pudieran aprender. Por eso, hace nueve años, fundó el Institute of Urban Homesteading. Hoy, el instituto imparte de 50 a 75 clases al año. Los alumnos pagan el importe que puedan permitirse y las clases tratan temas que van desde la fermentación del queso a la plantación de un huerto en el jardín de casa. Allí conoció Kitty a Ruby y ahora imparte clases sobre la cría de cabras. El instituto también patrocina la ruta por el huerto que hace Wanda.
Como parte de sus actividades de jardinería, Wanda —en la imagen— trabaja de voluntaria en los huertos de las escuelas locales de primaria y enseña a los niños el valor de cultivar sus propios alimentos. “Tengo la oportunidad de plantar semillas con ellos y espero que los valores que están aprendiendo los apliquen en el futuro”, dice.
Aunque el futuro de la agricultura urbana está todavía floreciendo, estos horticultores tienen muy clara la recompensa que les ofrece. “Estoy más delgada, sana y feliz”, asegura Wanda. “Me siento mejor conmigo misma”. Una sensación que va más allá de la salud: “Es maravilloso poder vivir así y con gente a tu alrededor”.
CUÉNTANOS
¿Tienes un huerto en casa? ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de las historias de Wanda, Kitty y Ruby? Esperamos tus comentarios
Aunque el futuro de la agricultura urbana está todavía floreciendo, estos horticultores tienen muy clara la recompensa que les ofrece. “Estoy más delgada, sana y feliz”, asegura Wanda. “Me siento mejor conmigo misma”. Una sensación que va más allá de la salud: “Es maravilloso poder vivir así y con gente a tu alrededor”.
CUÉNTANOS
¿Tienes un huerto en casa? ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de las historias de Wanda, Kitty y Ruby? Esperamos tus comentarios
Artículos relacionados
Arquitectura
David Chipperfield gana el Premio Pritzker 2023
El arquitecto es autor de edificios como el Veles i Vents, en Valencia, y tiene una casa en Corrubedo, A Coruña.
Leer más
Decoración
Generación Z: ¿Qué buscan los jóvenes de hoy para sus casas?
Por Bea González
Los primeros nativos digitales ya se están incorporando al mercado de la vivienda. ¿Qué tipo de hogar buscan?
Leer más
Visita privada
Visita privada: “Los obreros jugaban al fútbol en mi casa”
Entramos en casa de José Manuel Ballester, Premio Nacional de Fotografía en 2010, un espacio singular de vida y trabajo.
Leer más
Decoración
5 arquitectos cuentan qué es lo que más les gusta de sus casas
Por Redacción España
Entre las casas que hemos publicado, recuperamos las de varios arquitectos y redescubrimos detalles que les enamoran.
Leer más
Terrazas y patios
6 terrazas y jardines para disfrutar (mucho más) del día a día
Por Redacción España
Las terrazas y jardines aportan mucha felicidad. Redescubre varios muy inspiradores de las casas que hemos visitado.
Leer más
Mundo Houzz
#YoMeQuedoEnCasa: Cómo viven estos días cuatro usuarios de Houzz
Por Bea González
En estos días de encierro obligado, hemos hablado con 4 usuarios para saber cómo viven el día a día en sus casas.
Leer más
Chalets
Visita Privada: El chalé agradable y sobrio de un doblador
Por Bea González
Hace 13 años que Antonio Fernández se hizo una casa con jardín y chimenea en una parcela familiar. Aquí vive y trabaja.
Leer más
Reformas
Descubre qué mejorarían cinco dueños de las reformas de sus casas
Por Redacción España
Aprende de las experiencias de la gente que hemos visitado y acierta con tu reforma.
Leer más
Reformas
¿Qué hace especial a tu casa? Así responden 5 usuarios de Houzz
Por Redacción España
Profesionales y usuarios de Houzz cuentan lo que hace únicos a sus hogares tras hacer reformas.
Leer más
Decoración
¿Qué se traen los españoles de sus viajes para decorar la casa?
Por Redacción España
Hemos indagado en nuestras visitas privadas y este es el resultado. ¿Te apuntas a un viaje decorativo por el mundo?
Leer más
Fascinante el articulo.
Para copiar !! y a trabajar
Buenas tardes.
Muy bonita historia.