Arquitectura
100 años de la Bauhaus: Así ha conquistado nuestros hogares
En su centenario, la Bauhaus no es solo racionalismo. Aparece en formas y detalles inesperados en nuestras casas.
La Bauhaus nació en marzo de 1919 en Weimar con el ambicioso propósito de volver a pensar el mundo a partir del arte. La Primera Guerra Mundial recién acabada había dejado un rastro de devastación sin precedentes y el optimismo moderno de la arquitectura, el diseño y el arte anteriores a la guerra parecía fuera de lugar a los jóvenes que habían vivido la pesadilla de las trincheras y se encaraban ahora con una Alemania económica y moralmente arruinada. En realidad, fue un intento fracasado: en 1933, la Gestapo precintó las puertas de su última sede en Berlín y los años venideros enseguida demostraron que todo es susceptible de empeorar, hasta las pesadillas.
Más que un centro de creación de tendencias, la Bauhaus fue un catalizador de las grandes corrientes y debates del Movimiento Moderno internacional. La difusión de su legado en Estados Unidos a partir de 1938 la identificó sobre todo con un estilo funcional, racionalista y formalmente restringido. Pero la corta historia de la Bauhaus fue tan convulsa como variada, en ella enseñaron algunas de las grandes figuras de la vanguardia histórica y su influencia va mucho más allá de los estrictos límites de eso que se conoce como “estilo Bauhaus”. Aquí mostramos algunos ejemplos que los desbordan a partir de su huella en interiores domésticos de hoy.
Más que un centro de creación de tendencias, la Bauhaus fue un catalizador de las grandes corrientes y debates del Movimiento Moderno internacional. La difusión de su legado en Estados Unidos a partir de 1938 la identificó sobre todo con un estilo funcional, racionalista y formalmente restringido. Pero la corta historia de la Bauhaus fue tan convulsa como variada, en ella enseñaron algunas de las grandes figuras de la vanguardia histórica y su influencia va mucho más allá de los estrictos límites de eso que se conoce como “estilo Bauhaus”. Aquí mostramos algunos ejemplos que los desbordan a partir de su huella en interiores domésticos de hoy.
Pero las sillas (Lattenstuhl) y la mesa con que amuebló su salón un jovencísimo Marcel Breuer poco tienen que ver con la inspiración maquinista de las sillas de tubo de acero que se identifican con el “estilo Bauhaus” y mucho con el culto a la artesanía y las tipologías populares y folclóricas propias de la herencia Arts & Crafts. Las viejas fotos en blanco y negro –y eso es lo único que el mundo vio de la Bauhaus durante años– tienden a minimizar las diferencias.
¿Por qué vemos con naturalidad que en esta reforma de una casa rústica en Andorra, de Andrea Conti e Isa Cert, una cocina racionalista conviva con naturalidad con sillas tradicionales de pino? Precisamente porque la Bauhaus nos enseñó a establecer esas sinergias.
Breuer repensó en términos elementaristas para la Haus am Horn las sillas populares. Andrea e Isa reconocieron el minimalismo esencial del Movimiento Moderno en el sabroso jugo tradicional de estas sillas de pino viejo que encontraron en la obra, junto a la mesa del mismo material con sobre de melamina. No es solo un estilo, es sabiduría de ida y vuelta.
Breuer repensó en términos elementaristas para la Haus am Horn las sillas populares. Andrea e Isa reconocieron el minimalismo esencial del Movimiento Moderno en el sabroso jugo tradicional de estas sillas de pino viejo que encontraron en la obra, junto a la mesa del mismo material con sobre de melamina. No es solo un estilo, es sabiduría de ida y vuelta.
2. También textiles innovadores…
¿De dónde viene ese aire de familia entre este piso del siglo XIX en Vilanova i la Geltrú –reformado por Jordi Calbetó y Oriol Vañó, de Cavaa Arquitectos– y las imágenes de la Haus am Horn? De algo genérico: una cierta concepción del espacio, una manera de bañarlo en luz. Y de algo concreto: el papel de la alfombra, su geometría, su cromatismo. El taller textil de la Bauhaus fue el reino de Gunta Stolzl y, después, de Anni Albers. Le dio muchas satisfacciones comerciales a la escuela y, a la vez, fue un laboratorio donde se experimentaba tanto con patrones decorativos tribales como con nuevos materiales. Las de la casa am Horn las diseñó Marta Erps. La de Cavaa, en realidad, no es un textil, sino un pavimento de cerámica esmaltada y pintada in situ que actúa como rótula de articulación del comedor con la cocina. ¿Cabe más vuelta de tuerca experimental?
¿De dónde viene ese aire de familia entre este piso del siglo XIX en Vilanova i la Geltrú –reformado por Jordi Calbetó y Oriol Vañó, de Cavaa Arquitectos– y las imágenes de la Haus am Horn? De algo genérico: una cierta concepción del espacio, una manera de bañarlo en luz. Y de algo concreto: el papel de la alfombra, su geometría, su cromatismo. El taller textil de la Bauhaus fue el reino de Gunta Stolzl y, después, de Anni Albers. Le dio muchas satisfacciones comerciales a la escuela y, a la vez, fue un laboratorio donde se experimentaba tanto con patrones decorativos tribales como con nuevos materiales. Las de la casa am Horn las diseñó Marta Erps. La de Cavaa, en realidad, no es un textil, sino un pavimento de cerámica esmaltada y pintada in situ que actúa como rótula de articulación del comedor con la cocina. ¿Cabe más vuelta de tuerca experimental?
Pues sí, claro que cabe. Gunta Stolzl trabajó en la integración de metales y fibras artificiales en sus textiles. Patricia Urquiola, en su alfombra Nuances, para Gan, presentada en el Salone de 2019, integra el espacio en la alfombra que, como la pintura, es materialmente superficie, pero virtualmente es mucho más. No es la única, ya lo hicieron antes, por ejemplo, Ana Mir y Emili Padrós. Porque, afortunadamente, las alfombras ya no son solo cosa de chicas, como pretendía de manera insidiosa Gropius, que quería mantener el talento de sus alumnas bien lejos de la arquitectura.
3. … y casas de madera
¿Asociaría alguien a la Bauhaus con una casa de madera? Pues deberíamos hacerlo, porque de ese material fue construida enteramente la primera casa que salió del ámbito de la Bauhaus.
En 1921, Walter Gropius y Adolf Meyer diseñaron una villa en Berlín para el comerciante de maderas Adolf Sommerfeld. Las vidrieras, los muebles y el equipamiento salieron de los talleres de la Bauhaus, como los relieves que decoraban sus vigas exteriores y sus paneles exteriores, obra de Joost Schmidt. Casi un siglo después, el arquitecto Enric Espinet, una vez retirado, decidió que la madera podía ser el material constitutivo de su casa familiar porque “es eficiente, ecológico y estéticamente cálido”. En un guiño del destino, las sillas del comedor son las canónicas en voladizo de Breuer.
¿Asociaría alguien a la Bauhaus con una casa de madera? Pues deberíamos hacerlo, porque de ese material fue construida enteramente la primera casa que salió del ámbito de la Bauhaus.
En 1921, Walter Gropius y Adolf Meyer diseñaron una villa en Berlín para el comerciante de maderas Adolf Sommerfeld. Las vidrieras, los muebles y el equipamiento salieron de los talleres de la Bauhaus, como los relieves que decoraban sus vigas exteriores y sus paneles exteriores, obra de Joost Schmidt. Casi un siglo después, el arquitecto Enric Espinet, una vez retirado, decidió que la madera podía ser el material constitutivo de su casa familiar porque “es eficiente, ecológico y estéticamente cálido”. En un guiño del destino, las sillas del comedor son las canónicas en voladizo de Breuer.
4. Objetivismo pop
La idea de superponer planos de color puro para definir un espacio es tan propia de la pintura neoplástica como de los interiores de la Bauhaus, tan relacionados, por otra parte con ella. Una vez más, las fotos de época en blanco y negro llevaron a muchos a creer que el color no formaba parte de las inquietudes de la Bauhaus. Las interioristas de Nimú interpretaron correctamente esa influencia al diseñar dos baños en una casa madrileña para una pareja que venía fascinada de un viaje por Alemania en que habían visitado la sede de la escuela en Dessau y otras obras de época. Aquí sí está esa clara exactitud racional y objetiva que se identifica con el estilo Bauhaus.
La idea de superponer planos de color puro para definir un espacio es tan propia de la pintura neoplástica como de los interiores de la Bauhaus, tan relacionados, por otra parte con ella. Una vez más, las fotos de época en blanco y negro llevaron a muchos a creer que el color no formaba parte de las inquietudes de la Bauhaus. Las interioristas de Nimú interpretaron correctamente esa influencia al diseñar dos baños en una casa madrileña para una pareja que venía fascinada de un viaje por Alemania en que habían visitado la sede de la escuela en Dessau y otras obras de época. Aquí sí está esa clara exactitud racional y objetiva que se identifica con el estilo Bauhaus.
Sin embargo, basta cambiar el plano para ver cómo ese estilo se adapta a contextos bien contemporáneos. La retícula blanca de azulejos y el lavabo, leve e intencionadamente fuera de escala, cobran un significado nuevo cuando se convierte en el fondo de ese espejo figurativo a lo Claes Oldenburg. La escena es casi un cómic de los que monumentalizaba Roy Lichtenstein en tres dimensiones. Que el lavabo sea, además, el baño de un teckel llamado Otis es un detalle a medio camino entre Andy Warhol y Peggy Guggenheim.
5. Y también tubo de acero con un twist
La Bauhaus no inventó los muebles de tubo metálico, pero Marcel Breuer encontró en su seno su sentido definitivo cuando diseñó en 1925 la que todos conocemos como silla Wassily, que en realidad es un sillón.
¿Qué es un original en diseño?
Breuer se había comprado una bicicleta nueva de la afamada marca Adler. Hasta entonces siempre había diseñado tapizados y sillas de madera, pero su flamante Adler le llevó a pensar en cómo aprovechar los avances industriales aplicados a la fabricación del mobiliario para la era de la máquina. De un modo análogo, en los años 50 Giulio Castelli, fundador de Kartell, pensaría en cómo sacar partido para el hogar de las aportaciones de la industria auxiliar del automóvil en Italia. En nuestros días, Andrea Serboli y Matteo Colombo (CaSA) vuelven a reunir de un modo insólito bicicletas, tubo metálico y equipamiento doméstico en este piso en Barcelona: una solución que sirve para que el propietario guarde sus bicis, pero también para fijar el espejo en el baño o dar soporte a una enredadera en la terraza. Las ideas, siempre más allá del estilo.
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¿Qué sabías de la Bauhaus? ¿Te parece interesante este artículo? Esperamos tus comentarios
La Bauhaus no inventó los muebles de tubo metálico, pero Marcel Breuer encontró en su seno su sentido definitivo cuando diseñó en 1925 la que todos conocemos como silla Wassily, que en realidad es un sillón.
¿Qué es un original en diseño?
Breuer se había comprado una bicicleta nueva de la afamada marca Adler. Hasta entonces siempre había diseñado tapizados y sillas de madera, pero su flamante Adler le llevó a pensar en cómo aprovechar los avances industriales aplicados a la fabricación del mobiliario para la era de la máquina. De un modo análogo, en los años 50 Giulio Castelli, fundador de Kartell, pensaría en cómo sacar partido para el hogar de las aportaciones de la industria auxiliar del automóvil en Italia. En nuestros días, Andrea Serboli y Matteo Colombo (CaSA) vuelven a reunir de un modo insólito bicicletas, tubo metálico y equipamiento doméstico en este piso en Barcelona: una solución que sirve para que el propietario guarde sus bicis, pero también para fijar el espejo en el baño o dar soporte a una enredadera en la terraza. Las ideas, siempre más allá del estilo.
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En 1923, la Bauhaus mostró a la ciudad de Weimar y al mundo su proyecto por primera vez en una gran exposición. Su pieza central fue una vivienda diseñada por Georg Muche, la Haus am Horn, cuyo salón, iluminado por una ventana panorámica perimetral, se ve en esta imagen en la restitución de su interior que hoy puede visitarse en la antigua capital de Turingia.
Pese a que la exposición buscaba la complicidad de la industria local, la mayor parte de los trabajos expuestos respondían a la orientación marcadamente expresionista dominante entonces en la escuela. El diseño de la Haus am Horn avanzaba, sin embargo, el racionalismo y el interés del director y fundador, Walter Gropius, por la arquitectura industrializada y estandarizada.