Casas Houzz
Casas de campo: Las vacaciones perfectas en la sierra de Huelva
Una construcción rural del siglo XIX se transforma en una moderna vivienda con forma de barco... ¡en mitad del campo!
Una hora de coche le basta y le sobra a Carlos, un catedrático de la Universidad de Sevilla, para llegar a su refugio de relax en Cortelazor la Real, pintoresco y serrano pueblo de la provincia de Huelva. Allí, y con la ayuda del estudio de arquitectura GÓmez & GOrshkova, ha transformado una antigua majada de una planta casi en ruinas –casas de apero, despensa o gallineros típicos de la Sierra de Aracena–, en la perfecta vivienda de vacaciones de tres plantas: rústica, sencilla y adaptada a las necesidades de la vida moderna. Entre libros de matemáticas y neurociencia, y discos de música barroca, Carlos recibe a sus amigos, pasea por los caminos y prepara asados en el jardín.
ANTES: El edificio original, lo que en estos lares se conoce como majada, es de finales del siglo XIX. Estaba en desuso y próximo a la ruina. Se cree que el pequeño volumen surgió de la segregación del cuerpo principal al que estuvo unida, que antes formaba una parcela. Las majadas se usaban como apoyo a las labores de la tierra, de ahí que se construyeran en los márgenes de los pueblos y cerca de campos y huertos.
Todas las claves para reformar una casa de campo
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El cambio de uso implicaba convertir una pequeña construcción rústica en una vivienda confortable. El notable grosor de los muros aumentó las –evidentes– limitaciones espaciales.
“Ante esto, tan solo quedaba crecer en altura. Y hacerlo de manera que la casa siguiera resultando cómoda y agradable”, explica el arquitecto.
Visita Privada: De bar de pueblo a coqueta casa de vacaciones
“Ante esto, tan solo quedaba crecer en altura. Y hacerlo de manera que la casa siguiera resultando cómoda y agradable”, explica el arquitecto.
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La pequeña construcción, como vemos en la imagen, se asienta sobre una compleja geometría pentagonal.
ANTES: La construcción presentaba muros sin revestir, con un hueco que hacía de ventana y otro de puerta –ambos sin carpinterías–, un tejado medio desnudo y maquinaria de obra abandonada en el interior. Se decidió conservar prácticamente todo:
- Los muros de carga se mantuvieron hasta el nivel de forjado de la planta baja
- La piedra sobrante se empleó para la cimentación ciclópea
- La teja se recuperó para la medianería
- Los deteriorados rollizos de la cubierta fueron cortados como leña
El perfil más vanguardista de la casa –totalmente revestido de teja– es, en realidad, una solución tradicional recuperada:
“Desde el principio sabíamos que la figura esbelta de la casa produciría en la medianería una imagen extraña, en caso de pintarla en blanco. En cambio, el revestimiento de teja, además de ofrecer una función impermeabilizante, establece una necesaria relación de continuidad entre la casa y su edificación anexa”, desvela Carlos.
Arquitectura: Técnicas del pasado que nos hacen más sostenibles hoy
“Desde el principio sabíamos que la figura esbelta de la casa produciría en la medianería una imagen extraña, en caso de pintarla en blanco. En cambio, el revestimiento de teja, además de ofrecer una función impermeabilizante, establece una necesaria relación de continuidad entre la casa y su edificación anexa”, desvela Carlos.
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El dueño reconoce que esta era “una empresa endeble”. La tenacidad de los responsables de GÓmez & GOrshkova, decididos a optimizar todos los recursos, ha sido clave en la reforma. Carlos, de hecho, revela que trabajar en la casa les empujó a establecer el estudio en una zona rural:
“Este proyecto nos ha permitido redescubrir, tanto a Katia como a mí, esas arquitecturas que formaron parte de nuestra infancia y adolescencia. Según las conocíamos mejor, empezamos a entender la estrecha e íntima proximidad entre lo moderno y lo vernáculo”, cuenta Carlos.
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“Este proyecto nos ha permitido redescubrir, tanto a Katia como a mí, esas arquitecturas que formaron parte de nuestra infancia y adolescencia. Según las conocíamos mejor, empezamos a entender la estrecha e íntima proximidad entre lo moderno y lo vernáculo”, cuenta Carlos.
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Con el objetivo de desentrañar lo rústico y “desvestirlo de toda la parafernalia que lo había envuelto”, Carlos y Katia redujeron los materiales y texturas: piedra, madera, barro y el omnipresente blanco.
“Hemos aprendido a apreciar la autenticidad del material, la belleza de la sencillez que da la escasez y a conmovernos con esas arquitecturas mal llamadas ‘pobres”, cuenta.
Ideas para reformar una casa de pueblo: Arrancan las obras
“Hemos aprendido a apreciar la autenticidad del material, la belleza de la sencillez que da la escasez y a conmovernos con esas arquitecturas mal llamadas ‘pobres”, cuenta.
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Por caprichos del destino la planta resultante de la majada original es un pentágono irregular prácticamente simétrico.
Tras probar varias distribuciones que explotaban la simetría de la planta, se decantaron por la que mejor facilitaba la construcción, minimizando el área de circulación y sin disputar protagonismo a las vistas hacia el valle.
La vivienda, así, concentra los usos subsidiarios (servicios, calefacción, almacenaje, escaleras) en la zona perimetral, fomentando que la cocina-comedor (bajo-rasante), salón (planta baja) y dormitorio-estudio (planta alta) ocupen las zonas centrales.
La vivienda, así, concentra los usos subsidiarios (servicios, calefacción, almacenaje, escaleras) en la zona perimetral, fomentando que la cocina-comedor (bajo-rasante), salón (planta baja) y dormitorio-estudio (planta alta) ocupen las zonas centrales.
En el salón vemos generosos vanos que apuntan a la profundidad del paisaje. Valle y monte prestan su inmensidad al seno de un hogar humilde.
“Esta casa fomenta una renovada vida construida en torno al alimento, el descanso y la conversación”, afirma Carlos.
En la decoración, aparte de las piezas en madera, destacan las fibras naturales en pantallas de lámparas y alfombras. El sillón es Poäng, de Noboru Nakamura para Ikea: icónica pieza con más de 40 años de vida, que vive una nueva juventud.
“Esta casa fomenta una renovada vida construida en torno al alimento, el descanso y la conversación”, afirma Carlos.
En la decoración, aparte de las piezas en madera, destacan las fibras naturales en pantallas de lámparas y alfombras. El sillón es Poäng, de Noboru Nakamura para Ikea: icónica pieza con más de 40 años de vida, que vive una nueva juventud.
Al subir una planta, descubrimos el dormitorio-estudio. En el interiorismo, sencillo, destaca el cabecero que hace las veces de librería. O al revés. Este es el lugar predilecto del profesor. Aquí descansa y lee, saltando de la página al verde del paisaje, y viceversa.
Esperamos que a Proa, pronto, pueda acompañarle la casa Popa, casualmente proyectada en el extremo opuesto de Cortelazor, tal y como desvelan los arquitectos antes de despedirse.
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¿Qué te ha parecido esta rehabilitación? ¿Tú también tienes un refugio reformado en un pueblo? Comparte experiencias en los comentarios
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Quién vive aquí: Es la segunda residencia de Carlos
Situación: Cortelazor la Real, Huelva
Superficie: 109 metros cuadrados construidos en tres plantas
Proyecto: Carlos Gómez Sos y Katia Gorshkova de GÓmez & GOrshkova
Coste de la reforma: 65.000 €
Fotos: Jesús Granada
Desde un principio, la premisa era conservar el edificio original en la medida de lo posible. La casa original era un pequeño volumen de una planta, que se usaba como gallinero o despensa, con gruesos muros de tierra y tapial, y una superficie de entre 10 y 40 metros cuadrados.
Para respetar la tradición, los arquitectos han construido las nuevas plantas respetando los –escasos– huecos ya existentes en la majada. Esto confiere a la casa su característica imagen de “cascarón horadado”, en palabras del fotógrafo Jesús Granada.
Cascarón para unos y… ¡barco! para otros. A esta vivienda de vacaciones, en el estudio GÓmez & GOrshkova, se la conoce conoce como Proa: “Una noche, de camino al coche, me giré y, al ver la fachada con su frente anguloso, me vino la imagen de un barco surcando un mar encrespado”, cuenta el arquitecto Carlos Gómez.
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