El huerto-jardín: Dos conceptos en un único espacio
Conoce esta propuesta que combina las ventajas funcionales propias de un huerto con la estética cuidada de un jardín.
Marta Byrne
29 de abril de 2016
En contra de lo que muchos puedan pensar, tener un huerto y un precioso jardín, fundidos en un solo espacio físico, es una opción tan viable como antigua. De hecho es tan remota como la propia fundación de los reinos cristianos de Europa. Descubre su historia y algunos trucos para poder disfrutar de un huerto tan estéticamente atractivo como un jardín.
Con el llamado hortus conclusus–que en latín significa “huerto cerrado”– nacen los primeros huertos-jardines durante el periodo medieval, siempre asociados a los castillos señoriales y monasterios. Este concepto “dos en uno” situado intramuros, surge por fuerza de las circunstancias relacionadas con el contexto de inestabilidad socio-política de la época, donde los castillos y los monasterios eran continuamente escenario de refugio durante los frecuentes asedios.
El hortus conclusus consistía en un espacio verde de pequeñas dimensiones, normalmente confinado en los claustros y patios interiores, donde los monjes o los siervos cultivaban esencialmente plantas y árboles para fines alimentarios y medicinales. Eso sí, con una disposición tan estéticamente cuidada que servía simultáneamente de espacio de recreo o contemplación. Con el tiempo este espacio llegó a asumir bastante protagonismo en la vida social y su connotación mística creció, con alusiones claras al jardín del Edén.
Pero fue unos siglos más tarde, en plena época barroca y al abrigo de las grandes monarquías absolutistas, donde el género hortus conclusus, evolucionó hacia el huerto-jardín en todo su esplendor. Ya sin la necesidad de altos muros de protección, enormes parterres geométricamente modulados pasaron a formar parte de los inmensos jardines palaciegos, como una unidad más del paisaje y del espacio social frecuentado por la corte. Algunos se pueden apreciar todavía en Versalles o Hampton Court, entre tantos otros palacios visitables de toda Europa.
10 huertos singulares de Londres a Tokio
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Actualmente se ha perdido este concepto de jardín, absorbido por la inmensidad de las urbes, donde las grandes concentraciones humanas han priorizado los espacios públicos por fuerza de la necesidad y la lógica de ocupación. En este contexto, el huerto-jardín como espacio público ha ido perdiendo su razón de ser, entre otros motivos, porque requiere bastante más mantenimiento, más recursos y más tiempo y dinero, comparado con el ajardinamiento extensivo, que hoy día impera en las ciudades.
No obstante en el ámbito privado, de algún modo se ha mantenido siempre este tipo de recurso a pequeña escala, sobre todo en los países sajones, donde el modelo urbano y residencial incorpora una parcela de jardín a la vivienda. Más al sur, los conceptos de jardín y huerto han estado tradicionalmente separados como espacios físicos, estéticos y funcionales diferentes. Ya sea por falta de conocimiento práctico en el tema productivo o por la desconfianza de que ambos conceptos puedan funcionar de una forma fluida, lo cierto es que frecuentemente pasa desapercibido su enorme potencial, tanto a nivel estético, como recreativo y didáctico.
No hay nada más entretenido y divertido que plantar, cuidar, ver crecer, recoger y finalmente comer los alimentos que ponemos en nuestro plato. Sobre todo si hay niños en casa. Les encantan estos procesos si se los enfoca como un juego, que a la vez sirven de aprendizaje sobre el compromiso y la responsabilidad de cuidar un ser vivo.
Existen en el mercado cantidad de soluciones e ideas que, con un poco de creatividad, se pueden aplicar para crear resultados estéticamente interesantes y funcionales.
Materiales reciclados, como botellas de plástico o cristal, y la tradicional madera o la chapa metálica se pueden reconvertir fácilmente en contenedores de plantación. Basta rellenarlos con un buen sustrato y un riego por goteo, para conseguir un huerto prácticamente autónomo y de bajo mantenimiento.
El jardín comestible: Ten tu propio huerto y a la vez un fértil vergel
Materiales reciclados, como botellas de plástico o cristal, y la tradicional madera o la chapa metálica se pueden reconvertir fácilmente en contenedores de plantación. Basta rellenarlos con un buen sustrato y un riego por goteo, para conseguir un huerto prácticamente autónomo y de bajo mantenimiento.
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La distribución y composición vegetal se ha de cuidar especialmente si queremos que el espacio funcione estéticamente y se perciba como un jardín. En este caso será muy importante proporcionarle una disposición volumétricamente equilibrada y ordenada. Sacar partido a la variedad cromática aportará interés visual y estético al espacio ajardinado, algo que es bastante sencillo con una adecuada selección de especies, entre las que no pueden faltar plantas aromáticas y variedades frutales como los freseros, los frambuesos o los tomateros.
Lavanda: Así debes cuidar a la reina de las aromáticas
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Por ultimo, el huerto vertical es una solución cada vez más explorada en terrazas y pequeños espacios residenciales urbanos. Hoy en día contamos con una enorme variedad de soluciones modulares en el mercado, que se montan fácilmente en un muro exterior o interior, lo que permite un acabado vegetal tan interesante como el más cuidado jardín vertical.
Mini-huerto a mano: Ideas para montar uno fácilmente
¿Y TÚ?
¿Tienes un huerto-jardín en casa? ¿Qué variedades tienes en él? Cuéntanoslo en la sección de comentarios.
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Buenos días.
Un jardín comestible o un huerto también puede ser unos lugares muy bonitos, si hacemos un buen diseños como estamos acostumbrados a la hora de realizar un jardín.